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Entrevista de Reyes Muñoz de la Sierra
Fotografías (c) cortesía okokok Agency
Portada: Sofia LB @filmganesh
Interior: Alexa Viscius
En 2017 solo tenía canciones sueltas y llenaba auditorios. La pandemia obligó a descansar a Silvana Estrada, que ya atraía la atención de los tótem de la música latinoamericana, y dejaba colaboraciones que se convertían en historia y mito. Su primer LP fue Marchita y llegó a nuestros oídos como una playa bañada de olas, algunas intensas, otras calmas. Una playa con sol y brumas. Esto sucedía en 2022. 2023 lo afrontaba con una gira internacional y muchas paradas en España, y con el lanzamiento de «Milagro o desastre», una canción que anticipa nuevos caminos sonoros.
Lo de hablar con Silvana Estrada me lleva a un estado de reflexión muy inquietante, porque casi, casi le doblo la edad y la escucho fascinada, como si la cantautora fuera a arrojar luz sobre los grandes misterios de la vida. Su voz ancestral y su sabiduría musical resultan mágicas. Aquí os dejamos la conversación.
Recibí el cartel de Portamérica y vi la oportunidad de entrevistarte. Tenía la sensación de que llevabas ahí muchos años… y al preparar la entrevista me he dicho: «¡Es que es muy joven!, es imposible». ¿Tú tienes la misma sensación?, ¿de haber vivido mil vidas? ¿o lo recuerdas como un torbellino?
Pues a mí me da la sensación de que llevo mucho tiempo de gira. Realmente la pandemia fue para mí un año de descanso. Yo sé que fue una tragedia mundial y no quiero ser de esa gente que la glorifica. En el privilegio, para mucha gente fue un año de descanso y yo no estoy exenta. Para mí fue un año súper importante, por lo fuerte, por lo difícil, pero también por haber parado.
Despuesito empecé la gira otra vez. ¡Mi carrera ha sido muy loca! ¡Yo solo tengo un disco, hice mi primera gira internacional, que fueron un montón de shows, y no tenía ni disco! Es como que mi «en vivo» tiene una vida propia, que eso es a veces bueno y a veces digo «ay, ya está, voy a mi casa». Mi «en vivo» tiene su fuerza gravitatoria propia.
Has hecho muchas colaboraciones con artistas muy consolidados… A lo mejor ellos te dicen eso de «disfruta de esto, disfruta del momento». Tampoco sé si eso es posible mientras estás en el torbellino: ahora entrevista, ahora promo, ahora un vuelo, ahora concierto…
Eso es bien particular de cada persona, ¿no? O sea, amigos y amigas bien consolidadas ya no hacen tantas idas como yo. También porque te vas cansando, la vida de la gira es como un músculo que se cansa, es como que en un punto dices: «ya, necesito mi cama».
«Este año para mí ha sido muy duro porque sufrí una pérdida muy fuerte en diciembre, entonces, esta gira, en general este año, está pensado para que sea súper tranquilo: tocar y tener dos días de descanso para pasear o quedarme en la cama todo el día».
Yo me pongo en tu edad y había hecho tan pocas cosas… Me admira. Y me hace gracia que mientras preparaba la entrevista pensaba en eso, que no sé si hubiera sido capaz de pasar más de un mes fuera de mi cama.
(Risas) Entre colegas nos quejamos mucho de las giras…, pero ahora, justo este año, cambié muchas cosas. Estoy privilegiando el bienestar. El año pasado fue muy duro, me lastimé la espalda, me maltraté mucho… las artistas independientes tenemos esta cosa tan loca de ser tu propia jefa, que acabas autoexplotándote sin mucha conciencia.
Este año para mí ha sido muy duro porque sufrí una pérdida muy fuerte en diciembre, entonces, esta gira, en general este año, está pensado para que sea súper tranquilo: tocar y tener dos días de descanso para pasear o quedarme en la cama todo el día. Pero claro, son cosas difíciles de organizar, porque eso se hace con gente, con dinero, con un equipo, es planeación. Así que ahora, yo creo que vale la pena sufrir lo menos posible.
