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Entrevista de Raquel Carrillo
Fotografías cortesía de dypcomunicacion.com
El 28 de marzo se estrena en cines la cuarta película de Albert Pintó, Tierra de Nadie. Un western gaditano protagonizado por Luis Zahera, Karra Elejalde y Jesús Carroza. La historia de tres amigos de toda la vida con el conflicto del narcotráfico de fondo.
Tenemos la suerte de haber pillado a Albert Pintó en el rodaje de la segunda temporada de Berlín en Sevilla. Con él, damos un repaso a toda su carrera hablando de esta peli, de Berlín 2, de Sky Rojo y hasta del pelotazo de Nowhere.
«Mi obsesión es que el espectador sienta que le pasa un tren de emociones durante dos horas»
¿Cuál es la semilla de Tierra de nadie?
A inicios de 2023 me llamó el productor Álvaro Ariza porque tenían un guion con Fernando Navarro, y querían que me involucrara en el proyecto para contar esta historia sobre el conflicto que vivimos en el sur de España. Me lo leo, veo que tiene mucho potencial, y me pongo a trabajar con Fernando Navarro.
Por suerte me dan la libertad de aportar un poco mi visión, y llevar la película un poco más del thriller al drama. Mi aportación fue la de contar una historia más humana de tres amigos, más que una película de narcotráfico, que de alguna manera las hemos visto muchas veces.
El guion de Fernando ya tenía esos personajazos, estaba muy bien escrito, olía a Cádiz y al conflicto, pero quería poner el foco de la dirección en este aspecto, porque en mis películas intento siempre hacer un blockbuster de autor, que es lo que a mí me gusta. Que la película sea entretenida, que guste, pero que al mismo tiempo haya un componente humano muy arraigado.
La película está inspirada en los hechos que ocurren en Cádiz desde hace años, debido al narcotráfico. Justo esta semana hace un año que murieron dos guardias civiles arrollados por una narcolancha en Barbate.
Sí, esto lleva sucediendo muchas décadas. Lo que contamos ya ha pasado, sigue pasando y creo que está bien darle voz. De hecho, mientras hacíamos la película fueron sucediendo cosas que fueron como, madre mía, se está clavando lo que está pasando con lo que estamos contando.
Hubo también un atraco en un furgón, lo de los guardias civiles en Barbate, situaciones de incautación de droga… Entonces pensábamos: «bueno, estamos en la línea, estamos contándolo bien, está sucediendo lo que estamos contando». Y eso nos dio fuerza para seguir adelante con el proceso.
«Esta película es una oda a la amistad de tres amigos de toda la vida, que han tomado tres caminos totalmente distintos debido al narcotráfico»
¿Cómo fue la acogida gaditana durante el rodaje? Porque la gente que está viviendo allí sufre este problema día a día. ¿Cómo os lo trasladaron a vosotros?
La verdad es que la Guardia Civil nos dio todas las facilidades del mundo. Todo fue a favor, porque parece que sucede en el sur, pero en realidad es un problema del país.
Fue bonito rodar allí y sentirse tan acogidos, y ellos también agradecidos de que fuéramos a contar su realidad. De ahí también que la película cuente la realidad de tres personajes, y cómo sus vidas se ven afectadas por culpa de esta situación. El narcotráfico y todo lo que sucede es un marco, pero en el fondo empuja a estos personajes a tomar unas decisiones en su vida u otras.
Para mí esta película es una oda a la amistad de tres amigos de toda la vida, que han tomado tres caminos totalmente distintos. Podrían ser un reflejo de la realidad de la gente de allí, un poco en tierra de nadie. Que lo transmite muy bien el personaje de Carlos, interpretado por Jesús Carroza.
«Luis, Karra y Jesús son actorazos con una energía maravillosa en sí. Tú les pones la cámara y ya estás haciendo cine ¿sabes?»
¿Cómo ha sido rodar con estos tres actores, leyenda ya de este país?
La verdad es que una maravilla. Lo mejor que me llevo de este proyecto es habernos conocido, y nos hemos hecho muy amigos. Ha sido un viaje juntos muy bonito, y la verdad es que el casting fue casi a dedo, o sea, no hubo proceso de selección. Yo tenía clarísimo que quería a Luis (Zahera), a Karra (Elejalde), y a Jesús (Carroza), que para mí es ya otra estrella de nuestro país, porque creo que es un actorazo. Los tres tienen una energía maravillosa en sí, y que… no sé cómo decir esto… Tú les pones la cámara y ya estás haciendo cine, ¿sabes?
