Texto de Sandra Sánchez
Fotografías de Sabrina Lantos cortesía de Eone films
Nueva York en la década de 1930. Dado que cada vez le cuesta más aguantar a sus padres, que no dejan de pelearse, al gánster de su hermano y la joyería familiar, Bobby Dorfman (Jesse Eisenberg) siente que necesita un cambio de aires. Así que decide probar fortuna en Hollywood como chico de los recados de un gran agente. Así arranca Café Society, la última de Woody Allen
“Al igual que en un libro, te detienes un rato en la película para ver una escena del protagonista con su novia, una escena con sus padres, seguida de una escena con su hermana o el gánster de su hermano, una escena con estrellas de Hollywood e individuos varios dedicados al trapicheo, y luego la Café Society, con políticos, debutantes, playboys y la gente que engaña a sus respectivas parejas. Para mí, fue siempre una historia no de una sola persona, sino de todo el mundo”. Estamos por tanto, ante una historia coral, de esas que tanto le gustan a Woody Allen, con un hilo que las une todas. Ese hilo es Bobby Dorfman, un chico del Bronx, ambicioso e inocente, que huye de Nueva York, cansado del mafioso de su hermano y deseoso de encontrar una vida más emocionante que la que le espera en la pequeña joyería de su padre.
Y así empieza un viaje de ida y vuelta Nueva York – Los Ángeles – Nueva York. En Hollywood vive el hermano de la madre de Bobby. El tío Phil es un influyente agente, que conoce a todas las grandes estrellas de Hollywood y cegado por esta realidad, Bobby con la cabeza llena de pájaros, no duda en irse con él. El tío Phil tiene una ayudante y… “La historia de amor de Bobby es el eje central en torno al cual gira el resto del filme”, comenta Allen, “pero todos los demás personajes componen la atmósfera y la estructura de la propia historia”.
Las cosas nunca son como deberían en las películas de Woody Allen. Su capacidad para liar la madeja, tanto desde el punto de vista argumental como desde la perspectiva técnica, forman parte de la firma particular del director. Por ejemplo, una steadicam acompaña la voz del el narrador, contrastando así con el resto de la narración visual, formada de imágenes estáticas y planos más generales propios de la época: “El narrador no pertenece a ninguna época, a ningún tiempo, a ningún lugar geográfico”, explica Vittorio Storaro, ganador de tres Oscar y director de fotografía en Café Society. “El narrador es completamente abstracto. Así que, cuando el narrador se pone a contar la historia, nos pareció que debía tener su propio punto de vista. Decidimos que sería un momento estupendo para usar la steadicam, a fin de estar más bien alrededor del personaje, con mayor libertad para contar la historia según el aspecto emocional de la misma”.
Y desde el punto de vista argumental, Bobby es pasional, enamoradizo y muy noble, lo que da pie para que el espectador no sepa que historia de amor desea que funcione. Vonnie (Kristen Stewart) es su primer amor, pero Veronica, interpretada por Blake Lively, es encantadora: “aparece Veronica –señala la actriz– y se supone que te tiene que caer bien, pero también quieres que la pareja original se vuelva a juntar. Estás de parte de ella, pero al mismo tiempo también estás de parte de ellos. Fue un buen personaje para interpretar, para que se entrometiera y complicara un poco las cosas”.
Y nos falta hablar de los intérpretes favoritos de Allen. La luminosa ciudad de Los Ángeles, y más en concreto, Hollywood, nos habla de una realidad glamurosa pero quizás menos elegante que el ambiente de clubes de la ciudad de Nueva York. La ciudad que nunca duerme, respondió al fin de la ley seca en los años 30, viendo pasear por sus calles a los famosos luciendo sus mejores galas para ir de los clubes de jazz de Greenwich Village a los locales legendarios de los alrededores del centro como El Morocco, a la calle 142 en Harlem, donde se encontraba el Cotton Club. “Esa época siempre me ha fascinado”, admite Allen. “Fue uno de los momentos más apasionantes de la historia de la ciudad, con una tremenda vida teatral, vida en los cafés y restaurantes. De un extremo a otro, fueras por donde fueras, la isla bullía entera de sofisticadas actividades nocturnas”.
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