«La doble muerte de Unamuno» de Luis García Jambrina y Manuel Menchón


Entrevista de Covadonga Carrasco
Imagen: Portada del libro La doble muerte de Unamuno, cortesía de Capitán Swing

No siempre los entrevistados son fáciles, otras veces podrías estar horas hablando con ellos porque su conocimiento sobre determinados temas es enriquecedor a niveles que no imaginarías. Esta charla, que fue en lo que se convirtió la entrevista, es de las segundas. Y es que Luis García Jambrina y Manuel Menchón, no solo han escrito La doble muerte de Unamuno, un libro que, únicamente pretenden desenmascarar una mentira y devolverle a Unamuno, la dignidad que muchos quisieron robarle, también hacen que reflexiones, que hagas autocrítica y sobre todo, que tengas ganas de salir de la conformidad para replantearte muchas cosas. Todo eso, sí, está en el libro y en esta entrevista.

Un libro necesario, que no podía haber salido en un momento más adecuado…

Luis: Sí, eso parece. Podría ser fruto de la casualidad, pero cada cosa al final llega en el momento en el que tiene que llegar… No fue aposta, fue aparentemente fruto de la casualidad.

En este país libros como La doble muerte de Unamuno hacen mucha falta. Vamos a ciegas con nuestra propia historia.

Luis: Bueno, parece que hay gente a la que estas cosas no le gustan. No les gusta que se remueva, que no es remover, es que lo que nunca se enterró bien, lógicamente hay que desenterrarlo.

Manuel: Pero es bastante tremendo que moleste algo que sucedió hace ochenta años y que tiene que ver con Unamuno. Si fuese de tu abuela, pues lo entiendo…

Algo de un personaje tan importante para la cultura de nuestro país y que no haya tenido una repercusión mayor en los medios de comunicación. Esto pasa en otro país y estáis en todas partes.

Manuel: Justo de esto tenía una conversación el otro día. Esto pasa en Alemania, y se descubre que Stephan Zweig no se ha suicidado, sino que lo han matado… Y lo que pasa aquí, efectivamente, habla mucho del estado de la cultura de este país.

Luis: Bueno, vamos esperar un poquito a ver si cambia. Es todo tan arbitrario, depende de las condiciones políticas de cada momento, no se mira con objetividad. La importancia y la trascendencia que tiene un tema, depende de la conveniencia y los intereses. La esperanza que cabe es que esas circunstancias puedan variar.
Yo de alguna manera también me lo esperaba. Si este asunto ha estado 85 años sin tocar, ceñido todo al relato oficial, no va a cambiar de la noche a la mañana. Lo primero que se va a decir, por algunas partes, es que no hay pruebas, que no fue así, que no es el momento… Vamos a ver qué recorrido tiene.

El libro genera malestar, por todo lo que ha pasado y que no queremos ver y por la escasez en el conocimiento sobre la historia más reciente de nuestro país, que es nulo. La historia la escriben los vencedores, pero tenemos la responsabilidad de asumirlo tal cual o de hacer un poco de autocrítica. Nos tragamos fake news todos los días y ponemos en duda un libro que aporta documentación…

Luis: Todo lo que has dicho es así, pero además, le unimos que la figura de Unamuno es compleja. Su muerte no es asumida ni por unos ni por otros. Para unos es un traidor, para otros, además de un traidor lo manipulan y lo utilizan propagandísticamente para sus intereses, o lo denigran en otros momentos. Quedó en un purgatorio durante mucho tiempo. Quedan muchas dudas y reticencias sobre su figura.

«Y él se pasó la vida negándose a que lo clasificaran, lo etiquetaran, lo definieran, lo limitaran, lo redujeran a una postura, a unas ideas».

Imagino que, porque al final, buscaba siempre la verdad y la verdad es incómoda siempre.

Manuel: Es eso exactamente.

Luis: Sí, asumimos esa divisa: “Antes la verdad que la paz”. Si examinas esa frase, es muy fuerte. Hay muy pocas personas que elijan la verdad antes que la paz. Nos gusta más la paz o tendemos más a la paz. Y podemos apostar por la verdad en un momento puntual de nuestras vidas, pero mantenerlo está al alcance de muy pocos y uno de ellos, creo que fue Unamuno.
Fue una persona inclasificable, como decimos en el prólogo. Ni con hunos ni con hotros, escrito como hacía él, con h para darle más fuerza gráfica. Y él se pasó la vida negándose a que lo clasificaran, lo etiquetaran, lo definieran, lo limitaran, lo redujeran a una postura, a unas ideas. Porque el ser humano y el pensamiento no es así, el pensamiento lo cuestiona todo, todo el tiempo. Es “vivir en una agonía”, como decía él, en sentido etimológico de la palabra, es una actitud muy complicada, sobre todo para los demás. Necesitamos clasificar a las personas, ponerles una etiqueta.
Esto hoy día es muy importante. Por eso quizá decías tú que este era un momento adecuado para este libro. Estamos otra vez en esas, en etiquetar, en polarizar, y el pensamiento no es así. El pensamiento es dialéctico, no para, no se trata de partir de una antítesis y llegar a una síntesis definitiva. Debe estar cuestionándolo todo, y esa actitud no está al alcance de casi nadie, y además genera malestar en el resto. No se acepta que haya alguien por ahí que no tenga una etiqueta puesta, que no podamos situar dónde está.
Uno de los tópicos que se le aplican a Unamuno es que era un personaje contradictorio, dicho en sentido peyorativo, que también eso podía tener una lectura positiva. Pero tampoco era así, no decía «a» y luego «b». Es simplemente que el pensamiento varía, sobre la República, por ejemplo.

