Catfish de Henry Joost y Ariel Schulman


Texto de Sandra Sánchez

Se presentó en Sundance y gran parte de las críticas se centraron precisamente en que es un documental que huele demasiado a ficción: la historia es muy rara como para que a los directores les diera por grabar todo desde el minuto cero.

La “fábula” comienza cuando Nev –que comparte junto a Henry Joost y su hermano Rel Schulman una estudio audiovisual– recibe un cuadro realizado sobre una instantánea suya. Sorprendido por la calidad de la obra, decide ponerse en contacto con su autora, una niña de 8 años. El contacto por Internet con la precoz artista, un cuadro de la madre en erótica pose y las conversaciones con la hermana de la niña (modelo y actriz de 18 años) arrastra a los tres socios a Michigan. Es aquí donde el idílico documental sobre nuevas tecnologías se transforma en otra cosa. No ha habido términos medios entre los que la han visto: o magnetiza o defrauda.

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