Rodar una no película en Irán


Solemos hacer chistes del cine iraní. Desconocemos la situación, o quizás no nos hacemos a la idea de hasta que punto allí, un director es un heroe, alguien que vive amenazado. Algunos optan por salir del país, como Shirin Neshat, directora de «Women without men«, otros como Jafar Panahi, se quedan, obligados a cumplir una pena. En 2011, poco después que la Berlinale le invitara a formar parte del Jurado Internacional, fue sentenciado a 6 años de prisión y a 20 años de prohibición para rodar una película y salir de país. Lo acusaron de atacar al régimen iraní. Pagó fianza para salir de la cárcel, y el resultado fue un arresto domiciliario.

Los primeros pasos de Jafar Panahi en el cine fueron cortos y documentales, y su primera película “El Globo Blanco” se llevó la Cámara de Oro en el Festival de Cannes en 1995. En 1997 “El espejo” fue galardonada con el Leopardo de Oro en Locarno y en el 2.000 se hizo con el León de Oro en Venecia por “El Círculo”. En 2006 ”Offside” se hizo con el Oso de Plata en la Berlinale. Por tanto, estamos ante uno de los directores más importantes de nuestro siglo, acallado por un régimen político abominable. Si no fuera un genio, hubiera acatado la sentencia y jamás hubiéramos vuelto a saber de él.

Sin embargo, a la oportunidad la pintan calva, y que mejor manera de rodar cine que no rodándolo. Esa reflexión, en principio absurda, es la que debió hacer cuando se puso a filmar “Esto no es una película” estrenada en las salas españolas el 20 de abril. Cuenta la siguiente película que iba a hacer, no la rueda. En los títulos de crédito solo aparecen dos personas, el propio director y el documentalista Motjaba Mirtahmasb. Una cámara y el móvil del Panahi toman las imágenes rodadas entre cuatro paredes. Allí lo vemos enclaustrado, unido al mundo a través del teléfono y de un internet capado. La no película salió de Irán y llegó a París en un pendrive.

Va más allá de la reflexión en torno al cine y convierte eso en un acto de rebeldía civil. Mezcla documental y ficción, reflexiona en torno a la función del cine. Y en el fondo “Esto no es una película” es un testimonio sobre la libertad artística. No basta una sentencia, ni un régimen dictatorial y amenazador para acallar a un genio.

Y aun no siendo una película, la última cinta de Jafar Panahi en 2011 estuvo en las secciones oficiales de los grandes festivales: Cannes, Toronto, Nueva York y Gijón. Ve a verla.

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