David Zurdo y Ángel Gutiérrez, autores de «La torre prohibida»


Entrevista de Reyes Muñoz de la Sierra
Imágenes cortersía de Planeta

David Zurdo y Ángel Gutiérrez son ingenieros técnicos y han estudiado ciencias físicas. En principio, este no es el perfil de dos tipos con siete novelas –y un total de veinte libros– escritos a cuatro manos, y sin embargo, es esa faceta científica la que hace que su literatura sea especial. No se basan en lo que podría ser, sino en lo que es, y lo utilizan para crear, al menos en La torre prohibida, una ficción extrema.

En la entrevista hemos procurado no abrir la caja de Pandora. Es más, mi consejo es que cuando lo tengáis entre las manos, os resistáis a la contraportada. Merece la pena entrar en sus páginas a ciegas.

La torre prohibida tiene un final que da explicación a casi toda la historia, pero también tiene historias que no acaban en la última página… ¿Es una novela abierta?

David: Lo fascinante de la literatura es que el lector tiene que poner al menos la mitad de la historia. Tiene que imaginarse las cosas, a veces, dejarse arrastrar… el escritor juega al engaño, a hacerle creer algo que parece que es y que luego no es. En todas nuestras novelas los lectores encuentran la clave del contexto general. Pero no es necesario guiarle, decirle exactamente lo que tiene que imaginarse. Si el lector ha usado la imaginación en toda la novela, al final también.
Ángel: El lector se puede imaginar más de lo que aparece escrito, también puede imaginar cómo se comportarían los personajes en otros ambientes o como lo haría él en la situación de los personajes.

¿Pero hay finales correctos?

David: Sí, sí, y si no es así o nosotros hemos fallado contando la historia o el lector se ha perdido.
Ángel: …no creo que nadie se quede con la sensación de que no se le haya contado lo más importante. Cortamos ahí porque no vimos necesario contar lo que viene después. Eso es lo que el lector puede imaginarse.

Quizás si dentro de 20 años hablo de La torre prohibida, no tenga muy claro si vi una película o leí un libro…

David: Claro. Utilizamos la técnica del guión de cine americano. Consiste en desarrollar una historia con principio y final y un breve esbozo de la trama general. Eso lo dejamos en cuatro páginas. Después hacemos una descripción de los personajes: que son, cómo son, cómo actúan… A partir de ahí desarrollamos un guión amplio. Después lo dividimos en escenas para repartirlo y trabajar. Nos facilita mucho las cosas y al mismo tiempo, sirve para que en una época en la que lo visual ya está en nuestro acerbo cultural el lector lea en escenas.
Ángel: También nos gusta fijarnos en los personajes y sus acciones. Creamos una atmósfera para que lo que hacen tenga sentido. No nos gusta centrarnos en nosotros como escritores y contar un rollo que de pronto interrumpa la acción. El lenguaje visual del libro ayuda a la historia.
David: En la propia novela hay un guiño al cine. Hablamos de encuadres, porque es la forma en la que hoy todo el mundo entiende las cosas.

¿Os gustaría que diera el salto?

David: Claro. De hecho ahora mismo tengo un guión que está en fase de producción. Después de esto, el siguiente proyecto sería llevar al cine La torre prohibida. Por problemas coyunturales, esto implicaría reducir la historia, quitar personajes y escenarios.
Ángel: No es que lo tengamos en mente como deseo, es que nos estamos moviendo para que el salto al cine sea una realidad.

Hace un mes entrevistamos a Sebastian Fitzek. El experimento también tiene como protagonista a un hombre que ha perdido la memoria y que está en un sanatorio… a partir de ahí, todo es distinto, pero pensaba ¿Quizás estamos entendiendo que el auténtico terror está dentro de nosotros?

