Anna Muylaert: «Madre solo hay una»


Entrevista de Reyes Muñoz
Fotografías cortesía de Karma Films

Dirección: Anna Muylaert
Reparto:Naomi Nero, Daniel Botelho, Dani Nefussi, Matheus Nachtergaele, Lais Dias, Luciana Paes, Helena Albergaria
Título original: Mãe só há uma
Brasil, 2016

Anna Muylaert es la guionista y directora de Madre solo hay una. Tiene una extensa carrera tanto en televisión como en cine. Todas sus películas han logrado hacerse con numerosos galardones en el circuito internacional de Festivales. Sin ir más lejos, la entrevista que presentamos tiene lugar al día siguiente de conocer que el jurado de la SEMINCI ha otorgado al film tres Espigas, dos de ellas de las importantes: a la directora y al protagonista –Naomi Nero– y la tercera, la Arcoíris otorgada por primera vez en esta edición para valorar el compromiso en la diversidad sexual del nuevo cine.


Madre solo hay una se basa en un caso de niños robados que consternó a Brasil. Ya entonces, los medios de comunicación se centraron en los adultos de ambas familias. Anna Muylaert traslada el foco a un adolescente común y querido que ve como su mundo se desmorona. El resultado es una película que podríamos comparar con un mar calmo repleto de corrientes internas.


Enhorabuena por la Espiga a la mejor directora, al mejor actor principal y por la novísima Espiga Arcoíris.

Estoy muy contenta con los premios Arcoíris y al mejor actor. También con el de directora. Si te fijas en los premios muchos han sido para mujeres. Esto es bonito, porque significa que las mujeres estamos haciendo las cosas, con mucha más dificultad que los hombres y que estamos obteniendo resultados.

Enlazo lo que dices con la escena del huevo frito en Madre solo hay una

Sí, alguien en Twitter lo dijo: » ah, ponerse un vestido es fácil, pero quiero verlo cocinando». Esta es una escena tan normal como crítica. La hermana tiene interés en cocinar, él no, él quiere ser servido.

«La primera madre simboliza la infancia, es la que te tiene en su regazo, la que lo acepta todo y la segunda madre es la de la adolescencia, la que no acepta nada, la autoritaria, la que te dice la ropa que tienes que llevar o cómo tienes que ser»

Es la misma actriz para las dos madres. Miré los créditos para comprobarlo. ¿Por qué decides hacerlo así?

Poca gente se da cuenta de esto. Decidí hacerlo así, primero por un juego freudiano. La madre que nos cría, muere. Esa es la maldición o la bendición de las madres. No aceptamos su muerte hasta que no hacemos un análisis muy profundo. Lo segundo es porque trato una historia única. La primera madre simboliza la infancia, es la que te tiene en su regazo, la que lo acepta todo y la segunda madre es la de la adolescencia, la que no acepta nada, la autoritaria, la que te dice la ropa que tienes que llevar o cómo tienes que ser. Al utilizar la misma actriz reflejamos el punto de vista del hijo: la misma madre es otra madre. Y también por hacer un juego con el título.

La primera madre no le dice, «no te pintes las uñas», los padres biológicos intentan cambiarlo todo. Y él se pone un vestido. No sabemos cómo se definirá ni si lo hace por rebeldía…

No hay respuesta. O la película es la respuesta. Nos sitúa en un lugar en el que no hay etiquetas. Esta generación es fluida. La gente que leía el guion me preguntaba… ¿pero es gay? ¿Es transexual? Y yo no lo sé. Me interesaba trabajar sin esa pregunta. Tal vez sea transgénero, tal vez experimente o tal vez sea rebeldía… Los jóvenes lidian hoy con el masculino y el femenino de una forma distinta a como lo hacíamos en mi generación. Si dos chicas se besan, hoy no se asume que son lesbianas.

