Juan Cavestany: [Madrid, EXT.]


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Entrevista de Raquel Carrillo.
Fotografías cortesía de Relabel Comunicación.

En la reconquista de la libertad después de la pandemia, comenzamos a valorar las pinceladas de la belleza que nos rodea. Juan Cavestany, dramaturgo, guionista y director (1936, Vota Juan, Gente en Sitios), que tiene esa sensibilidad que solo tienen los artistas, tuvo el impulso de capturar ese momento en Madrid. Primero, cámara de fotos al hombro, luego de vídeo. Y poco a poco, se dio cuenta de que Madrid tiene algo que contar.

Enhorabuena por la película, tuve un viaje alucinante por esta ciudad, de la que también soy originaria. Es una peli necesaria en estos momentos. Ha cambiado tantísimo Madrid en los últimos cinco años… Me dejó un poco triste, la verdad.

Yo soy muy madrileño. Gato. De padres y abuelos madrileños. Aunque he vivido fuera, al final Madrid me ha vuelto a atrapar siempre, y junto a esa clara empatía con la ciudad hay a la vez mucha incomodidad. Es ese eterno amor-odio, ¿no? De la atracción, y al mismo tiempo el cuestionamiento.

Esas energías están en la piel, y luego también están las energías de lo que tú dices. Dices que te ha dejado triste, hay una energía melancólica, un poco crepuscular, y yo esperaba compensar un poco con cierto ánimo celebratorio también…  Pero claro, es inevitable que haya una nostalgia por debajo, ¿no?

«La mecánica ha sido pasear por Madrid mirando atentamente cosas fuera del turismo y la globalización. Buscando la particularidad, lo que sobrevive».

El documental parte de Madrid, Int., que se desarrolla en la vida madrileña del confinamiento. ¿Cómo surge en ti la necesidad de hacer una cara B de este proyecto?

En el confinamiento me surgió esa pregunta de qué hacer, y como yo me dedico a escribir y hacer pelis o series, pues me puse casi sin querer a organizar una película colectiva de gente grabándose en sus casas. Fue una especie de resistencia a la parálisis impuesta por el confinamiento. Estábamos abocados al interior de una forma absoluta, sin saber muy bien por qué ni hasta cuándo. Y eso era un material dramático que era muy interesante.

Cuando salimos de aquello, a mí lo que me ocurrió como a muchos, fue que salí a andar por la ciudad y a mirarla… Bueno, iba a decir de otra manera, pero no tanto de otra manera, sino que fue un redescubrimiento, o sea, un ver lo mismo, pero intentar verlo otra vez.

Cuando empezamos a salir de nuevo por las calles pensaba ¿Qué ha pasado? ¿Esto va a cambiar, no va a cambiar nuestra vida? ¿A la ciudad qué le va a pasar? Con estas preguntas y con una cámara de fotos empecé a caminar por la ciudad. Y entonces empecé a documentar la rotulación comercial, que es una cosa que siempre me ha fascinado. Empecé  a hacer una colección fotográfica, que son ya miles de fotos, de rótulos de comercios antiguos o cerrados, que por algún misterio sobreviven con una estética muy antigua.

De la ciudad se nos pueden contar una serie de cosas en las noticias, en el cine, y en las fases políticas. Pero se quedan muchas cosas en los márgenes de aquello que está totalmente presente, pero que no se mira. Y son esas autoescuelas, esos comercios de lo analógico, de lo que no es del siglo XXI del todo, ¿no?

Estuve unos meses en esa dinámica fotográfica. Pero claro, yo no soy fotógrafo, así que empecé a pensar si había un relato ahí que se pudiera contar con una cierta cadencia dramática, o por lo menos de documental, ¿no? Así que empecé con las bases del documental. El ánimo seguía siendo muy de coleccionar.  Por eso la película empieza con una mujer en el Museo de Ciencias Naturales que cataloga animales, los coloca en unas estanterías, y dice «Esto es como una biblioteca». Pero en vez de libros, cataloga especímenes. Entonces estaba ese espíritu de «Voy a hacer una colección de instantes o de mini escenas para el futuro».

Me inspiró mucho también una película que se llama Souvenirs de Madrid. Es una película que hicieron unos franceses, que rescató la Filmoteca. Vino el director, que era un tipo francés muy peculiar, que había estado en Madrid en los años 90 con su mujer, y habían estado grabando Madrid. Las calles, la gente, de una forma muy poco manipulada y muy paisajística. En plan, yo pongo la cámara aquí, y lo que pase por delante, ¿no?

Y yo decía: Pues reconozco Madrid y a la vez no. El Madrid de los años 90 es que era otro lugar. Por ejemplo, Lavapiés, era una cosa como de la guerra, una cosa muy alucinante. ¡Cómo se transforma la ciudad sin que nos demos cuenta en el día a día! Entonces, pensé, sin querer ser presuntuoso para nada, «igual hay que hacer una película ahora para el futuro». Entonces, fui acumulando todo ese material de vídeo, como ya me ha pasado en otras ocasiones de películas, que he hecho así, un poco arrancándolas antes de saber hacia dónde iban.

El ejemplo más claro es Gente en sitios, que empieza haciéndose sobre la marcha. Yo la fui haciendo, y la propia acumulación me iba señalando qué necesitaba. En Madrid, Ext. empecé a pensar que necesitaba algo de testimonio. Así que empecé a hablar con gente. Entonces empezó a tomar forma la película.

Han sido más de  tres años de rodar en muchos sitios, primero sin orden ni concierto, y luego buscando darle cierto sentido. Y al final lo que creo que ha resultado es un documental híbrido, realmente no hay ficción, pero tampoco es un documental al uso… Es una especie de ensayo fílmico sobre la ciudad. Y de ciertas emociones con las que se puede relacionar la vida en la ciudad.

EL MADRID OFF

Es muy emocional, y también yo lo veo como una obra artística, porque tiene una estética muy potente, unas imágenes muy  sensoriales. 

Sí, claramente. Yo no soy experto en esas exploraciones sensoriales, pero hay toda una historia del documental de ese género. Hay una película que se llama Arcadia, una película inglesa que explora el medio rural en Inglaterra a través de imágenes de archivo. Luego está la famosa Koyaanisqatsi, que es una peli de los años 80, que fue la película que popularizó la técnica del time lapse, que ahora es una cosa hasta tópica, porque ha sido engullida por la publicidad y las redes sociales. Fue una mirada única con música de Philip Glass.

Y yo pensé ¿Por qué no poner a los peluqueros y los zapateros en un contexto de una música? Pero claro, solemos ver estos paisajes y estas personas en los reportajes de Telemadrid, y yo quería ponerlos en el contexto de una mirada pictórica, sensorial, misteriosa, ¿no? Evocadora, vamos.

«De la ciudad se nos pueden contar una serie de cosas en las noticias, en el cine, y en las fases políticas. Pero se quedan muchas cosas en los márgenes de aquello que está totalmente presente, que no se mira»

Los testimonios y los personajes, la verdad es que son muy buenos, muy madrileños. ¿Cómo los encontraste? 

Los testimonios gordos son gente que me he encontrado, la mecánica ha sido pasear por Madrid mirando atentamente cosas fuera de la norma, que ahora mismo es el turismo, la globalización y la homogeneización, ¿no? Ir con una mirada buscando la particularidad, lo que sobrevive, lo llamativo.

Y entonces yo a estas gentes les pedía que me dejaran retratarles. Cuando arrancas una conversación con ellos, te das cuenta de que lo que pueden contar puede ser interesante. Estableces una relación por unas horas con alguien que te cuenta un poco su vida. Yo me decía, «al de la peluquería le voy a pedir que me cuente esto». En fin, una cosa un poco planificada que se consigue con el tiempo, eso que a veces no hay en una producción convencional. O sea, que el tiempo compensa la falta de infraestructura, o de incluso una planificación más basada en una tesis.