David: El miedo siempre está dentro. Si yo veo que una araña viene hacia mí, tengo un miedo ancestral. En los tiempos que corren, esa araña no me mataría, hay antídotos. El miedo nos protege. Pero si de lo que tenemos miedo está dentro, ¿de qué me protejo? No podemos escapar de nosotros mismos.
Ángel: El terror es eso y más en un amnésico. No tiene referencias, no sabe lo que es normal y lo que no lo es y menos en la situación en la que están los personajes del libro. Por un lado brota el instinto de supervivencia y por el otro, un terror sin límites. A eso se suma una curiosidad obsesiva, un querer saber que hay más allá…

Habéis ganado el premio Minotauro. Es el “Premio Internacional de Ciencia Ficción y Literatura Fantástica”. No sé si se puede catalogar en alguno de estos dos géneros…

David: Sí que es difícil de catalogar… toca temas de la mente y estudios psicológicos que están en la frontera… más que ciencia ficción es ciencia de frontera… ¿Fantástica?… pues sí, aunque los escenarios son muy reales…
Ángel: creo que es algo así como ciencia fantástica pero con entornos muy realistas…
David: también tiene un toque de terror… al estilo clásico.
Ángel: …hay quien me ha dicho que le ha parecido una historia de terror y quien me ha dicho que le parece más una historia de intriga… en definitiva, que cada uno decida el género…

La torre prohibida ha obtenido el Premio Minotauro, el galardón soñado de los escritores que se dedican a la ciencia ficción y a la novela fantástica. En su novena edición, el jurado, que la votó por unanimidad, estuvo compuesto por Fernando Delgado, Juan Eslava Galán, Ángela Vallvey, Laura Falcó Lara, Montse de Paz y José López Jara.

La torre prohibida es posiblemente la novela más desquiciante que he leído en mi vida… cuando crees que pisas suelo, se tambalea… Se podría vender como un 2×1… Dos novelas que no se destripan aun compartiendo personaje…

David: Tuvimos mucho cuidado en eso, en no descubrir qué es lo que va antes, qué es lo que va después… Las historias se apoyan, pero no se pisan.
Ángel: Sí que es verdad que podríamos hablar casi de dos novelas… Es trabajo del lector imaginarse qué tienen que ver esas historias y nos aprovechamos de que el personaje principal ha perdido la memoria: en una de las historias es una persona y en la otra, una persona distinta…

David: Esta novela tiene una parte de thriller… para mí la clave del thriller es: dale al lector historias veraces y consigue que las interprete mal para que cuando resuelva el misterio diga, ¡me han engañado! Se trata de provocar la sensación de estar en medio del mar con una tormenta…
Ángel: Es muy útil, porque el lector se pone en la piel de los personajes.

La obsesión de los personajes por encontrar respuestas ¿tiene que ver con que vosotros seáis científicos?

Ángel: Buscar respuestas es algo innato al ser humano, aunque la ciencia lo que hace es buscar respuestas sistemáticas. Yo veo una puerta, y quiero saber que hay detrás… posiblemente no habrá nada especial, pero siento curiosidad. Explotamos eso… y no solo en la literatura, sino en la vida en general, especialmente cuando algo nos pilla fuera de lugar.
David: La ciencia nos condiciona como escritores y a veces nos hemos pasado de puntillosos, lo hemos repensado y hemos decido dejar que la idea fluyera.
Hay una ciencia muy ortodoxa y otra ciencia de frontera. Conocer lo que se está estudiando nos permite meter cosas como los jotts, que son objetos que desaparecen y después aparecen en algún lugar donde ya se ha buscado. O las investigaciones sobre experiencias cercanas a la muerte … Saber de esos estudios nos permite no elucubrar: nos da libertad y seguridad. A veces he leído novelas o he visto películas que tocan estos temas y he pensado “el que ha hecho esto no tenía ni idea”.
Ángel: Y además, cuando algo se ha investigado y sigue siendo un misterio, se convierte en algo mucho más misterioso. De algunos temas se hacen estudios muy rigurosos y no se han obtenido respuestas… es apasionante.

