Entrevista de Covadonga Carrasco
Luis Tosar nos provocó afecto en La flaqueza del bolchevique, nos emocionó en Los lunes al sol, le odiamos en Te doy mis ojos y nos hizo reír en Inconscientes. En Hotel Tívoli vuelve a enternecer. Da vida a un trompetista gallego que emigra por amor a Groenlandia para montar un karaoke. Ha rodado a las órdenes de su gran amigo Antón Reixa.
Cuando nos atiende, descubrimos que detrás de una apariencia dura y una cara de pocos amigos, se esconde un tipo muy amable y con un gran sentido del humor. Sin duda, este todoterreno del cine es uno de los mejores productos con denominación de origen que ha dado Galicia.
¿Eres el actor fetiche de Antón Reixa? Sí, igual sí, igual un poquillo sí, pero más que actor fetiche es una cosa más de cariño. Surgió como una especie de adopción que sufrí en un momento dado, cuando estábamos en la televisión gallega haciendo Mareas Vivas.
Tu personaje en la película es muy tierno, ¿prefieres este tipo de papeles u otros más duros? La verdad es que me gustan todos. Bueno, lo que me gusta es la alternancia, no tener que hacer cuatro seguidos de uno, cuatro seguidos de otro… sino poder hacer hoy uno tierno, mañana uno más duro, pasado mañana una comedia como Inconscientes. Eso sería lo soñado pero es muy difícil, sobre todo porque no hay mucha gente que se tome el ejercicio de verte en cosas diferentes o que te dé esa oportunidad. Uno tiene que ir labrándose su carrera, equilibrando los papeles que hace. Claro, también asumes riesgos y si no haces una película, nunca sabes cuánto tiempo vas a estar sin trabajar…
Pero has tenido suerte, porque los papeles que has hecho han sido registros muy diferentes…. Sí, lo que pasa es que he ido cribando, porque si hubiese hecho todo lo que me mandaron, pues habría hecho de maltratador otra vez y papeles como éste se hacen una vez en la vida, son cosas que están tan exageradamente marcadas que no puedes permitirte el lujo de machacarlas.
Has hecho de seductor a pesar de no ser un galán al uso. ¿Dónde reside el secreto de su éxito? Eso me pregunto yo todos los días. No, no lo sé porque cada vez me dicen una cosa diferente con lo cual no sé muy bien ya.
Pero tendrás una idea… Es que me pasa algo curioso: cuando estaba en el instituto yo no tenía absolutamente nada de éxito, era bastante triste en ese sentido. Luego, características personales que yo creía que eran las que provocaban mis problemas con el sexo femenino, se han convertido en ventajas. Y te dicen, «no sé es que eres tan tímido… con ese misterio», y claro todo esto era un problema en el instituto porque nadie se acercaba a mí y ahora es como el punto de atracción. Pero bueno no sé…
Dos Goya y una Concha de Plata entre otros premios. Qué gusta más…. las nominaciones, premios y la buena crítica o el reconocimiento del público, que al salir del cine diga «qué bien está este tipo en esta película»… Normalmente va parejo. Cuando la película funciona muy bien y funciona a nivel de crítica y se lleva muchos premios, suele coincidir con la opinión del público y funciona al nivel ese del que hablas. Que la gente te diga que tu personaje le ha llegado hondo, que se ha sentido identificado… es muy bonito. Es mucho más gratificante vivir eso en la calle. Además cuando recibes un premio estás muy nervioso. Yo creo que nunca he llegado a disfrutar de ese momento, siempre he estado demasiado nervioso como para darme cuenta de lo que estaba pasando. Para lo otro no estás preparado, no vas por la calle pensando: «me va a entrar alguien y me va a decir que le gustó mucho esta película». De repente alguien llega y te lo dice y… sí que es un golpe al corazón, eso es muy, muy guay.
