Entrevista de BiPaul
Elenco: Nicolás Pérez Costa y Juan Ignacio Gé
Autoría: Nicolás Pérez Costa y Matías Puricelli
Dirección: Matías Puricelli
Escenografía: Isabel Agüero
Fotografía: Nacho Lunadei
Vestuario: Gustavo Alderete
Sábados de mayo en El umbral de primavera
Nicolás Pérez Costa presenta en Madrid, en El umbral de primavera, su obra Sade en una velada incómoda. Él mismo se pone en contacto con la revista en Instagram.
Recibimos un dossier en el que se nos cuenta muy poco sobre la obra y debemos confiar en datos circunstanciales: ya ha sido un éxito en Argentina y el productor, autor y actor del montaje, Nicolás Pérez Costa, llega a Madrid con una maleta llena de experiencias y prestigio.
Nos tememos que el misterio del dossier es premeditado y decidimos hacerle unas preguntas. Suponemos que quiere que vayamos a ver la obra con la mente limpia y que evitará dar muchos detalles. La intriga forma parte del montaje.
Sacamos algunas cosas en claro. Responde a algo que a mí, personalmente, me preocupa: ¿si voy a ver la obra estaré acojonado? ¿sufriré yo la velada incómoda? La respuesta es que no… Y que sí, porque parece que el texto, según nos cuenta su creador, nos enfrenta a nuestra propia moralidad.
«Mi desgracia no es consecuencia de mi manera de pensar, sino de los demás». Así se abre la nota de prensa. Sabemos que al Marqués de Sade lo persiguió todo el mundo… El antiguo régimen y la Asamblea revolucionaria… y sabemos que era más de imaginar que de vivir. ¿De qué manera reivindica esta obra a Sade? ¿Como revolucionario? ¿Como escritor? ¿Como “imaginador”? ¿Como víctima?
La obra no propone reivindicarlo, no creo que lo necesite. Propone observarlo, intentar descifrar un aspecto humano de un personaje al que se ha magnificado, demonizado, vapuleado… y, en definitiva, su irreverencia no ha sido más que la pulsión orgánica de un hombre libre frente a la observación de una opresión social desde los aspectos más arraigados en la cultura y en la sociedad.
En mi humilde opinión Sade ha sido un escritor, un gran “imaginador”, un filósofo, un denunciante de lo que hacía en términos sexuales toda la aristocracia y la nobleza de la época —muy bien retratada en todas sus novelas. En especial Justine y su secuela Juliette—.
Esta obra es un momento en su soledad, que es la soledad de quienes tienen voces en su cabeza que les hablan de libertad. Eso es, en mi opinión, de lo más insoportable
«…todas las heroínas de sus historias, son eso, “heroínas”, son mujeres… y todas se empoderan, y desenmascaran un mundo hipócrita, que no resiste análisis ni cuestionamiento…»
Se da un fenómeno curioso con Sade. Tuvieron que pasar los siglos para que toda su obra saliera a la luz, y ahora que no se oculta, la evolución positiva de la ética —sobre todo me refiero al feminismo— hace que no salga muy bien parado. Es decir, de alguna manera, la poca luz lo mitificaba, ¿no?
Simone de Beauvoir escribió una suerte de ensayo muy interesante sobre él que se titula ¿Hay que quemar a Sade? Allí se ponen muchas cosas en duda, sobre todo el planteo de un Sade misógino. Juega con la idea de un Sade homosexual, que por mandatos en el seno de una familia muy religiosa, lo crió su tío Capellán, desarrolló esa pulsión violenta en contra del “deber ser”.
Me resultó tan enriquecedor leer a Sade desde Beauvoir… Como bien expresas han pasado siglos desde su obra, es necesario decodificarlo, es necesario preguntarse “¿cuál sería el planteo de Sade hoy?”.
Yo creo que él se alinea con los conceptos de libertad, de igualdad de género, de identidad… Donde hace algo muy polémico es con el poder y las clases. Pero todas las heroínas de sus historias, son eso, “heroínas”, son mujeres… y todas se empoderan, y desenmascaran un mundo hipócrita, que no resiste análisis ni cuestionamiento: el de un hombre (sic) que dicta leyes de ética y moral.
