Texto de Noelia Terrón
La poesía, de entre todas las expresiones artísticas con las que nos deleita el lenguaje, es la gran desconocida para la mayoría del público lector, que considera este género literario para mentes más elitistas y cultas.
Aunque esta afirmación no es del todo cierta, es decir, la poesía como medio para difundir ideas, expresar sentimientos, ya sean amorosos o sociales, mundos imaginados o formas de discusión filosófica está más en alza que nunca gracias a las nuevas tecnologías y es cada vez más cercana al gran público. Pero no olvidemos que la poesía no vende.
Son pocos los privilegiados que pueden dar a conocer su trabajo plasmado en papel quizás por ser los afortunados ganadores de los diversos concursos literarios cada vez más difundidos a través del gran dios llamado Internet.
Por un lado, nos encontramos que, ni el público lector, ni críticos expertos en poesía, ni siquiera aclamados poetas eligen las publicaciones que merecen importancia, sino que es un grupo reducido de personas que como jurados de los concursos eligen la poesía que debemos leer actualmente. Es la contradicción del momento pero no tiene por qué ser un punto negativo, debemos saber distinguir a los talentos que de estos concursos puedan surgir.
Por otro lado, lo que salva a este género literario de no caer en el más absoluto de los olvidos es la posibilidad que nos da Internet de conocer la obra de poetas desconocidos e incluso aficionados que nos brindan su obra gratuitamente para disfrutarla, o no, a expensas de lo que pretendan ese reducido grupo de personas que componen un jurado literario.
La poesía es una forma de plasmar lo que pasa por nuestra imaginación, lo que pasa con nuestros sentimientos creando y moviéndose a la par que la sociedad. Es el flujo de nuestros pensamientos. Quizá, en el momento en que haya una nueva revolución social la poesía se convierta en arma capaz de reinventarse y reinventarnos. Mientras tanto, los amantes de este arte «menor» debemos ser capaces de discernir y aprovechar lo bueno que llega a nuestras manos y de apoyar y difundir la poesía de calidad que corre por la red o fuera de ella.
Por tanto vamos a augurar, todavía, larga vida a la poesía.