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De la música independiente mexicana, me encanta que sois conscientes de vuestras raíces, incluso con propuestas muy vanguardistas. Aquí está empezando a suceder, pero en México pasa desde siempre. Te escucho a ti, a Julieta Venegas… y nos lleváis a un recorrido por todo un imaginario. Sois respetuosas con vuestra mochila en la que está Frida, Chavela…
Más que una mochila es un lenguaje, ¿no? No es algo que cargamos, es algo de lo que estamos conscientes: «Ah, esto es mi raíz y la voy a tener aquí a un ladito siempre». Es que la tenemos adentro, es parte de nosotros y de nosotras, es lo que somos… Naturalmente México ha sido un país que ha respetado, que ha buscado mucho su raíz a pesar de estar junto a Estados Unidos. Sí hubo un momento de los noventas y los dosmiles, en el que todas las producciones musicales grandes sonaban a pop gringo. Pero siempre ha habido contracorriente, lo de volver a la raíz, lo de volver a los sonidos que nos identifican. Yo lo veo mucho en España también.
«Creo que uno no puede evitar, a veces, querer ser algo que no es, o querer explorar un sonido más lejano».
Justo ahora está empezando a suceder. Aquí, me parece que nuestra cultura nos ha avergonzado, estaba muy acomplejada porque se percibía como la cultura de la dictadura… Pero quizás no lo veo claro porque no tengo mucha perspectiva…
Quizás están muy metidos, pero yo por ejemplo escucho a Álvaro Guitarrica, veo la música de El Kanka y noto mucha tradición también. Siento que hay mucha raíz y hay como muchas ganas de explorar el imaginario de la cultura española… Pero yo te entiendo… entiendo lo que quieres decir. Escuchas a Julieta que es maravillosa, y es increíble cómo logra, dentro de todo, mantener siempre su esencia norteña. Ella es de Tijuana y en el norte se toca mucho el acordeón, ella sigue tocando el acordeón, toca el piano… hay una cosa muy bonita de trabajar con el imaginario propio. Yo te lo puedo decir, como alguien que estudió jazz. Creo que uno no puede evitar, a veces, querer ser algo que no es, o querer explorar un sonido más lejano.
Yo estudié jazz allá porque me parecía la música más maravillosa y libre de todas, y un buen día dije, bueno, pero ¡esto no tiene nada que ver conmigo! Yo no quiero cantar en inglés, ni estas son mis luchas, ni son las historias de mi pueblo, ni de mi gente, ni de mi comunidad. Y en el momento en el que encontré la paz con eso, me enfrenté a un mundo maravilloso, que es el de contar las historias que construyen mi identidad y la identidad de mi gente. Siento que estoy honrando la cultura de la colectividad en la que crecí. Para mí, eso ha sido súper valioso, ¿no?
«Creo que el jazz me enseñó el lenguaje de la libertad».
Creo que el jazz está muy presente en tu música, en la forma en la que mezclas tu voz con la del instrumento… ¡Eso no se prepara! No puedes decir: «Voy al estudio y hago esto». Es muy orgánico. No sé si tú lo sientes así.
Sí, yo creo que incluso es más vívido en el show. Yo toco con los músicos con los que estudié jazz. Son mis amigos. Hay mucha gente que se empieza a aburrir de sus canciones y a mí nunca jamás me aburren mis canciones, porque siempre hacemos cosas distintas, siempre es un juego. Y como decías, yo creo que es lo que aprendí del jazz, aunque ahora mismo no me considero alguien que activamente pretenda manejar un lenguaje jazzístico.
Creo que el jazz me enseñó el lenguaje de la libertad. El lenguaje de jugar, de probar cosas, de no tener miedo a probar algo, de que en el exacto momento en el que estás cantando, tocando, tomas una decisión entre los infinitos caminos, ¿no? Entonces sí, siento que eso lo absorbí. El otro día lo pensaba. Yo creo que lo que más me gusta de la música es la libertad, o sea, lo que más me gusta dentro de la música es sentirme libre, despojada de todo, quedarme nada más con mi espíritu y mi voz. Lo demás ya no existe. Y creo que eso se lo debo al jazz. Ahora no es que yo improvise mucho, en realidad me considero una cantautora, pero creo que una vez que conoces algo tan grande como el juego la libertad, sientes la alegría de «por lo menos yo he intentado mantenerla en mi música».
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Me apunté con Marchita: «disco con mucha niebla y mucha luz». No sé cómo lo grabaste ni en cuantos días, pero hay canciones con mucha luz y otras en las que suenas cansada, gastada.
Es un trabajo que haces con las canciones. Cuando llegan, en el estudio, ya son eso. En Marchita, las canciones ya todas estaban, por lo menos de mi parte, de la parte vocal.
Pues tiene mucho sentido el estado de tu voz con cada canción y con la playlist. Es una playa a la que llegan olas, todas distintas, todas tuyas.
Me encanta. Muchas gracias.
