QUINCEAÑERA


Texto de Reyes Muñoz

Explicaremos lo que es Quinceañera. Cuando una joven cumple los quince, la familia se involucra en un ritual cuyo fin último es celebrarlo a lo grande. Es lo que por aquí se llama «la puesta de largo» (un mito para la mayoría de las españolas que cumplen los quince, los dieciocho y los treinta sin pena ni gloria).

En esas está Magdalena, hija del responsable de una iglesia en un barrio de Los Ángeles hasta que se queda embarazada y es expulsada de su casa. No la queda otro remedio que refugiarse en la de su tío abuelo Tomás, un anciano muy peculiar que vive de la venta ambulante de una bebida. Allí también vive Carlos, un joven homosexual al que también su familia ha puesto de patitas en la calle.

La casa que Tomás tiene alquilada está en el jardín de un edificio comprado por una pareja gay que prevé un futurible cambio social en el barrio. Supuestamente, los bohemios (con pasta) se van a afincar allí y claro está, el cambio suscita tensiones y miedos entre los habitantes del barrio de toda la vida. Los problemas hacen que Magdalena, Carlos y Tomás vayan sintiéndose cada vez más unidos, más familia.

Estamos ante un film de los que llaman «kitchen sink» (dramas de cocina) basado en las tensiones raciales, de clase y sexuales. El bajo presupuesto ha jugado a su favor, ofreciéndonos un retrato realista y sin florituras de un «microuniverso» en transición.

Una película tan sencilla como Quinceañera corre el peligro de ser vanalizada. Sin dar rodeos: lo que desde aquí os pedimos es que vayáis a verla. Tiene las cantidades precisas de humor, drama, azucar, sal y pimienta. Es, en resumen, una de esas historias esencialmente bellas, de las que consiguen que salgas de la sala con una sonrisa satisfecha.

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