Otra forma de haber hecho esto podría haber sido: yo quiero ir a este sitio, a este otro, que llamen de la productora y que hablen con quien sea. Pero no, yo me presentaba en los sitios con la cámara y empezaba una conversación. Lo hago con la ayuda de un director de fotografía que es Javier Bermejo. Le cuento el proyecto, que al principio no tiene ni financiación ni perspectivas ni nada, y hacemos esto como integrándolo en nuestras vidas: «Oye, ¿qué vas a hacer hoy?» «Pues tengo que ir a dar clases por la tarde, pero si quieres luego vamos un rato a Carabanchel». «Venga, vale». Pues así, en los huecos, nos íbamos por ahí a grabar con la cámara. Luego, cuando la película estaba un poco arrancada, vimos que aquello tenía entidad.

Sí que hicimos una estructura mínima para pedir unas subvenciones, la película está apoyada por el ayuntamiento, aunque la peli es rara y va a tener una vida difícil comercialmente, pero es una película que se ha reconocido en las instituciones que apoyan este tipo de cine, y nos ha permitido terminarla en condiciones aceptables.

CIUDAD BUSCA SINFONÍA.

«La música de Guille Galván es tanto una banda sonora para mi peli, como mi peli es una ilustración del disco que va a sacar con la banda sonora».

La música y los sonidos son fundamentales. ¿Cómo surge la idea de colaborar con Guille Galván de Vetusta Morla? ¿Cómo fue el proceso de creación? 

Pues llamé a Guille porque Vetusta Morla me llamó cuando yo hice Gente en sitios, para que les hiciera un vídeo musical para una canción, y hubo muy buen rollo con ellos. Les hice un vídeo que tuvo una vida un poco extraña, accidentada… No acabó de cuajar, pero como nos habíamos entendido tan bien, nos quedamos con la cosa de que teníamos que hacer algo más ambicioso.

Cuando surgió esta peli, me crucé con él en unos Premios Feroz, y le conté que estaba empezando a grabar este experimento. Le dije, «Mira, no tengo un guion, no sé si esto va a ser una película. Pero estoy empezando a tener material rodado de Madrid y necesito música para montarlo». Yo creo que le intrigó mucho el planteamiento, porque él es un tipo muy sabio. Y yo sabía que esta mirada a la ciudad a él le iba a resonar bastante. Empezó a mandarme música, yo creo que a partir de su propia curiosidad por la ciudad de Madrid. Desde esa cosa de mirar a la calle y a la gente, al nivel de los ojos, digamos.

Con los músicos el tema de las referencias es complicado, porque es muy condicionante, pero nos intercambiamos multitud de referencias muy dispares, y al final él hizo lo que le iba apeteciendo, y yo lo fui aceptando. Porque de la misma manera libre con la que yo rodaba, tenía que aceptar que la música fuera a ser así: una música no siempre compuesta para la imagen, sino al contrario. Muchos de los temas que me ha dado yo he construido la imagen para ellos.

Yo le digo a Guille que su música es tanto una banda sonora como para mi peli, como mi peli es una ilustración de su disco. Que es un disco que va a sacar con la banda sonora. Él buscaba una música que no sonara del todo a banda sonora, que no fuera folclórica, pero a la vez sí tuviera algunos ecos y algunas pistas de cosas cercanas, como el sonido del afilador o el del metro.

SE VENDE CIUDAD

«Lo que está pasando ahora en la ciudad está marcado por el fenómeno de un turismo homogeneizador y mediocre. Madrid está invadida por una inmigración que es bienvenida porque tiene dinero».

En la película sale una neurocirujana que hace un diagnóstico de lo que le pasa a Madrid. Habla de la ansiedad. Si el diagnóstico lo tuvieras que hacer tú, ¿Cuál sería?

Joder, qué bueno, esta pregunta debería preparármela porque va a surgir mucho, supongo… Las gentes que vivimos en las ciudades, no solo en Madrid, estamos caracterizados con el signo de la ansiedad en la cabeza. Y en otras ciudades, más que en Madrid, que es de los sitios en los que uno puede estar dentro de la urbe, pero a la vez en otras órbitas. Todavía hay espacio para cierta desconexión o capacidad de elegir un poco la vida que llevas.

