Víctor Terrazas: [Atlas de sonidos remotos]


Entrevista de Reyes Muñoz

Víctor Terrazas es colaborador de medios musicales y en El Orden Mundial combina su formación en Políticas con su pasión por la música. En 2020 ya publicó Política en escala de Do y ahora acaba de lanzar con Ediciones Menguantes, Atlas de sonidos remotos, una guía de viajes marcados por las melodías distantes y exóticas, que sin embargo, resultan cercanas y emocionantes.

En ExPERPENTO ya lo conocíamos: Política en clave de Do, había aparecido en nuestro horóxcopo. Pero el verano pasado, Victor Terrazas y Diego Yturriaga —de ExPERPENTO— coincidieron en Garorock y se hicieron amigos. Desde aquel momento, si coincidíamos con algún entrevistado, Víctor mandaba recuerdos para Diego. Me alegré como si fuera mi amigo, y no el de Diego, cuando en las noticias de la Sexta dedicaban un buen reportaje a Atlas de los sonidos remotos. Víctor es un tipo tan majo que ni siquiera nos había hecho spam de su libro. Inmediatamente lo escribí y él me remitió a la editorial y la editorial nos lo puso fácil para hacerle una entrevista. Este es el resultado.

Mira el pódcast de la entrevista: https://youtu.be/w3pdBN1j2BM

Si busco una imagen para explicar tu libro, me vienen a la cabeza esas colchas que están hechas de trocitos, con mucho cariño, con mucho color….

Sí. Eso es por cómo hace las cosas la editorial. A mí me encanta. Se llama Ediciones Menguantes y me enamoré de ella a partir de un libro que se llama el Atlas de los faros. Me encantó y ya tenía yo la idea en la cabeza de escribir un libro así. Un día estaba escuchando un pódcast de música, es de un artista que a mí me gusta mucho, que se llama Dimitri Panicas. El podcast se llama «Café del Sur», es de Radio 3. Estaba hablando de mapas, de lugares, de sonidos con referencias… y nada, lo dejé todo y me puse a escribir. El primer correo que escribí a la editorial fue en plan: «lo quiero hacer, o lo hago con vosotros, o no lo voy a hacer con nadie». Y creé una serie de mapas a mano y se lo envié todo, ahí a León, y así empezó.
Has contado como empezó, pero a mí lo que me interesa saber cómo lo terminas, es decir, es una situación de ansia viva… Te pones a investigar y te van saliendo sitios y más sitios y más sitios.
Completamente. Hay una cosa que es muy importante: cuando empiezas un libro así, también tienes que saber cuándo terminarlo, y eso fue lo más complicado, porque claro, yo tenía muchos más países, muchos más destinos. Si poníamos demasiada información, demasiadas cosas… y quería terminarlo antes de verano. Quería dejarlo listo, para hacer las últimas correcciones para después del verano. Y sí, algunas cositas se cambiaron. Lo escribí más o menos en siete u ocho meses: desde octubre, que me puse en serio, hasta junio.

Con un esqueleto y sin mirar en ningún sitio, supongo.

Eso, con un esqueleto. Nunca he ido a ninguno de los veintiséis destinos de los que hablo y me he documentado con muchas fuentes: artículos académicos, revistas de viajes… Una cosa que me ha servido de mucha de inspiración fueron los viajes de algunas personas que sigo, como el Topo, Ramilla de aventura o Lethal Crysis, que son algunos creadores de contenido que me gustan mucho y claro, a partir de sus ojos, yo también veía esos lugares.

La conclusión que una saca de tu libro es que la música no solo es música, es historia o sociología de la humanidad. De las historias humanas, ¿cuál es la que más te ha emocionado?

Sí, ese sería el resumen del libro, que la música no es solo música. La música está atravesada por un montón de factores, tanto políticos, como económicos, sociales, territoriales. La que más me afectó… Yo creo que la de Canadá, porque me dolió bastante, por ejemplo, leer toda la información de cómo se había tratado a la población inuit por parte del gobierno canadiense. Otros artículos nunca los termine de escribir. como por ejemplo el de Socotra con la guerra de Yemen, o el de Palestina, el de Israel, en Siria… Al final, toda la información que recibes, pues quieras o no, te afecta un poco.

«Yo quería juntar, por un lado, eso que me gustaba, que era la política, las instituciones, las formas de poder, las formas de criticar al poder… y ver cómo lo hacía la música».

Tú eres informador político. La música es política, y tú tratas la política también desde un punto de vista cultural. Aquí es uno de los temas que nos obsesionan.

Ahora hago una tesis en Ciencia Política y Relaciones Internacionales sobre la música como forma de resistencia en dictaduras. Sobre todo, cuando he militado en política ha sido en asociaciones de barrio, en asociaciones de vecinos, una militancia muy de base. Nunca he formado parte de partidos políticos, ni de grandes cúpulas, ni nada por el estilo. Entonces, para mí la música siempre ha ido a la par de la política.
Yo empecé a escribir sobre música gracias a la política, porque estaba estudiando Políticas en la Complutense y justamente ahí es cuando vi, y está bien decirlo también, que muchas veces, lo personal es político, que todo lo que nos rodea es política. Yo quería juntar, por un lado, eso que me gustaba, que era la política, las instituciones, las formas de poder, las formas de criticar al poder… y ver cómo lo hacía la música. Y ahí ya encontré, que al final, toda la música es política: solo tienes que ver qué enfoque le das al artículo, incluso cuando estás hablando de una canción de amor, que puede parecer insulsa, pues también es interesante saber de qué tipo de amor habla, por qué habla de ese tipo de amor… al final todo eso también son relaciones sociales.

Estoy de acuerdo: cultura es todo y política es todo.

Este libro casaba un poco con eso. Quería hablar de la política a nivel general, para luego llevarlo a tierra con diferentes apartados. Pues a lo mejor el ecologismo en las islas perdidas de Oceanía, el colonialismo en Perú, las diferentes guerras y movimientos sociales y migratorios en el Sáhara y en el Sahel. Es decir, al final iba todo por esa línea. Eran como pequeños apartados políticos, también históricos y sobre todo musicales. Lo que quería era fomentar una concepción sonora del saber, que la gente pueda entender un país, pueda entender una cultura, pueda entender, por ejemplo Portugal y la construcción de Lisboa en torno al fado. Estas cosas me parecen súper increíbles la verdad.

«Al final, el mundo está globalizado, y la cultura viaja de un lado a otro»

Podemos escanear los códigos del libro y nos damos cuenta de que sí, la música es muy, muy identitaria, y la paradoja es que todas las personas entendemos el lenguaje de la música, que es universal.

Una de las cosas que quería desarrollar en este libro es que cuando la gente piensa en música de otros países es muy fácil caer en la música de raíz. A mí me encanta. Me encanta la música de raíz, la música de carácter súper local, súper estratificada. También me quería interesar en como, por ejemplo, en Papúa, Nueva Guinea, también se hace rhythm and blues, y se hace soul, y se hace rock… También ocurre lo mismo en el Sáhara y también ocurre en la Patagonia… Al final, el mundo está globalizado, y la cultura viaja de un lado a otro. Es como por ejemplo, que alguien crea que en España solo se hace flamenco. También quería jugar con eso, demostrar lo cerca que podemos estar de otras personas y de otros lugares, aunque haya cinco mil o diez mil kilómetros que nos separen.

Yo creo que lo que es identitario, no es la música, que son notas, que es universal, sino el instrumento. El instrumento se hace de lo que la gente tiene a mano.

Hay un texto, que a mí me gusta mucho, que es el de las Islas Feroe. Las Islas Feroe no tenían instrumentos musicales por varias razones, la primera era por su carácter remoto. Era muy difícil que llegara una guitarra, era muy difícil que llegara un piano…. Entonces la música de carácter tradicional principalmente era música oral, o con percusión, que se puede hacer en cualquier lugar. Las Islas Feroe estuvieron bajo dominio danés durante trescientos años, y el gobierno quería prohibir el idioma feroés. No dejaban hablarlo en las escuelas, no dejaban hablarlo en los negocios… El idioma pudo sobrevivir esos trescientos o cuatrocientos años gracias a las canciones. Las canciones pasaban de generación en generación, eran canciones orales. Me parece increíble, la verdad. A día de hoy, por ejemplo, tenemos de todo: desde la electrónica de Orka o Henri Berthe, que está con daft mouse y con un Grammy, hasta artistas que sí que utilizan eso que denominamos de música de raíz. Y escucharlos es realmente increíble, la verdad.

