Victoria Szpunberg nos habla de [El imperativo categórico]


Entrevista de Reyes Muñoz de la Sierra
Fotografía [c] de la obra de Sílvia Poch
Fotografía [c] de Victoria Szpunberg y cartel de la obra, cortesía de La Abadía

Más información: https://www.teatrelliure.com/ca/imperatiu-categoric-24-25
En La Abadía hasta el 5 de noviembre de 2025: https://www.teatroabadia.com/espectaculo/el-imperativo-categorico/

La dramaturga y directora Victoria Szpunberg, una de las voces más lúcidas del teatro actual, llega a Madrid con El imperativo categórico, una comedia negra que convierte la precariedad y la ética en materia escénica. Szpunberg retrata a una mujer que hace «todo lo correcto» y aun así es expulsada del sistema. La obra aterriza en Madrid con un baúl lleno de premios: Victoria obtuvo el Premio Nacional de Literatura Dramática.

Al ver la sinopsis pensaba que sería un drama, pero ahí se nos informa de que es una comedia. He leído la obra y no sé qué es, pero sé que lo kafkiano está ahí, desde el primer diálogo. ¿Tú en qué clave lo escribiste?

Bueno, a ver, para mí la obra plantea una situación muy trágica, lo que pasa es que con un estilo irónico, ¿no? Uso la ironía, pero la situación que vive el personaje es muy compleja, sí.

¿Cómo escribes? ¿Cuando te surge la idea vas del tirón o masticas todo?

Bueno, depende de la obra. En este caso, en esta obra sí que escribí como tres o cuatro escenas del tirón y luego, pues empecé a hacerme preguntas más formales o de estructura, empecé a planificar un poco. Por ejemplo, lo de que todos los hombres sean el mismo, lo pensé después. Entonces, voy combinando rachas de escritura más fluida con momentos de pensar un poco.

La ética con la nevera vacía

He visto reflejadas un montón de cosas que pienso cada día y que no he sabido expresar. Me causan desasosiego y no sé por qué. Lo de las sociedades líquidas, por ejemplo, me trae de cabeza. Me ha fascinado verlo ahí, de una manera muy sencilla y clarividente.

Te has visto un poco identificada. Es que esto ha pasado muchísimo, sobre todo con mujeres que se me han acercado en plan, «Ostras, esta obra va de mí» o «habla cosas que me están pasando a mí». Y bueno, es el sentido del teatro, ¿no?
Es verdad que la obra puede ser oscura, plantea una situación muy hostil, muy extrema de marginalidad, además con una persona que no se lo espera. No es alguien que nace en la marginalidad o hace algo para acabar en la marginalidad, sino que hace todo lo que tiene que hacer para estar dentro de la sociedad. Y entonces, sin querer y sin predecirlo, cada vez se va acercando más al margen. Eso creo que nos angustia mucho porque ninguno de nosotros queremos perder los pocos derechos que tenemos o el bienestar que tenemos.

E incluso la ética. 

Incluso la ética, claro.

Hay mucho humor, mucha ironía. Mira, un ejemplo: la escena sobre la queja de un alumno con TDAH que se queja de ella. Si pasas diez minutos en Instagram, acabas pensando que te pasa algo. También hablas de los bufones académicos: lo importante es publicar, no investigar para publicar, así que la IA viene de lujo…

En la representación, la gente se ríe y es una obra que mucha gente recibe como una comedia negra. No es una comedia de «jajaja qué tontería», o sea, no es una comedia como esas que literalmente no paras de reír y que solo es para reír. Pero yo la he dirigido resaltando la ironía. En la cita de Tinder, la gente se ríe mucho porque ve un estereotipo de estos hombres… no sé, ¿sabes?

Un gilipollas.

Sí, con la autoestima muy por los cielos y muy por las nubes. Los actores tienen mucha química entre ellos, entonces eso produce como que la obra no vaya solamente a un lugar de oscuridad. Sí que hay momentos bastante terribles, pero bueno, como que el montaje pasa bien, ¿sabes?

Y leída es maravillosa.

Muchas gracias. Al final esto es una obra de teatro, no es que yo esté invitando a la gente a ir con un cuchillo, ¿sabes? Pero sí que muchas veces… Di una charla en La Abadía y el título que me propusieron fue «Ética y precariedad». Interesante, ¿no? Porque claro, con el estómago lleno es como que la ética es mucho más fácil. Pero cuando alguien, por mucho que haya hecho bien las cosas, se siente apartado, excluido, imposibilitado, etcétera… tiene que ser un santo para seguir creyendo en la ética.

