Laia Alcolea: [El amor no debería doler]


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Entrevista de Reyes Muñoz
Fotos cortesía de Promosapiens

Fotos cortesía de Laia Alcolea

La honestidad y la lucidez emocional de Laia Alcolea se antepone en un disco en el que cada canción llega con la intención de expresar las contradicciones humanas. El amor no debería doler es una declaración de principios: un viaje sonoro que habla de amor propio, de aprender a poner límites y de explorar la música desde la libertad total. Por tanto, no la descubrimos, es ella quien nos invita a entrar en su verdad más íntima, que la música convierte en universal.

La sensación al escuchar a Laia Alcolea es que estamos en un lugar privilegiado para ver cómo nacen las estrellas. (A veces es necesario caer en topicazos). Este es un caso en el que no descubrimos a la artista, es la artista quien nos enseña el camino. Apenas tiene veintitrés años, y ha dedicado casi dos décadas de su vida a la música de forma profesional. Con la carrera terminada en música clásica y constantes giras internacionales con Delaporte y Valeria Castro, sus referencias van de Rachmaninov a Bon Iver, de Albeniz a Elton John y de Lecuona a Fred again.

Tienes en Instagram fijado el manifiesto del disco.

Sí. Es que yo venía de trabajar mucho en la música, pero nunca había hecho nada propio, así que sentía que debía explicarme. Tanto ese manifiesto como el disco me han salido del alma.

¿Me cuentas cómo te has puesto esas alitas? ¡Me encantan!

Pues lo he hecho con inteligencia artificial. Tienes que andar metiendo los prompt y es complejo, la verdad. O sea, es que me he tirado un montón de horas con eso, que encima, yo no soy profesional, voy haciendo lo que puedo… Pagas una suscripción y tienes una herramienta que te ayuda y ya está. Pero tienes que andar editando con programas de video… Una movida. Eso sí, ya le he metido caña y la siguiente será más fácil.

«Vivimos el amor desde un sufrimiento, nos genera un dolor que tiene sentido, que no debería ser».

El disco se llama El amor no debería doler. ¿Es un disco de no amor, no?

Y de amor. Va de que estamos acostumbrados a vivir el amor desde un sitio muy poco sano. Algunas personas estamos, o estábamos, si te hablo de mí, acostumbradas a vivir el amor romántico, el amor de amistad, el amor en la familia, mal. No nos damos cuenta de determinadas cosas que hacemos o que los demás ponen en nosotros, nos hacen mucho daño; y vivimos el amor desde un sufrimiento, nos genera un dolor que tiene sentido, que no debería ser.

Es un tema muy interesante. Tenemos tan metidas determinadas ideas en la cabeza, que cuando no duele, mosquea.

Claro, de pronto encuentras el amor que no duele y te llegas a plantear… «A ver si esto no va a ser amor». Me sorprende cómo algunas amigas hablan de eso, preocupadas: que si yo no me peleo, es que me aburro, es que no hay celos…

Joder, yo que hace poco que he descubierto un amor sano, es que no lo cambio, que me da una paz, ¿sabes? Siento que tengo el poder de sentirme plena. Y con el disco quiero explicarlo. Hay veces que se normalizan ciertas conductas… y no solo con las relaciones… con la familia, en el trabajo… Yo lo hago también, y no quiero, porque al final sufro un montón, veo sufrir a la gente que quiero… Lo que se supone que es amor, lo que te dicen que hay que hacer por amor… A lo mejor tenemos una pedrada, o la tienen… Este disco explica que no te tienes que comer la pedrada de otra persona, que no hay que ir a salvar a nadie, que no hay que sufrir y que tenemos que empezar desde nosotros mismos, dándonos cuenta y evitando hacérselo a los demás.

El disco es muy clásico, y con los arreglos las rompes, lo disimulas. Tiene miga esa decisión, eres pianista, has tocado con muchísima gente, has producido a mucha gente…
Sí que es verdad eso. Las tres primeras canciones del disco, que son «No me fío de mí», «Un claro y sincero te quiero» y «Te regalo esta canción», las compuse en el piano y después las llevé a producir. Pero «Ángel» surgió desde un beat. Me encanta la cumbia y empecé a experimentar haciendo cumbias con el ordenador y ahí dije: «Buah, me encanta esto, me encanta cómo suena, voy a ponerle letra». Fue un proceso totalmente distinto y se nota muchísimo. Se nota muchísimo la influencia que tengo de la música clásica en las melodías. En general, hago ese proceso de estar en el piano y después pasarlo a otro lugar… lo que tú has llamado, romper las canciones. Pero en «Ángel» se ve todo lo contrario, hay un contraste fuerte.

