Jacobo Serra: «Doce»


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Entrevista de Jorge Miranda
Fotografía cortesía (c) Promociones sin fronteras

Doce es el segundo disco en español de Jacobo Serra, cantante que comenzó su carrera en 2011. Su melancólica melodía se aleja de la complejidad y otorga a sus canciones una sensación liviana, reflexiva y ambigua que te relaja ante las preocupaciones y dificultades que puedan preocuparte.

¿Cómo ha sido esto de trabajar en la música? Hay gente que lo considera un sueño…

Es un sueño y una pesadilla. Mi caso es extraño porque no me he dedicado a ella. La música me perseguía a mí y al final te ves tocando en un concierto y luego en otro y en otro. Hasta que publicas un trabajo. En mi caso, fue casi como por accidente.

De manera profesional, llevo doce años compaginándolo con otras cosas. Es muy bonito, pero tampoco diría que es un sueño. Ese es el problema. La sociedad ve el mundo de la música como un show, un entretenimiento. Está idealizado y la realidad es más dura de lo que parece. Es difícil llegar y dedicarte a ello, porque requiere mucho trabajo. La gente solo ve el trabajo terminado y cree que la vida del artista es melancólica y bohemia. El trabajo que tienes que hacer por amor al arte es muy desagradecido. Tienes que buscarte la manera de financiar tus proyectos. Luego es verdad que la música es como una especie de droga. Te llena tanto que no puedes parar de hacerla.

«Artísticamente, me gusta mucho dejarme llevar, aunque en este disco he de decir que tenía muy claro el concepto».

¿Hay mucha diferencia entre cantar en inglés y en español?

Es muy diferente. Al principio yo era de los que decían que nunca iban a cantar en español, y me he arrepentido. Lo dije en público y me tengo que desdecir. Yo vengo del mundo de la música anglosajona, he vivido en Inglaterra muchos años, mi vida gira en torno a todo lo inglés. Yo siempre he cantado en inglés.

Me mudo a Madrid, a Chamberí y mi público es de aquí. Las salas de conciertos y teatros son españoles y después de varios trabajos, siento que tengo una necesidad de escribir sobre mi vida, sobre las cosas que me ocurren. Me sentía incómodo porque lo estaba cantando en inglés. En ese momento, me doy cuenta de que necesito cambiar. Me animaron otros artistas, así que escribí “Icebergs” y vi que a la gente le gustaba más que cuando cantaba en inglés.

Realicé Fuego artificial y aprendí muchísimo de Juanma Latorre (Vetusta Morla), de escribir en español y que sonara bien. Al final, es parte del viaje. Vas cambiando las partes del motor y vas haciendo cosas. Seguiré cantando en inglés porque me encanta, pero ahora estoy con el español.

Es muy bonito, pero Doce es un tipo de producción más anglosajona, así que cantarlo en español ha sido un reto. Es un disco que en Estados Unidos o Inglaterra se vería como un disco más. Pero en español nunca se ha hecho nada parecido. No hay una referencia de nada parecido. Quería que saliese natural, que tuviese sentido. Y de hecho, así fue. Estoy contando una historia muy honesta, cosas que me han ocurrido y cosas que me gustaría haber vivido.

¿Tienes alguna rutina a la hora de crear tus canciones?

Dejo que fluya. Soy muy improvisador en general en todo lo que hago en mi vida, lo que es bueno y malo. Artísticamente, me gusta mucho dejarme llevar, aunque en este disco he de decir que tenía muy claro el concepto. Tenía la improvisación dirigida hacia el mundo de los meses, un año en mi vida, la naturaleza… Las canciones salieron en unos días porque quería escribir canciones en un periodo de tiempo más preciso para que todas tuvieran un hilo conductor.

Normalmente, escribo las canciones en un periodo de tiempo largo. Colecciono canciones y a partir de ahí saco un trabajo…

Esa era la siguiente pregunta, de hecho. No suelo escuchar música indie, pero me he escuchado tu disco varias veces y me ha dado un regustillo muy onírico y melancólico. Quería preguntarte sobre cómo salía este disco.

Yo tampoco sé si es música indie. No tengo muy claro qué tipo de música es. Es un disco bastante especial en ese sentido.

Decir qué es “indie” hoy en día es muy complicado…

Sí, sí que lo es. Decidí hacer todo el disco en la montaña, me encerré 11 o 12 días y escribí todas las canciones ahí. Me salió al final un disco muy waltz, casi todo el disco es un 3×4, muy acompasado, y es lo que me salió en el momento. Quería que cada canción saliese como un single de cada mes. Muy original y muy artístico.

Me he fijado que en Doce hablas mucho de huir. Es un tema habitual del disco.