«Unamuno podía ser molesto para determinada gente aquí, en España, hay cosas que no les interesa mover y muchas de nuestra historia que no se conocen».

Se puede tener un pensamiento contradictorio, pero porque tu pensamiento como dices, evoluciona y debe ser crítico y puedes darte cuenta de que te equivocas.

Luis: Eso es, puedes saber reconocer los errores o aceptar que te has sentido engañado. Por eso digo, que el pensamiento no para y hay que verlo en ese sentido.

Manuel: Todo lo estamos centrando en Unamuno, pero hay una cosa importante, Covadonga. Por ejemplo, a Unamuno se le había estudiado en el entorno de la literatura, pero no en el contexto de la Guerra Civil, ni siquiera se ha estudiado o se conoce nada en el inicio de la Guerra alrededor de los intelectuales. Hoy en día se está estudiando el tema de la persecución y quema de libros. Hay que tener una cosa en cuenta, al principio del Golpe los libros de Unamuno estaban en las listas de la Falange, es que ni siquiera eso está hoy estudiado.
Estoy de acuerdo con lo que dice Luis, Unamuno podía ser molesto para determinada gente aquí, en España, hay cosas que no les interesa mover y muchas de nuestra historia que no se conocen.
Y curiosamente, a raíz del documental (Palabras para un fin del mundo), yo estoy teniendo peticiones de multitud de Universidades importantes de fuera de España: la de Boston, la de Amberes, la de Yale… para profundizar sobre ese tema. Aquí ha pasado solo con la de Salamanca. Es muy sorprendente que no dimensionemos. Creo que tendrá que pasar un poco de tiempo para que tengamos en cuenta la relevancia de esto.

¿Hace falta más tiempo? ¿De verdad? ¿No hemos tenido tiempo suficiente?

Manuel: El común de los mortales en España no conoce las reuniones entre Mussolini y Mola creando grupos paramilitares para desestabilizar la República desde el año 33 y 34. Todo eso está documentado y con archivos, pero la mayoría de la gente no lo sabe. Lo sacó Ángel Viñas y fue tachado de conspiranoico y de friki. Ha tenido que pasar mucho tiempo para que se acepte en el entorno académico, pero no ha llegado a los libros de texto, por ejemplo, ni a la opinión pública.
Tampoco se sabía que aquí se quemaban libros. Hay cuatro fotos y se cree que ardieron más libros que en Alemania. No es una exageración porque ardieron todos los libros en euskera, gallego, catalán, valenciano, sumados a los ideológicamente contrarios a los golpistas. Y no tenemos esa dimensión.

Esa es precisamente una de las cosas que tratáis en el libro, la última persona que estuvo con Unamuno y, que según la versión oficial era un amigo íntimo de Unamuno, dos meses antes estaba quemando libros. No cuadra mucho en el perfil del círculo amistoso de un personaje así. Cosas como esa, deberíamos replanteárnoslas…

Manuel: Pero peor aún que eso, es que esta persona era el jefe de prensa y propaganda del Régimen, que es la persona que lo ve morir, y las personas que se llevan el cuerpo cuando fallece, también son de prensa y propaganda… Es que es de una gravedad todo.

«Aunque solo sea por higiene mental, las cosas hay que someterlas a revisión. Y esa es la gran lección de Unamuno, él estaba revisando constantemente sus posturas».

