Maps to the stars


Texto de Diego Yturriaga

Un mapa de las estrellas es un mapa del infierno: «ese lugar donde no hay barbitúricos». El incesto, los abusos, la locura, el horror corporal y una sociedad hollywoodiense nauseabunda (las drogas tienen sus consecuencias), forman las constelaciones de este cielo que nos dibuja el maestro del thriller norteamericano David Cronenberg. Hay un mantra que se repite durante la película, un poema de Paul Éluard: Libertad («En la carne que me es dada, en la frente de mis amigos, en cada mano tendida, escribo tu nombre»), que tiene que ver con esa obsesión del director de La mosca con la deformación física humana y sus relaciones con la psique. Cuando vemos esta película nos damos cuenta de que ya no son los 15 minutos de fama que dijo Warhol con los que contamos sino que ya somos famosos todo el tiempo. La actriz Julianne Moore interpreta de manera magistral a una actriz que a su vez va a interpretar a otra actriz: su famosa madre. Este mundo perverso de fama y dinero toca también a los niños que se convierten en reflejo superlativo de los adultos donde no hay líneas donde pararse. A pesar de lo enrarecido del ambiente subconsciente, Cronenberg hace un retrato a modo de cuento que nos deja vacíos y llenos de preguntas al mismo tiempo.

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