Tulsa [Amadora]


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Entrevista de Diego Yturriaga
Fotografías (c) de Aitor Laspiur cortesía de Promociones sin Fronteras

El séptimo disco de Tulsa, Amadora, nos ha encantado en ExPERPENTO. Hablamos con Miren Iza, diseccionadora de estados de ánimo propios y ajenos. Amadora es un disco —y obra de teatro— que nos pone en la piel de una mujer que ya ha cumplido los cuarenta y que sufre una catarsis a través del dolor y de situaciones en las que se encuentra y desencuentra.

La conversación es telefónica y todo el caos que trae el periodista lo reconduce la cantautora por su facilidad a la hora de hablar de sentimientos y de su último trabajo. Amadora se presentó en el Festival de Otoño de Madrid 2023 con las entradas agotadas. Pero Amadora como disco es una road movie de sentimientos en torno al amor en estos tiempos, el desamor, la edad, y el haber descuidado la propia felicidad y el empuje vital que puede tener una amiga. Que suenen los palos y se abra el telón, que se abra la tierra.

Soy Diego Yturriaga, para ExPERPENTO.

Esperaba tu llamada

Te llamo para preguntarte por el disco Amadora, ¿qué tal va la promo?

Intensa pero está siendo bastante agradable porque siento que hay un interés genuino en el disco, eso es muy bonito.

¿Cómo fue el germen de Amadora?

La idea la tengo yo inicialmente y busco a María Velasco, la convenzo de que el tema es interesante y que merece la pena la escritura y este este follón. Acepta y lo convierte en algo también suyo, de su propio universo. Son como dos patas que tienen un origen parecido pero luego tienen un desarrollo diferente, y también late un por qué diferente en cada una.

Entonces ¿hay una diferencia entre la obra y el disco?

Sí, por un lado Amadora es un disco, totalmente. Y María es una artista con su propio universo muy potente y muy poderoso, y a la hora de acercarse escuchaba mis razones, pero ella desarrolló las suyas propias. Lo que yo planteaba como como un interés en un dolor que iba viendo en mi día a día de las mujeres, y me hacía preguntas sobre lo social médico y cultural… María lo llevo más al ámbito de su relación con su propia madre y de hacer una especie de reconciliación y de diálogo generacional. Por supuesto el formato es muy diferente: hacer un disco de pop o hacer una escritura con diálogos y escenas, aunque tengan anclajes parecidos, tiene otro vuelo.

«He sido muy consciente de que es un oficio en toda regla».

¿Desde qué momento te acercas a los ensayos?

Desde el principio. He estado en todo el proceso. Una vez que nace la idea, María y yo empezamos el intercambio de textos y canciones. Yo le iba pasando las canciones, que siempre iban un poquito más adelantadas porque habían empezado antes, y ella me iba mandando diferentes escenas.

He delegado completamente en ella en la dirección escénica y en cómo construir la imagen del escenario porque a mí se me escapa totalmente. He sido muy consciente de que es un oficio en toda regla. Eso lo ha construido ella muy apoyada por Josefina Gorostízaga, la coreógrafa: una tercera pata muy importante en la obra. Y yo he estado asistiendo a todo el proceso. En ese campo de la escena estoy más inhibida porque no es mi terreno.

Que haya estado todo el rato está guay porque nos daba mucho miedo que estuvieran los dos universos separados, porque muchas veces vas a ver artefactos híbridos de estos y por un lado aparece una escena y luego, inmediatamente, cortan a un momento musical y luego otra vez, sin que haya una integración real. Esto era un poco nuestra obsesión: que estuvieran las dos cosas dentro de un mismo lenguaje siendo diferente pero intentando que hubiera esa fluidez. Y creo que en parte, si lo hemos conseguido, que no lo sé, el público juzgará, ha sido porque yo he estado todo el rato ahí también. O sea: yo soy esa parte representante de la parte musical pero he estado constantemente en la parte hablada.

Es un disco donde hay muchas melodías y estados emocionales muy diversos. ¿Cómo habéis trabajado eso en cuanto a la coreografía?

A veces pasa que te acercas por intuición a alguien sin tener mucha información a nivel racional. Y creo que nos ha pasado eso: tanto a mí con María como con Pepa también, porque María tampoco había trabajado con Pepa, sí que conocía su trabajo pero resulta que ha habido una coincidencia muy fuerte. También puede ser puro olfato profesional. Y lo han llevado a un sitio que conecta mucho conmigo a nivel corporal.

