Entrevista de Reyes Muñoz
Foto cortesía de Ediciones La Lluvia
Trabajar en ExPERPENTO y que un conocido te diga que ha escrito un libro da vértigo. Rezas porque sea bueno. Con Tania Lobato no tuve ese dolor de cabeza. Aquí publicó algunas de sus primeras entrevistas, y conocía de sobra su sentido ético. Lo que sí que me ha sorprendido –no porque sea de ella– es el tema de su trabajo. Jamás había vuelto a pensar en todos esos niños que un día vinieron. Nunca los imaginé crecer. Algunos se quedaron en España y otros volvieron a su Bosnia natal, un país con una historia difícil, ardua de entender y de explicar. Tania no solo los redescubre, sino que cuenta su historia y la de su país en 150 páginas ejerciendo de lo que es. Y nos recuerda que el periodismo, sobre todo se basa en escuchar.
A la izquierda, Vlado y Julijana Arapovic, en Sarajevo en 1984, año de los Juegos Olímpicos de invierno (Archivo personal de Julijana). A la derecha, los hermanos Arapovic, juntos tras quince años de separación, en el mercado solidario del barrio del Clot (Barcelona). Foto de Tania Lobato.
Bosnia –en el corazón de Europa– vive una postguerra. Hasta que me puse a leer tu libro, era algo de lo que no era consciente. No es olvido, es indiferencia. ¿Por qué lo arrinconamos en la memoria a pesar de que en su día bramamos con lo que allí ocurría?
Va a hacer catorce años desde que acabó la guerra y es lógico que la atención se dirija hacia otros conflictos y lugares que van cobrando actualidad. Después de Bosnia vinieron Kosovo, Irak… y ahora Siria. Aunque también es cierto que, en comparación, con Bosnia la sociedad española se implicó muchísimo.
Los protagonistas, en su mayoría, son mujeres y hombres jóvenes exiliados cuando eran niños o adolescentes. ¿Hay una huella en ellos? ¿Cómo marca una experiencia tan terrible?
La vida de una persona cambia radicalmente cuando ocurre algo así. Miso, uno de los testimonios, lo resume muy bien en esta frase: «Imagínate toda tu vida ahora. Destrúyela por completo. Pon todo eso del revés… y tendrás una pequeña parte de lo que fue». Claro que queda huella, pero afortunadamente, con el tiempo, han acabado reconstruyendo sus vidas. Me refiero a estos diez casos, porque es muy difícil generalizar. Como he dicho otras veces, lo importante de este libro que se habla de personas concretas, no de cifras. Cada refugiado de cualquier conflicto es un mundo y vive su drama particular.
Davor Krautblatt de niño (fotografía de su archivo personal), y de adulto en la Barceloneta (tomada por Tania Lobato)
Este es un libro de historias que en su conjunto sirve para entender las últimas décadas de un país con una trayectoria difícil de comprender. Y supongo que de documentar. ¿Cómo fue el proceso de documentación?
Ya tenía algunos conocimientos previos cuando me empecé a documentar, así que sabía lo que buscaba y, más o menos, dónde buscar. Pero tuve que empaparme de unos cuantos libros, artículos y documentales. Incluidas novelas, ya que todo ayuda a entender un poco más historia y la idiosincrasia del país –que ya de por sí es muy compleja–. Por ejemplo, leer Un puente sobre el Drina, la novela más famosa de Ivo Andric –premio nobel de literatura yugoslavo–, me ayudó a entender mejor los países de la antigua Yugoslavia. También leí bastante sobre las guerras balcánicas de primeros del siglo XX y sobre la historia de los Balcanes en la Segunda Guerra Mundial –por ejemplo, la implicación de los ustachas croatas, de los chetniks serbios o de los partisanos de Tito–. Ello te conduce a la Yugoslavia de Tito y finalmente te acaba llevando al estallido de los brotes nacionalistas de los años 90. Después, más allá de todo esto, lo importante es hablar con la gente, claro.
¿Y cómo llegas a las personas con las que hablas?
En parte por casualidad y en parte por la ayuda que me prestó un amigo, que ya conocía a algunos. Después solamente es ir tirando del hilo: la gente te va presentando a otra gente.
Los niños de Bosnia es ameno, sencillo de leer, es cortito y sin embargo, la carga informativa es de enciclopedia. No parece un primer libro… ¿El resultado es el producto de un proceso consciente de contención?
No, más bien es resultado de poner en orden bastantes horas de grabación transcritas al ordenador… y las ganas de sintetizar y no ser redundante. Me aburre meter paja.
Los niños de Bosnia es un trabajo periodístico puro y tradicional. El uso del testimonio como fuente, la emoción provocada por relatos objetivos, la economía de las palabras, el interés divulgativo, el ritmo, el repelús hacia el sensacionalismo… ¿Es el trabajo de una escritora o de una periodista?
Yo no me considero escritora porque solo he escrito un libro. Para ser periodista primero estudié y luego he trabajado de ello. Creo que forma parte del trabajo periodístico dedicarle esfuerzo a los trabajos en profundidad y esto no deja de ser un reportaje largo.
Hay trabajos que se guían por esos mismos principios… pero casi hay que buscarlos en las librerías de viejo… ¿Cuáles son tus referentes?
He leído libros y piezas informativas de George Orwell –que además de escritor también era periodista: escribió artículos de opinión y crónicas bastante interesantes, como Homenaje a Cataluña, sobre la Guerra Civil, Anna Politkovskaya, Kapuscinski… que me han gustado mucho, pero tampoco se puede decir que los usé como referentes. Actualmente puedes encontrar en la prensa reportajes de un montón de periodistas que son auténticas maravillas. Me suelen gustar bastante los que escribe John Carlin, por ejemplo. No sé qué decirte sobre esto de los referentes porque simplemente hago lo que puedo y cómo puedo. Lo he escrito cómo mejor sabía y teniendo en cuenta mis principios éticos. Siguiendo el instinto. Los referentes, creo que son más bien algo subconsciente.
Damir Bukvarevic, de niño en la Alhambra (foto de su archivo personal) y de adulto en Kalesija (fotografía tomada por Tania)
Hay un relato que me ha dejado petrificada. Es de Maja Golo Andric: «la gente es nacionalista, los croatas sobre todo. Están enseñando a sus niños cosas que luego repiten, pero no saben qué significan. Los están adoctrinando. Señalan a alguien y les dicen a sus hijos ‘ese es turco’, y entonces les explican que los turcos son sucios, que son musulmanes y que cuando crezcan tendrán que matar». ¿Crees que es un conflicto cerrado?
No, pero creo que el país va mejorando poquito a poco. Por lo que yo sé y por lo que ellos me han dicho, ahora tienen la oportunidad de oro para darle la vuelta y evitar que se vuelvan a cometer los mismos errores. De todas formas, no hay que perder de vista que la opinión de Maja, como la de cualquiera de ellos, es una opinión personal y subjetiva. Para valorar esto habría que sacar conclusiones generales del conjunto de la población y eso es tarea de los sociólogos. La idea del libro es que el lector pueda obtener un pequeño pedazo de la realidad, una realidad que afectó a miles de refugiados internos y externos. A partir de ahí, cada uno sacará sus propias conclusiones.
…
Más información en http://www.edicionselsllums.com/web/divulgacio/los-ninos-de-bosnia/
Lee la entrevista en la versión on-line de ExPERPENTO en papel: