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Texto de Raquel Carrillo
Imagen cortesía de Grupo Planeta.
Mira el Docx que montamos con la entrevista: https://experpento.com/docx-cuando-ellas-brillan/
Pepa Blanes, Jefa de cultura en la SER y presentadora de La Script en Movistar Plus, es la autora de Cuando ellas brillan. Amigas, deseos y otras revoluciones, que nos sumerge en un fascinante viaje por aquellos personajes femeninos que nos marcaron, nos zarandearon y nos invitaron a mirar nuestro propio reflejo en el cine.
Desde las mujeres Almodóvar hasta Creatura. Desde la emancipación de la mujer, hasta la sexualidad femenina sin tapujos. Hemos mantenido con Pepa una interesante conversación, sobre estos temas que retratan la evolución de la mujer a través del cine.
Anteriormente has escrito otros dos libros, Abre los ojos y Abre los ojos 2, que hablan del reflejo de la sociedad a través del cine. En este te centras en la mujer. ¿Qué te ha impulsado a ello?
Hay un cambio, hay más series y películas donde se retratan aspectos que afectan a las mujeres de otra manera. Eso me llevó a pensar si esto es una cosa de ahora, porque evidentemente hay más directoras, y eso se nota. Siempre se representaba la mujer como la bruja, de acuerdo a algunos estereotipos.
Pero también ha habido directores y directoras, a lo largo de la historia, que han hecho relatos muy positivos, y que han servido para que las espectadoras nos pensáramos de otra manera viéndolos, ¿no? Ahora hay un boom, un cambio gracias al feminismo, gracias al #MeToo, pero creo que siempre ha habido películas rompedoras, autores y autoras que han roto con el relato oficial de la mujer, y eso me interesaba mucho.
«Cuando una directora, como Alauda Ruíz de Azúa, hace Cinco Lobitos, una película sobre los cuidados y la conciliación, resulta que tiene muy buena taquilla»
¿Crees que esta ola de historias sobre mujeres es un momentazo de ahora, o que se va a quedar?
Yo creo que se va a quedar. Es verdad que hay momentos de regresión, y siempre hay fuerzas conservadoras que quieren volver al status quo de antes, pero creo que esto tiene que ver con que las mujeres se han puesto detrás de las cámaras, y detrás de departamentos donde antes no estaban. Hasta los efectos especiales empiezan a tener muchas mujeres al frente de los equipos, como Laura Pedro.
Y creo que ese paso de las mujeres va a hacer que todo sea más rico, que todo sea más diverso. Seguramente queda todavía más diversidad por conseguir. Hay muchas personas de otras razas que no están contando las historias, hay muchas personas de clase obrera que todavía no han accedido. Queda mucha más diversidad, pero creo que en la cuestión de género, las mujeres ya se han colocado.
Se ha demostrado que interesa cuando una directora dirige una película con una súper heroína como protagonista, y hace una taquilla brutal. Cuando una directora, como Alauda Ruíz de Azúa, hace Cinco Lobitos, una película sobre los cuidados, y sobre cómo conciliar, resulta que la película tiene muy buena taquilla y gusta al público. Creo que al final esto no deja de ser una industria, no deja de ser un mercado, y el cine de mujeres también interesa.
El libro está narrado a través de películas de diferentes épocas, que explican la evolución de la mujer. La emancipación, la amistad femenina, la maternidad, el deseo, la venganza, la conciliación, la salud mental…. ¿Cuál de estos temas te parece el más urgente para reflexionar?
La salud mental. La amistad siempre está bien, pero creo que estamos considerándola muy en el centro. Sobre la maternidad se están rompiendo los relatos tradicionales, y creo que corremos el riesgo de que solo se hable de salud mental como algo superficial. Y esa salud mental no está imbricada en las cuestiones de clase, la cuestión económica o la cuestión de género muchas veces.
Creo que todavía faltan muchos relatos que cuenten bien la salud mental. Se ha hablado mucho y se ha puesto sobre la mesa, pero no sé si hemos llegado a lo profundo de la cuestión.
