Perfilex: Margarita Xirgu


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Texto de Covadonga Carrasco
Ilustración [c] Rubén Rodríguez Risquez

¡Han asesinado a mi hijo!

En ExPERPENTO me piden que escriba sobre la Xirgu porque saben que me emociona, pero al mismo tiempo me cuesta hablar de ella, porque inevitablemente he de hablar de Lorca, y no quiero opacar a una mujer que hizo del teatro trinchera, templo y su particular forma de resistencia.

Margarita Xirgu fue una mujer valiente y comprometida, que viajó a América a trabajar durante seis meses que acabaron siendo treinta y tres años. La idea de regresar a España jamás fue una opción. Como mujer de izquierdas y lesbiana, su vida corría peligro. Pero Margarita Xirgu no huyó, sencillamente eligió seguir siendo libre sobre un escenario mientras sufría con las noticias que le llegaban de España a la que jamás volvió, pero con la que siempre estuvo comprometida.

Desde el exilio, no dejó de hacer teatro. Fundó compañías en Uruguay, Argentina y Chile, y usó el arte como forma de resistencia, de memoria y de refugio.

Fue parte activa en los homenajes a obreros empresariados, convirtió su hogar en asilo para proteger a republicanos perseguidos y canceló una gira por Italia en señal de protesta contra el avance de las tropas fascistas de Mussolini.
Es una mujer que trabajó con los mejores dramaturgos de España, como Valle-Inclán, o Jacinto Benavente, pero que encontró probablemente a su alter ego en Federico García Lorca. Esas relaciones que se forjan a base del desprecio y la incomprensión del resto y que nacen para romperse solo con la muerte.

Y eso pasó, el asesinato de Lorca partió en dos a la Xirgu, que se enteró de su asesinato mientras estaba de gira en México, donde iba a reencontrarse con el granaíno, poco antes de representar Yerma. Devastada por el crimen, transformó el texto y donde Yerma debía decir: «Yo misma he matado a mi hijo», Margarita gritó: «¡Han asesinado a mi hijo!», convirtiendo el dolor de su personaje en denuncia por la pérdida irreparable de su amigo Federico.
Poco antes la Xirgu había pedido a Lorca que le escribiese un papel de mala. «Te lo haré», prometió Federico y en ese momento, la Xirgu y Bernarda Alba fueron una para siempre.

A pesar del dolor, Margarita Xirgu estrenó la obra en el exilio en 1945, en Buenos Aires, buscando ella misma al reparto de quince actrices que interpretarían al elenco de una de las obras maestras de la historia del teatro. Lo hizo, no solo con dignidad y respeto, sino como una forma de homenaje y nuevamente, de resistencia.

La interpretación de La casa de Bernarda Alba canalizó el dolor de una España desgarrada convirtiendo ese estreno en un grito de memoria, justicia y en el mejor legado de García Lorca.

Fue valiente, maestra de generaciones, voz del exilio y alma del teatro. Su vida fue una constante entrega al arte y a los ideales, incluso cuando el precio fue dejarlo todo atrás y regresar a España cuando su cuerpo ya era inerte.

No podemos medir su legado solo en escenarios o aplausos, sino en la huella profunda que dejó en la historia del teatro; y en los parias que se vieron representados por la manera en la que Margarita Xirgu eligió vivir.

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