Sí, sí. Total. Pensaba, viniendo a la redacción, que igual se me ha pasado algo de la cita de Tinder… Igual está relacionado con el problema de la vivienda. 

Bueno, no. Lo de la vivienda fue el tema principal y me surgió a mí por una cuestión personal, o sea, yo estaba con un problema de la vivienda personal. Entonces, como estaba muy agobiada en las visitas que hacía, me dedicaba a grabar a las personas que me enseñaban el piso, para entretenerme… porque estaba aburrida de situaciones como la de la obra, en las que el que te enseña el piso intuye que no lo vas a poder pagar y se crea ahí como una relación de poder muy chunga. Y además tenía miedo de que me echaran del piso, porque se me había caducado el contrato, era una situación muy desagradable. Supongo que en Madrid es igual, pero aquí, en Barcelona, es imposible encontrar una vivienda digna con los sueldos que tenemos. Me apetecía hacer una obra sobre eso.

Luego empecé a pensar que el personaje también se había separado, que estaba en una edad, con la menopausia, que era profesora asociada… y también me salió esto del Tinder porque mucha gente se relaciona por Tinder y encuentra una interlocución en un momento en el que muchísima gente se siente muy sola, ¿no? Nos sentimos atomizados y entonces las plataformas nos ofrecen una manera de encontrarnos rápido. Se me ocurrió que este personaje solo encontraría a alguien de esta manera.

Pues soy más retorcida, pienso que a lo mejor está buscando a alguien para ver si tiene casa, ¿sabes? Del mismo modo que hay personas que no se separan porque perderían la casa… Lo de la ética y la precariedad…

Podría ser, pero en realidad… Mira, tú lo has visto así, pero no estás muy alejada de lo que es, porque ella está buscando a alguien. La casa es el lugar donde uno llega, se relaja y conecta con su intimidad, o sea, estás todo el día en la calle hecha polvo, llegas a casa y tienes un momento de respiro en el día. Y lo mismo pasa con los amores. Los amantes también son casa. O sea, los grandes amigos son un lugar en el que uno relaja o conecta con su corazón, ¿no? La casa, los amores… Entonces, ella es separada, está escindida de todo eso. Se siente sola y también están a punto de echarla de la casa. Es como que entonces Tinder es una escapatoria que luego le sale fatal. Le sale fatal porque es ella.

La filosofía líquida

Curro Cañete…

¿Lo has buscado?

Claro que lo he buscado. Pensaba que era un nombre inventado y la sorpresa es que el tipo existe.

Totalmente, sí, sí. Los actores pensaban que me lo había inventado… Es que estos personajes son muy peligrosos para mí. A estos tendrían que multarlos. Yo me fui a una librería y busqué un libro de él. Y es, bueno, para mí es infecto. Da recetas fáciles, ¿no?

El drama de la autoayuda… El argumento de la pregunta era: «hay mucho poso filosófico que va de Kant a Kafka, pasando por Curro Cañete»…

Ya, ya, ya, ya. ¡Me gusta!, ¡ese titular me gusta! Yo también juego mucho con esas ironías. A mí me gusta mezclar siempre en las obras que hago referentes muy elevados con referentes muy populares. Y ahí se genera el humor, ¿no?

Creo que es buena señal que no sepamos quién es Curro Cañete… La protagonista dice, refiriéndose a los alumnos: «Son personas adultas e inteligentes». Me preguntaba si podemos hablar en esos términos del público.

A mí me pasó eso. Yo también trabajo de profe en el Institut del Teatre, que es como la Resad de Barcelona. Y hace unos años me pasó que un alumno se quejó de que yo le había hecho sentir ignorante. Me preocupé porque a mí no me gusta hacer sentir a alguien así y menos a un alumno que es alguien que está aprendiendo. Yo revisé mis clases y pensaba: «¿Pero qué he hecho yo para hacerlo sentir así?». Porque no soy una persona que conteste mal, nunca les había faltado… Y claro, finalmente lo achaqué a que doy un temario que él no conoce y se está evidenciando que él no sabe, ¿no? Me dio la sensación que era un alumno sobreprotegido, ¿sabes?

A veces, sobreproteger a los niños y a los adolescentes es una falta de respeto porque no los estás tratando como personas inteligentes. Si todo el tiempo estás usando la compasión, hay una línea delicada, ¿no?

¿Fueron los padres a hablar contigo?