Quizás para mí es uno de los temas que más observación requiere, y más en un mundo donde, parece que todo cuesta más, ¿no? La tasa de suicidios muy alta. Entonces yo creo que va a ser uno de los temas de los que quizás más cosas quedan por decir.
«De las mujeres almodovarianas de la transición seguimos arrastrando la violencia de género. No puede ser que una sociedad mate a las mujeres de esa manera».
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El capítulo de la emancipación lo centras en ¿Qué he hecho yo para merecer esto?, de Almodóvar, ¿Qué crees que seguimos arrastrando las mujeres españolas de aquellos años de la transición?
Para empezar la violencia de género. Efectivamente, no es algo que hayamos erradicado de la sociedad. La sociedad patriarcal establece unas relaciones de poder, donde la violencia de los hombres hacia las mujeres dentro del hogar sigue siendo tremendamente abrumadora. No puede ser que una sociedad mate a las mujeres de esa manera. Yo creo que la película refleja esa violencia. Para mí es una de las películas más sociales de Almodóvar, más políticas, donde la mujer al final se emancipa, y eso es muy positivo.
Es verdad que en todo el cine de Almodóvar el retrato de las mujeres es maravilloso, pero siempre hay un melodrama, y ellas siempre están presas del amor. Aquí la protagonista consigue emanciparse de eso. Y yo creo que es algo que no hemos llegado a aprender, seguimos presas del amor. No hemos erradicado la violencia de género, al contrario, esa violencia continúa.
Es cierto que esto que hacían estas mujeres, casi de una manera no autoconsciente de ayudarse las unas a las otras, le hemos puesto nombre, se llama sororidad. Hemos ahondado en cuán importante es crear esos lazos de ayuda entre mujeres, y estas mujeres almodovarianas, igual que las señoras de los pueblos, lo hacían de una manera… Pues no sé, sin ser conscientes de que estaban haciendo un acto feminista, ¿no?
Yo creo que hemos avanzado en la teoría, pero en la práctica, seguimos viviendo cosas que vivía Carmen Maura y el resto de protagonistas. Y yo citaría a la violencia de género como el gran algo al que no hemos puesto solución.
«Hemos avanzado mucho en entender la amistad femenina como un tótem frente a los males del capitalismo y el patriarcado».
Las chicas de oro y la amistad. Es un melón importante el de la amistad femenina que, como tú cuentas, se abrió en esta serie, y además en mujeres mayores. Fue una revolución para la tele de aquella época.
Así es. Es un tema interesante, el de la amistad en general, y la amistad femenina también. Las relaciones entre personas, en un mundo donde todo se mueve por el poder, nunca son puras. No son puras las relaciones de familia donde el poder está ahí, no son puras las relaciones de pareja, y tampoco lo son las relaciones de amistad. Y hay relaciones de amistad que pueden hacer mucho daño, ¿no? Y pueden ser tóxicas, y se rompen, y no son para toda la vida.
Creo que hemos avanzado mucho en entender la amistad femenina como un tótem frente a los males del capitalismo y el patriarcado. Sin embargo, hemos avanzado poco en entender que la amistad femenina también hay que abordarla con sus luces y sus sombras, y que estamos metidos en una sociedad donde hemos aprendido a relacionarnos de manera desigual.
Y la amistad también puede contribuir a generar esas toxicidades que se generan en la pareja muchas veces, o que se generan en las familias. Y que esta cosa de los amigos de toda la vida, bueno, pues hay veces que los amigos de toda la vida funcionan y hay una relación sana, pero hay veces que los amigos de toda la vida no hacen bien, ¿no? No es una obligatoriedad. Creo que no hemos sabido salir de las cosas que se dictan como obligatorias, como buenas, y que a veces no a todo el mundo le vale, ¿no?
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A través de Lady Bird hablas de la complejidad de la relación entre madres e hijas. Hablas de ese rechazo que hay hacia esa madre en la que la protagonista no se quiere convertir, debido a una generación anterior más patriarcal aún que la suya. ¿Hay un motivo social en esa dificultad en las relaciones entre madres e hijas, más allá del concepto freudiano?
No quiero quitarle a Freud su teoría, pero creo que sí que hay también un motivo social. Creo que al final es el rechazo de no repetir lo que hacía una generación, porque en el caso de las mujeres, generación a generación, se han ido conquistando derechos.