Luis: El asunto es ese, más allá de intereses políticos que pudiese haber en un determinado momento y en estas últimas décadas. Creo que a veces, las cosas se explican por la negligencia, la comedidad… aquello de “tengamos la fiesta en paz”, que es un dicho tan español o “no nos metamos ahí a revolver”. Y no, señores, investigar es un derecho que además, no tiene fecha de caducidad y debemos hacerlo una y otra vez. Pero la inercia, la comodidad… lleva a seguir dando por buenas cosas que a poco que te esfuerces, queda claro que no fueron así.
En el caso de esta persona, que fue la última que vio a Unamuno con vida, se ha venido repitiendo esta cuestión, si era ex alumno, discípulo o amigo. Ninguna de las tres cosas son ciertas, pero es que eran muy fáciles de demostrar, queda muy claro en el libro.
Para negar la primera, que no era exalumno, bastaba con enviar un mail a archivos de la Universidad de Salamanca y comprobar en un minuto, que no estuvo matriculado allí, que estudió Comercio y Derecho, pero no Filología y no en Salamanca. Sin embargo, en biografías, incluso de las más recientes, se sigue repitiendo que fue exalumno.
¿Discípulo? Era una persona que tenía con Unamuno posturas contradictorias ideológicamente. No podía ser su discípulo por una cuestión de actitud ante la vida y de pensamiento. Estamos ante un extremo dogmatismo frente a la tolerancia y espíritu crítico de Unamuno. Es que no se pueden concebir dos posturas más antagónicas.
Y, por último, una persona que impulsa, ampara e incluso justifica la quema de libros el 29 de octubre de 1936, no puede tener nada que ver con Unamuno para quien, los libros, son lo más sagrado. Y ya no hablemos de El Quijote, que es el que se utiliza para justificar esas quemas de libros. Solamente con enumerar esas circunstancias, que salen a) de los archivos, b) de las hemerotecas, c) de un análisis puramente racional… ese aspecto queda desmontado. Y como ese, todos los demás.
Nosotros hemos cogido el relato oficial, el que se ha ido creando a lo largo del tiemp, para primero desenmascararlo, y luego desmontarlo pieza por pieza. Ya está.
Hay que ser muy respetuoso con el lector. Él sabrá sacar sus propias conclusiones. Pero ya, el mero hecho de arrojar un poco de luz sobre un episodio tan oscuro y controvertido de la historia de España, que además no es un episodio cualquiera, es importante.
Ya lo decía Manuel, cuando hablamos de Unamuno, lo hacemos de la historia reciente de España y de la Guerra Civil, porque en su figura se resume y se sintetizan los primeros meses del Golpe. Entre otras cosas porque era el intelectual, con mucha diferencia, más importante y prestigioso fuera de España.
Es que tuvo la desdicha de vivir en ese momento en el ojo del huracán, en Salamanca, donde estaba el cuartel general de Franco en ese momento, además de la oficina de prensa y propaganda, que es la otra parte con la que se hacen las guerras. Las guerras no solo se hacen con las armas y los militares, también se hacen con las palabras, con las imágenes, con la propaganda. Y al servicio de esa propaganda estaban Millán Astray y un montón de escritores y periodistas que contribuyeron a todo eso. Y en el medio estaba Unamuno.

Manuel: Me parece importante reseñar una cosa. Además de la gravedad sobre el relato de la muerte de Unamuno y la utilización propagandística, hay hechos que se han ocultado durante décadas, que van más allá de su muerte.
En primer lugar, demostramos que lo de que a Unamuno no se le diese el premio Nobel por apoyar el fascismo es mentira. Primero porque pertenece al comité antifascista, segundo porque la Alemania nazi opera para que no se le dé y tercero, porque la Italia de Mussolini también trabaja para obstaculizar a Unamuno. Partimos de que antes de la muerte, era ya incómodo.
En segundo lugar, toda la polémica en torno a Unamuno, se centraba en el 12 de octubre con el enfrentamiento con Millán Astray. Esto se mantiene hasta 2019. Había gente de derechas, muy de derechas y de izquierdas, que decía que eso no había pasado. Los de izquierdas porque no les caía en gracia y los de derechas, simple y llanamente porque hay un dibujo en el que se ve a Unamuno sonriente, dándole la manita a Millán Astray, también sonriente. Es de donde parte toda esta investigación.
Cuando hice la película “La isla del viento”, que es una película de ficción de Unamuno, amenazaron con demandarme para quitar la secuencia de la película de ese momento, porque decían que no había pruebas físicas de aquello. Y que Unamuno y Millán Astray eran amigos. Este problema también lo tuvo Amenábar.
Pero voy más allá, los que decían que sí había pasado, manipulaban el hecho, porque en la biografía fundacional de Unamuno, de Salcedo, en 1960, se omite a Rizal, que era el traidor número uno y era un acto de alta traición citarlo.
Y me encuentro en 2019, que Andrés Trapiello, que es alguien a quien admiro, que trabaja muy bien y que me parece digno de tener en cuenta, repite la misma historia. Reproduce el documento de Unamuno en el que falta la firma de Rizal, que está borrada porque repite el mismo relato de Salcedo en los 60.
Nosotros en el libro hemos reproducido el documento original de Unamuno y simple y llanamente lo hemos restituido y ampliado para que se vea claramente el nombre de Rizal. La manipulación ha sido total. ¿Por qué se ha producido esa manipulación? Pues sencillamente porque era un acto de alta traición.

Luis: Es lo que hace saltar a Millán Astray, lo que lo subleva.

Manuel: Es un todo, el Nobel, el 12 de octubre… es que no se entiende si no la muerte de Unamuno sin lo que pasó el 12 de octubre, sin el acto de alta traición de aquel día. Hay que asumir tantas cosas de repente, que popes como este señor al que yo admiro mucho, que escribe muy bien, repiten lo mismo… No puede ser, se acabó.

Luis: Aunque solo sea por higiene mental, las cosas hay que someterlas a revisión. Y esa es la gran lección de Unamuno, él estaba revisando constantemente sus posturas.