No, es que amplifico las cosas que veo o me suceden. Hablando con otros amigos míos, los colegas profesores, también tenían esta sensación. Pero me consta que hay padres que van a la universidad a reclamar… Yo creo que mis padres no sabían ni a qué universidad iba. O sea, sí lo que estudiaba, pero ni dónde quedaba.

Y lo que te preguntaba del público… Nos tratas como «personas adultas e inteligentes». La dramaturga, o sea, tú, nos utiliza como la herramienta que completa la obra…

Totalmente. Yo considero que el público es inteligente, me gusta apelar a la imaginación del público, a que siempre el público acabe de completar la obra. Tú puedes pensar lo que quieras. Para mí no es tan abierto, porque yo tengo claro lo que ha pasado, pero no se deja súper evidente y puedes acabar la obra.

Sí, volviendo a lo filosófico y al amigo Curro Cañete… Kant, Kafka… Nietzsche… La obra pasa sin esas referencias, pero si yo, como público, las conozco, se me enriquece el espectáculo… Por cierto, no lo mencionas, pero para mí hay ahí un homenaje a El extranjero. Pasa algo parecido pero de consecuencias opuestas. Cuando esta mujer es más antisistema, le viene muy bien la invisibilidad… Le sale correcto, vaya.

Sí, sí, sí… O sea, no lo pensé directamente, pero sí que es una novela que está siempre en mí… Me encanta que lo digas. Aunque mi referencia no fue El extranjero, sino Woyzeck, que es una obra de Georg Büchner. Woyzeck es un paria, es un soldado raso, no tiene ni oficio ni beneficio… Quería hacer una versión de Woyzeck y por eso el texto empieza con una cita del libro. Quería hacer una obra que fuera un espejo de Woyzeck, pero femenino. Woyzeck ya es un desclasado cuando empieza la obra. Yo quería mostrar esta clase media a la que pertenecemos la mayoría de nosotros.

La que no aguanta ni diez días sin un ingreso.

Claro. Y que cree que nunca se va a mover de esta clase media y que en realidad es mucho más frágil. Tengo una amiga en la que también me basé bastante, que viene de una familia bien, pero normal. Ha ido a un colegio concertado, ha vivido siempre en un barrio de Barcelona bueno… Ella tiene ahora casi 50 años, es profesora asociada y a veces tiene miedo de que no le llegue para llenar la nevera. O sea, es un extremo porque ella jamás se hubiera imaginado calculando lo que compra para la nevera. Ahora hay personas que tienen menos dinero del que tenían sus padres y esto ha variado nuestra visión sobre el futuro, porque casi siempre íbamos en una línea ascendente. O sea, todos tenían más que lo que tenían sus padres, y ahora empieza a ver generaciones que tienen menos nivel adquisitivo que el que tenían sus padres.

Jo, la burbuja de la Generación X. Tú fórmate, estudia, trabaja mucho, aplícate, esfuérzate, entra de becaria, mete el pie en tal sitio… verás que irá bien… Un bluff todo… Yo muchas veces pienso que debería haber sido electricista (que rima con periodista y es mucho más útil).

Bueno, buah, yo esto lo pienso cada día. Pero aparte de lo que refleje la obra, yo también creo mucho en la resiliencia, en mantenerse ahí, en la persistencia. Creo porque lo voy viendo con mi propio trabajo. Lo que pasa es que es verdad que el sistema está un poco podrido, ¿sabes? Y es muy precario. Muy precario, muy precario. Y claro, ella es una profesora de Filosofía y la Filosofía cada vez tiene menos prestigio. Cuando estudié Filosofía ya no era la bomba, te pedían una nota bajísima para entrar. Ahora es que la quieren sacar de la secundaria.

Qué miedo. Qué miedo, por Dios. Abocando la ética a los Curros del mundo… A nosotras desde la pandemia, no nos dejan repartir la revista en la Facultad de Periodismo. Es la única donde no nos dejan.

Qué horror.

Ella y ellos

Bueno, ella es ella, ella siempre es ella. Antes me dijiste que lo de que ellos siempre fueran el mismo actor fue una especie de ocurrencia premeditada… ¿Por qué?