Con formación clásica, ¿te refieres a clásica, clásica?

Sí. Empecé a estudiar piano clásico con cuatro años y después estuve en el conservatorio estudiando música clásica, y después he hecho el superior, también de música clásica, y me he graduado en interpretación de música clásica. Todo lo que he hecho por mi lado ha sido en clásica.

Pero las melodías de voz vas por un lado más jazzero, soulero…

Sí, sí, es que en los últimos dos grados puedes elegir tu especialidad. Había jazz y yo lo cogí, las asignaturas me parecían más guays, podía improvisar y hacer otras cosas… podía investigar otras músicas que en la carrera clásica no había tocado. Y lo he hecho así. Y después he ido a muchas jams, y también, donde estudié, como estaba la carrera de clásico y la de jazz, tenía muchos compañeros que tocaban jazz… Me juntaba con ellos y así iba aprendiendo. Entonces, digamos que la parte de soul y de jazz y de músicas más modernas, la música latina… la descubrí juntándome con gente y yendo a jams… en la escuela de la calle (risas).

Amor a la música

Hay un video lindísimo en Instagram. Tendrás no más de cinco años, y ahí estás en el piano. Toda divina. La música es tu mayor amor, ¿no?

La verdad es que sí. Toda mi vida he ido transitando por diferentes oficios dentro de la música, porque hay un montón de oficios dentro de la industria musical. Pero sí, es amor desde que era pequeña… En casa nunca me han dicho que me tenga que poner a estudiar piano, con cinco o seis años prefería seguir estudiando con el piano que ir al parque. Para mí era como una cosa de «vale, yo voy a ser músico». Con la edad de ese video decía: «Yo quiero ser directora de la orquesta». Iba cambiando a medida que descubría diferentes roles, pero nunca me imaginé haciendo algo que estuviese fuera de la música, la verdad.

¿Y te has dedicado a ella siempre profesionalmente?

La verdad que sí, o sea, he sido bastante afortunada. En segundo de carrera me llamó EDE para que me fuera con ella de gira y a partir de ahí no he parado nunca.

Trabajar con otras músicas te ha cargado de principios, ¿no? En otra publicación, agradeces a la gente con la que has trabajado diciendo que importa la técnica, la disciplina y el amor por el arte. Ahí no hablas de la escuela de la calle, pero es a eso a lo que te refieres, ¿no?

Sí.

El contexto: trabajas con Jordan Boyd, estuviste aquí con ella haciendo un ExVITA, con Valeria Castro, con Delaporte… Quizás de vivir esas carreras, de estar ahí, surgen las ganas de dar un paso más y sacar tu propio disco.

Sí, totalmente. Y no solo por el hecho de estar ahí. Sobre todo con Delaporte… yo empecé con ellos. Fueron los primeros que conocí trabajando en todo este proceso. Me acuerdo la primera vez que fui a casa de Sergio a preparar un bolo, porque empezaba de sustituta. Y entonces él tenía muchos sintetizadores, tenía el Avalon. Yo era una chavala de diecinueve años y le preguntaba: «Oye, ¿y qué es esto?», «¿Y esto para qué se usa?». Yo veía un sintetizador por 100 euros en Wallapop y me lo compraba con los ahorros que tenía de dar clase. Él iba viendo que yo soy curiosa. Tenía ese ansia de saber cosas y ellos me iban enseñando, tanto Sergio como Sandra. Me enseñaban algunos trucos del Ableton, les pasaba maquetas y cosas así. Entonces, he aprendido a hacer música gracias a ellos y ellos fueron los que un día me dijeron: «Laia, esto tiene que salir». Y aquí estoy.

Tú conoces la parte bonita de la música, pero también lo duro que es ese trabajo, lo frustrante, lo absorbente que es una carrera de éxito, lo mucho que una debe cuidarse… lo has vivido a través de ellos. ¿Cómo vas de vértigo?

Pienso a veces que yo estaba muy cómoda siendo teclista y de repente hablar de mí, en esta entrevista, me cuesta muchísimo. Pero siento que tengo su apoyo, Sandra y Sergio están siendo un colchón increíble a nivel humano y dentro de la industria. Son los que me han animado más para que saque este proyecto adelante, la verdad.