Si Unamuno apareciese hoy…

Manuel: Entonces se moriría de un ictus, de un chungo, como dice la versión oficial. La lectura de todo esto, a día de hoy, se centra en el peligro que tiene la manipulación, y eso lo estamos viendo actualmente, cómo perdura… Es dificilísimo quitar de en medio una mentira que perdura. Y de hecho, el poco eco que estamos teniendo en España, es por eso.
Siempre pongo el ejemplo de cuando te dicen que los Reyes Magos, son los padres, tienes un shock, te cuesta asimilarlo. Cuando llevas estudiando a Unamuno cincuenta años, que dices, mira cito a Rizal, los documentos del 12 de octubre existen, nadie había encontrado los documentos de los nazis, y aparecen… ¡y se sigue repitiendo que no le dieron el Nobel a Unamuno por ser facha! Toda la versión de la muerte se cae por su propio peso. Pero… ¿esto qué es?

«Las cosas no estaban enterradas, no es que un día alguien haciendo obras en su casa se lo encuentre, no. Los documentos estaban ahí, pero nadie había querido sacarlos, ordenarlos y sobre todo, ponerlos encima de la mesa».

Si nosotros mismos no filtramos, y hacemos un ejercicio de coherencia y nos creernos cada cosa que vemos en Twitter o que llega por Whatsapp, mal vamos. Hay que filtrar… descartar de tanta información aquella que no es real.
Por el momento que vivimos y, sobre todo, por de dónde venimos, que nos ha llevado a lo que somos hoy, es obvio que no hemos hecho un ejercicio de revisión sobre nosotros mismos como españoles y sobre nuestra propia historia.
Sin saber de dónde venimos, no podemos desarrollarnos como una sociedad funcional y moderna… Es imposible. Este libro refleja a la perfección cómo hemos ido repitiendo los mismos errores una y otra vez.

Luis: Exacto, este caso, es un caso de libro con respecto a la manipulación. Un ejemplo perfecto que debería estudiarse en las facultades de comunicación, como un caso de manipulación en tiempo de guerra. Y es una aplicación, casi a rajatabla, de las normas de Goebbles, el famoso ministro de propaganda de Hitler. No cito textualmente, pero decía algo más o menos así: Una mentira a fuerza de repetirla, acaba convirtiéndose en una verdad. Y eso es muy difícil de desmontar. También está estudiado y hay referencias en nuestro libro, que aquellos eran discípulos, o que al menos tenían como referente a Goebbles.

Manuel: Tengo que añadir, Luis que, además, Bartolomé Aragón, era director de un periódico falangista en Huelva. Yo me he encontrado artículos traducidos de Goebbles y de Göring en ese periódico. Son cosas que no me he encontrado en otras publicaciones de sublevados. Es que este señor era directamente un filonazi. Vamos, que hay fotos de actos en los que participaba con esvásticas y todo. Y es lo que dice Luis. Este tipo venía de estudiar Ciencias Corporativas en la Universidad de Pisa, uno de los epicentros del fascismo italiano.

Luis: Es así, además estas palabras que estamos usando, las estamos utilizando con toda objetividad. Ellos no se avergonzaban de ser fascistas, de alabar a Mussolini o de reverenciar a Goebbels. Y es que está ahí, cuando vas buscando una cosa, te encuentras con otra que no esperabas porque todo está muy conectado. no hay que hacer grandes esfuerzos. No hay nada casual ni gratuito, todo obedece a una operación.
No solo la muerte de Unamuno, sobre todas las circunstancias relacionadas con el 12 de octubre, se han escrito tantos libros, tantos artículos, se han dado tantas versiones… pero todavía era algo que estaba por estudiar en profundidad: o se daban relatos mitificadores, o se daban relatos desmitificadores. O se le daba mucha trascendencia al hecho, o se silenciaba y se recurría a todo tipo de pruebas como fotografías que no muestran nada, o que incluso estaban ya hechas fuera del Paraninfo.
Resulta que el relato apareció hace año y medio, en esas cuartillas del catedrático de Derecho, Ignacio Serrano. Un relato de primera mano, escrito horas después del hecho, por un testigo presencial. Había estado guardado en la familia y en ese momento tampoco se quiso dar, imagino que por inercia, la trascendencia que tenía. Algo que arroja luz sobre lo que sucedió y pone el foco sobre Rizal, sobre la mención que hace Unamuno sobre él. Y cuando metes esa pieza en el puzzle, todo cobra sentido.
Primero está claro que el enfrentamiento entre Millán Astray y Unamuno se produjo y que fue virulento. También, que tuvo fatales y trágicas consecuencias, lo mires por donde lo mires… Y la gran prueba llega de una persona que no debe suscitar ninguna suspicacia, porque además de ser testigo de los hechos, era una persona del entorno de los sublevados. Esa persona lo dejó escrito todo con una claridad y una ecuanimidad que sorprende.
Las cosas no estaban enterradas, no es que un día alguien haciendo obras en su casa se lo encuentre, no. Los documentos estaban ahí, pero nadie había querido sacarlos, ordenarlos y sobre todo, ponerlos encima de la mesa.

«Pero para mí la clave de este documento, no es solo Rizal, sino que siempre se había comentado que Millán Astray había dicho: “¡Viva la muerte!”. Y no, interrumpe a Unamuno y le dice: “Los catalanistas morirán y los profesores con teorías averiadas, morirán también”».

