Descargar ExPERPENTO 103 / Visualizar ExPERPENTO 103
Texto de Blanca Velasco y Diego Yturriaga.
Fotografías (c) cortesía de L.E.V Matadero
Del 22 al 25 de septiembre L.E.V. Matadero celebró su cuarta edición en Matadero de Madrid. El Festival de Electrónica Visual y Realidades Extendidas, organizado por Matadero de Madrid junto a Cineteca y Medialab, y comisariado por la plataforma Datatron ha supuesto durante cuatro días una sorprendente selección de proyectos experimentales en los campos de la música electrónica, la creación audiovisual y el arte digital.
Los de ExPERPENTO acudimos a la cita el sábado 24 y el domingo 25. Disfrutamos de sus exposiciones, conciertos, algún paseo sonoro y alguna experiencia de mundos en 3D.
Sábado 24
El sábado por la tarde quedamos en un bar de Legazpy para coger fuerzas y, tras unas raciones y unas cañas, nos dirigimos al Matadero de Madrid a por las acreditaciones y a disfrutar de la primera exposición: Metaversos: Realidades en transición.
En la Nave 0 se reflexiona con diferentes propuestas sobre el metaverso. Cómo cada vez estas meta realidades estarán más presentes en nuestras vidas y es necesario un pensamiento que nos sirva para habitarlas más sabiamente.
Esta exposición reúne cinco metaversos y una instalación en un recorrido que se inicia con The Subject Changes, una pieza de arte generativa centrada en un personaje en constante evolución. A partir de ahí se nos invita a recorrer un poblado virtual en H.O.R.I.Z.O.N., pasearnos por un paisaje virtual habitado por obras de arte digital en Planet L.E.V. Matadero, escuchar a un buen número de artistas sonoros en AFTERLIFE, y explorar la cultura de club en proyectos como Tívoli Cloud VR y el Club Matryoshka. La exposición de la Nave 0 era recorrida por personas de diferentes edades siendo los niños los que mejor se movían por ella: para ellos «metaverso» es una palabra tan común como para los adultos es «televisión», «tren» o «bañera».
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Marina Herlop: cuevas calizas marcianas.
Los conciertos en la Plaza Matadero empezaron puntuales con Marina Herlop. La cantante, pianista, creadora y performer se presentó de rojo galáctico, japonés y folklórico custodiada por sus dos coristas y respaldada por su percusionista. Ritmos orientales de 5/8 y variaciones calculadas donde las voces jugaban a la percusión y a las armonías y su metáfora de jardín se representaba en directo.
Centrándose en su último disco Pripyat, ofreció un concierto cantando mas al unísono que la última vez que la vimos en el Atlántida Film Fest. Fraseos inventados que suenan a japonés y alguna canción en catalán. Todo muy medido y con esa batería más pesada sobre pianos a lo Satie o Debussy. Loops a los que iban añadiendo golpes y voces, y pianos ágiles que te invitan a un mundo de cuevas calizas marcianas donde parece que hay alguien que se esconde y protege.
Fue la única actuación de la noche sin proyecciones, y ni falta que hizo pues es una propuesta con magnetismo: los fondos de diferentes colores fueron suficientes para no apartar la vista del escenario. Ahora está inmersa en una gira por el mundo y esperamos con gran curiosidad lo nuevo que saque.
Iglooghost
Algo de fresco ya en la noche e Iglooghost con actitud londinense y proyecciones druidas high tech presentaba su Lei Line Eon. Graves potentes y samplers de violines con sus fraseados a lo Tricky al más puro estilo de club.
Visuales potentes de texturas mercurias jugando con los ritmos para romper el baile. Coros de la cantante BABii, con la que colabora habitualmente. Fue un concierto intenso y brillante hasta que por problema con su laptop y cuando llevaba poco tiempo BABii en escena tuvo que parar casi al final. Sin perder el tiempo Alva Noto estaba preparado para dar la más impactante actuación de la noche.
Alva Noto: el punto y la línea.
La actuación de Alva Noto fue fiel a su concepción musical basada en lo pequeño, en los puntos como ruido, los ambientes y la acumulación de clics y texturas espectrales.
Para Noto el ruido tiene un fuerte contenido musical, es frecuente encontrar en sus piezas sonidos de dispositivos electrónicos, pitidos, y señales. Como los de la televisión que contemplaba de pequeño en la RDA funcionando tan solo un par de horas al día, y que al agotarse se transformaba en masa visual ruidosa, un desorden de formas que no deberían ser vistas ni escuchadas.
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La intensidad del repertorio fue in crescendo, una sorpresa para los que acudiesen con prejuicios tras haber presenciado actuaciones pasadas radicalmente minimalistas. En L.E.V nos regaló tempos provocadores y un ritmo en repetición hacia un climax de techno glitch, oscuro, elegante y muy bailable.
Alva Noto podría haber cerrado perfectamente el line up y nos hubiéramos retirado felices y sacudidas, sin embargo funcionó como un contrapunto interesante para recibir a Sinjim Hawke y Zora Jones, diametralmente opuestos, en términos de especatularidad y excesos.