Una cosa de las que se habló mucho a nivel corporal fue que mi disco está plagado de animales y hablábamos mucho de la de Amadora como personaje que tiene que romper una especie de domesticación en la que está metida. Y a través de cierta animalidad podía lograrse algo de eso y hay expresiones corporales que pasan por ahí. No te digo que se inspira demasiado en eso pero sí que pasa por ahí. Y eso me interesó mucho.

«Pues no sé la verdad, me siento cada vez más libre, creo que también tiene que ver con la edad».

Amadora es un disco desinhibido y libre. Aunque por un lado está muy medido, te has soltado y has dicho lo que te ha dado la gana.

Pues no sé la verdad, me siento cada vez más libre, creo que también tiene que ver con la edad. Me ha gustado mucho que ha sido bastante rápido. Normalmente le doy más vueltas a la perdiz y en este caso, como era un auto encargo, tenía muy claro que tenía que definir un personaje, que había un marco narrativo, que tenía que contar una persona de ficción… Fue como como tener una guía pero era interna, en todo momento. No deja de ser una disociación. Y hay un mandato también interno. Y eso creo que me ha ayudado como motor. Siempre tengo un motor a la hora de escribir un disco, pero en este caso creo que ha funcionado más eficazmente por eso, porque era como una especie de entidad entre interna y externa, no sé cómo explicarlo. Y a lo mejor es a lo que te refieres, como que sientes que hay impulso más libre. Y a lo mejor también te refieres a sitios que no me había atrevido a entrar en otros discos: palabras malsonantes o cosas de tipo erótico o sexual.

Hay imágenes en el disco como «el león pálido» que pueden estar abiertas a varias interpretaciones. Yo lo veo como un amor tóxico, como algo que te desequilibra emocionalmente.

Me gusta la imagen de un león pálido que puede ser algo fantasmático. Y para cada uno ese fantasma puede estar en un amor tóxico, en el dolor o, no sé, en un futuro incierto.

«¡Yo creo que es un disco optimista!»

Parece que lo único bueno que pasa en Amadora es el disco en sí. Porque lo que pasa es muy trágico. Que es un darse cuenta, por parte de Amadora, de lo que no ha estado de acuerdo en su vida.

¡Yo creo que es un disco optimista! Se trata de que haya una especie de creación. Y en la obra se ve más claramente: el dolor se utiliza como un disparador o catalizador de la transformación. Gracias al dolor se permiten preguntas y esas preguntas hacen que haya un avance hacia otro lugar. Y el disco también quiere tener ese espíritu. Por ejemplo, mi idea era que en «024», que es el número de atención al suicida, hubiera un punto de inflexión. Hay un cuestionamiento de no sé si sirvo para esto ya, y en la propia canción se resuelve que bueno, que me quedan cosas por hacer… entonces me voy a quedar un rato. Y a partir de ahí como que el disco entero fuera ese vislumbrar un futuro cambio posible. ¡En realidad es profundamente optimista!

Yo creía que 024 era la habitación de un hotel.

Ah, claro, por lo del hotel de carretera. Ahí sí es un principio muy poético y críptico.

Musicalmente es un disco donde no sobra nada y parece que hayas huido de un excesivo artificio, ¿cómo has trabajado su grabación y producción?

Sobre todo ha sido un trabajo con Ángel Luján, ya llevamos tres discos. Y en el proceso de creación del diseño del sonido está desde las primera maquetas. Siempre se las mando. No quiero hacer historia fue la primera que empezamos a grabar, y ahí se funda lo que va a ser el disco. Y las conversaciones van hacia el minimalismo y los elementos estrictamente necesarios: es el acuerdo al que llegamos.

Además, en el sonido global él tiene muchísimo que ver, porque hay veces que yo no llego, sinceramente, a determinadas cosas. Él se queda trabajando las canciones en otra dimensión y yo no estoy ni presente muchas veces, y sale con cosas absolutamente brillantes. Me siento muy afortunada de contar con ese talento que hace que la canción crezca enormemente. En cuanto a los músicos ha estado Alex tocando la batería y Clara las guitarras en una fase ya bastante final.

La estructura de Amadora me parece muy clásica, incluso religiosa: empieza con la madre en «Tacones lejanos» y termina con la nana redentora que es «La estrella» y, entre medias, está el pecado, el arrepentimiento, la salvación, la amistad… ¿ Cómo has ordenado el disco, tiene que ver con la obra?