A medida que se habla en el libro de los sucesos, antes de llegar al capítulo del «Cuento de Navidad», iba pensando que el relato oficial era propio de una novela mala. ¿Cómo es posible que, además de ser un relato tan cutre, se utilizase su figura de una manera tan desagradable? Y lo peor, que a día de hoy nos tapemos los ojos, sin importar la cantidad de pruebas que aparezcan.

Manuel: Serrano era catedrático de Derecho y tiene ese punto de objetividad, no es cineasta como yo, que puedo ser más peliculero. Serrano fue legislador con Franco y no conoció a Unamuno. Pues bien, las notas de Serrano, los cede la familia de Serrano a los Rabaté y a mí.
Yo tenía que haber estrenado la película a la par que salía la edición de El Resentimiento y entonces, sigo indagando, porque para mí la clave de ese documento no es tanto la veracidad del suceso del 12 de octubre, cuyas consecuencias para Unamuno eran conocidas: fue destituido de la Universidad. El 23, Franco firma la destitución; al día siguiente, el 24, asesinan a Salvador Vila, amigo personal de Unamuno; a los seis días, la primera aparición de Millán Astray tras el 12 de octubre, es para dar un discurso contra los intelectuales, para matar a aquellos no adeptos al régimen; en noviembre se radia una conferencia del padre Tusquets, que era el confesor de Carmen Polo y el preceptor de Carmencita, diciendo que Unamuno es masón, cuando estaban fusilando a masones en Salamanca… Todo eso se obvia, ok.
Pero para mí la clave de este documento, no es solo Rizal, sino que siempre se había comentado que Millán Astray había dicho: “¡Viva la muerte!”. Y no, interrumpe a Unamuno y le dice: “Los catalanistas morirán y los profesores con teorías averiadas, morirán también”.
Entonces claro, esto lo escribe Serrano y a Luis le gusta decir que es una profecía. A mí me gusta más decir que es casi una orden, en boca de un general… Cuando yo tenía ese documento en las manos, decidí seguir investigando en lugar de sacarlo y punto. Hubo incluso amigos míos que me dijeron que ni se me ocurriese sacarlo porque me iban a perseguir de por vida y me iban a tachar de todo.
Pero es que son datos y documentos, no me estoy inventando nada. Incluso estuve durante mucho tiempo buscando algún resquicio que sostuviera la versión oficial. Y no hay nada, excepto el relato de prensa y propaganda que, además, se contradice en varias ocasiones.

«Es la doble muerte, porque lo más grave en el caso de Unamuno, es la manipulación política que había empezado ya por parte de la Falange en 1933»

Si está más que demostrado y todos sabemos cómo funciona un régimen totalitario, que no es nada nuevo… Sigo en mis trece, ¡¿Nadie va a hacerle caso a documentos que prueban que eso no fue así?!

Manuel: Desde esa óptica, hay que ponerlo todo en tela de juicio, no se puede aceptar ningún relato que surja en ese momento.
Por eso, no solo hemos cuestionado si eran o no amigos, sino las últimas palabras de Unamuno, alguien que se pasó la vida escribiendo y hablando. Pues bien, esas palabras las conocemos de un testigo interesado que estaba en el bando opuesto… y nunca han sido puestas en tela de juicio.
Nosotros hemos intentando desmontar eso y demostrar que eso no pudo decirlo. No hay ninguna prueba, pero si vas contrastando testimonios de esa misma persona, porque no da un único testimonio, da varios a lo largo del tiempo, se contradicen, a veces son incoherentes.
Incluso cuando se repite el testimonio, también hay que desconfiar, porque lo hace de una manera literal y todos sabemos que la memoria no funciona así. No repetimos nunca las cosas de la misma manera, salvo que hayamos aprendido de memoria una versión interesada de los hechos y entonces sí, la repetimos en los mismos términos.
Pero dejándolo a un lado, el libro no trata solo de esto, vamos un poco más allá. Es la doble muerte, porque lo más grave en el caso de Unamuno, es la manipulación política que había empezado ya por parte de la Falange en 1933. Siempre estuvieron detrás de él, para que los apoyara, que fuese su mentor, y siguieron intentando después, máxime cuando Unamuno, en un principio saluda y da la bienvenida al alzamiento, cuando luego vio que no era lo que esperaba.
La cosa se agrava cuando esa manipulación viene después de su muerte, cuando ya no puede defenderse y replicar. Se le entierra como a uno de los suyos, como a un caído, un falangista, un fascista. Justo lo contrario de lo que fue. Para él eso era muy grave, hemos partido de que nunca quiso que se le clasificara. Y luego, la cosa continuó durante la posguerra. Damos algunos datos que parecen anecdóticos, pero que creo que dibujan muy bien la situación, le siguen usando, infamando.
Pero, ¿qué tipo de relato construyeron? Como dices tú, una novela mala, un cuento de Navidad, un relato de mesa camilla de los de teatro burgués, cuando realmente si hay un género literario que define la muerte de Unamuno, es la tragedia. En su sentido más Shakespiriano, muere de una manera muy trágica y, sin embargo, el relato que se nos da es justamente el contrario.

«Cuando tu abuelo es Unamuno, muere así, en un relato de mesa camilla como dice Luis o en un cuento de Navidad como digo yo… es la típica anécdota que cuentas, muriendo frente a un alumno, la última noche del año… ¡Eso lo cuentas!»

