Guillem Roma: «Postureo Real»


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Entrevista de Reyes Muñoz
Fotos cortesía de David Maldonado

Postureo real pone de manifiesto un runrún. Se trata de una colección de diez preciosas canciones —como no podía ser de otra manera— sobre la posibilidad de replantearnos nuestro papel en la vida moderna dejando a un lado las pantallas y apreciando el momento y el lugar preciso en el que nos sitúa la vida. Y por el medio, fantasías como un bolero sobre inteligencias artificiales que se aman.

«A veces, la magia de la vida está en las cosas más cotidianas». La cita anterior resume parte de los mensajes de este disco que surge como una continuación de la maravillosa «Canción de las cosas inútiles». Hemos hablado con Guillem y esta es nuestra conversación.

Leí una entrevista tuya y es curioso porque me dio por pensar en los despidos de Twitter en España. El titular era: «Han echado al 83% de los trabajadores». Entré en la noticia eran 29 despidos. Han quedado cinco. Me dio por pensar, ¿cómo es posible que una empresa tan pequeña controle la opinión de tantísima gente?

Son esas paradojas del mundo moderno. Detrás de la pantalla no sabes quién hay y cómo te manejan, ¿no? No sabes si hay una persona, si es un algoritmo, si es inteligencia artificial… y eso da miedo. Todo pierde esa cosa de humanidad, de tener un interlocutor, de tener algo palpable o real. Pensar que unas treinta personas son las que estaban allá…

Todo esto viene porque en la entrevista de La vanguardia hablabas mucho de inteligencia artificial.

Sí, sí… es que esa es la sensación. Cuando ves que estamos todos en las redes. Al final es una realidad con la que convivimos o tenemos que convivir a diario y que está empapando nuestras vidas. Es muy difícil decir: «Vale, no, nada de redes, me voy al campo». Al final, ya que estamos conviviendo con ello, intentemos humanizarlo, ponerle un poco de calor humano, de cosa bonita, ¿no? Ya que es muy frío de por sí, y ya que en el mundo hay muchas cosas malas… pues intentemos ponerle el peso en el otro lado de la balanza.

«Yo no soy un artista ni que tenga que rendir cuentas al mercado, ni nada, porque voy a mi ritmo. Pero sí que hay unas dinámicas… y sucumbes a eso».

Cuando murió David Bowie murió una persona conocida. Me dió por pensar que habría gente que conocía a esa persona, que dió el pésame a la familia de David Bowie y no a la de su vecina.

Mira, de eso también habla el disco… también pienso en esas cosas, en que a veces también nos miramos en espejos muy lejanos, en cosas muy peliculeras, de imaginarse en Tailandia o no sé qué… Y a veces la magia de la vida está en las cosas más cotidianas, en las que tienes más cerca… tu familia, tu vecino, en ir a tomar unas cañas con los amigos… No hace falta meterse en el acantilado de Texas y creerte el rey… A lo mejor lo haces y no mola tanto como estar en el pueblo con tus amigos.

Valorar también esa cotidianidad para mí es importante. Yo me lo tengo que recordar a mí mismo: «cuidado, no nos dejemos llevar por ese espejismo de las redes, que tenemos fuera de la pantalla y muy cerca cosas que pueden tener una magia, un valor, una belleza muy potentes». Miremos hacia allí.

¿Te molesta la celeridad con la que se está haciendo música en este momento? Es que un tema muere prácticamente a las 24 horas de nacer… no se le da una oportunidad porque al algoritmo no le da la gana. Hace poco más de un año estuviste aquí, presentando Kiribati y ahora vuelves con este LP. No sé si es una explosión de creatividad o que al final te dejas llevar por este infierno.

La verdad que las dos cosas. Inevitablemente estoy en el en la rueda. Yo no soy un artista ni que tenga que rendir cuentas al mercado, ni nada, porque voy a mi ritmo. Pero sí que hay unas dinámicas… y sucumbes a eso. Con ese disco, una cosa que me propuse, sobre todo en los momentos de estudio, fue tomármelo con mucha calma. Esto sí que lo he hecho y lo he agradecido muchísimo. De decir: «vamos a grabar las canciones y este momento es importante. Vamos a darle el tiempo suficiente como para no solo hacerlo con calma, sino para disfrutarlo».

Siempre había tenido esa sensación de los timings, de entregar el single, estaba en un «uy, yo quiero repasar la mezcla» o «quiero grabar otra cosita»… Pues esta vez sí que me propuse hacerlo así. O sea, me propuse no tener un timing impresionante.

¿Es autoproducido?

Sí, está coproducido con dos músicos más. Son Didak Fernández y Adri González que son músicazos y que aparte de ser productores, también son amigos y tienen mucho cariño para el proyecto. Entonces eso siempre siempre se agradece mucho.

Lo que suceda a partir de ahora es secundario ¿no? Tú has hecho lo que querías hacer.