Más allá de la trama, o incluso de los personajes, creo que de esta novela lo que más me ha gustado es su sinceridad. No tiene fisuras… Yo soy muy escéptica y me la he creído enterita…

David: Cuando nos agarramos a algo, lo desarrollamos, y lo escribimos lo mejor que sabemos. No podríamos hacerlo mejor… aunque lo intentáramos.
Ángel: Lo damos todo independientemente de lo que pase después con la novela, por eso me gusta que digas eso de la sinceridad… es precisamente lo que pretendemos.

Juntos habéis escrito muchos libros… ¿Lo último siempre es lo mejor?

Ángel: Es un concepto muy relativo, todas han sido importantes. No sé si escribiríamos la primera novela igual que hace 20 años, posiblemente no, pero no porque entonces lo hiciéramos mal, sino porque ahora tenemos más experiencia. Cada uno sabe cuáles son las que le gustan más, pero no porque sean mejores, sino por asuntos subjetivos o personales.
David: Hay historias que dan más juego, pero eso no lleva a que la novela sea mejor. No obstante, sí que hay una novela que si se reedita vamos a hacer un pequeño cambio, que no influye en la historia, pero que casi es de justicia. Al acabarla todo el mundo se enfadaba porque matamos a un personaje… y en realidad no hacía falta… hasta nosotros nos sentimos mal por haberlo hecho.

David Zurdo y Ángel Gutiérrez se presentaron al Premio Minotauro como Juan Alas. Según dicen, los miembros del jurado se sorprendieron al ver que detrás de ese nombre se escondían dos escritores. No es para menos, porque los autores han conseguido empastar sus voces en un estilo único. No en vano, juntos han escrito El techo del mundo, El sótano, 97 segundos, La señal, 616. Todo es infierno, El legado de Jesús. El diario secreto de Da Vinci y El último secreto de Da Vinci. Esta última, tras ganar el Premio Hermética de Novela, fue traducida a ocho idiomas y ha vendido más de 100.000 ejemplares.

El ansia me llevó a leer La torre prohibida de una sentada… posiblemente me lo lea de nuevo… ¿Las novelas tienen un manual de instrucciones? Quizás si lo lees del tirón, pierdes detalles y si lo lees poco a poco, pierdes intensidad…
David: Yo quiero que todo el mundo desee leer el libro, pero también me gusta mucho, cuando sin referencias de ningún tipo, voy a una librería y cojo un libro que nadie me ha recomendado, no sé de qué va… Me gusta esa disposición, porque es verdad que cuando alguien me ha recomendado un libro con mucha efusividad, luego no ha cubierto expectativas… Así que pese a que es necesario darlo a conocer es mejor dar pocos detalles.

Sobre «La torre prohibida»

Texto de Reyes Muñoz de la Sierra

Capítulo sí, capítulo no, seguimos los pasos de un hombre que se dirige con paso firme a la cumbre de la locura. Capítulo no, capítulo sí, nos encontramos con ese mismo hombre internado en una clínica de reposo para curarse de su amnesia.

Por tanto, en la totalidad de La torre prohibida, nos meteremos en la piel de alguien con grandes problemas psicológicos. Pasar las páginas es un acto adictivo y desconcertante. Sus efectos son parecidos a los que produce una intoxicación etílica: zumbido en la cabeza, suelo que se balancea, no saber si los recuerdos o incluso, los pensamientos son de fiar…

La curiosidad no mata al gato. El lector, tras sumergirse en una lectura claustrofóbica, obtiene en la última página su recompensa en forma de respuestas.

Más información en http://www.scyla.com/libros/1125/premio_minotauro/ninguna/torre_prohibida

Esta entrevista ha sido publicada en el número de abril-mayo de 2012 de ExPERPENTO: https://issuu.com/experpento/docs/experpento_abril_2012

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