Pero además de novela mala es la crueldad con la que se hace. Se le quita de en medio. Vosotros lo definís de una manera muy bonita: “Había que neutralizarlo”. No nos lo podemos cargar porque va a ser demasiado obvio, después de asesinar a Lorca.
En Salamanca todo el mundo ve la forma en la que se le aparta, los problemas que ha tenido, los enfrentamientos y sufre un arresto domiciliario en toda regla. En aquel momento había mucho miedo, pero pasado ese miedo…

Manuel: Ese miedo continuó y forma parte del ADN. De hecho, creo que una de las claves, por ejemplo, es que, a los nietos de Unamuno sus padres, no les contaron jamás las circunstancias en las que se produjo la muerte de su abuelo.
Cuando tu abuelo es Unamuno, muere así, en un relato de mesa camilla como dice Luis o en un cuento de Navidad como digo yo… es la típica anécdota que cuentas, muriendo frente a un alumno, la última noche del año… ¡Eso lo cuentas! Pues, jamás, jamás… Ellos solo recuerdan que roban el cadáver los de prensa y propaganda. En mitad del velatorio lo interrumpen todo y los gritos de Bartolomé Aragón que solo sabía decir “¡Yo no lo he matado!”.
Fíjate que hablando de eso, esta gente vivió con terror. Varios de los hijos de Unamuno tenían abiertos expedientes.

Luis: Y cuando pasa el tiempo el asunto se convierte en tabú. Y con esa losa de miedo, si no se ha hablado durante tanto tiempo, se prefiere olvidar antes que volver sobre él. También existe el temor de que tu silencio se entienda como un silencio cómplice.
Aunque, para ser sinceros, Manuel y yo siempre decimos que sí que ha habido una estudiosa de Unamuno, que desconfió de la versión oficial e intentó averiguar algo. Margaret T. Rudd, una hispanista, fue su primera biógrafa, solo que la publicó en inglés y nunca se tradujo al español.

Y eso no hace sospechar, claro…

Luis: Claro… Se publica a principios de los años 60 y no se traduce, mientras que en Estados Unidos se reedita en el año 75, si no recuerdo mal. Y aquí quedó en el limbo.

Manuel: Ni es conocido, ni hasta hace muy poco siquiera estaba en la Casa Museo de Unamuno. No estaba tampoco en la bibliografía oficial, era como que todo partía de Salcedo y él publica después de ella. Porque Margaret hace la investigación en los 50.
Pero qué pasa, que era una mujer y americana… Todo parte de una tesis doctoral que ella estaba escribiendo y que dirige Federico Donís, que este sí que fue amigo de Unamuno y que emigra por cuestiones políticas a Puerto Rico y la va guiando para conseguir entrevistas con los hijos de Unamuno, con el propio Bartolomé, con Loscertales…
Y ella deja ver desde el principio que Bartolomé era un personaje agresivo, que no eran amigos, que miente directamente… ella misma lo dice. Pues ese libro desaparece de nuestro país. Yo no lo he encontrado en ninguna biblioteca en España. No digo que haya una conspiración, pero sí que se obvia.
Se fundaciona todo sobre Salcedo, un libro muy bueno en muchos aspectos, pero un libro hijo de su tiempo, en un contexto muy determinado. Siempre se ha seguido esa corriente. Y claro… este es el país donde vivimos, la dinámica establecida… Se encargaron de purgar todo eso…

«Tenemos la verdad y la mentira y luego la bendita ignorancia sobre determinados temas que incomodan»

Me resulta envidiable la manera en la que se gestionó la historia, a pesar de todos los errores que, por supuesto, también se cometieron también allí, Alemania.

Manuel: Claro, pero es que allí perdieron la guerra, aquí la ganaron.

Luis: El asunto no es solo de un lado, es que todos hemos sido cómplices de esta situación. En el año 2005 yo escribí un relato de ficción sobre Unamuno. Es un cuento, no tengo por qué investigar, basado en los recuerdos de una niña que vivió aquella época. Y reconozco que no me basé más que en el libro de Salcedo, que era el que todo el mundo utilizaba. Me limité a esa versión dándola por buena. Ojo, que yo en el cuento no la doy por buena, pero porque me baso en los recuerdos de una persona y doy por sentado que murió asesinado. Pero no fui más allá, buscando quién fue ese señor, quién fue el otro…
Tú lo has dicho antes, no queremos saber la verdad. Tenemos la verdad y la mentira y luego la bendita ignorancia sobre determinados temas que incomodan.

«Para el franquismo no fue ni siquiera el autor de Niebla o San Manuel, fue el autor de La tía Tula».

