Ainoa Buitrago: «La ruta de las flores»


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Entrevista de Reyes Muñoz
Fotografía cortesía de Warner

Ainoa Buitrago es cantautora, se trabaja las letras y las melodías. Su primer disco es un LP que se llama La ruta de las flores, en homenaje a las mujeres, a su familia y a la cultura floral de la época victoriana. Parece que navega a contracorriente de la industria. Y sin embargo, la fichó Warner, sus canciones son un fenómeno, está inmersa a una gira mastodóntica y nos devuelve la fe en el poder de la música para cambiar el mundo y algunas vidas.

 

«Las mujeres son las que mandan en mi familia, y menos mal».

Empiezo con la historia que hay detrás del título del disco. Supongo que la habrás contado muchas veces, pero los lectores de ExPERPENTO igual no la conocen. ¿Te apetece repetirla?

Sí, si claro. Es una historia que me emociona y a parte, es muy bonita. El disco se llama La ruta de las flores. Todo vino de una conversación que tuve con mi tía hablando de mi abuela, que hace unos cuantos años que falleció. Estábamos tomándonos unas cañas. Lo más chill del mundo. Ella me dijo que sentía que la abuela le había dejado el testigo de ir al cementerio a poner flores a los familiares que ya no estaban. Mi abuela iba una vez al mes a poner flores a mi abuelo, a sus hijos que ya habían fallecido y demás. Y me dijo mi tía Rosi: «Pues nada, una vez al mes me voy a hacer la ruta de las flores al cementerio». Cuando dijo «la ruta de las flores» me explotó la cabeza. Fue una cosa súper heavy, de decir:«guau, esto es lo que quiero».

En ese momento ni estaba mirando el título de disco, pero supe que así se iba a llamar. Y así se llama.

También los temas están unidos bajo ese mismo concepto. Como si las canciones fueran flores y las flores fueran mujeres de diversas generaciones de una misma familia. El ejemplo más claro es el de «La apuesta». Ahí aparece tu madre.

Quería encontrar una flor para cada canción y todo lo que hay ahí es como muy friki, ¿no? A mí me gusta mucho la historia y la época victoriana me apasiona. En la época victoriana la gente se mandaba flores como mensajes. Todo el mundo tenía un libro de florigrafía en su casa y si llegaba un ramo de rosas rojas con margaritas blancas, sabías lo que te estaban diciendo: «Oye, me encantas, estoy súper enamorado, pero no podemos estar juntos». Y eso es lo que intenté buscar en el disco, en el sentido gráfico.

En la parte más emocional, tengo que decir que yo tengo una familia de mujeres. Las mujeres son las que mandan en mi familia, y menos mal. Mi madre tiene doce hermanos, son un montón de gente y las mujeres ya te digo yo que son las que manejan ahí el cotarro. Mi abuela siempre ha sido la que ha mandado, la matriarca, y hay una cosa de unión y de respeto que es muy buena. El disco refleja una búsqueda. Quería demostrar la importancia de las mujeres en mi vida, en general.

Es un LP, por tanto son muchas canciones. En las canciones hay mucha intención, y en el disco me ha parecido que cuentas una historia. ¿De donde sale todo esto? ¡Porque eres muy joven!

Sí, que estás pensando ¿quién te ha hecho esas canciones? ¡Es imposible!

Pues algo así (risas)

Es la tercera vez que grabo un disco. Ya había grabado dos discos antes que no saqué nunca. Entonces, «Venecia», por ejemplo, tiene siete años. Es una canción que tiene mucho tiempo, que yo compuse con diecisiete años y luego hay otras que tienen un año y medio y hay otras que tienen cinco y otras que tienen tres. Resume un poco mi vida desde los doce años o desde los trece, que empecé a componer, hasta ahora, hasta los 23. Ya que no es un disco conceptual, como puede ser un Mal querer de Rosalía, que es un concepto súper heavy, súper grande, sí que quería que, por lo menos, el orden del disco contara una historia.

Hay canciones como «Quema» que son más intensas y más tristes y canciones como «No me detendrá», que habla de que voy a coger todo lo malo que me pasa y voy a usarlo para tirar palante. porque si no, no salgo de aquí. Sigue un hilo, aunque no haya un hilo como tal en todas las canciones.

«Yo gestiono muchas cosas en mi vida, lo que yo siento y lo que yo hago, a través de las canciones, como forma curativa».

Son canciones fuertecitas. Me dices que hay canciones ahí de cuando tenías diecisiete años… Luego te voy a decir todo lo contrario, pero da la impresión de que son escritos literarios de alguien que sabe hacer música.