También hacer mención a los secundarios porque en la película, más allá de ser una historia de tres amigos, era muy importante reflejar el entorno que les rodea. Los secundarios tienen que ser igual o más poderosos a nivel interpretativo, porque son los que al final te acaban dando una veracidad de la historia.
Creo que tengo un cast brutal de de grandísimos eternos secundarios, como Mona Martínez, Vicente Romero, Emilio Palacios, Tamara Casella… que son tótems no muy conocidos, y me parece un poco injusto.
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¿Se pensó desde el inicio del proyecto en que los personajes principales fueran un gallego, un vasco y un andaluz?
Cuando llegué al proyecto, no había todavía una elección de casting. Eran tres personajes muy definidos, pero no existía el concepto del gallego y el vasco. Pero cuando llego y digo: tienen que ser Zahera, Karra y Jesús, lo incorporamos al guión.
Tenía claro que yo no quería jugar al acento con ellos. Hay una concepción de quién es Luis, y quién es Karra, que está en el imaginario de todos, y dije: aquí lo más lógico es que han venido al sur a vivir.
El guion entonces se adapta y Navarro empieza a dialogar para ellos. Fue un trabajo como de un año de escritura e ir macerándolo. También cuando ellos empiezan a ensayar, acaban de hacer suyo el personaje.
Una curiosidad, ¿Qué es lo que come todo el tiempo el personaje de Zahera?
Cacahuetes. (Risas). Eso es una mierda mía, me gusta que los personajes hagan cosas siempre, porque en la vida tenemos acciones todo el rato. Entonces yo quería que fuera un tipo al que su ansiedad le come por dentro.
Entonces, hablé con él (Luis Zahera) y le dije: «¿Qué quieres comer, Luis?, ¿Pipas, kikos, altramuces, nueces?». Y me dijo: «Cacahuetes. Te voy a dar más tomas si son cacahuetes». Y yo dije, «Que sean cacahuetes». Así que sí, eso fue una incorporación bonita que creo que le da algo divertido al personaje.
De lo que estoy más orgulloso es del concepto de las heridas físicas que tienen los tres, que es una metáfora de las heridas que les ha generado el conflicto, su amistad y su vida allí. Los tres tienen una herida física, que a la vez representa esa herida interna de su amistad, y de lo que están sintiendo. Eso también fue una cosa que me compraron.
«Yo quería hacer un western español. La película tiene un tiempo interno que se va cocinando a fuego lento, pero que en el fondo es una olla a presión»
En la película se refleja muy bien la luz de Cádiz, que es muy especial.
Sí, muy dorada. Sí, sí, eso era clave porque, de hecho, lo más complicado de la película fue que se quería rodar en las localizaciones reales en Cádiz, en Barbate. Porque evidentemente las poblaciones y las ciudades tienen su color, su arquitectura y su olor. La luz del sur no es la misma que la que tenemos en Madrid, o la que puede haber en Galicia. El sol es más dorado, más bajito.
David Acereto, que es un fotógrafo increíble, una bestia, captó muy bien la esencia. Él es de Barbate, conocía muy bien las horas de luz en las que hay que rodar, los sitios donde hay que rodar… Casi que se convirtió en el localizador de la película, porque nos daba muchas orientaciones de esto aquí, esto allí…
También es verdad que yo quería hacer una especie de western español. Y hacer esta película, que es como un clásico, con un tiempo interno sin muchas prisas, sin mucha necesidad de corte. Que se sintiera y se viviera el peso, porque en el fondo es una olla a presión. Una especie de caldo de cultivo, que se va cocinando a fuego lento. Entonces se necesitaba también una fotografía y una narrativa que soportaran esa cadencia.
Haciendo un repaso a tu carrera, ¿de las películas que has dirigido, cuál recuerdas con más cariño?
Las quiero a las cuatro, son como mis cuatro bebés. Estoy intentando explorar géneros a cada película que hago, así como distintos tonos, porque es como me gusta contar historias.
Mi primera película, Matar a Dios, es una comedia negra surrealista; Malasaña 32 es terror; Nowhere es una survival drama; y esta es un thriller dramático policíaco. Entonces, es imposible quedarse con ninguna, porque cada una es muy distinta de la anterior. Cada una ha sido más dura que la anterior, eso sí.
Lo que sí es común a todas, son las pinceladas de personajes humanos a los que les pasan cosas por dentro, y que son estos mismos personajes los que te llevan la narración. A las cuatro las quiero mucho, no reniego de ninguna. Estoy muy feliz con mi filmografía.