Los visuales de Alva Noto, de corte clínico y limpio, dibujaban un electrocardiograma que acompañaba y remarcaba, a modo de metáfora gráfica; pero nunca supuso una distracción. Demostró de nuevo su voluntad por trabajar con el esqueleto de las cosas, el sonido mínimo, el visual mínimo, y qué expresión más básica que el punto y la línea sobre el plano.
Sinjin Hawke y Zora Jones
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Terminaron de calentar la fría noche Sinjin Hawke y Zora Jones con tecnología de reconocimiento corporal y sus avatares deformes haciéndonos bailar sus piezas a dúo o turnándose de una manera muy natural. Aunque en 2018 sacaron conjuntamente el álbum God tiraron mucho de sus respectivas carreras en solitario.
Entre el pop, el dance, el hip-hop y el electro más moderno, aderezado con ritmos étnicos, veíamos sus réplicas infográficas en la gran pantalla moverse al ritmo de sus cuerpos. Techno de gran gramaje y gran performance de esta pareja de productores canadienses que nos dejaron con muy buen sabor de boca para acabar la noche.
Domingo 25.
Tras unos churros y unos cafés teníamos cita matinal con la sección VRTX de realidad virtual de la Nave 17 (esta crónica cada vez se va pareciendo más a una novela futurista). Con la ayuda de gafas 3D y sus cascos y mandos pudimos adentrarnos en mundos alucinantes tan reales que a veces daban vértigo, un vértigo muy agradable, he de reconocer.
- Empecé con Anandala de Kevin Mack: suspendido en el cielo de este arte inmersivo pude volar a través y entre estructuras multiformes y con infinitas texturas llamadas Blorts. Casi sentía el aire y el vértigo y no estaba sujeto a los límites de la gravedad ni de la velocidad. Podría haberme quedado ahí horas, días… imposible contarlo.
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- Mi siguiente inmersión fue Meet me halfway de la artista, arquitecta e ingeniera italiana Anna Pompermaier: entorno hibrido que se amplía en la realidad virtual donde puedes tocar y completar así la experiencia. Es también una reflexión sobre cómo puede ser el arte futuro.
- Tan poética como inquietante es On the morning you wake (to the end of the world) de Archer´s Mark & Atlas V: rememora un suceso que ocurrió en 2018 en Hawaii cuando se alertó erróneamente a la población por SMS de que un misil balístico iba a impactar sobre la isla. A través de testimonios reales vives la angustia de los protagonistas casi en su piel. Un alegato pacifista y antinuclear.
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- Si pensamos en los videojuegos multijugador como algo que aísla a las personas es necesario que nos sumerjamos en Goliath: Playing with reality de Barry Gene Murphy & May Abdalla. Nos cuenta la redención de un paciente con esquizofrenia a través de los juegos en línea. Desde sus adicciones al juego y al alcohol a cómo llegó a cierta estabilidad a través de relacionarse con otros jugadores. La forma tan creativa y empática de presentarnos esta historia conmovedora nos abre los ojos a nuevas formas de narrativas documentales.
- Terminamos la experiencia matinal de inmersión experimental con Ghost Island: Innervision de la artista de Taipei Meuko! Meuko! Un avance hacia un totem rodeado de perros que corren a tu lado como experiencia 3D a tiempo real.
Un poco flotando vamos hacia la Plaza Matadero para lo de Clara Brea.
Clara Brea: ningún ruido es inocente
En una ocasión grabé una entrevista a Clara Brea, me explicó cómo usaba su grabadora para captar sonidos en exterior, golpeó una barandilla de una verja en varios puntos y de pronto la barandilla era otra cosa, sonaron notas. Me acordé en ese momento de Ryuichi Sakamoto con un cubo en la cabeza golpeándolo con un palito en mitad del bosque. Le dije que me recordaba a él y a su deseo de robarle el sonido a cualquier cosa.
Con su sesión para el L.E.V, Clara Brea nos invitó a realizar un ejercicio de escucha activa al aire libre. Clara Brea fue beneficiaria de la Residencia de Matadero de Mujeres en la Música Electrónica en 2021, durante ese tiempo se dedicó a recoger y registrar multitud de sonidos de la ciudad de Madrid.
La pieza que preparó para L.E.V comenzó como un viaje sinestésico en el que nos invitó a tumbarnos en hamacas y a cubrirnos los ojos con antifaces. Tal vez así, con los ojos cerrados y tan solo escuchando, adoptando una postura en alerta de animal nocturno, seamos capaces de ser más conscientes de lo que ocurre en nuestra ciudad, quién la habita y cómo. Ningún ruido es inocente. El rastro humano y las máquinas inundan casi toda la experiencia sonora, a veces un pájaro.
Observamos en el trabajo de Clara una voluntad por el ruido como pieza mínima de construcción que se entremezcla con capas de acumulación ambiental. Pero no se trata solamente de samplear ruidos y componer un paisaje, Clara espera que realicemos un ejercicio meditativo, dejando descansar los ojos saturados de los entornos multi pantalla, nuestros oídos tal vez sepan más que nuestros ojos.
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Terminamos sentados frente a los murales interactivos de Guillaumit hablando un poco de todo lo que hemos vivido durante un par de días y que digeriremos como podamos. Con ganas ya del próximo L.E.V Matadero: un festival que es más que es más que un festival vivencial y reflexivo. Es una propuesta del arte futuro.
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