Hace unas semanas colgaron una versión en directo de «La ternura es simple» en la que tú participabas, súper bonita… llegué a pensar que en realidad era tuya, en esa versión me pareció que tenía tu toque…

No, no… «La ternura es simple» no es mía. Bueno, claro, es que al final, imagínate las horas que pasamos en la furgoneta juntos, así que es normal que nos contagiemos, pero más ellos a mí. Es que compartimos mucho, o sea, ya no es que trabajemos juntos, sino que somos muy amigos. En todo este proceso que ellos también están viviendo, es normal que mi mayor influencia sea la suya. Al final, es que estamos hablando todo el día de estas cosas, ¿no?

Pero vas a flipar, porque la única en la que participamos los tres es «Techno rico», que es superzapatilla, megapoqui, de techno súper hortera. Estábamos en Cantabria, hicimos una sesión de composición los tres, había venido el hermano de Sandra, Javi, que le encanta el techno… Empezamos a hacer música y yo les dije: «Buah, estas canciones las ponían en las fiestas de mi pueblo». Así nos salió «Techno rico», que es superrabera… Nada que ver con «La ternura es simple».

Pues te diré que en días de estado de ánimo bajo, o más en días de esos que vienen después de una época muy activa en la que nada ha salido a derechas… mi medicina es «Techno rico» y «Cagarla» después del desayuno.

Total, sí, sí, sí. Es para reventar todo, ¿sabes? Total. Yo también hago eso…

Y vas a ser la telonera en sus conciertos.

Sí, estoy de telonera, sí. De hecho, hace unas semanas hice mi primer bolo. Ahí, todos llorando un montón, fue súper guay, Sergio está tocando conmigo, también el batería de Delaporte está tocando conmigo, o sea, es como que todo ha sido en familia, ¿sabes? Falta que Sandra me venga a hacer los coros, ¿sabes? En total.

He recibido la versión que has hecho aquí de «Te regalo esta canción» como eso, como un regalo. Te he preguntado si pensabas tocarla así en algún bolo.

Sí, ahora en directo la he cambiado, como que la toco en mi bemol mayor. Te explico, es una canción un poco acústica pero le metí vocoders y cosas así, cosas frikis. Con esa canción he tenido un auténtico proceso… Yo la compuse pensando en que iba a ser folky, que se ponen la guitarra en re mayor, se cambian las cuerdas, ponen una afinación abierta… Como yo no sé tocar la guitarra, me senté al piano y la hice en re mayor. Y dentro de este imaginario folk estaba Bon Iver, que para mí es el rey de los folks y que tiene una canción que se llama «Creek», toda hecha con vocoder. Entonces, la canción original, digamos, la primera maqueta, era todo con vocoder, no había piano. El piano lo metí en la producción. Tuve un dilema y al final hice una mezcla.

Hace poco estaba tocando un concierto de Rachmaninoff en mi casa estudiando y estaba en mi bemol mayor y dije: «Jo, qué tonalidad tan bonita en mi bemol mayor, más que en re mayor». Entonces la he cambiado y le meto unos arreglos… como lo que he tocado aquí. Y al final, meto una melodía de Rachmaninov de un concierto de música clásica, pero también algunos arreglos a lo Elton John porque me gusta como ese rollo Elton John con el piano… ¿Sabes?

Pues no, no sé. Jo. Me dejas muerta… Antes me has dicho que dabas clases de piano en tu casa…

Bueno, pero de eso hace mucho. Desde los doce o trece años, que empecé a darle clases a mi vecina, y me pagaba diez euros la hora, ahorraba cinco euros en una hucha y otros cinco euros los gastaba en chocolate… literalmente. Di muchas clases hasta segundo de carrera o tercero, que ya entré en las giras y tenía que estudiar… Para sacarte una carrera de música clásica tienes que estudiar entre cuatro y seis horas al día. Estaba todos los fines de semana de gira, cuando no me iba un mes a Latinoamérica… pues era inviable y acabé dejando las clases…

Dejas las clases pero te montas un estudio en casa…

Sí, bueno, es una suerte tener un estudio en casa. Pero es un estudio… aunque poco a poco se está profesionalizando, o sea, al final, pues eso, tengo veintitrés años y ni me puedo independizar, no puedo invertir en un estudio como lo que me gustaría tener… pero poco a poco pues voy comprando un micro mejor, una tarjeta de sonido mejor, unos monitores mejores… y voy produciendo a gente… Es pequeño, pero deseo ir haciéndome con un gran estudio para grabar ahí muchas cosas.