Cuando vemos a nuestras madres haciendo la comida, fregando, mientras nuestros padres están leyendo el periódico, viendo la tele… no queremos convertirnos en ella. En esa madre que dice, «Abrígate, no salgas hasta tarde».
Queremos ser mucho más modernas, queremos estudiar, que es lo que le pasa a Lady Bird. Queremos salir del pueblo, y al final no nos estamos dando cuenta de que fueron presas de su tiempo, presas de una sociedad, de un tipo de educación.
Y luego sí que hay algo más allá de lo social que puede ser freudiano, porque sí que se da en madres que han sido todo lo contrario, que han trabajado, que no se han cogido la baja maternal, que no han tenido el caldo en la nevera, y que sus hijas ahora, de una generación incluso más joven que la mía, le reclaman a sus madres no haber estado ahí, ¿no? Todas vemos más guay a la madre de otra amiga que a la nuestra propia. Y eso también es un error.
«El relato sobre las mujeres ha sido muy ejemplarizante, siempre han sido perfectas. Es una cosa que rompe Fleabag: mostrar a una protagonista que es el horror en muchos sentidos».
Fleabag es mi personaje favorito. Es la primera vez que recuerdo ver en una serie a una protagonista tan antisistema, tan alejada de la perfección, y que sin embargo, el público adora. Aun así, creo que siguen faltando series y pelis que hablen de protagonistas femeninas tan imperfectas y reales a la vez. En España la serie Autodefensa también rompe con esos cánones, y, sin embargo, hay mucha gente que rechaza a esas protagonistas tan transgresoras. ¿Tú te imaginas una serie en España como Fleabag ahora mismo?
Ojalá, me encantaría. Pero sí, creo que es lo que tú dices, que rechazamos esos personajes y si fueran españoles, creo que los rechazaríamos más. Son personajes difíciles porque no son agradables, no hacen las cosas que supuestamente deberían hacer.
Al final el relato sobre las mujeres también ha sido muy ejemplarizante, siempre las mujeres han sido perfectas, ¿no? Y yo creo que es una cosa que rompe Fleabag, que muestra a una protagonista que es el horror en muchos sentidos. Y luego también nos ponemos el espejo de muchas cosas que ella hace o piensa, pero que en el fondo también las pensamos o también las hacemos nosotros.
Es una mala feminista porque se supone que pasa olímpicamente de todo lo que constriñe a la mujer, y, sin embargo, está lo de depilarse, ¿no? Hace una serie de cosas que son las que precisamente la industria de los cosméticos nos exige hacer. Es muy difícil no caer en todo eso, y también es difícil no sentirse mal por ello.
Yo creo que Fleabag lo refleja, pero además es un desahogo personal, tiene una mala relación con su padre y su hermana, lo hace todo mal, se enamora de quien no debe, utiliza el sexo de una manera insana… son cosas complicadas de ver para los espectadores.
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«Sexo en Nueva York tenía un cierre conservador, igual que Friends».
Sexo en Nueva York fue la primera serie en hablar sin tapujos del deseo sexual femenino. Sin embargo, creo que es una serie que no ha envejecido muy bien. ¿Por qué?
Yo creo que el problema de Sexo en Nueva York es que reflejó una emancipación de la mujer en un momento muy concreto, y de una clase social muy determinada. Al final era bastante conservadora, en el sentido de que volvían al redil, y todo lo que habían hecho eran unos años de locura, pero luego había que casarse, y había que hacer lo que en todas las series habían hecho todas las mujeres.
Y después porque hablaba del consumismo de los años 90, a principios de los 2000, que no miraba nunca más allá. Y que eran unas mujeres que tenían a su alrededor a muchas otras mujeres sirviéndoles, ¿no? Era un feminismo blanco, de clase media alta, y creo que el feminismo ha avanzado. También habría que fijarse en qué mujeres están trabajando para barrer esas mansiones en Nueva York.