¡Claro! Hay un punto de eso. Con los otros discos sí que tenía eso de: «Uy, ahora sale, a ver las expectativas, no sé qué». Evidentemente siempre esperas los feedbacks y es bonito compartirlo… Pero una vez grabado, yo tenía la sensación de haber vivido ya lo bonito que tenía que vivir con el disco, que ha sido todo el proceso. Esto te da una seguridad de decir: «mira este regalo ya lo tengo, a partir de ahora, lo que venga será fantástico».

Al principio nos hemos liado a hablar de redes por un motivo. «Inteligencia artificial» es un bolero dedicado a dos robots… un rollo Her a lo bolero… Es gracioso el concepto de algo tan clásico como un bolero dedicado a la tecnología.

Exacto. Es eso que hablábamos antes de humanizar la tecnología. En ese caso es una leyenda que yo inventé y se basa en un experimento real de inteligencia artificial en el que los softwares empezaron a desarrollar un lenguaje propio. Los desarrolladores se asustaron y pararon el programa. Yo pensé: «¿Qué se dirían?». Mi propuesta es que hablaban de amor, que en realidad estaban enamorados y se decían «te quiero». Me pareció bonito porque parece una paradoja. La tecnología, la programación… es algo tan frío. Y de repente, pensar en ese enamoramiento y cantarlo con un bolero, me parecía una combinación mágica. La canción quedó súper bonita.

Además esta es con colaboración.

Está Rita Payés y ha sido un gusto compartirla con ella.

El otro día alguien me hablaba también de Rita Payés por algo de C. Tangana. Es curioso, últimamente oigo mucho hablar de ella.

Sí. Es una chica que es jovencísima y se ha hecho un hueco. La verdad que tiene una forma muy personal de cantar y bueno, además, es una trombonista buenísima. Yo sí le tengo mucho cariño.

¿Usas la trompeta? Solo he escuchado el disco, no te he visto tocar las canciones.

Sí, sí, de hecho en este tema ella toca el trombón y yo mi trompeta vocal y es muy fuerte, porque no se sabe quién es quién. De hecho, ella lo escuchó y dice: «Uf, casi da miedo porque no reconozco el trombón, no sé cuál voz es la de cada uno».

«Las cosas hay que celebrarlas y una forma de celebrar es manifestar, ¿no?»

Este verano entrevisté a Chico César. Al escuchar «Imaginar» me venían muchas cosas de esa entrevista. Una de las frases que me dijo fue: «es necesaria la celebración de la existencia». Supongo, también que pensé en Chico César por el ritmo de la canción, claro.

Es verdad, es un poco eso que hablaba de poner el foco en las cosas bonitas. El solo hecho de existir, de respirar, de estar aquí es una pasada. Lo que pasa que a lo mejor estás triste porque has visto en Instagram que alguien estaba mejor que tú… Las cosas hay que celebrarlas y una forma de celebrar es manifestar, ¿no? Y para mí, la música tiene algo de esto, de celebrar.

Esa canción tiene un punto festivo, tiene esa influencia muy Brasil. Es un canto a no perder la capacidad de imaginar. Imaginar nos puede dar nuevos horizontes, nos permite irnos de esta realidad, de lo que no te gusta. Nos permite cerrar los ojos e imaginar algo distinto. Ya sabemos que tenemos que volver a la realidad, pero esa capacidad es mágica. No tengamos miedo a inventar, a imaginar… ya volveremos si hace falta a la realidad.

Tienes un don para las canciones bonitas. Más allá de las letras, que te pueden helar cuando las escuchas despacio… El disco empieza en «Equilibri», una canción en catalán. Yo quería preguntarte si tú, en tu día a día, te expresas en catalán.

Bueno, voy mezclando bastante porque mi pareja es argentina y hablamos en castellano. Pero en general me relaciono bastante en catalán, con mi familia, con la mayoría de cosas que tengo de trabajo… Estoy viviendo en Barcelona… Hay algo del cantar en catalán, que a mí me conecta con esta parte más personal, más transparente. Tiene una esencia como de niño, me reconecta con ese yo más original. Pero me gusta mucho jugar también con los idiomas, cada uno tiene una musicalidad y cada canción te lleva. Nunca me propongo: «voy a hacer un disco con tres en catalán».

Pues es que con «Equilibri» y con «Un lloc» he tenido sensaciones parecidas. Y distintas a las de «Superfície i realitat». Como que esta última sería muy parecida en castellano, pero que «Equilibri» y «Un lloc», no.

Es verdad… Es verdad y es muy buena observación. «Equilibri» y sobre todo, «Un lloc», tiene que ser en catalán. Sería muy difícil hacerlas en castellano, cambiaría mucho la canción. Pero «Superfície i realitat» tiene otra energía que se podría cantar en castellano perfectamente.

«Todo y nada» tiene mucho de «Canción de las cosas inútiles». Es puro tú.