Yo llevo escribiendo toda mi vida. Pero empecé cantando. Yo cogía la guitarra de mi padre, en mi familia siempre se ha tocado a flamenco y yo desde pequeña he cantado flamenco. A los once años dije: «yo quiero aprender a tocar la guitarra» y le dije a mi padre que me enseñara lo básico. Luego con YouTube, aprendí a tocar la guitarra. Me aprendía canciones.

Hay momentos en los que escuchas canciones para para sentirte identificada, en plan: «me acaban de dejar en un tren». Y buscabas una canción sobre eso. Decías, «Voy a buscar una canción que hable de que me han dejando un tren». Pues yo era muy peque y a mí me gustaba una chica y yo quería estar con esa chica y no encontré ninguna canción que hablara de eso y dije: «pues la voy a escribir» y así empecé a componer. A raíz de escribir eso y de escribir un montón de canciones, vas encontrándote. Por lo menos a mí me pasó y yo gestiono muchas cosas en mi vida, lo que yo siento y lo que yo hago, a través de las canciones, como fórmula curativa.

Canción por canción, nos estás narrando cuentos o relatos. «Qué dirías ahora» empieza de una forma y crees que va de una cosa y con un final muy emociónate, te das cuenta de que se habla de otro sentimiento.

Es una canción que me costó bastante. La escribí con una amiga, con Yoly Saa, que es una increíble compositora y estuvimos tres días para componerla, porque cada vez que intentábamos escribir o cantar, nos poníamos a llorar como nenas pequeñas. Es mi canción favorita en los conciertos e incluso la gente llora mucho, pero no es un llorar feo, es un llorar que creo que sana.

Hay gente que me ha escrito. Me escribió una chica que llevaba un montón de tiempo sin pensar en la muerte de un familiar muy cercano. Ella no gestionó nunca el tema de su muerte. A raíz de la canción empezó a ir a terapia, se le desbloqueo algo. Eso me parece una locura, es súper bonito que una canción pueda cambiarle la vida a alguien. Me parece que es súper guay que yo tenga la opción de escuchar canciones que me cambian la vida, pero también de hacer esas canciones. Me parece increíble.

«La comida rápida que se está generando en la música me inquieta bastante y creo que tanto nosotros, los artistas como las personas que escuchamos música deberíamos plantearnos la manera que tenemos de consumir música».

Hemos hablado del peso de las letras, que son literatura. También son melodías muy cuidadas. Lo grabas en un LP, en una época de singles. Yo no sé si te sientes musicalmente a contracorriente. Haces todo lo que una discográfica, hoy, considera con poca salida. Y la verdad es que tu concepto funciona y estás reuniendo a mucha gente en tu entorno y estás con una súper discográfica como Warner.

No fue lo típico de hay que sacar un disco con una idea. Mi mentalidad era: «voy a sacar un disco en algún momento y sé que mi disco se va a llamar así». La idea ya estaba firmada.

Me llevo muy bien con el presidente de la discográfica, y un día quedé con él a tomar una caña y a contarle mi idea. Que me puse a llorar en plan, esta idea es lo mejor que me ha pasado en la vida. Y le encantó. Me decía emocionadísimo: «es lo mejor que me han contado en mucho tiempo». Que sí, que existe eso de la visión que se tiene de las discográficas y lo entiendo, porque ahora el mundo moderno es otra cosa, es una locura, se vende otra perspectiva de la vida y otro concepto, por llamarlo así. Y ahí estas tú con tu guitarrita cantando canciones bonitas o tristes, compitiendo con un montón de gente que hace otra cosa.

Claro, es bastante difícil y frustrante porque parece que nunca tienes la opción de crecer. Es algo que me raya un poco. Hace veinte años hubiera tenido la suerte de crecer mucho más rápido y ahora no la tengo. A lo mejor porque hay tanta oferta de canción… tampoco me quiero meter en un berenjenal. La comida rápida que se está generando en la música me inquieta bastante y creo que tanto nosotros, los artistas, como las personas que escuchamos música deberíamos plantearnos la manera que tenemos de consumir música.

“Quema” es otra canción que tela. Y esta tiene un poso social muy denso. Me gustaría saber de cuando es con respecto a la pandemia.

Es de después.

Tiene sentido.

