BASIM YONI: YO LUCHÉ JUNTO A SADAM


Entrevista de Gema Talaván

El arte surge de lo más íntimo de algunos seres humanos y es fruto de una libertad creativa. Pero, ¿qué ocurre cuando alguien te roba ese don? ¿qué pasa con aquellos que, bajo la amenaza de una mente enferma y poderosa se ven obligados a crear para un tirano, cuyas ideas aborrece? Esto es lo que le ocurrió a Basim Yoni, un joven iraquí cuyo talento fue utilizado para decorar el palacio del terrible Uday, hijo de Sadam Husein y que, contrario a los mandatos del partido Baas, pasó interminables jornadas en las cárceles del régimen. Ahora, Bassam El Ghazaoyi, junto al periodista Clemente Tribaldos, nos da a conocer su historia y la de aquellos que estuvieron cerca en un libro sobrecogedor. Basándonos en algunos párrafos, le formulamos algunas preguntas. El resultado: bajo estas líneas.

Nos puede explicar, aunque sea muy difícil, ¿qué ha representado el dictador para Irak? Creo que ha representado una fase negra en la historia de Irak y un triste ejemplo para la humanidad; las penas de muerte y las tumbas colectivas han acompañado todo el periodo de gobierno del partido Baas

Yo luché junto a Sadam es el título del libro, que ha escrito junto a Clemente Tribaldos… ¿cuál fue su papel, como artista, en el Régimen? No tuve un papel propiamente dicho en el régimen de Sadam, sino que se ha utilizado mi arte y el del resto de artistas e intelectuales del país al servicio de un solo hombre: Saddam. No tuvimos nunca elección.

¿Cree que su relato puede servir para que todos entendamos un poco mejor la realidad de su país? Es un relato sacado de entre miles de otras historias trágicas que ha vivido el pueblo iraquí durante el gobierno del dictador, algunas de ellas se han contado y muchas otras no. Ese relato es un ejemplo de lo terrible que ha sido vivir bajo el régimen de los Baasistas.

Quizás los libros sobre Irak a los que estamos acostumbrados son relatos periodísticos, en los que se narran de forma lineal una serie de eventos… ¿por qué su libro es diferente a los demás? Este libro, para mí, no tenía ninguna pretensión literaria, simplemente pensé que, a través del relato de mi vida e historias de la gente que cruzó mi camino y otras, podía dar una idea sobre las vivencias y los sufrimientos diarios de los iraquíes, de los cuales pocas veces hacen referencia los medios de comunicación y quienes han escrito sobre Irak.

Usted cuenta en el libro diversas historias de personas comunes que vivieron bajo el yugo del gigantes… ¿éste es Saddam Hussein o integra también a todo el aparato que forjó en su entorno? El aparato que se forjó en el entorno de Saddam ha sido el aparato ejecutivo de las órdenes y las instrucciones de Saddam. Ha sido él quién infligía al pueblo todo lo que sufría, por tanto las dos figuras de la dictadura son indisociables, ya que sin ese aparato Saddam no hubiera podido subsistir.

¿Cómo ve el futuro de su país una vez que Saddam ya no está? Estoy convencido que la gran mayoría de los intelectuales iraquíes, así como la mayoría de los iraquíes en general, aspiran a un país soberano, estable y democrático, pero por el momento el país está ocupado por fuerzas que tienen sus intereses con respecto a Irak y no lo dejarán hasta que se aseguren de que las cosas irán tal como lo han planeado; los países vecinos tienen interés en que Irak no se estabilice porque temen que, una vez que Irak se estabilice, llegue su turno en el cambio de sus regímenes. El resto de los Baasistas que se vieron perjudicados por la caída de Saddam tampoco tienen interés en que se estabilice el país e intentan con toda su fuerza mantenerlo en una situación caótica. Es un examen muy duro para Irak y los iraquíes, pero la gente tiene mucha esperanza en un futuro mejor, me di cuenta de ello en mi visita a Irak el verano pasado, mi única visita desde que salí de allí hace once años.

Después de vivir la represión durante décadas… ¿los iraquíes piensan en la democracia? ¿creen en la democracia? Estos treinta y cinco años de dictadura han creado también una gran repulsión a las matanzas y la sangre. Los iraquíes ya están cansados de tanto terror. La gran mayoría de los iraquíes sueñan, como cualquier ser humano, con llevar una vida normal, tranquila, digna y estable, por tanto tienen interés en que haya democracia en el país, única forma de garantizarles la realización de esos sueños. La mejor prueba de ello es que, a pesar de todas las amenazas que recibieron de los terroristas para que no acudan a las urnas y la inseguridad en las calles el día de las elecciones, la participación ha sido muy alta, más del 60%.

¿Cree que algún día llegará la paz a Irak? Tal como conozco a mi gente, estoy convencido de ello.

EL OJO ExPERPÉNTICO

YO LUCHÉ JUNTO A SADDAM

El arte surge de lo más íntimo de algunos seres humanos y es fruto de una libertad creativa. Pero, ¿qué ocurre cuando alguien te roba ese don? ¿qué pasa con aquellos que, bajo la amenaza de una mente enferma y poderosa se ven obligados a crear para un tirano, cuyas ideas aborrece? Esto es lo que le ocurrió a Basim Yoni, un joven iraquí cuyo talento fue utilizado para decorar el palacio del terrible Uday, hijo de Saddam Hussein y que, contrario a los mandatos del partido Baas, pasó interminables jornadas en las cárceles del régimen. Ahora, Bassam El Ghazaoyi, junto al periodista Clemente Tribaldos, nos da a conocer su historia y la de aquellos que estuvieron cerca en un libro sobrecogedor.

Editado por Nowtilus, en su colección A debate, estamos ante un libro del que importa mucho más el contenido que el continente. Por ello, no tiene mucho sentido hablar de ritmos o de un lenguaje literario. No obstante, la intervención de Clemente Tribaldos es decisiva para hacernos comprender, con un lenguaje duro, ágil y completamente creíble, las historias que forman parte de la vida de Bassim. Tribaldos es un prestigioso productor y director de documentales, que tuvo la oportunidad de conocer la realidad de Irak en la grabación de un reportaje. Fue entonces cuando se cruzó en la vida del pintor. La conclusión fue, tras varios encuentros, que era un deber plasmar aquellos relatos en un libro.
Titulado Yo luché junto a Sadam, el libro nos narra la historia real de un joven pintor, opuesto a las ideas de la dictadura y de cómo ésta, se sirvió de su talento para hacer la siempre bienvenida propaganda del régimen. Autor de parte de la decoración del palacio de Uday, hijo de Sadam, fue encarcelado y sometido a todo tipo de torturas.

Pero la historia de Basim sólo es una de las que pueblan este libro, en el que también se habla de un joven intelectual que, para escapar al alistamiento en el ejército, tuvo que fingir estar loco durante años, hasta delante de su propia familia… o la de un hombre que se gastó todo lo que tenía para tener un hijo y, que cuando lo logró, años más tarde, vio como la guerra se lo llevaba y, que por expresar su rabia, fue ahorcado públicamente… Baste un párrafo para entender qué es lo que va a encontrar el lector: «La crueldad de los baasistas era ilimitada. Habían obligado a su madre a estar presente en el lugar para que viese cómo iban a fusilar a su hijo. Además, estaba obligada a gritar contra él. No podía haber mayor bajeza. Pero en el pensamiento de estos canallas sólo había un motivo. Que estos fusilamientos sirviesen de escarmiento entre el resto de la población. Nadie podía oponerse a los dictados del régimen»

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