Yo seguía mucho a un tipo que se dedicaba a grabar a ancianos cantando música popular en Cataluña. El viaje resulta divertidísimo y muy, muy variado.

También debemos entender que la música está siempre en constante involución. Dentro de unos años, las músicas de raíz o de pueblo, pueden ser los chavales que hacen rap en Cádiz, el break beat, por ejemplo. Hay grupos como Califato que están jugando con esas dinámicas musicales. Al final, la música no es algo estanco. Está continuamente en evolución y coge las características propias de esa ciudad. Ahora mismo, la electrónica en Ibiza, perfectamente puede ser el símbolo de la propia isla, pegó fuerte en los años sesenta y los setenta, y eso, pues puede llegar a ser música de raíz aunque venga de corrientes alemanas, de corrientes belgas, de corrientes estadounidenses, que se ha mezclado con lo que denominaban ellos como el balearic sound, ese sonido tan Mediterráneo.

En ExVITA, cuando estoy viendo tocar a alguien muy rompedor y me emociona, estoy pensando: «esto es el inicio de algo»… Y me pregunto si eso que estoy grabando yo, en un sótano, será un clásico en cien años.

Hace poco, hace como un mes, me compré un gramófono. Lo conseguí muy bien de precio y no lo puedes reproducir todos los días. Es de los años 30 o 40 y un hombre me regaló una serie de discos de pizarra, que mira si serán antiguos que a Carlos Gardel le llaman Carlitos Gardel. Yo lo estaba poniendo en casa esos discos y el sonido era verdaderamente horrible. Sonaba y decía: «un gramófono que ha venido de la India, en la India lo ha comprado un hombre en Londres, y de Londres lo ha traído a España y me lo ha vendido a mí, de segunda mano. Y unas pizarras que han venido de Argentina, que habrán pasado por Francia, y de repente, yo tengo todo eso en mi casa». Te das cuenta de las vueltas que puede dar la música y cómo conecta la música. Si vienes de una familia acomodada, lo podrías haber hecho en los años 30. Pues ahora, con las nuevas tecnologías que tenemos, que es tan sencillo como entrar en Spotify o en youtube y escribir: «música griega» o «música de Tesalónica» y empiezas a ver cuáles son las canciones, cuáles son las melodías… A mí me parece fascinante y me paso horas y horas y horas haciendo eso. Me pierdo, la verdad.

Echo muchísimo de menos Myspace… Seguramente no lo conociste. Te llegaban referencias de todo el mundo, escuchabas, hablabas con los artistas… Te hubiera venido genial para este libro.

El libro está basado en capítulos largos, donde explico la ubicación, porque se ha elegido ese sitio, cuál es la música, ese contenido social, político, territorial e histórico y también para turismo, en plan por si la gente quiere ir o quiere visitar lo que haya, es como hacer turismo musical y luego, también, incluyo un pequeño artículo, que está relacionado con ese sitio, pero en el que juego a los márgenes y hablo de otras cosas. El capítulo cortito viene con ilustraciones hechas por González Macías. Pues en las islas más remotas del mundo, que son Santa Elena, Ascensión y Tristán de Acuña, que son unos territorios británicos de ultramar, en el capítulo cortito hablo de la radio local, autogestionada por sus propios trabajadores, y que informan y ponen música en la isla para todos los habitantes. Yo descubrí esta radio gracias a una aplicación que se llama Radio Garden. En la aplicación, tú ves el globo y ves todas las emisoras. La aplicación es gratuita. No es como MySpace, porque al final no hay un contacto directo, no hay una conversación, pero todavía tenemos propuestas que son increíbles, la verdad.

¿Los sitios te han llevado a la música o la música te ha llevado a los sitios?

