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Entrevista de Reyes Muñoz
Fotografía cortesía de Pilar de la Torre
Seguro que tú te acuerdas de cuando estuviste en LaCaracol. Eres uno de los tres millones de personas que pasaron por uno de sus seis mil conciertos. José Manuel Alonso, JoseCaracol heredó el nombre de la sala, un homenaje a Lola Flores. El nombre fue lo único que conservó un tipo que soñaba con abrir un auditorio a la europea en un país que destacaba por el maltrato institucional a la cultura en general y a la música en particular. JoseCaracol recoge la historia de su espacio en un libro escrito y documentado a pachas con el periodista Nacho Serrano.
LaCaracol nace de una escapada furtiva a Ámsterdam para ver a Deep Purple.
En el año 69 hice un viaje a Ámsterdam y ahí me enganchó el tema de la música en directo. En España era todo muy penoso. En ese viaje surgió una ilusión de hacer una sala de música en vivo pero con nivel. Quería traer lo que vi en Ámsterdam. Tenía dieciséis años para diecisiete. Allí me enamoré y después crecí. Tuve que esperar hasta el 94.
Hablas de un mundo en el que en los clubes se daba la vuelta a la cinta. Ahora escuchamos los anuncios de Spotify.
Cambian los tiempos, la historia cambia y realmente la base es la misma. Antes daban la vuelta al cassette y ahora… Sí, sí que es muy parecido.
En LaCaracol estaba obsesionado con la acústica. Quería una sala rectangular, en la que todo el mundo viera el escenario, que se escuchara bien. En aquellos tiempos las salas eran rincones o discotecas reconvertidas con sonido a lata, la mitad del público no veía el escenario. Revolví todo Madrid, arriba y abajo y al final encontramos una nave, precaria, que usaban de tablao flamenco. En el libro digo quienes eran las propietarias. Tenía éxito en Madrid porque no había mucha historia, hacían un poco de mixtura entre la música étnica y flamenco. La vimos y se adaptaba a lo que pretendíamos. Entramos en la sociedad con todos los derechos y ya se llamaba Sala Caracol. Compramos aquella sociedad porque era la que tenía alquilado el local, pero cuando le pasamos el plan a los propietarios accedieron alegremente. Como para no, nos encontramos una nave muy precaria y la íbamos a convertir en un auditorio.
«Nos cerraban, nos dejaban sin ingresos, tenías que ir a juicio… Trataban de asfixiarnos».
Mira, todo lo del libro es interesante y útil, pero la historia de la compra, de la obra, de la apertura… Le falta un crimen para convertirlo en thriller policiaco.
Antes de abrir… pues lo que dices, una trama policial. Lo de esas señoras, pues lo asumimos. Había un montón de quejas pero igualmente adquirimos el local. Lo convertimos en un auditorio, y cuando lo vamos a abrir, nos dicen que no, que no podemos. ¡Hasta doce cierres tuvimos! Había una política dictatorial. Es que nos cerraron antes de abrir y para poder abrir, con todo lo que habíamos invertido, tuvimos una guerra. Si queríamos que actuara alguien, prácticamente tenía que recibir el visto bueno del político de turno. Nos llamaban, «que si viene un músico vasco», «que si no queremos que toquen en Madrid grupos vascos».
No respondes en el libro, pero a mí me gustaría saber por qué en cultura todo cuesta tanto…
Cuesta todo mucho. Pero mucho. En aquel momento encontrabas al responsable político, que prácticamente era un analfabeto. Que si dice: «soy un analfabeto y delego». Pues no, no. Te decía: «esto es así, así y si no os viene bien a mí me da igual». Que si eran grupos catalanes, que si eran grupos vascos… te lo llevaban todo al lado de la política. Les intentábamos explicar que la cultura es cultura, que nosotros entendíamos de música, no de política… y nada. Les preguntábamos: «pero ha hecho el grupo algo ilegal? Porque si es así, automáticamente no los dejamos actuar». Y ellos: «No, no queremos que actúe».
Buscaban excusas. Nosotros siempre llevábamos las licencias al día y se inventaban lo que fuera. Fue la manera que encontraron. Nos cerraban, nos dejaban sin ingresos, tenías que ir a juicio… Trataban de asfixiarnos. Y tuvimos cierres de un año, de un año y medio, de ocho meses… y con todo a nuestro favor, que por último abríamos por silencio administrativo. El daño ya nos lo habían hecho.
«En Inglaterra una de sus mayores industrias es la cultural y gracias a eso, existen los Rollings».
Yo no lo entiendo. Es que viajas y sientes envidia. En cualquier ciudad, en Liverpool, en San Francisco, en Ámsterdam, potencian la cultura, la música. Aquí no.
En el 69 estábamos a años luz, que sí, que en España había lo que había, pero luego ya no. Y lo que dices, que te vas a Holanda, a Inglaterra y a los artistas se los trata como genios, se los cuida, se los mima. Yo no entiendo por qué.
Yo tengo una teoría. Más allá de la política, a los que no les interesa la industria cultural es a la clase económica, que son los mismos del 69, vaya. La cultura cambia el mundo más que cualquier discurso, abre las mentes…
Pero es que a las arcas del estado, la cultura les genera miles de millones. En Inglaterra una de sus mayores industrias es la cultural y gracias a eso, existen los Rollings. Ellos trabajan y lo pueden hacer y la economía británica recibe muchas libras. La cultura es muy rentable.