Sí tiene que ver con esa estructura narrativa que tiene el personaje. Primero de dónde viene y aparece el dolor bastante pronto. El disco no cuenta casi los previos al dolor, la obra lo cuenta más. Y cuando aparece el dolor hay una pérdida de identidad en «Una parte de mí» ya no está aquí luego la caída a los infiernos en «024». Hay la búsqueda de terapia también en «¿Amor o transferencia?» que eso no sé si se entiende pero es como que Amadora va al psiquiatra.

De hecho ahí hay mucho sentido del humor en cuanto a enamorarte del terapeuta, que es básicamente quien más te hace caso en un momento dado.

Sí, y que no es amor: es transferencia en realidad. Pero como se siente como amor por eso aparece con interrogante. Sí, el orden del disco ha querido ser narrativo como si fuera un libro.

Amadora tiene desenlaces insospechados. Por ejemplo «Laguna» es una historia de amistad entre dos amigas que se conocen desde la infancia, piensan en un viaje juntas y termina con ese «Ya se lo digo yo tan misterioso…».

¡Pues así es el arte! Si ves la obra tendrás más pistas. Me parece bonito que queden esos hilos sueltos, cada uno puede poner ahí lo que le apetece. Mucha gente me ha dicho que este «Ya se lo digo yo» calma muchísimo porque es como: delega en mí, no te preocupes. O puede ser cualquier cosa: algo policíaco o deja a tu marido y vámonos las dos.

«Yo siempre pienso que el aire me ocupa mucho, que no la hace fina. Me gustan las voces prístinas y emocionantes».

En cuanto a tu voz te has soltado mucho. Hay cromatismos e inflexiones muy chulas, a veces parece un cello y en general parece que te has sentido muy libre.

Sí, tengo más conciencia de voz con los años, la trabajo más, desde luego, porque antes la trabajaba cero. Y he tenido una extraña obsesión en este disco que era, creo, que cuando llevas mucho tiempo cantando tu voz te aburre. Y quería hacerla tan fina que casi desapareciera. Cada uno tiene sus complejos en la voz, o sus aburrimientos, sus hastíos. Yo siempre pienso que el aire me ocupa mucho, que no la hace fina. Me gustan las voces prístinas y emocionantes. Yo quería casi que desapareciera. Me recuerda una cosa que hacía Oteiza, el escultor vasco, que estaba obsesionado por destruir el volumen. O sea, ¡un escultor que va en contra precisamente de lo que da sentido a su trabajo, que es el volumen! No sé, me pasó algo ahí. Ángel me decía: «tranquila, tu voz sí que tiene que estar, no sé hasta dónde la quieres hacer más fina». Y yo: «otra vez, otra vez. Que creo que puedo hacerla más fina». Entonces yo creo que eso es lo que te da a veces la sensación de que puede ser una cuerda… así que me alegra que me lo digas.

Así que objetivo conseguido, al menos a mis oídos. Y bueno, poco más, yo creo que de aquí se pueden sacar cosas para poner en la entrevista. Porque lo otro ya es preguntarte sobre lo que opino yo.

(Risas). ¡Preguntarme a mí sobre lo que opinas, me encanta!

«Santamártir» tiene ecos de «Quiero ser Santa» de Parálisis Permanente: por el sadomasoquismo y por la voz…

En la intro de «Santamártir», seguramente este detalle te gustará, hay unos palos que se llaman makilas. Hay una tradición vasca que tiene que ver con Santa Águeda. El día de Santa Águeda, el 4 de febrero, se sale a la calle con las makilas y se canta ese ese himno que está apuntado simplemente ahí en la intro de Santamártir. Y Santa Águeda fue una mártir que le cortaron las tetas. El martirio fue cortarle las tetas. Y todos los 4 de febrero la gente sale para abrir la tierra y que se acabe el solsticio de invierno y que empiece la primavera. Es muy bonito.

Impresionante. No lo sabía.
Estrenastéis en El festival de otoño en Madrid con todas las entradas vendidas. ¿Tenéis pensado girar con la obra?

Nuestra intención es hacerlo. No tenemos ni idea de cuándo ni dónde todavía. Es verdad que es una producción no pequeña porque al final somos siete personas en el escenario (tres actrices y cuatro de banda musical). No es tan sencillo de mover pero lo vamos a intentar. Y si va bien y a la gente le gusta, hay programadores y todo eso… ojalá salgan fechas porque es muy feliz el encuentro.

Tulsa en redes: https://www.instagram.com/tulsamireniza/?hl=es

Sobre Amadora, la producción teatral: https://teatrokamikaze.com/producciones/amadora/

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