Texto de Isabel Jiménez
Las ciudades con grandes ríos tienen un encanto especial. No tenemos más que pensar en París o Londres para darnos cuenta de ello. Y en Budapest el Danubio tiene una importancia fundamental, pues la ciudad surge de la unión de otras tres que poblaban sus orillas: Buda y Óbuda, en el margen derecho y Pest en el izquierdo, que se unifican en los albores del siglo XIX bajo el nombre común de Budapest.
Conocida como «la perla del Danubio», Budapest es fruto de la herencia de las numerosas culturas que la han poblado: Hace más de dos mil años, los romanos, bajo el nombre de Aquincum. Después, llegaron los que se consideran los ancestros de los actuales habitantes, las siete tribus magiares que procedían de los Cárpatos -de hecho, el que es considerado uno de sus monumentos emblema y declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad, el Bastión de Pescadores, tiene siete torres en honor a estas siete tribus-. Fue cristianizada por San Esteban. Y tras la cristianización llegó el Imperio Otomano, bajo cuyo mandato estuvo más de cien años. Y tras los turcos, los Habsburgo, que la convierten en una floreciente ciudad del Imperio Austro-húngaro, del que aquí tenemos conocimiento sobre todo gracias a las sagas de la emperatriz Sissi (dada a conocer a medio mundo por Romy Schneider), reina que por otra parte es recordada casi por todos los rincones de la ciudad.
El Danubio es en Budapest línea divisoria y unificadora. No te puedes perder un crucero por sus aguas, para tener una dimensión del río y de la ciudad. Pero para conocerla bien, hay que hacerlo en tierra firme, para poder visitar sus monumentos, sus calles y, sobre todo, disfrutar de los baños públicos. Es una ciudad con una gran cantidad de aguas subterráneas, que los turcos supieron aprovechar para sus baños. De los que ellos construyeron no se conserva ninguno, pero sí pervive esa tradición de los centros termales, tanto que hay casi cincuenta balnearios en toda la ciudad, y a un precio muy asequible, por lo que es recomendable visitar varios. A los turistas nos llama especialmente la atención el del Hotel Gellért, porque fue donde se rodó el famoso anuncio de los cuerpos Danone…. además de que la piscina está bajo una magnífica cristalera y rodeada de columnas.
Si visitamos Buda, que está en lo alto de una colina, enseguida nos damos cuenta de que es la ciudad «cultural», donde están los museos, la biblioteca nacional, el palacio… donde el estilo ostentoso del barroco cobra todo su esplendor y nos recuerda la vida opulenta de los reyes húngaros. Pest, vivió su desarrollo a partir del siglo XIX, y tiene en el Parlamento, hecho siguiendo las directrices del de Westminster, su buque insignia. Es la zona más viva de la ciudad y donde se concentran la mayoría de los hoteles. Y en medio de ambas, la Isla Margarita… hoy es el mayor parque de la ciudad, que cuenta también con balnearios, pero antaño fue lugar de caza para los reyes medievales y harem para los turcos…
Budapest sufrió mucho con las dos guerras mundiales, sobre todo con la segunda, motivo por el que quedan muy pocos vestigios del pasado sin reconstruir. Es curioso que de su pasado turco-otomano no quede nada, aunque sí del medieval, que es anterior: los turcos, lejos de destruir lo que había para demostrar su poder, lo conservaban dándole una nueva utilidad. De este modo, se conservaron templos cristianos medievales que fueron utilizados como mezquitas. Budapest ha tenido a lo largo de la historia una importante presencia judía. De hecho, en la actualidad vive allí la comunidad judía activa más numerosa de toda Europa Central, que conserva sus tradiciones religiosas, artísticas e históricas y cuentan con la Gran Sinagoga, que, construida en el siglo XIX, es la más grande de Europa.
El clima de Budapest es muy similar al español, de inviernos fríos y cortos y veranos calurosos. Por tanto, prácticamente en cualquier época del año se puede pasear tranquilamente para conocer la ciudad, admirar los edificios de la Bauhaus, tomar un café en la conocida Avenida Andrássy o visitar algunos de sus numerosos museos.
Entre los monumentos que uno no puede perderse se encuentra el Bastión de los Pescadores y el Castillo Real (donde está la Galería Nacional y el Museo de Historia de Budapest) en Buda. Y en Pest, el Parlamento. Uniendo ambas ciudades, y cruzando el río, existen numerosos puentes, pero si tenemos que elegir uno ese es, sin duda, el Puente de las Cadenas, aquél que baja la colina del Castillo y que es, quizás, el más fotografiado de la ciudad. Si quieres saber por qué, no tienes más que esperar a que se haga de noche y lo veas iluminado… Los habitantes de Budapest han bautizado como «Avenida Cultural» a un itinerario en el que se pueden visitar unos 18 museos, el Teatro de la Ópera, la Basílica, la Sinagoga, el parque de atracciones, con diferentes recorridos y actividades según sean tus apetencias…. Y si eres un ferviente seguidor de las historias románticas, la ciudad recuerda a cada paso una de las historias de amor más famosas de la historia reciente gracias al cine, la del rey Francisco José y la reina Isabel, Sissi.
Antes de ir es interesante que consultes la web en español con la que cuenta la oficina de Turismo de Budapest. En esta página podrás encontrar información de interés sobre transporte, comida, etcétera.
Más info en: http://www.budapestinfo.hu/es