Fue muy rompedora en una época en la que no se hablaba del deseo femenino, en la que las mujeres no podían tener unas relaciones sexuales divertidas, amplias, diversas. Pero luego la serie tenía un cierre conservador, que es el mismo cierre conservador que tiene Friends. Se puede ser amigo, y se puede tener otro tipo de familia, pero cuando llega un momentito hay que irse a las afueras, a tener la casa, a casarse, a tener los hijos y olvidarse de los amigos, más que para las fiestas de guardar.
Me parecen que eran dos series muy conservadoras y que estaban diciendo a la gente: «Disfruta, consume, vive unos años, pero luego construye el modelo familiar”, que es otro tipo de consumo también, ¿no?
«En Una joven prometedora, la venganza surge porque la sociedad, la justicia, la familia y las amigas no han arropado a las víctimas: han mirado hacia otro lado».
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También está en el libro el tema de la venganza femenina, a través de Una joven prometedora. En la película, excepto la protagonista, los personajes femeninos niegan que haya existido una agresión sexual. ¿Crees que algunas mujeres omiten este tipo de abusos para sobrevivir en esta sociedad?
Yo creo que es un mecanismo de defensa humano de «Bueno, pues no lo voy a colocar ahí, ¿no?». Hay quien sí se considera víctima, y desde su propia definición de víctima intenta salir adelante. Pero hay otra gente que no, y esa negación muchas veces es algo hasta físico, es algo que hasta su mente olvida. Hay muchos casos de violaciones, o de abusos, que la víctima lo ha recordado años después, pero lo había olvidado.
Otras veces es una voluntad plena de no pensarlo. Lo refleja muy bien uno de los estrenos recientes: Caza de Brujas de Luca Guadagnino. Julia Roberts hay un momento que dice «No, no, yo no he pasado por esto». La ley del «solo sí es sí» ha hecho mucho bien en este sentido. Muchas veces pensamos que nos han hecho cosas que son feas o que no nos gustaron, pero nunca lo hubiéramos calificado de agresión.
Y creo que con el paso de los de los años hemos sabido que quitarse el condón en una relación sin consentimiento, es también una agresión.
Hemos aprendido muchísimas cosas que pensábamos que no era una agresión: que te toquen el culo en una discoteca no es una gracia, es una agresión. El nombrar eso, o dejar esas cosas claras, también ha llevado a un proceso en el que la sociedad ha llamado a las cosas por su nombre, ¿no?
En Una joven prometedora, la venganza surge porque la sociedad, la justicia, la familia y las amigas no han arropado a las víctimas: han mirado hacia otro lado. Cuando una víctima ve el calvario de todas las que han denunciado, el juicio mediático, y la propia desesperación de un juicio donde el juez o la jueza te hacen más preguntas que también son violencia, pues a lo mejor la venganza es lo único que se le ocurre, ¿no? Es una película que habla de todo lo que nos falta por conseguir a la hora de que las víctimas puedan tener una reparación.
«Los horarios de trabajo deberían estar conectados con la vida, y no con la explotación laboral».
Pones el ejemplo de Luna nueva, una peli clásica para hablar de conciliación. Sin embargo, en pleno siglo XXI, sigue resultando muy complicada, sobre todo para que una mujer pueda tener un puesto de poder. ¿Qué crees que tiene que cambiar en este aspecto?
Aquí creo que tiene que cambiar el modelo económico, tenemos que trabajar menos horas todos. Luego la función de los cuidados debe ser compartida. Hemos mejorado mucho si miramos muchas de las películas que aparecen en el libro, pero cuando tú vas a los baños de un restaurante o de un hotel, el cambiador para bebés está en el baño de mujeres. Porque la que se va a levantar a cambiar al bebé es la mujer, no el hombre.
Esas cosas se dan por sentado muchas veces. Si se pone malo el niño, a la que van a llamar en la guardería es a la mujer y no al padre. Ese tipo de cosas cambian poco a poco, pero cuesta desde muchos ámbitos.
Los horarios de trabajo deberían estar conectados con la vida, y no con la explotación laboral. No se debería poner una rueda de prensa a las siete de la tarde, son pequeñas cosas… O que una fábrica no cierre tan tarde, o que haya suficientes guarderías públicas.