Depende. A Svalbard, la isla más cercana al Polo Norte, que pertenece a Noruega, llegué gracias a unos vídeos. Se quedan seis meses en la oscuridad y utilizan un festival de jazz y uno de blues para dar la bienvenida y despedirse del sol. Siempre me ha gustado mucho el blues, el blues estadounidense, y gracias a un amigo un día me encontré con el blues de Mali, con Traoré, con Amadou y Mariam. Fue a partir de su música cuando me empezó a interesar toda la zona del Sahara, del Sahel. Descubrí así el rock del desierto, el rock de las dunas, la música bereber. Era geográficamente lo contrario que en Svalbard.

«A lo largo de la historia de la música, cada vez que aparecía un elemento nuevo, algo nuevo y extraño, se decía que eso iba a destruir la música».

En 1984, Orwell habla de una máquina que hace cancioncillas y explica que alguna es muy pegadiza. Es tremendamente actual. ¿Crees que una inteligencia artificial sustituirá al artista?

Yo creo que no, yo creo que la inteligencia artificial será una herramienta más a la hora de construir música: a la hora de mejorar las melodías, o para crear letras, para rimar, o incluso, para mejorar tonos de voz. Pero yo creo que sustituir al artista es imposible.
A lo largo de la historia de la música, cada vez que aparecía un elemento nuevo, algo nuevo y extraño, se decía que eso iba a destruir la música. Por ejemplo, cuando por primera vez se grabó la música, se decía que eso iba a destruir a las orquestas. Cuando de repente en los años 40 y 50, salió el vinilo, y ponían una mayor duración de las canciones, se decía que iban a destrozar los conciertos. Cuando nació el sampleo, con el hip hop, se temía que acabara con la música tradicional… Siempre ha pasado eso. Cuando nace algo nuevo, que todavía no manejamos y no controlamos, lo vemos como un peligro.
Yo creo que será una herramienta y que habrá chavales que estén haciendo música desde su habitación, creando un montón de sonidos, o mejorando sus propias producciones caseras y algunas de ellas conseguirán mucha repercusión y otras no. Incluso si eres una persona un poco nostálgica, o te gusta un tipo de música muy concreto, la inteligencia artificial está realmente guay. A mi padre le gusta mucho Frank Sinatra y claro, las canciones de Frank Sinatra, son las que hay, no hay más. Pues están apareciendo en Youtube canciones como «Thriller» de Michael Jackson cantada con la voz de Frank Sinatra, o como «Smells like teen spirit» de Nirvana, con la voz de Frank Sinatra. Yo se las pongo a mi padre y mi padre lo flipa. Es una herramienta, como tantas. También depende del uso que le quieran dar…

«A mí lo primero que me llama es la melodía, aunque yo lo que analice sea todo lo demás: El contexto político, el desarrollo cultural, las letras…»

Fíjate, pienso lo mismo que tú. Pero porque creo que los artistas no hacen música para entretener, ni para llegar a mucha gente, ni siquiera creo que lo hagan para comunicarse… parte del espíritu creativo. Los artistas tienen la necesidad de crear música.

Hay un elemento muy curioso. Yo hablo castellano, solo castellano, con el inglés me manejo pero me cuesta mucho entenderlo, tengo que poner mucho oído, tengo que hacer un esfuerzo para poder entenderlo y luego hablarlo me resulta un poco más sencillo. El resto de idiomas del mundo no los conozco. ¿Qué ocurre? Que yo creo que al no saber inglés de forma bilingüe, a mí lo primero que me llama es la melodía, aunque yo lo que analice sea todo lo demás: El contexto político, el desarrollo cultural, las letras… A mí esto me ha servido para que pueda escuchar la música de los inuits, o en bereber, o en japonés… Primero me llama la melodía y luego investigo lo demás.

Hablemos del libro y del factor multimedia. Tú has escrito un libro y por ahí están las ilustraciones, los mapas, están los QR. Son elementos que nada tienen que ver con la idea de escribir un libro, pero es la manera de acercarnos a lo que tú quieres contar. ¿Qué importancia le das?

