What Can I Do?


 
Texto de Daniel PÉREZ CORONA

Salir de tu país para pasar un largo periodo de tiempo fuera será una experiencia única, pero no carente de problemas que nunca te habías planteado que pudieran surgir. Tendrás que sacarte muy a menudo las castañas del fuego, pero tanto los problemas con un idioma que –en el mejor de los casos– no sabes usar en el vasto campo de la cotidianeidad, como el desconocimiento del terreno que pisas, juegan un rol que dificultará tu adaptación. Ante este panorama, ¿qué hacer?
 
Claves para sobrevivir a una beca Erasmus

Antes de nada, que no cunda el pánico. Las dificultades están ahí para ser superadas. Pero seamos honestos: haberlas ‘haylas’. Puedes saber hablar muy bien el inglés (lo llevas estudiando desde la más tierna infancia), el alemán, francés o italiano. Pero es muy probable que no sepas explicar que uno de los soportes de la cisterna del baño se ha vencido y es inmitente la formación de un lago en lo que antes fuera lugar de paz y remanso. Como este hay mil casos, de esas cosas que suceden en el día a día.

Otro de los fijos en la lista de ‘futuribles’ es el momento de buscar piso. Si vas acompañado siempre lo tendrás más fácil –ya que se dividirán los esfuerzos– y la tarea puede convertirse en toda una aventura memorable. En caso contrario, también es comprensible que mucha gente prefiera buscar su nidito durante el verano y llegar con todo bien preparado. Aún así, dependerá un poco de tu propio carácter.

Si eres de los primeros, es importante que conozcas al menos lo básico del idioma para poder concretar citas con los propietarios. A veces serás tú el que recibas la llamada: esa sensación de «miedo» ante lo desconocido previa a la conversación la han padecido muchos.

Pero tranquilidad: en algunos lugares incluso hay instituciones dependientes de la universidad que te pueden prestar una ayuda excepcional a la hora de encontrar hogar.

Es divertido cómo muchos explican que esos primeros pasos como extranjero están orientados mayormente a asegurar tus necesidades básicas. Entre ellas están comer y sus subsecuentes procesos fisiológicos. Así, puedes tirarte 4 días seguidos comiendo pizza, pero seguramente como es al principio de tu aventura no te cansará. De todos modos deberás hacerte pronto con la información sobre la ubicación de los diversos comedores universitarios con los que cuente la ciudad.

Inmiscuido entre todos estos problemas también encontrarás el de la documentación, requisitos que varían según tu país de acogida, pero que en todos lo casos, te complicarán momentánemente la existencia. Es este otro de los momentos en el que tendrás que hacer gala de tu manejo del idioma. Eso o tener un buen amigo que lo sepa hablar y resuelva la papeleta. En fin, los trámites burocráticos no destacan por ser precisamente agradables. Menos estando lejos de esa España de la que, por la distancia, te sentirás más parte.

No obstante, al mismo tiempo irás empapándote de la cultura y costumbres de tu nuevo país, en un proceso inconsciente pero seguro. En muchos casos puede ser conveniente conocer algo al respecto de antemano; dependerá fundamentalmente de las diferencias que presupongas (no es lo mismo ir a Italia que a Suecia).

Decía recientemente Woody Allen en una hilarante rueda de prensa durante el festival de Cannes que está «en contra de la muerte», y de paso ofrecía un sabio consejo: «Si pueden, no envejezcan». Recogiendo el testigo sarcástico, si podéis, no enferméis. Pero si no queda más remedio, será otro problema a añadir a tu lista, porque quizás no sabrás siquiera adónde dirigirte. Afortunadamente, el que suscribe no está para dar muchas lecciones sobre el apasionante mundo de la sanidad en Europa.
COMO EVITAR CONTRATIEMPOS:

Todos esos pequeños contratiempos quedarán claramente opacados por las experiencias que vivas. Serás turista, sí, pero no de la ciudad que habites. De esa pasarás a formar parte, a conocer todos sus rincones, a desear que la gente que te importa la conozca porque ha quedado impresa en ti. Sabrás que volverás, pero ya ‘sólo’ como un turista más, y seguro que te resultará extraño. «Después de lo que fuimos…» –pensarás.

Pero antes de eso, un día echarás la vista atrás y podrás sentirte orgulloso de ti mismo por todas esas pruebas de la vida que un día fueron molinos de viento, a los que has derrotado.

Si quieres averiguar cómo evitar alguno de estos problemas descubre la oferta de cursos para Erasmus del Instituto Francés.

Anterior Sara Navarro. Fotografías de una pasión
Siguiente El extraño hechizo de… Hamburgo