¡Qué guay! Para mí es de las canciones más representativas del disco y qué bueno que sientas que representa mi universo. Es una especie de crítica al mundo que nos rodea, pero hecha de forma simpática. Es una canción que de entrada es alegre y el estribillo dice es que a mí me gusta todo, o sea, es en positivo. por eso me gusta.

Tenía aquí escrito: «sonido alegre, letra cabreada, que ni Lágrimas de sangre».

(Risas) Es como que te entra muy bien y después dices: «uy, pero tiene el mensajito de cuidado».

«Al final las expectativas son necesarias, pero a veces son la semilla de la frustración».

«Poema idealista», es muy Chavela Vargas.

Es la única canción del disco que la letra no es mía, es un poema de Felipe Gozo. Es la primera vez que musico un poema. Me enamoró. Es como que guau. Ligaba mucho también con el contexto, con el contenido del disco. Fue como tengo que musicar ese poema. Me salió una cosa así, con la guitarra, muy rancherita, muy pura.


Cuando llego a «Qué bien se está» la sensación es que aunque hables de inteligencias artificiales y tecnológicas… bien podías haber sonado en las radios de los 40 o los 50. Pero también es muy de TikTok. Es curioso.

Sí, tiene un punto bailable. Para mí esta canción es el buenrollismo total con ese punto playero. El título ya lo dice, ¿no? Qué bien se está cuando se está bien, sin querer más. Es eso que hablábamos de saber aprovechar lo que uno tiene.

Al final las expectativas son necesarias, pero a veces son la semilla de la frustración. Está guay tenerlas porque uno debe tener horizontes y metas, pero también debe saber valorar lo que uno tiene, sin querer más, es una medicina impresionante. Esta canción es un poco esa medicina, ¿no? Y lo que decía al principio: yo necesito contármelo, porque yo soy de los que se proyectan y necesito decirme a mí eso.

Si lo escribo en una canción, lo voy a cantar en cada concierto y me voy a acordar de: «Guillem, ¿verdad que tienes lo que te gusta?, ¿que no necesitas compararte? Pues estoy contento». Yo quiero cantármelo y recordármelo. Este disco es como la lista de «pendientes» que cuelgas en la nevera.

Que lo último que comes, sea lo mejor que has probado en tu vida…

Es que esa es la mejor hermandad de la vida. Cuando tienes hambre y comes lo que sea, y empiezas a comer, yo no sé qué hace químicamente el cuerpo, pero es un momento de felicidad máximo y eso puede ser en cualquier sitio y en cualquier momento. O cuando tienes sed y bebes agua, o tienes mucho sueño y llegas a la cama… Cualquier momento puede ser el mejor de tu vida, y no tiene que ser un momento muy especial, tampoco.

«Cualquier momento puede ser el mejor de tu vida, y no tiene que ser un momento muy especial, tampoco».

Estás presentando el disco en gira… en los conciertos va a haber canciones de discos anteriores…

Sí, va a haber un poco de todo. Pero sobretodo son conciertos para presentar el disco nuevo. Las tocamos todas en el directo que hemos preparado, pero sí, que se cuelan algunas del disco anterior y del otro.

Es que además, se lo merecen. He visto que en Spotify te va muy bien muy bien… Está guay para arrastrar canciones antiguas.

Este último año en Spotify, va muy bien. Todo a raíz de un de una canción del disco anterior que hice en colaboración con los mexicanos Daniel me estás matando. Esa canción entró en unas listas y revolucionó todo mi catálogo. Ha crecido mucho a nivel de reproducciones y de público y claro ¡fantástico! Es un público muy disperso, porque no sabes dónde te escuchan y a lo mejor no me sigue a mí, personalmente, o no viene al concierto. Es gente a la que le gusta la canción, se la guarda en su lista y para mí es importante, estoy contento y ahora con el inicio de la gira… Hicimos un concierto de estreno y el feedback fue brutal.

Has roto el techo. Mira, el otro día leía que un 98% de los artistas que están en Spotify tienen menos de mil escuchas al mes. Me revienta, la verdad, porque no es por la calidad de la música, sino que es el algoritmo el que decide qué canciones tienes que escuchar.

Lo más perverso es que te lo venden como «tú súbelo y estarás allá. Estarás en todos lados». No estarás en todos lados si el algoritmo te está escondiendo todo todo el rato. «Estás en el mejor supermercado del mundo»… Ya, pero es tan grande que nadie ve mi producto. Prefiero estar en la tiendita de mi pueblo y que venga mi público que sabe quién soy. Aunque sean diez, me buscan, en un macro supermercado, va todo el mundo pero nadie se fija en ti.

¿Lo has sacado en físico?

He hecho muy pocas copias porque escribí un pequeño libro que acompaña las canciones. Solo he hecho cien CD.

¿Vinilos? Buah, este disco tiene un sonido perfecto para vinilo.

A ver, me gustaría poder hacer vinilos. Lo que pasa que entre que es caro, que es lento, que tarda mucho en llegar…

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