«Como música, estoy en el lado de percatarme de las cosas que fallan y si tengo músicos, serán las primeras que yo voy a tener en la cabeza».

Silvana Estrada me dijo que después de no sé cuántos bolos tuvo claro que quería poner su bienestar en primer lugar…

Para mí llega un fin de semana que no tengo vuelo y digo: «Ay, qué bien, me puedo quedar en mi casa». No pienso en irme de fiesta ni nada de eso. Tengo la cabeza de una abuela.

Es que hay una cosa muy dura de la que se habla muy poco. Parece como si no tuvieras necesidades humanas. Y al final, es mucho tiempo fuera de tu casa y echando de menos a los tuyos…

Justo. Sí. La primera vez que yo me fui de gira, porque empecé a hacer muchos bolos con Delaporte… Mi familia estaba de vacaciones, se juntaban todos los primos en las fiestas de mi pueblo, era el cumpleaños de mi hermana… y yo no podía estar… Es a veces duro y el primer verano que empecé de giras… Descubrí el disco de Fred again y qué lloreras. Por las noches me ponía el disco y empezaba a llorar de decir: «¿Esto qué es?». Son cosas de este oficio. Es lo normal, aunque es un poco pocho.

Una cosa positiva de haber batallado con otras bandas es que sabes lo que no quieres.

Bueno, total, sí, sí. O sea, que tengo más claro lo que no quiero que lo que quiero, fíjate. Al final aprendes muchas cosas a nivel profesional y a nivel humano. Dices: «Yo, cuando esté en una gira, quiero tener estas condiciones». Como música, estoy en el lado de percatarme de las cosas que fallan y si tengo músicos, serán las primeras que yo voy a tener en la cabeza. Obviamente llevar un proyecto es una cosa muy complicada y ser, digamos, jefa, es una movida. Entonces, yo entiendo que todos podamos hacer cagadas. Pero tal vez, el hecho de haber estado en el barro me permitirá evitar muchos problemas.

«Este EP recoge los últimos dos años de mi vida».

En el número anterior la portada fue de Alexxandra… Creo que lo que más me gusta de esos dos, de Delaporte, es que estén cada día inventando la pólvora. Sandra, en la entrevista nos contó que estaba pensando en otro proyecto muy orgánico… Delaporte ha tocado muchísimos palos. ¿Te ves así?

Eso es muy guay, la verdad. A mí me encanta que no nos pongamos límites a la hora de crear, ¿sabes? Y que haya una evolución, tanto musical como en lo que estamos pasando a nivel personal. Todo eso influye. Entonces, mola. A mí me encanta. Es que además, veo cómo les suceden las cosas, el proceso y como luego esas cosas aparecen en las canciones. No sé si lo viviré así. Este EP recoge los últimos dos años de mi vida. Este pequeño disco representa estos dos últimos años de mi vida y yo no puedo escribir, no puedo hacer canciones si no me salen. Hacer música para mí es inevitable, por eso, si no me sale de dentro, no puedo.

Sandra me decía el otro día que a la hora de componer ella habla desde una sensación. A mí me gustaría hacer eso, lo que ocurre es que si hay una mínima cosa, una palabra que yo no siento, no consigo meter fantasía, ¿sabes? Y a mí me gustaría explorar eso y no meterme esa presión y dejar de ser tan sincera, ¿sabes? O sea, yo con este disco me he expuesto: es lo que he vivido, lo que siento y lo que he sentido. Es la verdad.

«Me doy tregua, me digo: ‘Tía, estás aprendiendo’».

Me ha vuelto a la cabeza el vídeo de la niña Laia… Tu madre trata de quitarte presión.

Sí. Mi madre decía: «¿Y por qué has vuelto a hacerlo?». Me acuerdo perfectamente de ese día. Me sentaba al piano y le decía: «Grábame para enseñárselo a tus amigas». De hecho, tengo veintitrés años y llevo diecinueve aprendiendo a tocar el piano. Paso de estudiar un instrumento toda la vida a, de repente, cantar. Siempre me ha gustado, he estado cantando en el coro de mi conservatorio y con una técnica superclásica que nada tiene que ver con aquello a lo que me gustaría llegar. De repente, cantar en un escenario, delante de gente, cantar mis canciones… se me rompe el alma. Yo necesito estudiar, ensayar mucho para sentirme segura.