Pero justo la escribí en la fase cuatro o la fase tres… Fue a los dos meses que saliéramos de casa y es de las canciones que más me ha costado escribir. Pero, al cien por cien. Yo creo que es la que más, incluso más que «Qué dirías ahora». Habla de una etapa que tuve de agorafobia. Hacer canciones con temas tan delicados como la salud mental, te pide tener muchísimo cuidado, muchísimo respeto porque te va a escuchar gente. Por lo menos, lo que yo quiero es que la gente que me escuche esté a gusto, que luego le duela, que sane, que le mueva cosas…

Estuve nueve horas componiendo la canción con mi productor, con François. Estuvimos nueve horas para escribir una cosa que dura tres minutos. Imagínate lo que te supone a la cabeza, pero era como que estaba obsesionada, en plan, quiero que sea perfecta, en la letra no puede haber nada que me suene raro.

En los conciertos siempre hablo del tema de la agorafobia, la depresión, la ansiedad y demás, que son cosas que le pasan a mucha más gente de la que pensamos. Aunque últimamente sí que se habla bastante de la salud mental, yo creo que todavía queda mucho, mucho camino por hacer.

Eres la primera mujer con la que grabamos un ExVITA.

¿No me digas? ¡Pues ójala vengan muchas más!

No he tenido conciencia hasta ahora de las complicaciones de ser mujer en el mundo de la industria musical. Pero tampoco lo entiendo, la puerta está abierta a todo el mundo y llevamos más de un año con este proyecto en marcha. ¿A qué puede deberse esto?

Tiene que ver con las oportunidades. Yo creo que siendo mujer siempre te va a costar mucho más lo que sea, no solo en la música. Yo te hablo de la música porque es lo que veo. Es mucho más difícil que la gente te escuche porque o eres guapa o no eres guapa. Eso es lo que dice la gente, no que yo lo piense. Si no eres guapa, la gente no te va a escuchar porque no tienes nada que ofrecer en un sentido estético. Y si eres guapa, dicen que se te escucha porque eres guapa. Si cantas bien, te van a escuchar. Si compones bien, te van a escuchar. Si cantas bien pero no compones bien, te compondrán hombres.

Al final hay como un patrón en cuanto a nuestro papel en la industria. Siempre hay muchos más hombres que mujeres. Solo el tres por ciento de las personas en producción son mujeres que se dedican activamente a producir y a ganarse la vida con producir. En cambio, hay un 97 por ciento de hombres. Es una locura ese porcentaje, ¿no? Si tú no das referencias a las nuevas generaciones y no les enseñas que hay mujeres que producen, no van a tener esa iniciativa de aprender a producir, porque lo básico y lo cómodo va a ser quedarse en: «voy al estudio y me graba un hombre».

Ahora sí que es verdad que el feminismo es un tema que está muy latente. Mi sensación es que puedes luchar todo lo que quieras, pero que si no das ejemplos y no das referencias a las generaciones que vienen y a las chavalas de 12 a 15 años, no van a saber que pueden ser productoras, artistas, técnicos de sonido, lo que se te pueda ocurrir en cuanto a la industria. Y creo que también mi papel y el papel de todas las mujeres, pero también de los hombres en la industria, es empezar a visibilizar eso y a quitar estigmas.

«Yo creo que siendo mujer siempre te va a costar mucho más lo que sea, no solo en la música. Yo te hablo de la música porque es lo que veo».

Tú das ejemplo en este disco. Es una propuesta muy gráfica, con muchas mujeres ahí representadas. Las canciones van sobre mujeres y han colaborado mujeres.

Las colaboraciones son de Paula Mateos y Yoly Saa. No son colaboraciones que tienes que hacer porque sí o porque te viene bien. Son mis colegas, son mis amigas, las quiero un montón a las dos y también compuse las canciones con ellas. Entonces nada. Yo lo que quería es que hubiera chicas colaborando. No es que no haya hombres porque no quería, sino porque no me ha surgido y porque las canciones que más me gustaban estaban escritas con ellas.

Quiero hablar de “La apuesta” pero exactamente no sé qué preguntarte. Hay ahí algo muy alegre y muy sentido a la vez. Es una canción que genera sensaciones, muy íntima pero muy universal. Es una canción complicada.

Total. Es de prestar atención y aparte la letra va muy rápido, es muy, muy, muy rítmica. Entonces sí que hay que prestarle mucha atención. Si yo no la hubiera hecho, la tendría que haber escuchado como cuatro veces para pillarla bien. Es una canción que salió muy rápido. Fue como escribir un poema o un desahogo. Habla de lo que soy yo y de lo que creo que soy, de lo que he sido, de lo que quiero ser y a donde quiero llegar. Está mi madre en la canción.

Mi madre está en mi primer disco, su voz estará ahí siempre. Hay una canción de Andrés Suárez que tiene una frase que dice «Mis canciones han viajado más que yo, han besado más que yo y sonarán cuando yo no». Me cautiva cada vez que lo escucho. Sé que mi madre va a estar siempre, conmigo. Para mí fue súper especial que ella quisiera estar ahí.

«En el momento en el haces las cosas porque «hayque» es un agobio».

Tenemos que hablar de los videoclips. En 2021 te has inflado a lanzar videoclips.

Jo, ya ves. Estoy hecha una actriz, chaval.

Te voy a decir lo contrario que hace un rato. Por un lado, da la sensación de que haces literatura en lugar de letras y por otro lado, de que tienes una visión muy amplia, que escribes música en modo audiovisual…

Sí, cien por cien. Que también soy muy básica. A mí no me importaría no sacar videoclips, a no ser que tenga una idea y quiera algo. Lo que pasa es que «hayque». En el momento en el haces las cosas porque «hayque» es un agobio. En tu cabeza dices «qué agobio, que tengo que pensar una idea para esto».

Pero sí, en la mayoría de videoclips, las ideas son mías. Eso es importante porque si tú no vas a poder defender esa idea, es chungo. Al final eres tú la que se está poniendo delante de la cámara y tal, pero sí que por ejemplo, ayer justo grabé un videoclip. Y lo dejé en manos de un director. Le dije: «Oye, mira, estoy perdida, quiero que sea esto y esto. ¿A ti que se te ocurre?» Y el director te va diciendo y te va guiando. Pero al principio sí que me costaba bastante el tema de ponerme delante de una cámara y estaba como súper tensa, no me movía, era como con un Playmobil. Ahora llego y digo: «Ehhh, que estoy aquí». Yo siempre he sido una persona muy tímida y me sale mucho esa parte cuando estoy delante de la cámara.

Acabo como empecé. El disco es intergeneracional, habla de mujeres, de tu madre, tu tía, tu abuela, estás tú… etcétera. No sé si eres consciente de la importancia que tiene para algunas generaciones ver un videoclip como el de «Las ganas». Pones en valor la lucha de muchas mujeres, y sin embargo, tú has crecido ya con esto.

Aquí hay dos versiones. Una es la versión de esto es una lucha y hay que visibilizar y la otra visión es que para mí es lo normal, porque me gustan las chicas y estoy con chicas. Pongo dos chicas en un videoclip porque es lo que me representa, al igual que una persona heterosexual, pone una pareja heterosexual y nadie se le cuestiona. En mi generación sí que estamos bastante peleones con esa cosa de que la lucha es obvia y es tan obvia que no hace falta hacerla.

Entiendo que para gente más mayor, o para gente más pequeña, o para gente que todavía no ha salido del armario, que no puede salir, que en su familia no se sabe, gente a la que han agredido por ser homosexual… pues es súper importante. Yo he sido esa persona, me han dicho cosas por la calle por ir de la mano con mi novia. Entonces sí que esta es la parte de visibilizar y decir pues, ¿qué pasa? Son dos chicas que bailan, se besan, se quieren, ¿qué problema hay? La dualidad de la lucha está, yo soy la primera que salto si me dicen algo. Pero porque lo veo tan lógico y tan normal…

Mi madre siempre me ha dicho cuando tratas las cosas con naturalidad, se hacen normales y si las tratas como como diferentes, pues seguirán siendo no normales.

¿Qué quieres contar y que no te he preguntado?

Pues que estoy de gira. Así que si queréis venir a mis conciertos, ahí estoy. Aquí en Madrid toco el 4 de junio en la Sala Caracol. Tengo Santander, Donosti, Zaragoza… y un montón de sitios más. Está en mis redes sociales.

«Es un cansancio que dices ¡ostras, no voy a poder!, pero puedes y en el escenario se te quita. Y por eso estoy muy feliz».

¿Qué tal llevas esto? Porque en parte será cumplir con un sueño, pero…

Pues mira, sí. Yo pensaba que iba a ser menos duro, pero también porque vamos, María y yo en su coche. Yo me cojo la guitarra, me subo en el escenario, toco y nos vamos a otro sitio, compartimos habitación… Quiero decir, no es una gira de hoteles de cinco estrellas y de comer en restaurantes increíbles con dos estrellas Michelin y descansar en un spa. Es cansado. Pero creo que todo es un proceso y lo estoy valorando que flipas, me lo estoy pasando súper bien. De septiembre a diciembre hemos hecho bolos literalmente todas las semanas, todos los fines de semana, mínimo dos conciertos. Entonces al final el cansancio se arrastra. Es un cansancio que dices ¡ostras, no voy a poder!, pero puedes y en el escenario se te quita. Y por eso estoy muy feliz.

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