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Texto de Paula Bañuelos
Título original: Rabia
Dirección:Mareike Engekhardt
Francia, 2024
Más información: https://lashijasdelcalifato.es/
Mareike Engelhardt debuta con una película que duele mirar emocionalmente, pero que recomiendo no dejar pasar, para reflexionar y visibilizar la realidad vivida de muchas mujeres y niños.
Las hijas del califato te adentra en un mundo donde todas las decisiones, incluso las más personales, son controladas. Es una historia inspirada en la vida de Fatiha Mejjati, más conocida como Oum Adam, una mujer marroquí que dirigió las madafas en Raqa, la capital del califato del Daesh.
Las madafas eran casas donde las mujeres esperaban a ser asignadas como esposas de combatientes. Lo explica Engelhardt en las notas de la directora: «se encerraba a mujeres solteras o viudas a la espera de casarse. (…) Extraña amalgama de prisión, secta, burdel y albergue juvenil, las madafas me recordaron inmediatamente a los ‘lebensborn’, las guarderías nazis que se utilizaban para procrear la raza. Encontrar, a miles de kilómetros y setenta años después, una instalación tan similar me conmocionó».
Una ilusión atrapada en el infierno
La protagonista, Megan Northam, interpreta a Jessica, una joven francesa que, junto a una amiga, viaja a Siria. Lo hacen con la idea de encontrar una vida mejor, donde puedan ser reconocidas y más libres. Allí son acogidas en una madafa, donde conocen a Madame (interpretada por Lubna Azabal), la mujer que lo controla todo.
La película nos sitúa en Raqa, en el momento en el que el Daesh convierte la ciudad en su capital y proclama el califato. Es un periodo en el que miles de personas llegan a la ciudad, atraídas por la promesa de encontrar una vida mejor. En realidad, con lo que se topan es con una sharía endurecida, donde las mujeres son sometidas a un sistema que las aniquila en todos los sentidos.
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…¿Quién es víctima y quién es verdugo?
La trama se mantiene en la relación que se crea entre Jessica y la intocable Madame. Jessica. es una mujer fuerte y con un propósito de vida que nos hace cuestionarnos muchas cosas, entre ellas, ¿cuál es el límite entre el victimismo y la complicidad?
Y Madame es una mujer que es capaz de perpetuar la opresión dentro de un sistema que también la oprime y donde nos hace pensar si es la propia supervivencia lo que nos lleva a abrazar ideas que nos destruyen.
Un sistema que deshumaniza
Por último, y sin más spoiler, contarte que la directora Engelhardt, posiciona a las mujeres en una realidad donde somos meros instrumentos, pero además, es capaz de ir un paso más allá y adentrarnos en el impacto emocional y psicológico de las personas que han vivido esa realidad.
La reflexión sobre los hechos está asegurada. La película hace que nos hagamos preguntas: ¿Cómo enfrentamos nuestras creencias cuando nos llevan a lugares inhumanos?, ¿cómo enfrentamos el extremismo sin caer en la deshumanización de quienes lo perpetúan?, ¿en cuántas cosas fallamos como sociedad para que tantas personas buscaran refugio en un sistema tan destructivo?
Mareike Engelhardt explica que decidió contar esta historia cuando conoció a Sonia, una joven que, recién llegada de Siria, le contó su visión del mundo, basada en «el odio y la exclusión, la venganza y el miedo». El guion comenzó a escribirse cuando la directora se centró en entender los motivos de esa mujer joven para «elegir una ideología asesina que la privaba de todo».
En la investigación, Engelhardt comenzó a encontrar similitudes entre su propia historia —cuyos abuelos se unieron a las filas de las SS— y la de estas personas que dejaron un mundo libre para trabajar para el Estado Islámico: «No trato de hacer atajos entre el terrorismo islamista y el nazismo, pero la película nos recuerda que el fallo proviene del interior de nuestras sociedades y que necesitamos afrontarlo colectivamente en lugar de huir de ello. No es una película sobre el islam o la yihad, sino sobre el reclutamiento masivo y los mecanismos de deshumanización, y la frustración de una juventud sin rumbo».
A pesar de que el Daesh perdió su último dominio territorial, su ideología sigue viva, y existen diferentes células activas.
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