«…los rincones más oscuros de las cabezas son aquellos a los que no podemos acceder… si el de algún espectador es esencialmente el sexual… lo que más lamento es cuan aburrida será su intimidad»
Afirmas que la obra pretende encender luces en los rincones más oscuros de la cabeza del espectador. No sé cómo entender esto, teniendo en cuenta lo más conocido del marqués de Sade. Sin ir más lejos, el término «sadismo» proviene de Sade. ¿Estamos hablando de fetichismos sexuales o de otros asuntos más amplios? Explícanos un poco, por favor.
“Siempre se llega al placer a través del dolor”. Eso sentencia el marqués, cuestionable. ¿Habla solo sobre sexo? ¿No es acaso también lo que la religión católica dice sobre la redención y el sufrimiento como vehículo hacia la recompensa? ¿Qué es más cuestionable? ¿Alguna postura lo es más?
Es verdad que su literatura es sexualmente explícita…. Me pregunto o te pregunto ¿Hay algo más libre que utilizar el lenguaje para retratar la vida como es? ¿o el sexo no es parte de la vida? ¿Hay algo más hermoso que la libertad cuando no es definida por una sola palabra, «libertad», sino por un conjunto y reflejan, por ejemplo, la intimidad?
No construiría un altar en torno a él. Tampoco lo construyo en torno a ninguna figura. Finalmente mi lectura es que los rincones más oscuros de las cabezas son aquellos a los que no podemos acceder… si el de algún espectador es esencialmente el sexual… lo que más lamento es cuan aburrida será su intimidad. Nuestra pieza propone hablar mucho más allá de ello
«Todo comienza a enrarecerse, todo se pone en duda… todo es relativo… lo que ves en el teatro y fuera de él. Como siempre, se trata de creer o no creer»
La obra se llama “Sade en una velada incómoda”. ¿Para quien es la velada incómoda? Me ha parecido entender que Sade se dirige a los espectadores de forma individual. ¿Es así? ¿Nos explicas un poco la estructura del montaje?
El espectador o a la espectadora ingresa a un espacio ambiguo, podría ser la casa de Sade, así se siente. Es cálido, algo hay de una decadencia, de “algo que fue pero ya no es”. Interpela al público, no para obtener respuesta.
Interpelar. No estamos acostumbrados a las miradas ya, por más sórdido y duro que suene. El contacto en el teatro es hoy un fenómeno. Que alguien mientras te mira a los ojos te hable de locura, de libertad, de placer, de intimidad, relate un acto íntimo; propone ser magnéticamente incómodo. Pero lo que realmente define este verbo es lo que va sucediendo a lo largo de la pieza, un hecho puntual… Todo comienza a enrarecerse, todo se pone en duda… todo es relativo… lo que ves en el teatro y fuera de él. Como siempre, se trata de creer o no creer.
¿Cual es tu experiencia tras su paso por los teatros argentinos? El marqués desafía a sus invitados, los provoca… ¿Hay respuesta del público a esa provocación? ¿Es el objetivo o la gente trata de pasar desapercibida?
La experiencia en Argentina ha sido hermosa, las mejores devoluciones son las de aquellas personas que dicen: “Al salir investigue sobre él”. La historia nos propone comprendernos en el presente. Traer nuestra interpretación de este hombre fascinante abre, en el mejor de los casos, solo una nueva pregunta en el espectador… una línea, una nueva forma de pensarse… eso es provocación… la respuesta no sucede en escena, al menos hasta ahora no ha sido así.
¿Cómo crees que va a funcionar la obra en España? El público argentino, tengo entendido, es más “histriónico” que el español. Esto queda claro, por ejemplo, en los partidos de fútbol.
He presenciado aplausos muy generosos en España, si a eso nos referimos con el histrión del público. Claro que lo que sucede en una partido de fútbol no sucede en el teatro en ningún lugar, creo… y me alegro. No creo hacer una obra como esta para obtener esa devolución.
Que alguien me escriba luego y me diga que sigue con taquicardia, que alguien me escriba luego y me diga que se compró un libro de él… O que me hablen del detalle de la puesta, de cómo está contado, que sigan hablando de esta velada los veinte metros que hay hasta llegar a la esquina de El Umbral de Primavera… eso es para lo que trabajo. De eso no me enteraré jamás… Solo espero que “funcione” en ese aspecto. O en una entrevista interesante como esta, supongo esperarás lo mismo. Que en sus cabezas queden nuestras preguntas, y no en las nuestras el sonido de un aplauso.