Parque Nacional de Cabañeros


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Textos de Sandra Sánchez Basagaña
Fotos (CC)

Entre los siglos XIII y XIX El Parque Nacional de Cabañeros pertenecía a Toledo. En el XIX y durante 25 años, estuvo en manos de los acreedores de la ciudad y en 1885, con la desamortización de Madoz, las fincas pasaron de ser propiedad municipal o comunal a propiedad privada. Como los propietarios eran de Madrid y su rendimiento económico era nulo, allí no se tocó nada, lo que fue decisivo para la conservación del Parque. En 1982 estuvo a punto de convertirse en un campo de tiro. Esto, afortunadamente, no sucedió, y en 1995, fue declarado Parque Nacional.

Más información: https://www.miteco.gob.es/es/parques-nacionales-oapn/red-parques-nacionales/parques-nacionales/cabaneros.html

Los humanos

El Parque Nacional de Cabañeros, se enclava en los Montes de Toledo y debe su denominación a las chozas tradicionales de los pastores y carboneros. Tiene una extensión de más de 40.000 hectáreas y se extiende por Toledo y Ciudad Real. Los municipios con territorio en el Parque son Alcoba (y Santa Quiteria), Hontanar, Horcajo de los Montes, Los Navalucillos (y Robledo del Buey, Los Alares y Valdeazores), Navas de Estena y Retuerta del Bullaque (y Pueblonuevo del Bullaque y El Molinillo). En total, estos pueblos tienen unos seis mil habitantes.

Se han localizado restos de los primeros pobladores del Paleolítico Inferior. También hay restos de poblados de la Edad de Bronce. De las chozas que dan nombre al Parque solo quedan las restauradas, aunque hay numerosos grupos de «fondos de choza» que sirven para ubicar las antiguas poblaciones.

Las personas allí vivían del carboneo, la ganadería y la agricultura de subsistencia. En algunos lugares se sigue practicando el descorche de los alcornoques y la apicultura. La apuesta económica hoy pasa por la conservación y divulgación de los valores culturales del entorno y de los usos tradicionales y sostenibles.

La manera de visitarlo es accediendo por carretera a alguno de los pueblos y recorriendo las rutas senderistas, que están muy bien señalizadas. No obstante, se recomienda ir con guía, primero, para no perdernos y segundo, para saber lo que estamos viendo. Hay varios centros de interpretación y museos etnográficos. Destaca el Centro de Visitantes de Casa Palillos, desde donde puedes iniciar tu aventura.

El Serengueti de Castilla la Mancha

Las rañas
Las rañas constituyen un manto de sedimentos que tapizan los valles del entorno Nacional de Cabañeros, en concreto los de la Retuerta, Las Navas y El Robledo, y que se consideran paisajes antiguos conservados.

Una peculiaridad de esta región es la presencia de sierras alargadas o «apalachianas», un relieve característico de los macizos antiguos como los Apalaches americanos. El paisaje de «la raña», con horizontes de grandes planicies dedicadas al cultivo y adehesadas, con encinas y quejigos, recuerdan a la sabana africana, por eso el parque es conocido como el Serengueti de España.

Los árboles sirven de nidos para las cigueñas, pero también para buitres y águilas. El ciclo de la vida es simple: los pequeños animales se alimentan de cereales que a su vez sirven de bocado gourmet para las grandes aves.

Circulan arroyos y ríos que debido a las características geomórficas de estos enclaves, producen formas como las tablas y las llanuras encharcadas. Destaca el embalse de la Torre de Esteban Abraham, el Arroyo de los Pescadores en los alrededores de Santa Quiteria o las rañas del centro de visitantes del Parque Nacional de Cabañeros de Casa Palillos.

El océano de Cabañeros

La zona de Cabañeros Alto nos da sorpresas como el lugar conocido como «Boquerón del Estena», en el término municipal de Navas. Es un enclave húmedo de acebos, abedules, helechos… Aquí se encuentra una ermita junto a la cual hay miradores que ofrecen unas vistas fabulosas al parque. Junto a la tabla del Acebo, en el río Estena, hay un área recreativa desde la cual nos podemos «sumergir» en un fondo marino de más de cuatrocientos millones de años de antigüedad.

Estos entornos son conocidos desde el siglo xix por sus yacimientos de trilobites (artrópodos marinos), y los fósiles más antiguos se localizan en las llamadas Areniscas de Azoreco. A ver, no hay conchas ni animales marinos, pero hay unas estructuras redondeadas que indican que había anémonas y que se movían para evitar ser enterradas por la arena. También hay icnofósiles de gusanos gigantes: en Boquerón del Estena hay grandes huellas que los estudiosos interpretan como excavaciones realizadas por artrópodos anfibios de gran tamaño.

Para los de los prismáticos

En el Parque es «fácil» avistar las especies características como el águila real y la ibérica, la cigüeña negra o el buitre negro. Puedes observar la berrea de los ciervos en otoño. Un buen lugar para todo ello es el macizo de Rocigalgo, que es el pico más alto de los Montes de Toledo, en la Finca de las Cuevas. Otro buen lugar para ir con prismáticos es el Risco de las Paradas, perfecto para tener perspectiva de las formaciones rocosas más espectaculares de los Montes de Toledo, con las sierras, los valles y las pedrizas.

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