Para mí lo que está pasando ahora en la ciudad está muy marcado por el fenómeno de un turismo homogeneizador y mediocre. Hay una tendencia a un turismo que me parece bastante devaluador de las cualidades de los sitios y de los espacios. Y esto en su siguiente etapa evolutiva, que es la que estamos ahora, se transforma en una especie como de invasión.

Ahora con el tema de la inmigración es delicado hablar de esto, porque la ciudad está invadida por una inmigración que es bienvenida porque tiene dinero, ¿no? Y eso es lo que me parece que realmente está transformando la ciudad. Yo soy muy partidario de la inmigración, del libre flujo y de que el mundo es para todos, por supuesto. Pero sí reconozco que la llegada masiva a Madrid de gente con mucho dinero de fuera, está provocando unos desarreglos.

Yo creo que la peli intenta dejar claro que no todo tiempo pasado fue mejor. Es que creo que venimos también de décadas de mucha injusticia, y muchos vacíos en muchos aspectos, que luego se han mejorado. Creo que vivimos mejor, curiosamente. Pero sí que creo que Madrid está en una encrucijada definida por el capital, por el dinero masivo, en torno a la apariencia y el lujo, que nos está empujando a un sitio que no sabemos lo que es, y eso hay que asumirlo de alguna forma.

No me gusta la uniformización, la homogeneización, los sitios que cierran y son sustituidos por lugares sin entidad, de estética aeroportuaria. O sea, todo se convierte en un gran centro comercial de aeropuerto.

«Habría que apelar a una cuestión macroeconómica para ver qué hacer con Madrid. Si lo que se pretende es que haya cuantos más bares mejor, o abrir más hoteles en edificios icónicos, es un modelo que se agota en sí mismo».

¿Tú dónde crees que está la solución? 

Yo creo que hay una parte ética y una parte estética. Hay una parte estética que ha sido muy descuidada. Y me refiero a la hostelería, porque la hostelería es uno de los epicentros de Madrid para bien y para mal.

En la hostelería ha habido mucho destrozo, mucha desmemoria, y mucha banalidad. Ha habido un momento en el que ibas por la calle y veías cosas que se colocan en las fachadas, en la señalética… En lo que para mí es una parte muy importante de la ciudad: la publicidad de los sitios, lo que la ciudad dice, las letras. Se puede poner cualquier horror en cualquier fachada, colgado de cualquier sitio para vender cualquier cosa. Creo que eso ha sido muy horrible para Madrid, y fíjate que parece que se está corrigiendo ahora.

Pero la cosa importante es la ética, y es la que afecta al sistema en el que vivimos en todo el mundo. Es una cuestión macroeconómica a la que habría que apelar para ver qué hacer con Madrid. Tiene que ver con la educación, que es un caos a nivel nacional, tiene que ver con modelos económicos de futuro sostenibles… Si lo que se pretende es que haya muchos bares que abren cuantos más mejor, pues eso es un modelo que parece que se agota en sí mismo, ¿no? O si es abrir más hoteles en edificios icónicos… Son huidas hacia delante. Habría que pensar en alternativas ecológicas, sostenibles, de mayor justicia. Yo creo que es lo que falta y lo que sería deseable.


EL ALMA DE MADRID

Si tuvieras que definir el carácter madrileño ¿Qué palabras elegirías?

Yo pienso que son el mestizaje, la dificultad de la identidad y la constante referencia a otras cosas. Hay ese cruce desde el carácter más del sur de Madrid, más castizo, más desprejuiciado, a la cosa más burguesa del norte y más desconfiada.

Madrid es un lugar no lugar, es una encrucijada. El carácter de Madrid está marcado por su esencia de sitio de paso. Es una ciudad muy de inmigrantes y de mestizaje total, con lo cual es siempre una ciudad en busca de una identidad. Y bueno, ha habido una burguesía siempre en peligro. No tan poderosa como han sido otras burguesías industriales de otros lugares, incluso de España.

Hay una escena de una operación cerebral real. ¿Cómo accediste? 