«Hay músicos que triunfan, que venden mucho, que lo que quieras, que son pura economía, son músicos muy malos».
Y muy sostenible. Muy bien el turismo, pero es poco sostenible. Para hacer economía con la cultura, solo tienes que apoyar el talento.
Yo quiero hacer algo. Lo pongo en el libro, al final. LaCaracol fue mi proyecto de juventud. Me dicen: «¿por qué no lo vuelves a hacer?», pues es que yo ya lo hice en el 94, funcionó hasta el 2014. Lo logré, con palos y disgustos. En esos treinta años también hemos aprendido muchísimo y ahora tengo otro proyecto. Quiero poner la música de este país a la cabeza del mundo, porque hay mucho talento, muchos artistas que están tirados, sin ayudas, sin asesores, trabajan en lo que sea porque hay que comer y hacen algún conciertillo…
Estoy haciendo una ONG en la que se unan todas las organizaciones de la cultura, para elevar el talento, para que se formen, para que no firmen contratos leoninos y puedan dedicarse a esto. Para llevarlos arriba y cuando lleguen sean autónomos. Hay músicos que triunfan, que venden mucho, que lo que quieras, que son pura economía, son músicos muy malos. Compran una canción, contratan a buenos productores y ya está. Y la canción se la compran a alguien que es muy bueno, que firma un contrato leonino y que no se dedica a la música profesionalmente porque no puede.
Lo que yo quiero hacer es para levantar a los que no pueden. Y también pienso en los grandes músicos que fueron importantes y andan por ahí tirados. Quiero hacer algo innovador de verdad, que junte a todas las asociaciones de la cultura, que tenga gente profesional, con un historial cultural. Me gustaría que la gente leyera el libro.
«Llegamos nosotros, con nuestro desparpajo y les dijimos que no tenían razón».
ExPERPENTO es parte de una asociación cultural. Con la revista llevamos casi dos décadas apoyando la cultura independiente y nuestro riesgo siempre es por ahogamiento económico. Me gusta la idea de que seas tú quien alce la voz con esto, porque tú eres el ideólogo de LaCaracol. Igual te escuchan.
Nosotros hacíamos cultura. Les molestaba hasta que no fuéramos temáticos y programáramos cualquier música que tuviera calidad. Eso era un sacrilegio o algo así. A LaCaracol la conocen en América, en África…. Este libro se puso a la venta en Amazon y lo estamos viendo, nos conoce mucha gente próxima a la música de todo el mundo.
En España la conocen mucho. ¿Por qué tuvimos tanta repercusión? Pues porque nos cerraban y nos machacaban y salíamos a la calle. También porque cuando abrimos, las discotecas y las salas estaban pisoteadas. Nadie se atrevía a ir en contra de estos. Llegamos nosotros, con nuestro desparpajo y les dijimos que no tenían razón. Nos dedicamos a manifestarnos, a ir a la Plaza de la Villa… Pero por detrás nos sentíamos apoyados por toda la cultura de Madrid. Estaban tan machacados que cuando vieron que nosotros decíamos «de eso nada», nos arroparon. Salíamos en las noticias. Así que todo el mundo conoce LaCaracol.
«Yo he hecho algo en la historia, he aupado carreras y quiero seguir haciéndolo».
El libro está salpicado de escritos de gente de la cultura. No sé si costó mucho esto, porque igual que te digo una cosa, te digo la otra. Cuando llegan, se olvidan, se arrogan el éxito y para llegar, siempre tienen que tener apoyos y se suelen olvidar.
Eso lo ha movido Nacho Serrano. El prólogo es del Gran Wyoming y mucha gente ha dejado ahí unas palabras. No hemos tenido que tirar de nada, yo creo. Los que salen lo han hecho encantados. Pero sí que es verdad que hay mucha gente que por detrás se queja y yo les digo: «¿por qué no haces más?».
Yo entiendo por qué no hacen más. La gente se cansa de ir contra el muro. Todo se hace con más corazón que con cabeza. Muchas veces prendería fuego a la revista…
Claro. Fueron muchos palos, muchos disgustos, pero en el libro queda claro que por lo menos peleamos. Y por el otro lado, se siente mucha satisfacción. Conoce la sala hasta el gato. Yo he hecho algo en la historia, he aupado carreras y quiero seguir haciéndolo. De otra forma. Lo que hace falta es que no sea uno solo, que sean cien los que hagan algo.
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Aparte de todo lo que hemos estado hablando, el libro tiene un montón de datos.
Solamente en datos, con fechas, con lo que hemos buscado en hemerotecas, porque en aquella época muy pocos periódicos tenían internet… Los datos son precisos al cien por cien.
Yo no me he planteado poner nada en duda. Y lo que más me ha gustado del libro es que LaCaracol deja de ser LaCaracol para ser un proyecto con mucha alma.
Me contaba el otro día un periodista que iba a guardar el libro como material para documentarse. Otra compañera tuya me decía que se había dedicado a apuntarse los nombres de las bandas y las canciones y que después de leerse el libro las había buscado en internet y que había escuchado mil veces esas canciones y no sabía de quien eran. También estoy recomendando a la gente que se compre el e-book, es muy barato, pero se pueden ampliar las fotos y la calidad es muy buena. También es muy bonito ampliar el título de la portada. Es un diseño de Domingo J. Casas. Y todo lo que salga del libro, que no será gran cosa, lo vamos a destinar a la ONG.
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