¿Cuál fue más complicada de rodar? Nowhere me parece complicadísima.
Sí, sí, bueno, Nowhere se lleva la palma. Fue un reto técnico loquísimo. La técnica ahí primaba casi por encima de todo, y de hecho le dije a Anna Castillo: «Anna, necesito que le des la organicidad, la realidad y la veracidad a la película, que va a contrastar con lo difícil técnicamente que va a ser rodarla».
Necesitaba que ella le diera mucha verdad para que no se me quedara fría, para que no se quedase postiza, porque era tan complicado rodar en el mar, en el contenedor, en una caja de cuatro paredes, que se podía perder la actuación dentro de tanta técnica. Entonces, Anna era clave para que eso no pasara. Entonces, sí, sí, esa película fue un desmadre técnico.
Pero bueno, Tierra de Nadie también tiene mucha acción, muchas localizaciones. No rodamos en plató ningún día, es todo a la intemperie, bajo las inclemencias del tiempo. Y también muchos actores.
«Cuando me llega el high concept de Nowhere lleva una frase que es: ‘Una chica embarazada en medio del mar en un contenedor’. Y dije: ‘Hostia, esto es muy guapo, esto no lo he visto nunca’.
Nowhere es la película más vista de Netflix rodada en castellano, y la segunda de habla no inglesa, ¿Te esperabas este éxito?
No, yo creo que nadie se puede esperar un éxito como ese, porque es una cosa que pasa una vez en la vida. Sí que es verdad que aquí en España funcionó, pero donde ha funcionado mucho es en el resto del mundo, o sea, una barbaridad, sin nada de promoción… Fue una cosa que fue sola.
Pero sí que te voy a decir que yo sentí que tenía una gran película entre las manos. Cuando me llega el high concept de Nowhere lleva una frase que es: «Una chica embarazada en medio del mar en un contenedor». Y dije: «Hostia, esto es muy guapo, esto no lo he visto nunca». «Esto es un high concept, vamos a empezar a trabajar en un guion». Entonces estuvimos como dos o tres años trabajando en eso. Yo sentía que la película podía ser muy guapa, y cuando la terminamos yo sentí que habíamos hecho algo muy bonito.
Entonces, eso lo sientes como director, ¿sabes? Que tienes algo bonito. Lo que pasa es que la película es del espectador, las películas son del público. O sea, una vez tú las sueltas al mundo, no sabes qué va a pasar, no sabes cómo van a ser digeridas, ni cómo van a ser recibidas. Entonces hay algo como: bueno, te puede gustar mucho tu película, sabes que tienes algo bonito, pero puede no gustar.
Mi motivación y mi obsesión es conectar con el público. Que el espectador lo pase bien, se sienta conmovido y pase un rato maravilloso. Que vuelva a ir al cine y sienta que durante dos horas le pasa un tren por encima. Que se vaya a casa contento de haber vivido algo bonito. Y eso está más allá de mis propias necesidades artísticas. Siempre pienso: «aquí que no se aburran», «aquí démosles un poco de tiempo para respirar», «aquí vamos a darles una sorpresa»….
Me gusta mucho jugar con ese diálogo con el espectador, que es como en diferido, porque tú lo generas a tiempo visto, dices: «bueno, yo creo que aquí van a sentir y a vivir esto», y es al cabo de un año, que no sabes si lo has hecho bien, ¿no? Pero bueno, a eso nos dedicamos.
«Los directores de cine no salvamos vidas, pero intentamos salvar almas»
He leído que disfrutas más haciendo películas que series…. Por cierto, en esta revista somos muy fans de Sky Rojo.
¿Ah sí? Jajaja… Ay qué bien, yo creía que Sky Rojo no le gustaba a nadie.
¿En serio? Es una serie muy admirada en mi círculo.
Tiene mucha controversia esa serie, pero bueno… Siempre digo que los directores no salvamos vidas, pero intentamos salvar almas, ¿no? De alguna forma relajar a la gente y evadirla de su vida.
Para mí personalmente, y a nivel de carrera, Sky Rojo fue la primera serie que hice, y mi primera participación con Álex (Pina) y Esther (Martínez Lobato) en Vancouver. Fue un trampolín maravilloso para poder seguir trabajando con ellos después en La Casa de Papel o en Berlín. Álex Pina vio Malasaña 32, y le vio muchas virtudes, y entonces fue cuando me contactó para Sky Rojo.