Pues para mí era fundamental y por eso la participación de Ediciones Menguantes era indispensable. Para que este libro pudiera ver la luz, y no lo digo para quedar bien con la editorial, porque yo lo hablé con mi pareja, y lo hablé con mis amigos… Yo a ellos les envié mucho material, nunca les envié un borrador entero. Yo les envié cinco capítulos, les dije cómo quería que fuera el libro y dí unas ideas… Luego quedamos con ellos en que yo, ocho meses después, les enviaría el libro completo, pero yo sabía que tenía que ser con ellos. Cuando vi que González Macías podía hacer las ilustraciones y podía hacer los mapas, me pareció increíble. Yo ya veía la fuerza que podía tener. Cuando tú de repente ves el mapa de una isla, por ejemplo, o del desierto, ya puedes ver musicalmente de lo que estamos hablando. Con las ilustraciones, exactamente igual. Muchas de ellas están basadas en fotografías que me encontré en el camino, otras salen de historias y de ocurrencias de González Macías…

Lo de los códigos QR fue de casualidad. El primer libro que escribí se llama Política en escala de Do. Era un ensayo, de música y política, para ayudar a la gente que quiera meterse a investigar este mundo desde un punto de vista académico. Como lo estaba escribiendo en la época de la pandemia y en la pandemia se empezaban a utilizar los códigos QR, pues me pareció una manera interesante de poner una serie de canciones y que la gente lo tuviera como banda sonora y si la quería escuchar mientras leía, pues podía. En este sí que era un un elemento importante.

Para mí no es un libro que se tenga que leer de corrido. Es un libro que yo creo que se puede leer de poquito a poco, que dices, pues tengo diez minutos, pues me voy a poner a leer un capítulo, voy a ver en el mapa que han creado, a ver dónde está cada cosa, cómo es… Veo las ilustraciones y escucho las cuatro canciones, porque al final, como son de tantos idiomas, pues es muy complicado buscarlas en Youtube… y más con un libro que está en papel… No es tan fácil, es que no es ni el mismo tipo de teclado, en algunos casos, no tenemos ni siquiera ese tipo de letras . Pues yo quería jugar con eso: que de repente, la persona que le dedicara diez o quince minutos, que tuviera quince minutos de calidad, en plan, que verdaderamente pusiera los cinco sentidos en lo que estaba leyendo y luego, ya por su cuenta, pues investigara si le gustaba.

Para mí, este libro es una puerta de entrada a más sitios, no solo los del libro. Quizás despierte una curiosidad en plan: «me voy de vacaciones a Praga y tengo curiosidad por saber cómo será el punk de Praga». Y pone en google «Punk en Praga» e igual da con el mejor concierto de punk en youtube.

Ahora tú tienes que ir a todos esos sitios…

Lo veo muy difícil. Al ser sitios tan remotos, no tengo dinero para ir a ninguno, la verdad.

«Descubres que la música es fundamental a la hora de concebir la vida en muchas culturas».

Pues es que, es lo que te decía al principio y lo que dices del que se va a Praga. Me he dado cuenta, con tu libro en la cabeza, que lo de de investigar sitios con la música de excusa, es muy adictivo. Pero vaya… cuéntame lo de Australia….

Lo de Australia es otro mundo, completamente diferente. Allí, la población indígena, los grupos indígenas, creían que el mundo se creó cantando y que las canciones, además, representaban las cosas en el paisaje, en el territorio… eran como una especie de guías. Yo en el libro, lo mencionaba como una especie de guías Michelín, como un GPS para recorrer los kilómetros y para saber qué podías encontrar. Pero no son canciones al uso, como nosotros las entendemos de cuatro minutos y ya está. Eran largas, extensas, también iban acompañadas, por ejemplo, de elementos visuales…

Esa parte, o la parte de las culturas de la música, da para un libro, no tanto la idea de los mapas, sino quizás, para saber cómo entienden la realidad…

Sí, sí, sin duda. Es un mundo muy complejo. Habría que hacer un máster en arqueología y me encantaría, la verdad. Es un tema que me apasiona y es algo que verdaderamente sí que he visto escribiendo este. Para muchas culturas, la música es primordial. Algunas cosas, las he escrito en el libro y otras… las iba aprendiendo a la vez que escribía el libro. Pero sí, descubres que la música es fundamental a la hora de concebir la vida en muchas culturas.

