Entrevista de Arantxa Hernández
Fotografía David Ruano
Hasta 05/03 – Teatro Valle-Inclán
Las brujas de Salem se estrenaba este verano en el Grec 2016. Por tanto, a priori, nadie de la dirección ni el equipo artístico de la obra, ni del planeta en general a excepción de Michael Moore, suponía lo que estaba a punto a suceder en nuestro mundo. Por ello cabe plantearse qué es lo que hizo que Andrés Lima se fijara en este gran texto, si deseaba que pensáramos en alguna caza concreta o buscaba que nos diéramos cuenta de hasta qué punto la maldad biempensante es cíclica.
La persecución política, el miedo de los señalados y la quema pública de brujas son temas que no podrían estar más de actualidad. Con especial interés en el terror de los perseguidos y en la perversión que esconde una ley férrea llega esta versión del clásico de Arthur Miller al Teatro Valle-Inclán, que se convierte por unas semanas en esa marcada ciudad de Massachusetts. Y allí conocemos a Abigail Williams, personaje que comparte en escena el terror de su intérprete, la actriz Nausicaa Bonnín.
Las brujas de Salem es una obra muy personal de Miller. Él sufrió en sus carnes esa persecución y buscó en el pasado la metáfora para explicar sus propios miedos. ¿Qué sentido tiene ahora?
Sí es verdad que está escrito en 1952 y que se sitúa en 1692 en una auténtica caza de brujas que tuvo lugar en Salem. Hay un contexto muy claro y cabe preguntarse ¿por qué Arthur Miller escribió la obra? Ese es el momento que nos atañe más, el de la caza por ideas, la caza de intelectuales en Estados Unidos. Es una caza que existió entonces y que existe ahora y que existirá cada vez que se revise la obra. Yo entiendo que la vigencia a la que nos tenemos que agarrar está ahí. La ubiquemos en la época que la ubiquemos, tiene sentido.
Eduardo Mendoza, premio Cervantes, puede hacer lo que le da la gana y más con una obra de Arthur Miller, cuya traducción es imposible. ¿Hay cambios entre el original, la traducción y lo que vemos en escena?
Se ha hecho una revisión del texto, porque nos llevaría más de cuatro horas. Andrés y Eduardo decidieron buscar el núcleo de la función y a partir de ahí estructurar la dramaturgia. Pero es fidedigna a la obra original. No es una adaptación, simplemente se ha hecho una dramaturgia viable, tocando lo mínimo.
«Abigail está enamorada y es capaz de hacer lo que sea para que su amor sea viable».
¿Cómo es Abigail Williams?
¿Cómo es Abigail? ¿Cómo es Abigail? Abigail está enamorada y es capaz de hacer lo que sea para que su amor sea viable. Lo que pasa es que vive en una sociedad reprimida y represiva, donde los mandamientos se llevan a rajatabla. Amar es pecado, el sexo es pecado, la pasión es pecado… todo es pecado. Los indios asesinaron a sus padres y llega de un lugar en el que ya no tiene miedo al miedo. La obra empieza cuando un grupo de chicas hacen un baile y unos conjuros. Es un juego que sale de una explosión de hormonas, las chicas solo quieren vivir y sentir, y ella es la líder de esto que sigue como sigue.
«Mi terror no es el mismo que el terror de los otros personajes, que el de los otros actores que estamos en escena. Andrés no intenta que tú llegues a su idea de personaje, sino que te acerca a ti, como actor al personaje»
La dirección es de Andrés Lima, que ha hecho grandes trabajos y es conocido por sorprender con el tratamiento de los espacios escénicos, ¿Cómo es trabajar con él? ¿Tiene claro dónde quiere llegar? ¿Os deja llegar? ¿O es un intermedio que os deja hacer para que lleguéis donde él quiere?
Es un intermedio, creo. Andrés lo tiene claro. Lo bonito que tiene como director es que te lleva a la raíz de las emociones. Si tu personaje siente terror, él te lleva a tu propio terror. Él te conecta con tu personaje, pero no busca un resultado. Mi terror no es el mismo que el terror de los otros personajes, que el de los otros actores que estamos en escena. Andrés no intenta que tú llegues a su idea de personaje, sino que te acerca a ti, como actor al personaje.
En la obra trabajas con actores como José Hervás o Lluís Homar. Vosotros aprenderéis de ellos… ¿ellos aprenden de vosotros? ¿Cómo es el intercambio intergeneracional?
Ese intercambio es muy interesante en cualquier compañía. En esta somos quince actores y la actriz más joven tiene poco más de veinte años y comparte función con Homar y Hervás, actores consagrados. Me parece precioso, porque la sensación es que todos aprendemos de todos. Nadie es protagonista en esta obra, o Salem es la protagonista. Creo que todos hemos tenido esa sensación de aprendizaje, no hay egos sobresalientes.
«Quiero saber qué va a pasar con nosotros, es una obra muy dura, en la que conectamos con el miedo, con el terror, con la pasión»
La obra ya se presentó en el Grec 2016, ¿la puesta en escena afianzó lo que veremos en Madrid o hay cambios en estos meses?
Yo creo que la propuesta es la misma, aunque necesariamente, al cambiar el espacio y el idioma cambian otras cosas. El del Grec es un espacio muy especial, da unas cualidades al espectáculo y le resta otras. Es un escenario que reúne a más de dos mil espectadores al aire libre, con esa magnitud y esa magia te lleva a un lugar distinto. Aquí tenemos que hacerlo desde un lugar más íntimo, podemos matizar más. También es bueno que lo hayamos dejado reposar, tanto nosotros como el propio Andrés Lima. Hemos tenido tiempo para reflexionar y explorar otros caminos.
«(Andrés Lima) te lleva a recuperar algo muy infantil, la sensación de querer jugar como los niños, que juegan a ser indios, vaqueros, piratas y realmente creen que lo son»
Viendo el recibimiento que tuvisteis en el Grec, ¿qué esperáis de la estancia en el Valle-Inclán?
Espero que guste mucho y que se llene. Es una obra que solo habíamos hecho tres días y no sabemos qué pasará con la continuidad. Primero porque se desarrolla en 1692. Tengo interés en saber cómo llegará esto al espectador, qué mensaje es el que recogerá. Porque en realidad es una obra muy actual. También quiero saber qué va a pasar con nosotros, es una obra muy dura, en la que conectamos con el miedo, con el terror, con la pasión.
¿Esas emociones se sienten de verdad?
Sí, se sienten bastante. Es lo más bonito que he encontrado trabajando con Andrés, que te lleva a lugares muy íntimos, pero llegas y lo haces con gusto. Como actor te lleva a recuperar algo muy infantil, la sensación de querer jugar como los niños, que juegan a ser indios, vaqueros, piratas y realmente creen que lo son. Como adulto tú piensas, «ay, pobre» y como actor te metes ahí, a jugar cada día en escena.
Llevas el teatro en el ADN, pero quizás por eso, podrías haber elegido cualquier otra profesión. ¿Cuándo supiste que querías dedicarte a la actuación?
Crecí como quien dice entre bambalinas y para mí el teatro era algo natural y a los ocho años, más que actuar jugaba a hacer teatro. Con dieciséis años, me planteé si esto era lo que quería hacer con mi vida y me dije, pues quizás no. Estuve explorando, abriendo otras puertas, empecé un par de carreras… me presenté a un casting de TV3 para una serie diaria y me llamaron. Decidí probar, porque era un territorio a explorar, era televisión y era distinto. Y fue ahí cuando ya sí, aposté por la interpretación, para ver hasta dónde llegaba… y aquí estamos.
…
…