«El problema con la palabra pop es que tiene una connotación más inglesa o americana, están las superestrellas del pop, pero si dices la palabra en español ¡mi música es bien popular!, ¡es canción popular mexicana!»
Mira, me llamó la atención, de primeras, que te definieran como artista pop. Luego pensé: pues pop, sí.
A mí me cuesta mucho definir mi música porque se mueve también en muchos circuitos. Yo creo que la música no habría que definirla.
Pero hace falta definirla.
Porque los promotores necesitan venderla, ¿no? De alguna manera necesitan saber cómo ponerte en un festival y decir qué vas a hacer. Pero no porque la gente necesite saber. La gente va y escucha, y ya está. Lo necesitan los promotores y los que te contratan, que necesitan un brief de lo que están contratando. Entonces eso lo tengo claro y a mí no me importa. Si a mí me quieren decir lo que sea que me quieran decir, no me importa mucho. Pero por ejemplo, si alguien me quiere decir que mi música es pop, yo lo entiendo: ¡al final, son canciones populares!
El problema con la palabra pop es que tiene una connotación más inglesa o americana, están las superestrellas del pop, pero si dices la palabra en español ¡mi música es bien popular!, ¡es canción popular mexicana!
Hay mucha gente que dice que es folklore. Ahí, curiosamente, es donde yo sí que me la pensaría dos veces, porque el folklore de mi país es extensísimo y maravilloso, y muy específico. Yo no siento que esté correspondiendo a ninguna raíz específica de mi folklore. Estoy, si acaso, sintetizando los sonidos folklóricos, pero no sé si estoy haciendo realmente folklore. En Estados Unidos, Pitchford sacó una reseña que me pareció muy buena. Ellos decían para Marchita que era chamber folk, folklore de cámara. Eso me pareció lindo. Me pareció más cercano. Pero me pasa mucho, por ejemplo, cuando me subo a un Uber y me preguntan «¿eres música?» y luego «¿qué tipo de música?»… ¡Es que nunca sé qué decir!
¡Pues lleva CD y se los regalas!
¡Total! ¡Total!
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«Te guardo» es tan bonita. Yo quiero meterla en esta entrevista, ¡y no sé cómo hacerlo! ¡No sé qué preguntarte! (Risas) A mí me parece mágica. Pero es tuya y a lo mejor a ti no te parece para tanto.
No, no, para mí justo «Te guardo» es muy mágica. Yo le tengo mucho cariño. Esa canción es de las primeras que escribí. Fue una canción que escribí la primera vez que me enamoré. El primer amor siempre es muy bonito. Entonces sí, fue como que caí enamoradísima, como si me hubiera enfermado, como si me hubiera dado gripa… y llegué a mi casa a escribir, y a escribir, y a escribir. Al poquito, a los dos días o tres días, tenía esta canción… Ay, me salió de un lugar al que pocas veces he podido regresar. Me salió de un lugar tan mágico…
Es una visión del amor que después no he tenido en mi vida. Es una visión muy clara: «así es cómo quiero estar contigo. Si tú quieres estar conmigo, pues ya vendrás y si no, yo voy a estar aquí tranquila haciendo mi vida, pero te voy a guardar aquí con un poquito de esperanza, ¿no?».
Es completamente abierta y siento que todo el mundo se ha identificado con esa canción, justamente porque es una canción de amor que incluye muchísimas etapas. Es una canción para empezar a enamorarse, es una canción para terminar una relación, es una canción para cuando estás mal y quieres una segunda oportunidad. O sea, no sé, creo que es una letra que abraza el amor de una manera súper amplia, ¿no? Esa canción, a mí me ha salvado muchas veces.
A mí me gusta mucho la literatura y me doy cuenta de cómo voy cambiando volviendo a releer poemas, novelas. Es algo así como «Yo según la novela tal, ¿no?». Leo cada año El principito porque creo que es hermosísimo y cada año entiendo cosas distintas. Cambian las partes que me conmovían. Creo que con «Te guardo» me ha pasado un poco lo mismo. La escribí en un momento de completa honestidad. Fue una necesidad visceral, necesitaba poner en una canción lo que me estaba sucediendo, necesitaba darle un lugar a lo que yo estaba sintiendo y necesitaba dignificar el mal de amores.
Y lo hice como por instinto animal, me urgía tener una canción así, porque también me di cuenta de que para el momento que yo estaba viviendo, no encontraba una canción que me nombrara. Eso es algo muy interesante sobre la gente que hacemos canciones. Yo siento que hacemos las canciones que nos gustaría escuchar, o por lo menos, yo soy así, yo escribo de las cosas que a mí me gustaría que existieran. Digo, «quiero una canción que me hable de este momento». «Te guardo» viene de esa necesidad, de querer narrarme a mí misma, y de alguna manera poner mi amor en un en un lugar hermoso, bello.
