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Texto de Covadonga Carrasco
2019. Dinamarca.
El título original es «Danmarks sønner», traducido literalemente, significa, «Hijos de Dinamarca».
Dirección: Ulaa Salim
Reparto: Zaki Youssef, Imad Abul-Foul, Rasmus Bjerg, Olaf Johannessen, Morten Holst, Elliott Crosset Hove, Mohammed Ismail Mohammed, Özlem Saglanmak
Resulta complicado hablar sobre una película como “Hijos de la ultraderecha” sin destriparla. Banalizar situaciones como las que se producen en este trabajo cinematográfico, pueden resultar letales en la vida real. Voy a intentarlo.
Lo que sí se puede decir es que, sin duda, es un trabajo redondo de Ulaa Salim, su director. La película nos pone frente a varias situaciones en las los dilemas morales, no son fáciles de manejar.
Plantarse frente al espejo de la sociedad que hemos creado y que acabará fagocitándonos, porque estamos empeñados en disculpar determinadas ideologías y actitudes –basadas siempre en radicalismos de diversos tipos—, no será más que la consecuencia de haber estado mirando para otro lado. Y no será porque no estamos avisados. Mal que nos pese, 1936 no está tan lejos.
Lo que sí nos deja claro es que, el miedo, el desconocimiento y el odio son el perfecto caldo de cultivo para que, todo, en cualquier momento, acabe saltando por los aires.
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En Hijos de la ultraderecha, podemos caer en la tentación de disculpar determinadas acciones, buscar motivos racionales para algunos comportamientos. Ojo con esto.
El papel protagonizado por Zaki Youssef es, sin más, impecable. Si hay una situación que resulta asfixiante, esa es la de su protagonista, buscando siempre ponerse del lado correcto, con el miedo a fallarle a todo el mundo y con infinidad de dilemas culturales, morales y religiosos que le llevan a una situación personal muy complicada. Situado en mitad de un conflicto, acaba siendo la víctima de los “ideales” de todos. La excusa perfecta para defender una violencia extrema.
Estrechar la mano y defender a un fascista, sabiendo que es lo que tiene que hacer, no debe resultar sencillo. Los fascistas no hacen tratos que no resulten beneficiosos para su causa, eso es algo que aprenderá, por desgracia, y de la forma más espeluznante.
Los peligros de los extremos
La ultraderecha es un peligro, lo ha sido siempre, en Europa se mantiene dormida, pero está y, como nos ha enseñado la historia, cuando despierta, lo hace de la misma forma, violenta, racista, aporofóbica y siempre, siempre, autoritaria. Porque para poner en marcha la maquinaria, necesita someter y no lo hará nunca desde el principio, utilizará un discurso populista, sencillo, me atrevo a decir que zafio en ocasiones, pero que cala. Después comenzarán a recortar libertades e imponer sus reglas.
Y aquí está el verdadero problema, algo que también muestra la película, los odios generados por determinados grupos políticos o religiosos no solo tienen consecuencias para aquellos a los que gobiernan o guían espiritualmente. La bola de nieve se torna cada vez más grande porque cada una de sus acciones, tiene secuelas. El fascismo ensucia la sociedad hasta convertirla en tóxica, enfrentando a seres humanos que, siendo exactamente iguales, creen tener la capacidad de ejercer superioridad mediante el autoritarismo.
En la película, aparece un político que, a cualquiera que esté un poco atento, le recordará, sin esfuerzo, a uno bajito, alemán y con bigote y a otro que nos pilla más cerca. Si camina como un pato, grazna como un pato y tiene pico… Igual es que es un pato.
Ahora, más que nunca, Hijos de la ultraderecha resulta una película imprescindible.
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