Reportaje de Raquel Carrillo
Fotos de marcosGpunto ©
22/04 – 24/05 – Teatro Valle-Inclán – Madrid
Lo primero que pensamos fue en Saramago. Pero no. Aunque también habla de la ceguera del hombre contemporáneo, el autor es de mucho antes, curiosamente de principios del siglo XX. Definitivamente, un precursor, un visionario de la angustia existencial contemporánea.
Maurice Maeterlinck, de origen belga, y Premio Nobel de Literatura en 1911, escribió tres obras cortas, La intrusa, Interior y Los ciegos, que conforman esta Trilogía de la ceguera, título que le han puesto sus tres directores: Vanessa Martínez, Raúl Fuertes y Antonio C. Guijosa. Y han trasladado la acción a nuestros días. Porque habla de la pérdida del sentido vital actual.
Raúl Fuertes director de Los ciegos:
«Hay una radiografía de la profunda crisis espiritual y ética que padecemos en nuestra irónicamente llamada ‘sociedad del bienestar’»
Antonio C. Guijosa, director de Interior:
«No se trata de una ceguera social. Es una ceguera sobre ¿quién soy? ¿a qué he venido al mundo? ¿Qué hago con el tiempo de vida que tengo hasta que llegue la muerte? Hay una ambición espiritual. Esa es la gran aportación de Maeterlinck al teatro».
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Influencias de Hitchcock
La trilogía ahonda en la actual desorientación del ser humano, y además, las tres piezas apuestan por el misterio y el suspense al más puro estilo Hitchcock del cine de los años 30-40. Especialmente, la obra que abre la trilogía, La intrusa: «Es un psicothriller simbolista», según Vanesa Martínez, su directora. Nos encontramos con un viaje por los terrores básicos del ser humano, que sumados a este suspense, consiguen tres auténticas bombas de relojería.
Hay además una función apelativa fuerte, según Guijosa, director de Interior: «¿Qué queremos ver? ¿Qué no? ¿Qué hacemos para no verlo? ¿Cuál es el precio a pagar?», que especialmente en la obra que cierra la trilogía, Los ciegos, involucra directamente al espectador, y que tiene una función catártica: «Es un viaje terrible pero también espero que conmovedor y purificador, por la condición catártica que tendrá el montaje», asegura Raúl Fuertes.
Las tres piezas breves se suceden, seguida una de otra, sin descanso. Los actores y la escenografía son los mismos. Los tres directores, jóvenes promesas del teatro actual, estudiaron juntos en la RESAD y han trabajado anteriormente con Ernesto Caballero, director del Centro Dramático Nacional, a quien propusieron este proyecto.
«Al principio se habló de que la trilogía fuera de un autor español, ya que Maeterlinck es un gran desconocido en este país. Este proyecto bebe de las aguas que dejó aquel Retablo de la avaricia, lujuria y muerte, que sacó adelante Gerardo Vera en el CDN, sobre tres obras de Valle-Inclán, que dirigieron también tres jóvenes promesas –Alfredo Sanzol, Ana Zamora y Salva Bolta–. Pero finalmente nos aceptaron la propuesta original, ya que entra dentro de las líneas que establece Ernesto dentro de su programación: por un lado, dar voz a los grandes autores de la literatura universal, y por otro, dar cancha a los jóvenes que estamos haciendo teatro en España, ya no solo a nivel dramatúrgico, sino de dirección escénica», nos cuenta Guijosa. Y precisamente, hablando de Valle-Inclán, el autor fue uno de los grandes admiradores de Maeterlinck, que tradujo en su día sus obras para que llegasen al público español.
Viaje por la vida y la muerte
La intrusa y Los ciegos son dos de las obras más famosas de Maeterlinck. «Interior es más desconocida, porque fue escrita para teatro de marionetas. Eso sí, las tres participan alrededor de la idea de la muerte y de la ceguera humana. Son las piezas de Maeterlinck que tienen más afinidad entre ellas», nos cuenta Antonio C. Guijosa.
El orden de las obras está establecido, del interior de un castillo, donde se desarrolla La intrusa, al exterior, en un bosque, donde transcurre Los ciegos. «También hay una progresión en la idea de la muerte, es algo progresivo».
Ante tanta trascendencia, solo nos queda preguntarnos si existe alguna esperanza para el hombre moderno. Guijosa nos contesta con un rotundo sí.
«Ya lo dijo Gandhi: ‘Sé el cambio que quieras ver en el mundo’. Yo a los espectadores les preguntaría: ¿Te ocurre lo que les sucede a estos personajes? ¿Te estás haciendo trampa? ¿Te estás perjudicando? ¿O estás retrasando cosas porque no quieres enfrentarte a ellas? Y les diría: poneos en marcha. Todos tenemos los recursos en nuestro interior».