Dos fórmulas -agroturismo y ecoturismo- muy extendidas en otras regiones del mundo, ven la luz en España. El agroturismo es el que practican determinados alojamientos en los que se desarrolla una actividad agrícola o ganadera, de la que se hace partícipes a los viajeros. El turista ecológico es aquel que busca empresas en las que la sostenibilidad del entorno es primordial en su filosofía. Y entorno no sólo son los recursos naturales, sino también los sociales y consuetudinarios de la zona.
Allá por 1999 comenzó su andadura Aguitur, una de las empresas pioneras que nacieron con el objetivo de promover el desarrollo sostenible en el medio rural. Su gerente, José Ignacio Vega nos dice que en estos años han vivido muchos cambios «incluso nosotros estamos cambiando constantemente, pues el ecoturismo es un concepto evolucionado, complejo». Y eso que las cosas no han sido fáciles debido a «la falta de cultura y de conciencia ecoturística». En España todavía existe una falta de regulación y certificación de empresas ecoturísticas, lo que lleva a que se considere como tal a una empresa que simplemente está en el campo. Lo mejor para distinguir a aquellas que de verdad pretenden inculcar unos valores es seguir la fórmula de José Ignacio: el mejor test es ver cómo reaccionan los habitantes de los destinos con turistas guiados por empresas «eco». Y es que el calificativo «ecológico» está de moda y lleva a confundir términos. Por otro lado, en la mayoría de Comunidades todavía falta una apuesta fuerte por preservar su patrimonio. Pero también cada vez más se solicitan los servicios de empresas comprometidas como Aguitur, que no quieren que su región, Castilla-La Mancha (están muy volcados en los Montes de Toledo,) «se convierta en una región de servicios para viajeros de paso».
El Jardín de los Aromas, en Pravia, Asturias, es un claro ejemplo de ecoturismo. En 2002, un grupo de amantes de la jardinería pusieron en marcha un proyecto sin precedentes en España. Se trataba de crear un oasis de color y aromas en el que el viajero pudiera pasear, tomar un té o aprender los secretos de las más de mil variedades de plantas que crecen en el lugar. Nieves Álvarez Arregui nos dice: «crear y enseñar son facetas de nuestro trabajo enriquecedoras y que se complementan. Al crear, nos relacionamos con la naturaleza, que nos transmite su sabiduría y al compartirlo, también aprendemos, pues buen número de nuestros visitantes nos transmiten sus experiencias. El jardín es un lugar de intercambio y de contacto, a través, por ejemplo, de los eventos que organizamos durante el año». Los viajeros se quedan sorprendidos ante la tremenda variedad de plantas aromáticas, culinarias, medicinales… que crecen incluso en invierno «asombra también un jardín joven en su desarrollo y exuberante a pesar de que en él no entran fertilizantes ni otros productos químicos. Otra reacción común es el considerar la cantidad de trabajo que comporta mantener un lugar así». Si tienes interés en hacer algo similar, en el Jardín de los Aromas estarán encantados de intercambiar experiencias contigo.
El ejemplo de agroturismo también lo hemos encontrado en Asturias, muy cerca de Llanes. Allí existe un alojamiento rural denominado La Montaña Mágica en el que el visitante puede, entre otras cosas, entrar en contacto con animales casi desaparecidos. Carlos Bueno nos dice «aquí criamos asturcones, uno de los caballos más antiguos y puros del mundo y ovejas xaldas, raza del norte de España. Ambas especies están en peligro de extinción». En La Montaña Mágica el viajero se encuentra con un alojamiento distinto, con amplias habitaciones, con bicicletas con las que pasear por parajes espectaculares. Y cuando el hambre acecha, puede gozar de los manjares tradicionales cocinados con productos frescos de la zona. Al alojamiento, situado a 10 kilómetros de la costa cantábrica y a 18 de los Picos de Europa, llegan personas que, según Carlos, tienen anhelos comunes «todos buscan un lugar auténtico, diferente de los ambientes urbanos o pseudo-rurales que tanto abundan en la actualidad. Llegan para desconectar de la vorágine diaria de trabajos y estudios. Aquí entran en contacto con un ambiente que en algunos casos son el inicio de una serie de cambios radicales en sus planteamientos vitales individuales.