Me dirigí al Hospital de la Princesa y les conté el proyecto de la película. Les dije que una de las imágenes que me gustaría contar, era que la ciudad es un cuerpo, dicho de una forma un poco cursi. Quería entrar en el cuerpo de una persona de Madrid.

Me dijeron que les parecía muy bien el proyecto, y ellos me dieron la opción de entrar en un quirófano y yo dije, «ah, pues fenomenal». Porque podría haber sido una consulta o una rehabilitación, pero ellos tenían interés en mostrar una tecnología que tienen de una cirugía robotizada.

Le contaron a un paciente «¿A usted le importaría que vinieran a grabar la operación?». Y al tipo le pareció muy bien. O sea, así de extraño y así de sencillo. Es una neurocirugía de una implantación de un electrodo neuronal, y al paciente se le ve la cara, que es muy impactante. En realidad, seguro que ya lo habrán hecho antes a nivel periodístico. Solo que mi contexto no es el de contarlo para un reportaje, sino para un ensayo sobre el alma de la ciudad.

En cuanto a los lugares donde se va a proyectar la película, se va a estrenar en la Filmoteca, y después está previsto que lo haga en diferentes lugares de la ciudad, ¿no? Devolver la película a la ciudad, ya que es la protagonista. 

La propia naturaleza de la peli es que es una película sacada de la calle, es que yo creo que hay como que llevarla a la calle de nuevo, ¿no? O sea, llevarla a los sitios donde estuvo, donde salió. Por ejemplo, la vamos a proyectar en el Hospital de la Princesa. Yo espero que sea una experiencia interesante, a ver si generamos un debate.

Yo creo que la curiosidad en torno a la ciudad, y a sus sitios y recovecos, es un tema ahora que interesa. Hace 30 años teníamos otra relación con la ciudad. Era más lúdica o más desapegada. Y ahora sí que creo que hay más interés de otro tipo, antropológico, histórico, incluso literario, no sé.

«Sigo rodando imágenes de Madrid después de haber terminado de montar la peli. Se ha convertido en una dinámica en mi vida en la ciudad».

Eres un artista multidisciplinar que haces teatro, series, dirección, guion… ¿Con qué te quedas ahora mismo?

Pues mira, es horrible esto que te voy a decir, pero yo con esto que he hecho, con la indagación en la realidad para extraer «esas maravillas de verdad de y poesía». Y perdón por la cursilada (Risas)… Si pones esto, con entrecomillas. Pero sí, yo me quedo con esta experiencia de esta peli, que creo que tiene más entregas. De hecho, sigo rodando después de haber terminado de montar la peli. Se ha convertido en una dinámica en mi vida en la ciudad, y creo que se puede en profundizar mucho más en esto. En este misterio de la ciudad y de estas posibilidades de un futuro imaginable.

Cuéntanos algo de tus próximos proyectos. 

Estoy terminando de montar una serie que he rodado con Álvaro Fernández-Armero, con el que tengo una productora pequeñita. Y en septiembre se reestrena 1936.

Sí, vamos a hablar de ella también en este número. Abre la nueva temporada del Centro Dramático Nacional. 

Lo novedoso para esta reposición de 1936,  es que se ha hecho un proyecto de ficción sonora que se llama Dramawalker, que es una iniciativa del CDN. Esto es lo que hizo Fernando Sánchez-Cabezudo hace muchos años en Usera. Ficciones localizadas en sitios.

Vamos a hacer una edición de las huellas de la guerra civil en Madrid. He hecho una indagación documental acerca de una fotografía de Juan Pando. Es un fotógrafo de la guerra civil, que tiene una foto muy famosa de refugiados en el metro, que es una foto que sale en mi peli. Una imagen de los madrileños refugiándose de las bombas. Lo acabo de entregar al CDN y será ahora, con motivo del reestreno.

Madrid, Ext. se estrena el 28 de Agosto en la Filmoteca, y después se proyectará en lugares populares de Madrid, además de en salas comerciales. Por ejemplo, y además del Hospital de la Princesa, en el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, el Huerto Comunitario de Manoteras, el Espacio Abierto Quinta de los Molinos, la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid y en el Ateneo de Madrid.

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