También si te pones a investigar los sonidos cercanos, igual flipamos… ¿Te lo has planteado? ¿Te tienta la idea?

Por salir, me podrían salir un montón de ideas: desde el sonido cercano y ver lo que tenemos a la vuelta de la esquina hasta… Pero no, de momento quiero disfrutar de este proceso, de este libro. Una de las cosas que más me gusta de la música, es hablar de música, y poder compartir música. Y con este libro se está dando la oportunidad de poder hablar con muchas personas fantásticas en un montón de lugares de música. Me parece increíble la música y todo lo que hay detrás de la música.

«Yo siempre digo que eso de que si trabajas en lo que te gusta, no has trabajado ningún día en tu vida, o algo así, esa frase que parece de Mr Wonderful… no es verdad».

Tú eres comunicador, sueles estar haciendo preguntas y ahora estás ahí respondiendo. ¿Cómo lo llevas?

La verdad es que es complicado. Siempre he estado al otro lado del telón, entonces claro, ahora soy yo al que le están entrevistando por el libro. Pues me parece curioso, pero lo estoy disfrutando una barbaridad. Por ejemplo, hace poco hicieron un reportaje en la Sexta y lo estaba disfrutando y cuando lo vi dije, «qué bonito queda en forma visual» y hace unos días estuve en Radio Nacional, en Radio 3, este fin de semana estuve en la COPE y estaba hablando ahí de música y de los lugares. Y me parecía realmente curioso, porque digo: «pues a lo mejor, al otro lado de la radio, hay una persona que le interesa tanto la música como a mí y es una forma de conectar». Yo siempre tengo abiertos los mensajes de Instagram. Así que si alguien que lea esto, me quiere recomendar una canción, o una historia curiosa, o lo que decías tú antes de MySpace, si alguien quiere compartir la música… Al final lo más bonito de la música, es poder compartirla, digo yo.

La revista, ExPERPENTO, convirtió en trabajo lo que gozaba… es un poco rollo.

Ya. Yo siempre digo que eso de que si trabajas en lo que te gusta, no has trabajado ningún día en tu vida, o algo así, esa frase que parece de Mr Wonderful… no es verdad. Muchas veces, a mí como que se me ha juntado el ocio con el trabajo, y es complicado. Por ejemplo, si me tengo que ir a cubrir un concierto y no voy de la misma manera, que si voy solo por disfrute. Tengo que decir si hay alguna cosa que está mal, tengo que estar pendiente del settings, tengo que estar pendiente de las canciones. Que ahora cuando voy a un concierto sin tener que ir a hacer la crónica, me sigo fijando en lo mismo y le sigo dando vueltas. Y lo mismo ocurre si estoy leyendo un artículo, o un libro o si veo un vídeo… que lo que decíamos antes de Youtube, estoy por el simple hecho de estar, de ocio y disfrute, pero si hay algo que me interesa, rápidamente ya estoy sacando la agenda para apuntar. Entonces, al final, es un trabajo que te ocupa muchas horas y muchas veces es difícil separar lo que es ocio y lo que es trabajo. También, por ejemplo, si un amigo tuyo sube un álbum, un tema… lo escuchas y no sabes cómo juzgarlo, si como amigo o como persona que está trabajando en ello. Para mí, el trabajo y la amistad siempre se han basado en la sinceridad… e intentaré ayudar desde el respeto y la afinidad, pero es algo muy complicado, la verdad, que es muy complicado.

«Hay que saber vislumbrar un poco, que es que, yo ahora mismo, lo que veo es que todos los discos parecen buenos, todos los libros, parecen buenos, todas las canciones parecen buenas».

A los amigos los suelo rebotar… Es que es un mundo tan subjetivo, tan de lo que a ti te parece una mierda a mí me parece genial… Y los independientes se dejan el ingenio y el dinero. En ExPERPENTO, si no podemos decir nada bueno, no decimos nada. Guardamos el espacio para otra cosa.