Me escucho en todas las grabaciones, me escucho en el disco y es que me da una frustración… No suena como yo quiero que suene. Toda esta experiencia que tengo con otras bandas me hace saber cómo quiero sonar. Y está claro que cómo quiero sonar a lo mejor conlleva, pues no sé, otros veinte años de experiencia… llevo tres años cantando.

Mientras no te paralice no es algo negativo, creo, es positivo. La sensación de aprender es oxígeno para las mentes creativas.

Sí, es una movida. Pensar en eso me está ayudando mucho a curar. Me doy tregua, me digo: «Tía, estás aprendiendo».

En una publicación de un ensayo dices algo así como «Me gusta tanto como lo odio».

Sí, porque me escucho y veo cosas que me encantan y me sorprendo de decir: «Qué bonito esto que he hecho», pero de repente veo un fallo y digo: «Joder, menuda mierda». Cosas en plan: «Si hubiera cogido esto más arriba», «si lo hubiera hecho de cabeza». Está muy bien ser exigente para ir mejorando, yo estoy contenta con eso, pero sí que es verdad que a veces me meto una caña que me podría incapacitar y no quiero que me incapacite. No quiero que me limiten estas rayadas.

Comienzas tu andadura con un EP. Con lo que dices, me parece que hay muchas canciones descartadas.

Yo tengo muchas canciones y he hecho muchas canciones a lo largo de este tiempo. Pero no están descartadas. Era lo primero que hacía y quería que tuviera un sentido. He escrito esas cuatro canciones durante el mismo periodo. Sentía que conectaban muy bien la una con la otra… Primero salió una, después salió otra, después salió la otra y vi una cronología en todo este proceso. Entonces, por eso las junté, sentí que era una idea muy redonda desde el inicio hasta el final. Además, quería terminar con «Te regalo esta canción». Se la regalo también a toda la gente que lo estuviese escuchando, quería que se quedara ese mensaje del EP.

Me pareció que te lo decías a ti misma.

Sí. Va de que nos tenemos que querer a nosotros mismos los primeros. De hecho, en la letra, en el disco, si no me equivoco, digo: «Me regalo esta canción». Porque tiene que ser un regalo, primero para mí también y luego para todos.

Mientras la tocabas aquí, la estabas disfrutando. Y yo también la he disfrutado.

Es muy especial esa canción, la verdad. Normalmente, cuando compongo una canción, me sale el tirón, pero esa canción, entre la primera parte y la segunda parte, hay un año de diferencia. En la primera estaba en un proceso un poco chungo, enganchada a algunas personas que no me hacían bien, veía el amor desde un rollo… como que yo le estaba dando el amor a la otra persona y me olvidaba de mí. Y por eso la primera parte de la canción se centraba en el amor al otro: que te quiero cuidar y que te quiero dar todo lo mío… La segunda parte dice que me he dado cuenta de que eso no debe ser así, y a lo mejor he estado dándole más amor a la persona que me hacía más daño, ¿sabes? Y por eso esa conclusión. Tengo un cariño especial a esa canción porque refleja el proceso que he vivido.

Lo que has vivido da nombre al disco. En el concierto del Café de Berlín tocarás esas canciones y las del cajón.

Sí, hay más, hay más. Estoy dándole vueltas, porque me gusta que haya un sentido más allá de simplemente una canción, aunque una canción puede ser un mundo. Además, en muchas entrevistas me preguntan mucho de la música latina. Me encanta la música latina, pero a lo mejor yo no me dedico a hacer bachatas todo el rato. Es algo que siento que me está limitando. Me limita que la gente se espere una cosa igual, porque ya te digo que no va a ser igual.

A ver, yo no te pregunto por lo latino porque de hecho no encajo ahí el disco. A lo mejor es el vehículo. No sé dónde lo etiqueto, también te lo digo. Yo he notado mucha referencia clásica, como te decía.

Es que el tema de latino para mí no es lo importante. Me encanta la música latina y es una cosa que me gusta desde adolescente, que vi un pianista que se llamaba Michel Camilo. Tocaba mucha salsa, tumbaos y no sé qué. Entonces, a partir de ahí empecé a escuchar salsa y de la salsa me pasé al merengue y del merengue me pasé a la cumbia. Es una cosa que me gusta, que me pongo cada mañana, me lo paso súper bien y me alegra el día. Pero al fin y al cabo he estudiado una cantidad de música… soy incapaz de desligarme de la clásica, y es que la llevo dentro. Llevo dentro un universo sonoro muy grande y que me gustaría explorar sin ningún tipo de límites, la verdad.

