Texto de Reyes Muñoz de la Sierra
Alan es el hijo de una francesa casada con un americano y emigrada a los Estados Unidos. El padre con el que creció, les abandona. Su madre le apretó los tornillos a fondo para que llegara a ser alguien en la vida. Y con ella muerta, la vuelta a París se convierte en el proyecto de futuro. Pero las cosas no han salido bien. Lo conocemos encaramado en una viga de la Torre Eiffel, preparado para dar un último paso.
Y cuando se dispone a tirarse, una voz le devuelve la realidad. Un extraño hombre le anima a hacerlo, pero le advierte de que no va a ser fácil. Seguramente en su vuelo tendrá tanto miedo que morirá de un infarto al corazón. El hombre le ofrece un trato: su vida a cambio de la felicidad. Y así es como empieza una relación en la que superar los límites autoimpuestos se convierte en la meta y la vía hacia una existencia con mayúsculas.
Efectivamente, este es un libro de autoayuda disfrazado de novela. Y la novela también es buena: hay héroes que se convierten en villanos, villanos que parecen héroes y un protagonista que bien podría ser uno de nosotros: un tipo cualquiera incapaz de aceptar que él es el único que puede mover los hilos de su vida. Y vistos los resultados en Alan, igual nos animamos a poner en marcha los ejercicios para descubrir si es verdad aquello de que las reacciones que provocamos en los demás son cosa nuestra.
Más información en http://www.planetadelibros.com/no-me-ire-sin-decirte-adonde-voy-libro-49033.html
Lee aquí el artículo en la revista en papel: