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Texto y fotografía de Covadonga Carrasco
En la foto, Adrián Badea, entrenador.
¿Bailamos?
“Eres tu mayor rival, con quien luchas a diario es contigo. Subirte al ring es el examen final, pero el esfuerzo y la lucha contigo mismo cada día, son el aprendizaje que te vale de verdad”
[Adrián Badea, entrenador]
Adrián Badea es entrenador. Se aleja mucho de los estereotipos del boxeo. Se le ilumina la cara cuando habla de este deporte. Es su vida.
Adrián sabe que la pasión y la motivación que quiere transmitir a sus alumnos debe hacerse según sus diferentes capacidades. Los analiza y tira de ellos en función de su carácter y sus capacidades. A algunos los cabrea hasta llevarlos al límite. Con otros usa el buen humor, el compadreo. Diferentes técnicas, pero solo un objetivo: Sacar todo el potencial y provocar el esfuerzo del boxeador al 100%. El 99,99% no es suficiente.
«Entreno a la gente como me gustaría que me entrenasen a mí».
Badea habla del boxeo como un deporte en el que la fuerza no es lo importante, la inteligencia y la capacidad para adivinar los movimientos del rival, son claves. Hay que jugar al ajedrez, bailar sobre el ring. Se trata de un deporte de estrategia, muy alejado de la imagen que existe en el imaginario colectivo.
«Al final el boxeo es un arte, si no lo amas, porque esa es la palabra, amar, nunca podrás llegar a nada en este deporte. La disciplina, el esfuerzo, superarte cada día y quedarte siempre con ganas de más, son el secreto para dedicarte al boxeo».
La habilidad o la inteligencia, no obstante, no sirven de nada sin tesón: «En el boxeo el trabajo supera al talento. Puedes tener unas condiciones innatas, pero si no las trabajas, alguien que entrena al 200%, con mucho menos talento, puede estar siempre por encima de ti»
Una historia de lucha feminista sobre el ring
Trimiar, campeona mundial de peso ligero en 1979, se convirtió en referente para la accesibilidad de las mujeres a este deporte. Durante años, peleó en combates de exhibición de forma ilegal, arriesgándose a ser sancionada. De los veinticinco combates en los que participó en los 70 y los 80, solo perdió cuatro, convirtiéndose en la mejor boxeadora de la época.
La lucha de Trimiar fue también racial. «Lady Tyger» fue la primera mujer en solicitar una licencia de boxeo en el estado de Nueva York, algo imprescindible para la práctica de esta disciplina. La licencia le fue concedida primero a Jackie Tonawanda y Cathy «Cat». La sospecha de discriminación racial siempre estuvo presente en esa decisión.
En 1987, Trimiar inició una huelga de hambre para defender los derechos de las mujeres, la igualdad de patrocinio corporativo de sus eventos, unas mejores condiciones de trabajo para las profesionales y una mayor promoción del boxeo femenino, como deporte y como un medio de impulso de la autoestima y la autodefensa de las mujeres y las niñas. Trimiar puso fin a la huelga tras un mes de ayuno y perder quince kilos. No fue escuchada. Sin embargo su lucha abrió las puertas al resto de mujeres que, tras ella, decidieron dedicarse al boxeo profesional.
El combate del siglo
Nadie se pone de acuerdo sobre esta cuestión. Lo que sí es probable es que Muhammad Ali fuera, seguro, uno de los que lo protagonizaron.
Hemos elegido tres combates, una suerte de trilogía pugilística que protagonizaron Joe Frazier y Muhammad Ali en los 70. A la rivalidad deportiva que existía entre ellos, se sumaron otros odios. Ali, era el gran campeón, imbatido, pero negarse a luchar en Vietnam hizo que le retirasen su licencia de boxeo, y con ella, su título de campeón mundial. Frazier, que apoyaba la política belicista de Nixon, se enfrentó a Buster Mathis, alzándose con la victoria y arrebatándole el título a Ali, sin enfrentarse a él. Esta situación generó entre ellos una rivalidad casi enfermiza.
- 08/03/1971. Se produjo The fight of the century (la pelea del siglo) el inicio de la época dorada del boxeo. La expectación era total. Y para sorpresa de todos, fue Frazier quien, ahora sí, pudo hacerse con el título de campeón del mundo, venciendo al invicto Muhammad Ali, en el Madison Square Garden.
- 18/01/1974. Llegó la hora de la revancha para Ali en el mismo escenario. Frazier esta vez no pudo con el campeón. Empate técnico hasta que llegó la hora de la verdad.
- 01/10/1975. En Filipinas, The Thrilla Manila. Un pugilato que, sin exageraciones, iba a ser a vida o muerte. Ali declaró después que, en ese combate, había visto la muerte más cerca que nunca. En el asalto catorce, Frazier abandonó. Ali siguió siendo el campeón, pese a todo.
La nobleza del boxeo como terapia contra el acoso escolar
Si hace algunos años alguien pensaba en boxeadores, automáticamente imaginaba jóvenes de la periferia y los barrios más conflictivos y marginales, intentando huir de un futuro un tanto incierto.
Sin embargo, si hace décadas, se usaba para canalizar el «mal carácter» de los chicos que tenían tendencia a meterse en líos, ahora el boxeo es el arma perfecta para la lucha de los chavales contra el bullying. No se trata de: «Si me vas a zurrar te las voy a devolver con creces». Nada de eso. Si hay un deporte capaz de hacer crecer la autoestima y la seguridad en uno mismo, ese es el boxeo. Y claro está, saberse capaz de defenderse de un ataque, ayuda.
Algunos gimnasios de barrio, dedicados en exclusiva al entrenamiento de esta disciplina, suben al ring a las víctimas y a los acosadores. De este modo se intenta que empaticen y entiendan que el acoso escolar no es, en ningún caso, una forma correcta de relacionarse, ni establecer relaciones de poder.
De ahí que sea tan importante como «terapia» para estos casos.
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