Texto de Galo Martín
Una raya muy fina separa el gusto por el nuevo descubrimiento, de la necesidad, de la adición y, como consecuencia, del fin.
Candy es la historia de amor entre una joven pintora, Candy (Abbie Cornish), un precoz poeta, Dan (Heath Ledger) y los utópicos encantos de la heroína, suministrada por un burgués yonqui, Casper (Geoffrey Rush). Candy y Dan se aman, pero por encima de todo profesan devoción hacia un polvo blanco mágico, al cual le atribuyen la capacidad de alcanzar sus sueños, ignorando que, los sueños, sueños son.
En la línea de Réquiem por un sueño, la película no da lecciones de moral al espectador, suficientemente inteligente como para elegir su propio camino. Las drogas son malas. Las drogas son buenas. Qué importante sería saber qué no es una droga. Heath Ledger demuestra que además de una cara bonita, cuenta con registros infinitos. Abbie Cornish se presenta al mundo con una interpretación que nace de dentro y que llega a convencer al más escéptico. Geoffrey Rush, simplemente genial. ¿De verdad que nunca ha sido un burgués yonqui?