Texto de Covadonga Carrasco
Fotos de Chus Antón
Portada de ExPERPENTO en marzo de 2010
Life in the treehouse es el resultado del «recreo» de tres músicos que se divierten haciendo lo que de verdad saben. Un disco lleno de luz y optimismo que no deja de lado su característico sonido, pero que les lleva por caminos que no habían explorado aún. Marlango vuelve y lo hace para divertirnos.
Os lo habrán repetido hasta la saciedad durante la promo del disco, pero es cierto. A pesar de que seguís manteniendo el sonido «Marlango», se nota más claridad, más alegría. ¿Lo habéis buscado o ha salido solo?
Las canciones han salido de esa manera, siempre trabajamos según lo que ellas nos dicen… Aunque intentes empujarlas hacia otro lado, ellas se acaban colocando en el lugar que quieren y deben estar.
¿Life in the treehouse es una «recolocación» personal y musical?
Creo que todo lo que nos pasa en nuestras vidas se muestra en lo que hacemos. Alejandro y Leonor han sido padres, cada uno de ellos ha tenido un hijo, la experiencia de las tres giras que hemos hecho, los viajes, lo que hemos ido cambiando cada uno por separado y juntos, todo se ve reflejado claramente en lo que hacemos.
Habéis comentado que ya no sois «islas». Ese punto de egocentrismo propio del ser humano ¿os lo habéis quitado de encima?
Sí, nos ha desaparecido. El hecho de tener niños hace que dejes de mirarte tu propio ombligo, hay otro al que tienes que mirar y da igual lo que te pase a ti, lo que de verdad te importa es que no les pase nada a tus niños. Cuando vas madurando te das cuenta de que hay cosas mucho más importantes que uno mismo.
Hace tiempo nos dijisteis que Marlango era vuestro «patio de recreo», el lugar donde respirar alejados del resto de proyectos que tenéis por separado. ¿Siguesiendo así?
Sí, seguimos haciendo muchas cosas por separado. Yo tengo otros dos proyectos, toco con otra gente; Alejandro está preparando un disco de piano para niños, Leonor tiene el tema de la actuación… Hacemos tantas cosas distintas que volver a Marlango significa traernos todas esas experiencias de cada lugar y… jugar.
Debe ser difícil al tener tantos proyectos por separado, crear un nuevo disco en conjunto. ¿Cómo os lo montáis?
Cada uno va haciendo su trabajo por su lado y luego nos juntamos todos, ponemos las cosas sobre la mesa y a ir encajándolas. Antes trabajábamos juntos, se escribían canciones constantemente, ahora vamos trabajando «solitos» y luego traemos las cosas, juntamos melodías con letras y… ¡A ver qué es lo que sale!
Habéis tenido un montón de colaboraciones en el disco ¿Han sido «buscadas» o «encontradas»?
Más que colaboradores son amigos, son muy cercanos. Los temas cuando estaban al 90% terminados pensábamos «esta canción pide los coros de Rubén y de Leyva», los llamamos y les enseñamos los temas. Ellos los ven desde fuera, es una visión diferente a la que nosotros mismos tenemos y dicen: «A esta canción sólo le hace falta un coro y una línea de mandolina», se ofrecen y lo hacen. Con Beni Sidran fue un poco distinto, teníamos contacto con Leo Sidran y le preguntamos si su padre también quería colaborar, les pasamos el tema y cuando nos lo entregaron nos resultó genial. En el caso de Rufus Wainwright fue cosa de la discográfica. Nos preguntaron: «Si tuvierais que hacer una lista con colaboradores quién os gustaría» y lo elegimos a él. Coincidió que estaba tocando en Zaragoza, así que Leonor cogió el AVE y se plantó allí. Le presentó tres temas mientras tomaban café y le dijo que hiciera lo que quisiera con cualquiera de ellos y así lo hizo.
Leonor ha comentado que Suso Sáiz además de ser un colaborador en este disco, es una especie de guía espiritual… ¿Qué tiene este hombre que todo el mundo habla auténticas maravillas de él?
Es un encanto, si lo conoces algún día te darás cuenta. Es padre, hermano, amigo, colega. Lo es todo.
En ocasiones os meten en el saco de la música alternativa, en otras de lo comercial. Imaginamos a estas alturas de la película por dónde os pasáis esos comentarios, sin embargo ¿por qué en este país seguimos poniendo etiquetas para luego comenzar a criticar?
No es sólo para criticar, las etiquetas se ponen también para poder vender. Es cuestión de los críticos de música o de las tiendas de discos que necesitan colocar esa etiqueta para ubicar al grupo en un sitio u otro… Nosotros hacemos la música que sabemos hacer y de la única manera en la que sabemos hacerla. Alguien que lo compra puede decir: «esto es pop», muy bien; «esto es alternativo», muy bien… todas las opiniones son válidas.
Le habéis querido dar un toque de sencillez al disco y sin embargo, probablemente es uno de los que mejor suena…
Sí, hemos librado de peso a las canciones. Los temas se han quitado la bufanda y el jersey y han decidido salir a jugar. Es más fácil de escuchar, las canciones, están más desnudas, son más simples.
Resulta curioso porque cuando terminas de escuchar el disco piensas ¿ya? Se hace muy corto. Da ganas de más.
Esto es muy positivo, hemos querido poner las canciones en un orden específico… Al terminar con «Take Me» que es una canción que te da subidón, a mi me ha pasado, que al escucharlo en casa digo «¿ya?, ¿se acabó?», pero han pasado 40 minutos… no es tan corto. Es algo muy bueno, que incentive a la gente a ponérselo más veces desde el principio.
Edición en CD y en Vinilo ¿para coleccionistas o porque los músicos tenéis cierta nostalgia de este tipo de soporte?
Los tres somos personas «analógicas». Nos encanta el sonido del vinilo, el ritual. Si te das cuenta es el formato que nunca ha desaparecido. El CD estará a punto de esfumarse, el cassette ya lo hizo, ahora lo que va a quedar es el mp3 y el vinilo. Este año, las ventas de vinilos han crecido un 130%. La gente está volviendo a ese rito, el de quitarle el polvo, posar la aguja… No creo que sea cuestión de coleccionistas, es un medio que nunca ha desparecido y yo nunca he dejado de tener. El CD hoy en día es un formato de transición, te lo compras para meterlo en el mp3, poca gente lo pone en el equipo de música para escucharlo ahí.
El disco tiene alguna canción que recuerda a The Pretenders. ¿Alguna influencia?
Imagino que sí, hemos escuchado mucha música. Yo nací y crecí en Estados Unidos y me he empapado de toda esa música de los 70 y 80, Alejandro y Leonor también. Todo lo que escuchas se refleja en lo que haces. Muchas veces a la hora de ponernos a hacer canciones Alejandro toca una melodía y pregunta: «Ésta no es de nadie, ¿no?», entonces nos ponemos a pensar y le decimos: «No, no es de nadie. Ésta es tuya».
El primer disco fue una sorpresa, con el resto de trabajos se demostró que había mucha calidad en Marlango, que era algo diferente ¿Cómo definirías este cuarto trabajo Life in the treehouse?
Luminoso, bailable y con muchas ganas de hacer que la gente se lo pase bien.