Te lo comenté mientras grabábamos. Noté muchísima referencia a la música española de finales del XIX y primera mitad del XX.

Sí. Justo. Yo no era consciente y en las melodías sí se nota un montón, me lo han dicho mis compañeros: «Jo, cómo se nota que has estudiado música clásica porque esto jamás se me hubiese ocurrido a mí». Siempre me ha gustado mucho la música española de esos periodos. Mucho, mucho, mucho. De hecho, cuando era pequeña hacía concursos de piano y siempre me gustaba llevarlo. Para mí era obligatorio estudiar un Albéniz, un Falla… Me gusta mucho, mucho, mucho.

No deja de ser rollo latino. Otro rollo latino.

Sí, tiene ese rollo también latino. Me encanta. Una de las obras que recuerdo haber tocado durante toda mi carrera como músico clásico es de Lecuona, que es un compositor cubano.

El primer single de este disco, con el que te diste a conocer, es «No me fío de mí». ¿Ya lo vas superando?

No, qué va, pero va bien. «No me fío de mí» no va de «cuidado, que estoy muy loca», sino de que soy muy insegura. Entonces digo: «Cuidado conmigo, por favor, no me metas caña, porque ya suficiente tengo conmigo misma». Son cosas que a la hora de relacionarme, o de estar en un trabajo del día a día, me hacen sentir muy insegura, pero no con que yo vaya a hacer algo malo, sino todo lo contrario y preguntarme: «¿Estaré haciendo las cosas bien?». Es una canción que tiene muy relacionada la autoexigencia de la que hablábamos antes. Va de eso, de meterme caña intentando hacerlo todo bien, todo perfecto y no hacer daño a nadie. Y después también va de flipar un poco con las personas que te ponen muy buena cara y después te llevas tú la hostia que estás intentando evitar que se coma el otro, ¿no?

¿Hemos hablado ya de «Ángel»?

Yo creo que no.

No, hemos hablado de alas y de estructuras… «Ángel» es muy apoteósica, muy liberadora.

Total. Es solamente una estrofa que se repite todo el rato: «Háblame como si fuera un ángel que cazaste un día al volar, agárrame la mano sin soltarme o me tendré que escapar». Sabes esa cosa, de cuando estás en ese tipo de dinámicas, como que te va quemando la movida de cuidado que no me estás valorando, no me tratas bien… y un día explotas y dices: «Pues te vas a la mierda». Hay veces que en esas situaciones da un poco de miedo cortar, por miedo a pasarlo mal o porque pensamos que, bueno, pues que a lo mejor la movida no va por ahí, que te lo imaginas… y no piensas que esos finales son el comienzo de algo mejor. Entonces quería que fuese alegre y que fuese bailable y que fuese como de megaéxtasis. Porque eso fue lo que yo sentí cuando me di cuenta de que estaba viviendo una cosa que no era buena. Entonces, fue: «Buah, lo rompo, por fin», exploto y es súper liberador. Entonces eso es lo que quería transmitir la canción también.

¿Qué me cuentas del futuro? Me ha parecido que preparas una Cara B o algo así de El amor no debería doler.

Puede ser, no sé. Es que yo hago las cosas y después le doy forma. Hay personas que, por ejemplo, montan primero el proyecto y después hacen las canciones, y a mí me sale diferente. Entonces, primero hago canciones y después veo cómo quiero contarlas, cómo explicarlas, ¿no? En directo, teloneando a Delaporte, canto dos canciones nuevas. Quien lo haya escuchado verá que hay de todo: un poco de lo mismo y otra cosa que no tiene nada que ver. Entonces, sorpresa.

¿Qué quieres que te pase?

Me faltan muchas cosas por vivir. Primero quiero vivir las cosas por mí misma, quiero tocar en todas partes, quiero rodar mucho en el escenario porque me encanta… Yo he hecho un EP, pero ahora mismo quiero tocar esas canciones distintas, las siento distintas. Los arreglos del directo que hago son diferentes a los del EP. Me gusta llevarlo a directo, no por llevarlo al directo, sino para que la música esté viva, porque conecta con la gente. Quiero hacer callo para tener experiencia y después para compartirlo con gente y, no sé, es que me parece lo más divertido del mundo. Entonces, si quiero hacer algo es tocar. Me muero de ganas por tocar en absolutamente todos los festivales de España, de Europa y del mundo, porque quiero rodar y quiero cantar y quiero estar ahí.

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