Texto de Isabel Jiménez
Hubo un momento, en la Argentina de primeros del siglo XX, en el que un asesino en serie cebaba sus ansias contra los niños. Mientras, Mateo tiene extrañas visiones sobre los asesinatos y la policía, acosadora, le considera culpable. Su madre, una espléndida Maribel Verdú, dedicará todos sus esfuerzos en clarificar esta situación.
Miedo, suspense y angustia son los protagonistas de El Niño e Barro. Por un lado, el horror de los crímenes en serie; por otro, la desazón de un niño que tiene que luchar contra su propio yo y contra aquellos que le consideran culpable.
El director se ha inspirado en la historia del «Petuso Orejudo», un niño que asesinó a varios menores y lo intentó con otros. Uno de los supervivientes al ataque, «el niño de barro», es tomado por Jorge Algora para hablar de la desigualdad en la que viven los niños, las injusticias cometidas contra ellos que, en ocasiones les convierten en criminales. Un film ambientado en una atmósfera desasosegante, en la que no sabríamos decir si es más inquietante el submundo que nos presenta o la angustia de pensar que un niño puede ser la encarnación absoluta del mal.