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Texto de BiPaul
Título original: Loving Highsmith
Año 2022, Suiza
Dirección: Eva Vitija-Scheidegger
Guion: Eva Vitija-Scheidegger, Sabine Gisiger, Andres Veiel
Que «nos descubre facetas desconocidas sobre la vida y obra de la famosa escritora», eso es lo que nos dice la sinopsis de Amando a Highsmith. Mucha luz no arroja, nos hace asequible la intimidad de esta escritora que, pese a ser excelente narradora de crímenes perfectos, no hizo el ejercicio de quemar las más de ocho mil páginas en las que se desnudaba.
Highsmith escribió diarios toda la vida. Anna von Planta, su editora, escogió un 15% de esas páginas. Y me entra la duda de si en las más de siete mil páginas descartadas no está la chicha, porque si no es así, mi mente es más delincuente que la de Highsmith. Dicho esto, uno piensa hasta qué punto fue una crueldad que su editora metiera mano en unos cuadernos que estaban escondidos en un armario de la escritora muerta.
Anna von Planta vendió el diario editado diciendo que la gente tachaba de misógina, misántropa y comunista a Patricia Higsmith, y que ella y Susanne Baucknecht, representante de los derechos, quisieron hacer justicia porque esos papelotes demostraban que no había para tanto. Parece el argumento de uno de los Pequeños cuentos misóginos. Íntimamente, Higsmith escribía frases como «Soporto el hambre y el frío, pero no al prójimo», y vivió sus últimos años en una especie de fortaleza… Así que pelín misántropa sí que era.
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El documental
Amando a Highsmith es el documental basado en los diarios publicados por Anna von Planta, en entrevistas de la autora —a las que respondía tipo test—, en entrevistas con sus amantes, con gente de la familia, del entorno, con imágenes de archivo, etcétera. A la primera de cambio, Eva Vitija-Scheidegger, la directora del documental, justifica la fechoría de remover una intimidad que Highsmith guardaba con celo diciendo: «Casi todos sus libros se adaptaron a la pantalla, pero cuando empecé a leer sus diarios inéditos me empecé a enamorar de la propia Patricia Highsmith». En realidad, más que arrojar luz, el documental convierte las mil doscientas páginas recopiladas por Anna von Planta en una película que solo consume en nuestras vidas una hora y media.
¿Era necesario? Pues sí, por supuesto. Las memorias y el documental son necesarios. Que el muerto al hoyo y el vivo al bollo, y que si no quería que supiéramos de sus intimidades, debería haber sido más Ripley y organizar una fogata. En los diarios descubrimos que Highsmith era una gran escritora hasta cuando lo hacía para sí misma. El documental reproduce algunos de esos textos en la voz de Gwendoline Christie y nos lleva a recorrer su vida desde su infancia en casa de su abuela materna, hasta después de su muerte. Resulta misterioso descubrirla a través de las palabras de sus amantes, incluso es interesante ver cómo Marijane Meaker o Tabea Blumenschein, hablan de la misma persona y ofrecen retratos distintos.
Los peros
Encuentro un gran «pero» en este documental. Se expone en un tono poético y conmovedor. A ratos, el discurso roza lo ñoño, y claro, no pega en absoluto con la homenajeada, una autora sintética y directa que huía de lo cursi como un vampiro del sol. Hay intención maniquea por parte de Eva Vitija, que pasa de puntillas sobre asuntos como el racismo de la escritora o sus problemas con el alcohol. Total, para qué, tiene razón. Que es verdad que cuando pasan los años y se trata de acordarse de una gran creadora, lo que siempre se destaca son sus vicios y maldades.
En cambio, Eva Vitija profundiza en el lesbianismo de Highsmith y en la relación con su madre como si fueran la razón de todo: del sentimiento de culpa, de la psicopatía de los personajes de sus novelas negras, del estilo sintético de la escritora, de lo de pasar la vida de un destino a otro, de la soledad sus últimos años… Que no sé yo si esos datos dan para tanta cosa freudiana.
Highsmith podía ser todo lo amargada que le diera la gana sin que nadie tuviera que defenderla. Ese es el privilegio de los eternos. Se defiende sola: fue la autora de Carol la primera novela lésbica que acaba bien. Hasta la fecha todas eran retratadas como unas pobres perturbadas y/o estafadas por una perturbada. Y Alfred Hitchcock llevó al cine Extraños en un tren, su primera novela, y lo hizo cuando la autora era una desconocida. A esto podemos sumar una pluma muy personal y una carrera plagada de éxitos. O sea, que quien quiera cancelarla porque al final de su vida dijera bobadas, que ponga las barbas a remojar.
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