Imagino que porque eso nos supone a todos tener que replantearnos cosas de uno mismo…

Manuel: No solo de nosotros, sino de nuestra propia familia y nuestros orígenes. Quiénes fueron tus abuelos. Yo, por ejemplo, no sé qué hizo el mío, al que adoraba. Hay temas de los que no se habla.
A raíz de la película y el documental, he tenido llamadas de asociaciones de Recuperación de la Memoria Histórica de Huelva. Me dicen que personas muy mayores han reconocido a Bartolomé Aragón. Está todo por abrir. ¿Cómo es posible que queden fosas comunes con cientos de cadáveres?, ¿de qué estamos hablando?
Y así estamos… España, la única democracia del mundo con sus muertos en las cunetas. Y encima, molesta. Ya no es una cuestión ideológica, sino de salud democrática. Si no conocemos el pasado, no podemos sanar las heridas del presente.
Es lo mismo que sucede en Estados Unidos con el tema racial. Allí no se ha afrontado este tema, y cuando algo está mal curado sale el pus. En Alemania sería impensable que Angela Merkel pactara con la ultraderecha.

Luis: La metáfora esta es muy bonita, bueno, es un poco desagradable. Aquí en España las heridas se han cerrado en falso, las cosas se han enterrado también en falso. No queda otro remedio que desenterrarlas.
En el libro no ofrecemos la verdad sobre la muerte de Unamuno, carecemos de pruebas. Pero sí se dice claramente y con toda clase de argumentos y documentos, lo que no ocurrió. Se desenmascara la mentira. Y en nuestra investigación, llegamos hasta donde podemos llegar, tampoco debemos sentirnos mal por eso.
La mayoría de las investigaciones no llegan a tierra firme y a descubrir la verdad. Siempre quedan puntos oscuros, lagunas… Pero al menos, hay que molestarse en eso, en indagar, en poner el foco. Con eso es más que suficiente. Y con respecto a las pruebas, si no hay modo de saber qué es lo que ocurrió, lo mejor es no hablar.
Eso es un poco lo que hemos hecho. Y lo que queda por hacer en muchos temas, más allá de cualquier confrontación ideológica, porque son responsabilidad de todos y si no hemos avanzado en el conocimiento, o mejor dicho, en el desconocimiento de muchas cosas, no es solo culpa de los vencedores, sino de todos, que seguimos siendo cómplices de ese silencio.

Manuel: Es más trágico no saber qué pasó realmente que saber que lo asesinaron, porque tenemos claro que el relato es falso. La tragedia es no tener la posibilidad de resolver la ecuación, por culpa de una mentira. Para eso se crea esa urdimbre, esa es la tragedia. Además de, por supuesto, de la muerte simbólica. Hay una bipolaridad muy fuerte del gobierno franquista. Porque había muchos libros suyos prohibidos durante esa etapa, la iglesia lo consideró hereje máximo, pero por otra parte, pusieron el nombre de Miguel de Unamuno a un campo de concentración en 1939. Es apropiarse, pero negarlo. No dejarlo ser.
Hoy en día se ve a Unamuno como un poeta, un dramaturgo, un escritor, pero fue mucho más. Fue político, intelectual de primer nivel. Los artículos que tiene publicados son potentísimos, en la España de aquella época y en la de ahora, por todo lo que tiene que ver y, sin embargo, se ha quitado todo eso de en medio y se le ha dejado reducido a la mínima expresión.
Fue piedra fundacional de la República y congresista. Todo esto, se ha quedado así, sin más. Solo ha quedado que fue el autor de Niebla y San Manuel Bueno, mártir. Pero fue muchísimo más.

Luis: Para el franquismo no fue ni siquiera el autor de Niebla o San Manuel, fue el autor de La tía Tula.

Una prueba más de que consiguieron lo que estaban buscando…

Luis: Lo bonito es la paradoja que ha señalado Manuel. Se apropiaron de él para denigrarlo. Lo utilizan solo para eso, no se puede concebir mayor retorcimiento y mezquindad.

«Lo de menos es la muerte, la muerte física es anecdótica, había que acabar con él, meterlo en un purgatorio, neutralizarlo y desactivarlo, porque desde el 12 de octubre hasta el día de su muerte, Unamuno era una bomba de relojería que podía estallar en cualquier momento».

El odio visceral que tenían hacia él era tremendo, de cara a la galería era todo lo contrario, sin embargo, la realidad era un desprecio absoluto hacia su figura.