Sí, a mí me gusta que sea ella, porque es más amplio, ¿sabes? Lo de ellos fue una iluminación. Yo empecé a escribir la obra y de repente pensé: «Ay, Victoria, qué estás escribiendo… que aquí voy a necesitar un montón de actores y sube mucho el presupuesto». Y entonces digo: «¿Y si es el mismo actor?». Se me iluminó la bombilla: «Mato dos pájaros de un tiro». Por una parte, es más fácil hacer la obra, o sea, es más fácil producirla, luego para el montaje es una movida, porque el actor tiene que cambiar todo el tiempo, pero me es más barata hacerla… Y segundo, pensé: «Claro, estoy mostrando que el sistema patriarcal en el que vivimos es muy fuerte». Entonces, al final todos los hombres son iguales… que aunque es una frase que a mí tampoco me gusta, en la vida te encuentras hombres de todo tipo, pero quería que se expresara esta idea, ¿no? De que ella tiene muchas capas, es un sujeto con profundidad y, en cambio, el hombre está obligado a reproducir siempre un rol.

Entonces me iba muy bien, y luego en escena… La gente primero piensa que es el mismo por una cuestión actoral, pues lo que te he dicho: para hacerlo más económico, pero luego es que ella dice en la obra: «¡Que os veo a todos iguales!», y en ese momento, la gente se ríe mucho.

«Yo me siento agradecida y afortunada. El premio es trabajar en buenas condiciones».

Te han dado el Premio Nacional de Literatura Dramática… no sé si lo has sentido como un zasca a la obra, es decir, pues va a ser que no eres invisible.

Sabes qué, muy buena pregunta. Tal cual. Pero es que yo llevo muchos años dedicándome a esto. Muchos años siendo muy invisible. Y ahora me están viniendo los premios. Esta obra ha ganado muchos premios, la verdad. Pero he atravesado bastantes dificultades, y ahora estoy contenta de que haya un reconocimiento. Pero bueno, vengo de haberme autogestionado yo las obras, de mucho recorrido. Entonces, estoy muy agradecida, pero al mismo tiempo lo veo como algo natural, no sé cómo explicarte.

Yo también creo que lo bueno que te pasa es un «ya era hora».

Bueno, es como un recorrido que por fin dices: «Bueno, ahora estoy en un momento y en un lugar de más visibilidad». Y es muy curioso que haya sucedido con esta obra. También porque muchas personas se ven identificadas con esto. Cuando eres joven, es como que ser precario es una condición sine qua non, pero cuando eres más mayor es algo que te produce vergüenza. Poner esto en el centro del escenario… mucha gente lo agradece.

Esta obra llega a Madrid, como producción del Teatre Lliure, tras hacer una gira por teatros de Girona…

Hicimos temporada en Barcelona, luego una gira y luego volvimos a Barcelona. Sí. Y ahora vamos a Madrid, hacemos más gira y creo que el año que viene volveremos a Madrid, pero aún no es seguro.

También eso es muy de pico y pala, ¿no?

No, mira, la producción era para cuatro semanas en el Teatre Lliure. Pero luego la obra tuvo mucho éxito y entonces fuimos los actores y yo los que propusimos al Lliure hacer una gira. Lo que pasó es que a la directora del Teatre de Girona, Elena Cardona, la obra le encantó y entonces ella buscó un grupo de teatros para la obra. Esto no suele pasar, pero a ella le estoy muy agradecida porque fue su iniciativa y ella fue la primera que pidió la obra. Entonces el Lliure respondió muy bien. Estaba en el proceso de cambio de dirección y claro, era como que esta obra podía quedar en el limbo, pero el nuevo director dijo que sí, que sí, que se hacía una gira y muy bien.

Jo, es que me alegro muchísimo de todo lo que te está pasando. También entrevistamos a María Velasco y ella recibió el mismo premio que tú, en unas condiciones muy parecidas. Que vendas todas las entradas en Madrid un mes antes del estreno, pues es increíble… Madrid tiene fama de que la gente espera al último momento.

Llevo muchos años, a ver, yo he escrito mucho, he estrenado en el Teatro Nacional, he escrito una ópera en el Liceo, o sea, llevo muchísimo tiempo escribiendo… Es increíble y no, porque es también consecuencia de un trabajo de mucho tiempo. Creo que por el motivo que sea, las cosas funcionan. El premio te permite seguir haciendo lo que quieres, lo que te gusta, trabajar en lo que uno cree. Eso es un premio para mí. Más allá del reconocimiento exterior, que es muy importante, porque el teatro lo hacemos para la gente, para mí es muy importante tener solvencia, no sé cómo se hace, pero es a lo que aspiro, como hacer las cosas también porque uno mismo las necesita hacer, ¿no? Que parece una utopía.

Parece una utopía para las mujeres.