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Ha vuelto a suceder ¿no? Hace unos días lanzabas «Milagro y desastre». Parece que sale de ese lugar.
Escribí «Milagro y desastre» hace dos años o más. Es otro momento de mi vida, definitivamente distinto al de «Te guardo», pero sí, es verdad, sale de ese lugar de querer narrar mi momento. No estaba ni empezando una relación, estaba empezando a enamorarme, cuando piensas: «híjole, esto va a ser un problema. Me voy a enamorar y va a ser una catástrofe». Y entonces escribí esta canción con la idea de: «Esto va a ser importante, me va a cambiar la vida y no sé si será un milagro o un desastre».
Escribí esta canción pensando en eso, que al final es que en la vida, todas las cosas realmente importantes, lo que nos forja y nos hace seres humanos, o lo que le da forma a nuestros corazones, es justamente este movimiento pendulante entre el milagro y el desastre, lo bueno, lo malo, lo maravilloso, lo terrible. Es una canción de amor, pero ahora, en este momento de mi vida, para mí significa mucho. Yo perdí a mi mejor amigo en diciembre y todo el tiempo estoy oscilando entre el milagro y el desastre, el milagro de seguir viva y el desastre de haber perdido a la persona que más quise. Ahora la saqué por fin y me da mucho gusto haberla sacado. Nació como una canción de amor, pero también es una filosofía de vida. Me está ayudando.
¿Y la base nos habla de un sonido futuro? ¿Es la transición al nuevo disco?
Sí, es así. Estoy trabajando en mi nuevo disco, ya tengo las canciones y sí, creo que «Milagro y desastre» es un puente. Es una canción estructuralmente muy diversa, muy distinta de todo lo que he hecho y con más miras al futuro, musicalmente, que al pasado.
¿Conoces a Zahara?
Sí, sí, claro.
El otro día recibió un premio y explicaba que hizo Puta y Reputa para tratar de sanar sus heridas, que no se había curado pero había puesto orden.
La música es un ejercicio de sanación, es un ejercicio súper terapéutico. Yo creo que cantar y componer es igual de terapéutico, puede que para una misma, pero pienso que a la gente que escucha música, le pasan cosas muy locas. La música es mágica. Esto pasa con el arte en general, pero la música y las canciones tienen un acceso muy directo al corazón. Para mí, las canciones sanan pueblos, sanan masas, y algunas sanan a millones y millones de personas.
Empezamos hablando de conciertos y ahora estás de gira por Europa. En España tocarás en festivales. A mí, por ejemplo, me resulta complicado imaginarte en un gran escenario y muy fácil en un club, en una sala o en un teatro.
Pues este año tengo varios shows. Bueno, ahora estoy de gira. Hice varios con mi trío, nomás. Yo toco guitarra, mi cuatro venezolano, y viene Roberto Verastegui que es mi pianista, toca el bajo y canta… y Alex Lozano que toca la batería y canta también. Entonces, por ahí nos armamos porque todos tocamos un poco de todo, hacemos todo. Por ahí ya se pone bien divertido.
Pero para los shows grandes, los festivales, tengo un quinteto, o sea, que en España casi todos los shows son con el quinteto, que para mí es mucho, ¡mucho! En Europa máximo, siempre he estado a trío o con cuarteto de cuerdas y ahora voy a tener una banda y estoy muy emocionada.
También te digo que mi performance es súper teatral, funciona muy bien en teatros, a mí lo que más me gusta son los teatros y por eso los festivales que estoy haciendo son de corte más cultural, no hay festivales tipo. No sé, no hay, no hay festivales donde la gente esté a otra cosa. Hay festivales de corte más cultural, son más de corte ciclo. Estoy muy contenta, la verdad, está sonando muy bien. Y en cada show pasa algo, y es súper divertido. Se van afinando cosas también. Y en España, pues tengo muchos amigos.
Nos quedan dos minutos, en un ratito tocas, así que cuéntame lo que tú quieras.
Que estoy súper emocionada con ir a España. Me hace mucha ilusión hacer Las noches del botánico, en Madrid. Son conciertos preciosos. Estoy nerviosa, obviamente, pero contenta y feliz siempre de volver a España. Los últimos cuatro o cinco veranos he estado por allí, y me lo paso muy bien.
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