«Las tres caras de Eva» Nunnally de Johnson


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Texto de Covadonga Carrasco

Estados Unidos, 1957
Dirección: Nunnally Johnson.
Libro: Corbett Thigpen, Hervey M. Cleckley
Con Joanne Woodward, David Wayne, Lee J. Cobb, Nancy Kulp, Edwin Jerome, Vince Edwards, Alena Murray, Douglas Spencer, Terry Ann Ross

Recuerdo que la primera vez que vi Las tres caras de Eva, mi sensación fue bastante perturbadora. Ese tipo de películas de las que tienes flashes y que, a pesar de que hace muchos años que no has vuelto a ver, marcan.

Era muy joven cuando me crucé con ella y supongo que hubo determinados matices que no llegué a entender. Sin embargo, el visionado doble —porque tuve que verla dos veces para escribir esto, ahora os explicaré por qué— en esta última ocasión me resultó aún más perturbador que la primera. Pero vamos al lío.

Estrenada en 1957 y dirigida por Nunnally Johnson, está basada en un libro publicado por los psiquiatras Corbett H. Thigpen y Hervey M. Cleckley, que también participaron en el guión y que narra un hecho real sobre un caso de trastorno de personalidad múltiple.

Si no habéis visto la película, os advierto de que es posible que haya algún spoiler, así que, vosotros decidís…

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Argumento

Eva White es una mujer que cumple a la perfección todos los cánones socialmente aceptados de la década de los 50. Sumisa, madre y ama de casa que soporta al energúmeno de su marido con paciencia y devoción. Y digo energúmeno, porque el personaje en cuestión es capaz de soltar perlas como: “Mereces que te pegue ahora mismo”. Nada más que comentar.

El caso es que la Sra. White, comienza a experimentar cambios en su actitud y su carácter que nada tienen que ver con lo que se espera de ella. Sale de compras y llega a casa con vestidos de noche elegantes y nada recatados o que incluso llega a agredir a su propia hija.

Con semejante percal, el marido, el mentecato que habíamos mencionado antes, decide llevar a su mujer al psiquiatra porque, cómo no, las mujeres cuando modificamos nuestra conducta y esta no cuadra con lo que un hombre considera como “aceptable”, estamos locas.

Mi análisis

Y aquí es donde comienza mi análisis que nada tiene que ver con el libro, ni con la película, ni por supuesto con la psiquiatría y el trastorno de personalidad múltiple.

Sin dejar de lado que esta cinta es maravillosa por el modo en el que trata el tema de la salud mental, al verla de nuevo mi percepción con respecto al feminismo y el trato que recibe la mujer por parte del heteropatriarcado, comenzó a martillear mi cabeza, hasta el punto de «obligar» a la directora de esta nuestra revista a verla para comprobar si la que se había vuelto loca era yo (pero eso es otra historia).

Una vez que Eva White visita la consulta del psiquiatra, hace su aparición la Eva Black (sí, los apellidos están perfectamente elegidos), una mujer liberada, sin complejos, sin culpas, que se siente libre y que no soporta a la Sra. White porque es todo lo que ella odia en una mujer.

Y aquí es donde está el quid de la cuestión, más allá del trastorno de personalidad múltiple motivado en este caso (no lo voy a contar, tranquilos) por una experiencia traumática, según mi humilde y personalísima opinión, aquí hay más mandanga.
Eva White es la persona más infeliz del mundo intentando cumplir a rajatabla todo lo que se espera de ella, aguantando carros y carretas y con una cara de pena perpetua porque, además, da igual todo lo que se esfuerce en complacer, nunca es suficiente. La jaula de oro en estado puro. Los convencionalismos sociales están muy presentes y la presión es clara porque además, si no se hacen las cosas como se “debe”, habrá represalias de diferentes tipos, no solo a nivel físico, sino emocional, con la amenaza de no volver a ver a su hija.

Eva Black se revela contra todo, por eso no soporta a Eva White y por supuesto, al mendrugo de su marido, llegando incluso a decirle al psiquiatra que lo que debería hacer la Sra. White es abandonarlo.

La sensación que me genera Eva White durante toda la película es la de querer escapar de su propia mente y, para ello, usar a Eva Black que no para de repetirle a grito pelado: “Amiga, date cuenta”.

Feminismo

Probablemente esto no sea más que un desbarre absoluto por mi parte y la influencia del feminismo desde que la vi la primera vez, pero creo que la analogía es bastante clara y que, como he dicho antes, más allá del trastorno mental existente y documentado, aunque este no existiese, esa mujer, si hubiese decidido mandarlo todo al carajo, se la habría tachado de loca, de enferma mental, de irresponsable… Algo que, casi 70 años después, seguimos escuchando de forma recurrente cuando decidimos tomar las riendas de nuestra vida sin que sea lo que se espera de nosotras. Evidencia la permanente tutela por parte de los hombres, no vaya a ser que seamos unas incapaces y no podamos hacer o decidir las cosas solitas.

Lo que se espera de nosotras es siempre que agrademos en cualquier ámbito de la vida a todos los niveles: laboral, personal, emocional, físico… Sin tener en cuenta qué es lo que queremos, lo que nos apetece o lo que, sencillamente, cuadra con nuestros principios.

El gran problema es que además cuando hablamos de agradar, nos referimos siempre a agradar al hombre, lo que provoca una competencia salvaje entre nosotras y que, por otra parte, ellos sientan que pueden tildarnos de exageradas, feminazis, locas o cualquier precioso adjetivo que al señor de turno se le pase por la cabeza cuando ponemos algún límite o expresamos nuestra disconformidad con lo que sea.

Pero si estáis pensando que el título Las tres caras de Eva no cuadra con lo que os estoy contando porque, por el momento, solo he hablado de dos, paciencia porque ahora aparece la tercera, Jane.

Esta tercera personalidad es la “equilibrada”, a caballo entre las otras dos y la que tiene la llave del trauma que ha provocado toda esta situación. Curiosamente, a pesar de ser la moderada, toma una decisión que la hace feliz, que es mandar a freír espárragos a su marido y largarse junto a su hija con un tipo que la respeta y la valora.

Y una vez destripada la película y hecho un análisis sobre ella (si lo podemos llamar así) os animo a que le echéis un ojo porque además de contar con Joane Woodward que está espléndida, igual hasta me dais la razón.

 

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