Es complicado, la verdad. Yo, al final, siempre creo que la sinceridad, siempre que sea educada, sea respetuosa y sea constructiva, es una forma de apoyo. Siempre digo que se tiene que ser muy respetuoso, pero en cualquier trabajo y en cualquier ámbito de la vida. Tendríamos que ser respetuosos con la otra persona. Por ejemplo, si me tomo un café con alguien, lo primero en lo que me fijo es en cómo trata al camarero, si dice buenos días, o le trata como si fuera un déspota, eso ya me dice muchas cosas. Luego me puedo equivocar, pero generalmente es como una pequeña intuición. En el trabajo este de la música, pues creo que es un poco igual, siempre tiene que basarse en el respeto. Pero no todo es bueno, ni todo es malo, en plan, también hay que saber vislumbrar un poco, que es que, yo ahora mismo, lo que veo es que todos los discos parecen buenos, todos los libros, parecen buenos, todas las canciones parecen buenas.

Hay que ver más allá. Yo también pienso en los medios con los que se hacen las cosas. Por ejemplo, aquí, el estudio ExVITA, es intencionadamente limitado. Una mesa de directo, sonido desnudo, bien apretados… Si lo que sale de aquí, emociona, pues ya está hecha la magia.

Sí, también es eso. Hay mucha precariedad en el mundo de la industria musical, lo están haciendo prácticamente gratis o por muy poco porcentaje de dinero, como para encima fastidiarle la vida a una persona que ha estado poniendo mucho esfuerzo, tiempo y trabajo en eso. La verdad es que yo muy pocas veces he escrito de cosas que no me gustan, no le dedico el tiempo a eso, claro. Una persona joven no lo va a hacer como una persona adulta, ni una persona que se ha formado toda la vida, lo hace como alguien que no. Pero tienes que ver si tiene los mimbres.

Otra cosa es si son grandes artistas, por ejemplo. El año pasado yo he hecho cuarenta crónicas de concierto. Pues del concierto de Harry Styles yo hice una crónica negativa, y no era por el concierto de Harry Styles, era por cómo estaban las infraestructuras, por cómo habían abandonado a un montón de adolescentes que querían ver ese concierto, al sol, sin agua, sin comida, cuatro horas en un descampado en Villaverde. Que se los estaban llevando en camillas. Eso no puede ser. O la crítica a Green Day… pues sí que hice un artículo criticando los discos, pero lo hice con fundamento y con análisis… Pero era Green Day. Si es un grupo que acaba de empezar, que lo está haciendo de una forma muy precaria… eso es atacar con el objetivo de tener dos mil lecturas más del post, una mayor interacción en Twitter… Para mí eso no merece la pena, la verdad. No tiene sentido.

No tiene ningún sentido. Nosotras solo trabajamos lo independiente. A mí lo de la crítica constructiva… que se la haga la productora, o su pareja, o la gente de prensa, en privado y a tiempo… Mi labor es decidir que ese contenido no entra.

Es que te pesa más lo negativo. Entre un comentario negativo o cien mil comentarios positivos… siempre, siempre les pesa más lo negativo. A la gente que está haciendo cosas en las que se deja el alma, porque ya no es el dinero, ni el tiempo… Ahí digo que tienes toda la razón y también digo que si quieres criticar algo, lo hagas siempre desde el respeto y desde una construcción. Lo entendí así a la hora de escribir el libro. Yo he contado con una editora que me decía «Víctor, esto lo puedes hacer mejor», «esto puede salir mejor», «esta parte puede ser que no esté clara»… Ese trabajo, al final es constructivo, es decir, yo creo que si queremos hacer una crítica negativa, puedes hacerla pensando en cómo se va a sentir la otra persona. Pero para mí, no hay ningún problema en hacer una crítica negativa.

« Yo creo que la música es la única manera que tengo, de momento, de entender el mundo».

¿Qué pregunta quieres que te haga?

Me gustaría responder a qué significa la música para mí. Dentro de las entrevistas, siempre, siempre, siempre, pregunto a todos y todas las artistas, ya sean grandes, pequeños, sean Durán Durán o un grupo más pequeño, qué significa la música para ellos. Yo muchas veces me lo he planteado, en plan, qué significa la música para mí.

¿Qué significa la música para ti?

Pues todavía no sé contestar esa pregunta, la verdad. Así que tendré que seguir pensándolo. Podría decir que yo creo que la música es la única manera que tengo, de momento, de entender el mundo.

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