Luis: Lo de menos es la muerte, la muerte física es anecdótica, había que acabar con él, meterlo en un purgatorio, neutralizarlo y desactivarlo, porque desde el 12 de octubre hasta el día de su muerte, Unamuno era una bomba de relojería que podía estallar en cualquier momento.
Y las consecuencias podían ser tremendas, porque podía haber cambiado la percepción que tenían algunas potencias sobre la Guerra Civil española. Podía haber cambiado hasta el curso de la guerra.
Hay que verlo como una figura completa, era más que un escritor, un intelectual, una persona, siempre he dicho que la mejor obra de Unamuno fue él mismo. Se había ido construyendo un personaje que estaba hecho de su vida y de su obra, porque no se pueden separar.
Encarna el fin de siglo, del XIX, la Guerra Civil, la renovación literaria que sucede a principios del siglo XX en Europa, de una manera ejemplar.
Del mismo modo que él decía que no hay un único yo, que hay una multiplicidad de yoes en uno que van mutando, necesitaba expresarse a través de diferentes tipos de género. A veces le venía bien la novela, otras, el poema, por eso, porque dentro de él había una multiplicidad de facetas y hay que verlo en su conjunto. Era el intelectual más prestigioso y respetado en el mundo.
Por eso era tan importante desde el punto de vista propagandístico. Para entender lo que le pasó a Unamuno en los últimos meses, es muy importante verlo con el trasfondo de la muerte de Lorca. Si a Lorca no le hubiesen fusilado con toda esa repercusión internacional que tuvo y que lo convierte en un símbolo de la represión y la lucha por la libertad, el destino de Unamuno hubiera sido muy distinto. Pero como cometieron, vamos a decirlo así, ese error, con su asesinato, que tampoco está del todo claro, porque nadie quiere responsabilizarse, ni siquiera los que lo mataron….
Unamuno era consciente de eso, porque en las notas que escribe en sus últimos días, alude con gran pesar a la muerte de Lorca, y está convencido de que le va a pasar lo mismo, aunque no del mismo modo.
Están muy relacionadas ambas muertes, una estudiada, conocida internacionalmente, mientras que la otra, ha quedado reducida a ese relato navideño, esa mala novela por entregas, porque además se hizo por entregas a lo largo de los años, y hasta ahora no se ha puesto de relieve la gran tragedia que hay ahí.
Las muertes de Lorca y Unamuno fueron paralelas, muy distintas, pero paralelas. No se puede entender la de Unamuno sin la de Lorca.

«La historia no es algo pétreo. En una dictadura la historia se cierra bajo llave. En una democracia hay que abrirla, revisitarla y sobre todo, cuestionarla. Y eso lo enseña Unamuno»

Podría quedarme horas hablando con vosotros, menudo gustazo. Pero en algún momento, por desgracia tendremos que terminar…
Me gustaría saber de qué manera, no solo para aclarar la muerte de Unamuno, sino para eliminar esa niebla que nos ciega sobre una historia maravillosa que requiere una mayor investigación, qué hay que hacer que nos permita crecer como una sociedad mucho más libre.

Manuel: Pues es que el mejor ejemplo de eso es el propio Unamuno. Alguien que lo cuestionaba todo y que siempre daba la vuelta al calcetín. Esa posición frente a la vida, no solo para revisitar nuestra historia, sino para entender nuestro presente, es necesaria.
Estamos viendo lo que pasa cuando no se le da la vuelta a las cosas, cómo la manipulación puede hacer tanto daño. La historia no es algo pétreo. En una dictadura la historia se cierra bajo llave. En una democracia hay que abrirla, revisitarla y sobre todo, cuestionarla. Y eso lo enseña Unamuno.

Luis: El pasado aún no está escrito, queda mucho por escribir y puede depararnos muchas sorpresas.
Y hablándole ya, directamente a posibles lectores, este es un libro escrito con mucha documentación y con intento de ser rigurosos, pero también con mucha pasión y mucha implicación personal que viene dada de una manera u otra. Somos dos autores muy distintos, de profesiones y edades muy diferentes. Pero tenemos algo en común, de lo poco, y es esa pasión y respeto con la figura de Unamuno. Y creo que esta figura puede ser un gran referente para movernos por esta niebla que nos rodea.
Intentar asumir todas estas perplejidades que nos provoca el mundo de ahora, esas polaridades ideológicas que están muy trasnochadas… Eso lo da Unamuno, no solo por sus libros sino por su valentía. Es el escritor más valiente de la literatura española. Lo pagó con el destierro y al final con esa muerte simbólica, con el secuestro de su figura y su legado tergiversado.
Y, por último, nuestro libro no pretende ser un punto de llegada, sino un punto de partida. No pretendemos haber agotado la materia ni mucho menos. Hay lagunas en nuestro contrarrelato que aún están por aclarar. Pero no solo eso, sino además la ejemplaridad que tiene Unamuno, lo que le sucede en los últimos meses, los primeros de la Guerra Civil, que merece que sigamos investigando, revisando, dándole vueltas y cuestionándolo todo.
Ojalá haya más libros y más investigaciones de todo tipo. No hemos querido hacer un libro de Historia, tiene una dimensión de pensamiento y literaria. Para ello hemos tenido que recurrir a su obra literaria, porque tiene la maravillosa facultad de profetizar ciertas cosas.
Hablando de Niebla, de su gran novela, que se puede sintetizar en una sola frase: ¿Cómo murió Augusto Pérez? En la novela se dan dos versiones y ninguna queda clara. Es el lector el que debe decidir qué pasó o no hacerlo y quedarse con las dos versiones al mismo tiempo. Eso pasa con nuestro libro, hemos puesto de relieve todo lo que hemos encontrado en relación a la muerte física y simbólica y es el lector el que después debe seguir construyendo ese libro.

La “intelectualidad” no llega, en ocasiones, a mucha gente y les aleja de estos temas. Vosotros conseguís algo importantísimo, no solo por la investigación, sino por la manera de contarlo. Eso es extraordinario. Cuando solo se llega a unos pocos… ya sabemos lo que pasa.

Luis: Sí que hemos buscado otro tono, quizá por ser tan dispares: un escritor y un cineasta. Huimos de los enfoques ya manidos, hay que buscar otros caminos para, como dices, llegar a mucha más gente.

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