Hay varios conceptos que se repiten a lo largo del disco. Se trata de un viaje en primera y tercera persona y hay conceptos como la huida, la despedida, el dolor, el concepto del miedo… De escapar y no rendirse… Es algo que me inspira. Me parece muy poético.

También me he fijado, que no sé si lo habrás hecho adrede, que hay muchas referencias a elementos cristianos. Cruz, ídolos, cielo…

Sí. Hablo de ídolos de la mitología griega. Al final son los pilares de la cultura occidental de los que yo soy hijo. Tengo la mitología griega muy interiorizada y me gusta mucho la historia del arte. Hay muchos recursos metafóricos que utilizo. En «Frío y Cruz» hablo de una persona que se está despidiendo de alguien que quiere. Una de las cosas que más me ha inspirado a la hora de hacer este disco ha sido la tragedia griega.

El disco tiene muchas capas interesantes. Filosóficas, con mucha carga dramática y puedes meterte en todo lo que tiene dentro porque tiene muchísimas interpretaciones.

Algo muy diferente a los mitos es «La gran vida». Aquí hablas de la vida a través de las redes sociales/ordenador. En comparación con el resto del disco, es algo que me llamó mucho la atención.

Es la canción protesta del disco. Es el tipo de canciones que más le suele gustar a la gente. Hablo de la realidad que me rodea. Por lo general, suelo cantar mirando hacia el interior, excepto en esta, y estoy diciendo que mi reino no es de este mundo. Hablo de que no quiero vivir mirando una caja de cristal y que si esto es un sueño, me quiero despertar.

«Que la belleza es efímera y no dura para siempre».

“Muerte en Venecia” también me ha llamado la atención porque hay mucha actividad. Tienes referencias de guerras, sonido de radio, frases en francés… ¿Qué pasa aquí?

El sonido en francés es una parte de la letra que tradujimos y un amigo las recitó en forma de poema rimado. El título es una referencia a una novela de Thomas Mann que me gusta mucho.

La cuestión es que habla de muchas cosas: de la crisis, de la sociedad europea, de una relación platónica que al final no llega a cumplirse, de la muerte de la belleza. Que la belleza es efímera y no dura para siempre.
También me he inspirado en la música francesa a la hora de escribirla. Es una canción de entreguerras y que se podría haber escuchado en un gramófono. Un gramófono de verdad que tengo yo, claro. Es la única canción del disco que no tiene sintetizador o cualquier instrumento que no existiese en esa época.

Como has dicho, algunos de tus temas centrales en el disco son el dolor, la despedida, la huida… En «Doce», la canción, dices «se acabó». «El viento viene a mi favor», «Voy a ganar» y «Voy a solucionar todo lo que hice mal».

Es el final del viaje. Tiene muchas connotaciones. Hay superación y sobre todo aceptación de lo que tiene cada uno. Es un darse cuenta de lo que tienes, y de lucha, y de reconocimiento de que cada uno tiene lo que tiene. También hay un trasfondo muy positivo de superar la situación y pensar que todavía tienes tiempo para arreglar las cosas. Es un final muy épico. El renacer de alguien que ha podido con las adversidades de la vida, que ha sabido sufrir, que ha seguido adelante y que ha sabido ganar. Ha cogido una buena carta.

«Me gustan muchas cosas diferentes. La escala de jazz en la música clásica, por ejemplo. El trap, el folk… Eso os lo dejo a vosotros».

Antes hemos hablado sobre de qué estilo es Doce. Iba a preguntarte cómo la describirías tú, así que ha coincidido.

No me gustan las etiquetas. Soy un artista al que le gusta hacer cosas originales y no me gusta meterme sólo en un estilo concreto. Me gustan muchas cosas diferentes. La escala de jazz en la música clásica, por ejemplo. El trap, el folk… Eso os lo dejo a vosotros.

No me paro a pensar si voy a hacer un disco de un estilo en concreto y tampoco me siento de uno sólo. Hago la música que me gustaría escuchar y comprar.

Algo relacionado con lo anterior, ¿dirías que hay un «modo» a la hora de escuchar Doce? ¿Algún momento o situación?
Tampoco lo sé. Me gustaría que la gente lo escuchase de arriba a abajo. Está concebido para que se escuche de enero a diciembre. Es un viaje. Si le pones febrero a alguien, lo mismo piensa que es muy triste. Pero si lo escuchas entero, cobra sentido.

Más que el modo, quiero que cada persona haga el disco suyo. Que haga ese viaje y se sienta identificado con sus historias personales. Por eso tampoco me gusta mucho explicar las canciones profundamente, creo que se pierde la magia.

Para conocer las fechas de los conciertos, sigue a Jacobo Serra en redes:

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