Es verdad que tiene que haber también una función de un reparto de tareas, pero aun con el reparto de tareas bien hecho, que es muy difícil porque estamos saliendo de esa desigualdad dentro de la pareja y de género, también tiene que haber un cambio económico y social. Y eso es más complicado, porque fíjate cómo se ponen los empresarios por cogerte la baja, ¿cómo se van a poner si tienes que llevar al niño al médico?
«Retrato de una mujer en llamas demuestra que se pueden hacer las cosas sin sexualizar o fetichizar el cuerpo de las mujeres, y, sin embargo, resultar tremendamente sexy».
En Retrato de una mujer en llamas, que trata de una relación entre dos mujeres, hablas de que rompe con la mirada cosificadora de la mujer en el cine. ¿Crees que es posible esta misma mirada en una película que hable de una relación heterosexual?
Yo creo que sí se pueden contar las cosas de otra manera. Muchas veces se filman las películas de acuerdo a una mirada masculina. Creo que lo primero que hay que pensar es que no debe haber una mirada masculina o femenina, y si me apuras no binaria, ¿no?
Estaría muy bien que un director también se plantease dónde posiciona la cámara, qué mirada quiere romper y a partir de ahí hacerlo. Es cierto que en las relaciones heterosexuales probablemente haya ese choque de miradas, que también exista en las relaciones lésbicas u homosexuales, ¿eh? No es tan fácil eliminar el poder tampoco eliminar poder de cualquier relación.
En la película de Céline Sciamma no hay sexualización, pero a la vez hay erotismo, hay belleza, hay sensualidad. Creo que lo que demuestra esta película es que se pueden hacer las cosas sin sexualizar o fetichizar el cuerpo de las mujeres, y, sin embargo, resultar tremendamente sexy. Eso para mí es maravilloso, porque eso les quita la razón a quienes dicen: «Bueno, es que ya no se puede rodar nada sexual.» No es cierto, hay muchas formas de hacerlo.
Hablábamos antes de salud mental, en el capítulo de la película Las Horas ofreces datos que dicen que las mujeres sufrimos más depresión, consumimos más pastillas. ¿En qué punto crees que estamos ahora mismo las mujeres en cuanto a salud mental?
Pues bastante mal, porque creo que se arrastran todos esos problemas que vemos en Las horas. Evidentemente, la sociedad ha cambiado, la mujer puede dedicarse a lo que quiera… Bueno, más o menos. La mujer puede tener una relación homosexual si quiere, no tiene por qué tener un matrimonio, pero no es tan fácil.
El modelo capitalista engendra otros problemas de salud mental, engendra estrés y frustración. La precariedad también engendra muchos problemas mentales. Entonces, creo que se han solucionado algunas cosas, que nos han dado la libertad, el progreso en algunos aspectos; pero también el capitalismo nos ha dado otra serie de problemas psicológicos que han ido por otro lado.
«Hemos mejorado mucho si miramos muchas de las películas que aparecen en el libro, pero cuando tú vas a los baños de un restaurante o de un hotel, el cambiador para bebés está en el baño de mujeres»
En el capítulo de Creatura, hablas también de Baby Girl. Reflexionas acerca de un tema polémico como es el BDSM que libera sexualmente al personaje de Nicole Kidman. Hablas de que posiblemente esa idea tan interiorizada que tenemos las mujeres sobre que nos dominen, puede hacer que muchas mujeres disfruten con este tipo de relaciones. Porque además se suele decir: “A las mujeres os ponen los canallas”.
Es complicado, el deseo tampoco atiende a normas, ¿no? De hecho, las puede transgredir. Después, que a una mujer no le puede poner algo que, a priori podríamos rechazar como una práctica machista, y, sin embargo, si es consentida, pues probablemente no lo sea, ¿no? Yo sí creo que la clave de todo está en consentirlo, y en consentirlo de verdad, en no hacer lo que la otra persona quiere, o decir que sí por miedo a que la otra persona se vaya, que creo que en esa película salva eso bastante bien.
Si para esta mujer es una manera de empoderarse de esa manera, pues habrá que ver, ¿no? Habrá que ver si esa decisión se toma en libertad, o si no. La película es un maravilloso análisis del ejercicio de poder y a mí eso me gusta mucho.
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