Has comentado en alguna ocasión que jamás harías un monólogo en la televisión, porque consideras que el mundo que reflejan parece feliz y perfecto… Bueno es un género específico de monólogos, que creo que está supeditado a la televisión: todo tiene que ser políticamente correcto, y yo creo que la televisión es muy poco arriesgada en ese sentido. Ahora, por ejemplo, un monólogo de Pepe Rubianes es inemitible, y esos sí que me gustan, porque hay una visión crítica y ácida de la vida, porque habla desde un sitio muy visceral, desde la emoción, desde el corazón. Yo creo que su humor parte de ahí y por eso es tan efectivo. Hay una tendencia en los monólogos a establecer una distancia y creo que es muy peligroso, al final acabas hablando de banalidades, de tonterías. Yo hecho de menos monologuistas que realmente cuenten de qué va todo esto.
Estamos cansados de escuchar que el cine español no va bien, ¿la culpa es del público, de la industria, de los gobiernos? La culpa es de todos… No es una cuestión de culpa, las cosas funcionan o no funcionan. Parte de la culpa la tiene el gobierno porque no saca una ley cabal que proteja esto. Tampoco me parece buena idea que las televisiones tengan que poner dinero para la producción. Ellos hacen televisión y que luego quieran invertir en cine es otra cosa, lo están haciendo y les está saliendo muy bien. Las productoras independientes tienen que asumir su papel. Creo que tiene que haber un mayor compromiso de los productores en seguir las películas hasta el final: estar en la distribución y en la exhibición, estar en la promoción, muy muy implicados y que se haga una apuesta seria por el proyecto. A los actores que trabajamos en cine nos falta mucho compromiso. Salimos a la calle a luchar por todo lo demás, pero por lo nuestro justamente no. Ahí creo que tenemos que ponernos las pilas. Y luego está el público. La gente debe tener claro que no se puede hablar de cine español si no ha visto una sola peli. Eso pasa mucho, la gente dice: «es que a mí el cine español, no me gusta», y le dices, «a ver ¿cuántas películas españolas has visto en el último año?», «ah no, es que no he visto ninguna.»
Prevalece la sombra de las películas de Pajares y Esteso… Claro, pero es que, joder, yo veía películas de destape, cuando era pequeño… bueno no las veía, oía hablar de ellas… El cine de esa época no tiene nada que ver con el de ahora. También hace poco en un coloquio decían, «es que en las películas españolas siempre hay escenas de sexo», joder pues yo he rodado varias películas en las que no había ninguna escena de sexo y en otras sí, claro.
Un sueño por cumplir en el mundo de la interpretación… En el mundo del cine… ver una película de principio a fin en la que me guste todo lo que he hecho. No me ha pasado nunca.
¿Muy autocrítico tal vez? No sé, lo normal. Uno nunca tiene la sensación de que ha hecho una cosa bien de principio a fin. Espero que algún día ocurra o sino me tendré que retirar.
Después de trabajar en Hollywood, ¿crees que te podrían proponer un papel que no fuera ni de malo, ni de hispano, ni de lo que no ofrecen a los nativos? Pues lo dudo bastante, en mi caso lo dudo mucho, pero yo si pudiera hacer cada cuatro o cinco años una peli allí, lo haría.
¿Daría igual el papel? No hombre, un papel que interese. En este caso, Montoya me interesaba, me parecía una cosa muy divertida de hacer.
Has dicho que un gallego que no interprete a un narcotraficante en algún momento de su carrera no es un actor gallego importante… Es algo que todo actor gallego tiene que hacer por lo menos una vez en la vida… Fue una experiencia muy, muy divertida y muy enriquecedora. No aspiro a hacer de abogado defensor neoyorquino, no se me ocurre, sería muy difícil. Supongo que también porque eso sería un sacrificio brutal, tendrías que vivir allí, hablar en inglés todo el santo día…
¿Qué va a encontrarse la gente que vaya a ver «Hotel Tívoli»? Pues una historia muy variadita en la que yo creo que va a haber hueco para todos… es un poco lo que decía antes… hay historias para unos, historias para otros, hay muchos personajes, hay mucha cercanía y puede haber mucha identificación. Al fin y al cabo habla de amor y todos, el que más y el que menos ha estado en esta situación.