Exacto, para mujeres, sí, tal cual. Pero hay un punto en el que dices: «Yo aspiro a poder tener los recursos exteriores e interiores para poder hacer otra obra y disfrutarla así y, bueno, flipar con un equipo que es una maravilla…». Es que a mí el teatro también me ha dado mucho, ¿no? A nivel vital, es un medio con el que me siento… no me gusta decir realizada… es un medio con el que me siento muy conectada, ¿no?

Sí, que te imaginas una vida haciendo otra cosa y te echas a llorar.

No vengo de tener muchos recursos económicos en mi familia. He currado muchísimo y he currado de otras cosas, obviamente. Pero sí que tuve muy claro desde muy jovencita que quería hacer esto. Muchas veces autogestionándolo yo, otras veces consiguiendo de aquí y de allá y tal, pero lo llevo haciendo hace muchísimo tiempo. Antes hablamos de la casa, de lo importante que es tener una casa; pues también lo importante que es hacer algo que te guste. Eso es un privilegio también, ¿no? Y yo me siento agradecida y afortunada. El premio es trabajar en buenas condiciones.

Pues yo no pienso eso, eso debería ser lo normal, lo anodino. Si haces un trabajo excepcional, lo suyo es que se te reconozca con premios. Tenía la tele puesta de fondo, y alguien de la cultura decía que la sociedad sería magnífica si todo el mundo hiciera lo que sabe hacer. Ya está.

Tal cual. Sí, sí. Yo siempre le digo a mi hija: «Ay, perdona, porque cocino fatal», no sé. Luego pienso, «bueno, ya, pero la llevo mucho al teatro», yo que sé. Hay muchísimas cosas, con todo lo que es tecnológico, soy un poco petarda… Por eso el teatro es muy guay, porque es un trabajo en equipo, no lo puedes hacer sola.

Las dramaturgas

No lo pensé por ti, lo pensé por un tema personal-laboral… ¿Por qué las dramaturgas escriben teatro pudiendo escribir novelas? El teatro es un jaleo: una escribe y se lo imagina en marcha… con su montaje, ensayos, producción, bolos… Un jaleo, un dolor.

Yo no escribo novelas porque no sé. No puedo escribir novelas. O sea, yo ya pienso en teatro. Mi padre era un poeta extraordinario, pero cuando te digo extraordinario te lo digo en mayúsculas. O sea, mi padre es un poeta argentino muy potente. Y siempre he crecido en una casa muy humilde, sin dinero, pero sí con muchos libros. En mi casa sobraban los libros y faltaba un coche, por ejemplo. Mis padres fueron exiliados y lo perdieron todo económicamente.

Yo siempre he estado rodeada de mucha poesía y entonces es como que sé detectar la buena poesía, es una formación que tengo desde pequeña, leíamos mucha poesía en casa. Y tengo clarísimo que yo no sé escribir poesía y no me quiero ni comparar con eso. Mi escritura es más prosaica, porque yo escribo desde la oralidad. Me siento muy identificada con mi forma de escritura y no pretendo acercarme a otras, porque con el poco tiempo que tengo, pues ya suficiente con lo que escribo. Como para ahora ponerme en una novela, es que me cogería algo. O sea, como mucho puedo escribir para cine, o para tele, que alguna vez lo he hecho, pero a mí me gusta mucho escribir para teatro, esa es la verdad.

¿Escribes pensando en ponerlo en marcha?

Sí, ahora últimamente sí. Hasta pienso en los actores y todo. El imperativo categórico pensaba que lo iba a hacer otra actriz. Esta otra actriz es más famosa y tal, y al final no pudo. Hice un casting y se presentó Àgata Roca, que es una actriz muy conocida aquí en Cataluña. Tuve mucha suerte. Se prestó a hacer el casting, lo hizo brutal y subí la edad al personaje, para que lo pudiera hacer ella y ahora me gusta más.

Qué bien.

Sí, sí. También admiro mucho a los actores y las actrices, porque son los que ponen el cuerpo, los que están ahí defendiendo la función. Los escucho mucho, me gusta mucho imaginar cómo lo hacen, proponerles espacios para que ellos den ideas, etcétera.

¿Àgata Roca y Xavi Sáez han participado en la construcción de la obra? Mira, esta pregunta se hace mucho en música y poco en teatro…

Sí, a ver, el texto estaba acabado. Pero hicimos unas lecturas antes de darlo por acabado y luego lo terminé y sí que hemos ido cambiando muchas cosas durante los ensayos.

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