Fue mi primera aproximación de cómo trabajar algo tan estético, donde la forma a veces es súper importante, pero sin perder de vista el fondo y la verdad de lo que se está contando. Por ejemplo, había momentos muy dramáticos del personaje de Verónica Sánchez sufriendo vejaciones, o llorando por su adicción a las drogas, y estabas rodándolo con planos preciosos y brutales. Pero no podías perder el momento de conmover al espectador. Entonces, compaginar esas dos cosas fue como: «¡Wow, hostia!». Fue un viaje como loco.
«Tengo la suerte de poder compaginar películas y series. Un pie lo tengo en el streaming de las series, y el otro en el cine, haciendo mis películas»
¿Cuáles son las principales diferencias entre rodar para una peli y para una serie?
Hacer una peli es como una especie de de sprint, una serie es una carrera de fondo. Es más larga, estás muchos meses, tienes que tener una resistencia, un aguante físico y psicológico mayor, porque sujetas muchos capítulos. Es mucho material, muchos días de rodaje.
Además, las series en concreto en las que he tenido la suerte de participar, tienen cosas loquísimas. De hecho, creo que lo más loco que he rodado ha sido en las series de Vancouver. Cuando piensas que ya lo has hecho todo, te viene un guion y dices: «no me creo que tenga que rodar esto». Te entra ansiedad. No te pienses que lo lees y dices: «perfecto, chupado, vamos a rodar». No, siempre hay un momento de decir: «¡Madre mía!». Y te entra el sudor frío: «¿Cómo saco adelante esto para que mole y para que sea la hostia?».
Entonces, claro, una película en el fondo está más controlada, casi que la diriges desde el inicio. Aquí en una serie, tienes a Álex y a Esther que escriben desde su tranquilidad. Y te llega el guion y tú dices: «Nooooooo ¿En serioo?» (Risas). Entonces, es un viaje muy divertido, es maravilloso como músculo para aprender.
Me parece bonito tener la suerte de poder compaginar series y películas. Me siento muy afortunado, con un pie en el streaming, en las series, y el otro pie en el cine, haciendo mis películas. Me parece perfecto, porque en unas te desarrollas un poco más personalmente, y en las otras desarrollas más tu técnica y tus habilidades.
¿Qué es lo primero que abordas como director cuando vas a rodar una escena?
Lo principal es qué está contando la secuencia, eso es clave. No hay que perder nunca el foco, porque a veces estás explotando o persiguiendo algo, disparando o tirando a alguien por algún sitio; o a veces has parado medio Madrid para hacer una cosa y dices: «vale, esto está muy bien, pero ¿qué estamos contando?, ¿qué qué es lo que tengo que sacar de aquí?, ¿qué es lo que el espectador tiene que codificar de esta secuencia?». Eso es lo primordial.
Y a partir de ahí, intento desarrollar la planificación alrededor, y contarles a los actores que vamos a rodar 65 planos, pero que lo que estamos intentando contar es esto, ¿vale?
«En Berlín 2 vamos a volver a la esencia y la adrenalina de La Casa de Papel. Va a volver el thriller, la acción y las pistolas»
Te tengo que hacer la pregunta de rigor. ¿Qué nos puedes adelantar de Berlín 2?
Uy, me meten en la cárcel (Risas). Lo que sí te puedo decir es que va a haber incorporaciones de nuevos actores muy potentes: Inma Cuesta y Marta Nieto, por ejemplo. Y que esta temporada va a volver el thriller, la acción y las pistolas, en detrimento de la comedia romántica o vodevil francés que era la primera temporada.
Va a volver a la esencia y la adrenalina de La Casa de Papel. Así que estamos yendo otra vez a secuencias heavies. También te puedo decir que esta segunda temporada sucede en Sevilla.
Por último, y volviendo a Tierra de Nadie, ¿qué le diría al público para que fueran al cine a verla?
Pues que es una película que no se acostumbra a ver en el cine español porque es como un blockbuster, pero de autor. Hay algo muy personal dentro de algo mainstream, entonces creo que es una combinación maravillosa para llevarlo al cine.
Creo que es una película que la he hecho pensando en pantalla grande, las escalas, los cuadros y los planos están pensados para que la gente disfrute esa hora y cuarenta y cinco minutos en la sala. Creo que es un viaje brutal de tres personajes que merecen ser vistos en pantalla grande, porque la verdad es que la película en la tele desmerece mucho. Entonces yo creo que es una oportunidad para pasárselo de puta madre en el cine y comprar palomitas.
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