La película genera un conflicto ético. Sí, la primera madre es una delincuente, pero ha sido una madre buena. La segunda, si no ha podido ser buena madre es porque la primera robó el bebé…

Sí, es una situación trágica que no tiene una buena salida. Yo conocí a una madre que vivió esa situación. Me dijo «es mi hijo, pero no compartimos una intimidad», ahora ya es imposible que la madre lo críe. Esa intimidad la suple el hermano, la relación maternal o paternal es sustituida en la familia por una relación fraternal. Es una estructura horizontal, no es una relación vertical.

Mientras veía la película pensaba que en cuanto pudiera, el chico se iría. No sucede lo mismo con la niña, aunque sus padres biológicos sean… Es cuestión de edad… ¿no?

Sí, creo que sí. Pero en la historia real el chico sigue con sus padres y visita a su primera madre en la cárcel a espaldas de la madre biológica. Es normal. Imagina que tienes un hijo, te lo roba la misma mujer a la que tu hijo considera su madre. No puedes borrar ese amor, pero tampoco tienes manera de aceptar la situación. Y por eso el hijo va a ver a su madre a escondidas.

La ruptura forzosa entre Pierre y su hermana da muchísima pena…

Porque ellos dos son los inocentes. Y también por que los padres biológicos de la niña son terribles. Quieren comprarla con Disney, con Coca Cola… son unos padres muy estúpidos.

A Pierre casi no lo escuchamos en toda la película, pero cuando habla, truena…

Prácticamente no habla, es como si le sobraran las palabras, es una situación demasiado fuerte para él.

Cuando habla acepta su protagonismo…

La escena de la bolera es muy dramática. Cuando cortamos, el niño que hace de hermano lloró más de media hora. No fue fácil llegar ahí. Al principio, el actor que hace de padre, solo usaba argumentos homófobos. Le dije que no quería ir por ahí. Ese discurso es de otro tiempo, teníamos que traerlo al presente. Él es gay y lo que hacía era trasladar el discurso de su padre a la película. La gran frase de Pierre, la de «me han robado dos veces» es suya, sale de la tensión de la escena. El chico tiene una hermana transexual. Tenía todas esas conversaciones interiorizadas. Por eso dice cosas que yo jamás habría escrito. Al padre le dije: «no, no hables, solo siente», y entonces tiró la botella. No se ve, pero se oye. Fue un momento de dolor, de amenaza… y el chico nació y creció de repente.

Es un rodaje cercano al documental…

La fotógrafa es Bárbara Álvarez. Yo la respeto mucho y le dejé elegir lo que ella quería rodar y cómo quería hacerlo. Ella buscó un rodaje duro, con los actores y la cámara en movimiento. Pero tenía que simular el documental, y gran parte del guion es improvisación bajo control.

«Mi director de arte me lo dice: ‘aquí no pasa nada, no tiene tensión’ y yo contesto: ‘¿cómo que no tiene tensión?’ Es una tensión desde dentro».

Tiene esa calma falsa del teatro de Chéjov… La película es una olla a presión…

Es mi forma de hacer cine. Construyo tensiones desde el sentimiento. En Una segunda madre nada acontece hasta el final. Mi director de arte me lo dice: «aquí no pasa nada, no tiene tensión» y yo contesto: «¿cómo que no tiene tensión? Es una tensión desde dentro». Creo que es un punto de vista muy masculino, si no hay tiros o no se cae una casa, para él no hay tensión.

Para la mayoría de los españoles, el cine de tu país es Ciudad de Dios. En esta película retratas un Brasil distinto. Puede ser una familia madrileña…

Quien vio Una segunda madre sabe que habla del Brasil violento. Yo misma solía decir que Una segunda madre intentaba explicar el porqué de la violencia de Ciudad de Dios. Madre solo hay una no es una película social, es psicológica. El cine brasileño está empezando a ser diverso. Espero que la gente entienda que somos tan complejos como el resto.

Más información en: https://www.karmafilms.es/ficha.php?id_ficha=177

Enlace directo a este contenido en la edición en papel (noviembre-diciembre 2016):
http://issuu.com/experpento/docs/experpentonoviembrediciembre2016/12?e=2897458/40333611

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