GENTE DI ROMA


Texto de Anna Savelli

¿Qué significa estar, vivir, disfrutar y hasta padecer una capital europea?… ¿Quién es hoy París, Berlín, Londres, Madrid o Roma?. En especial Roma, pero no la de Fellini, sino la de un director que tiene un trayectoria de 40 años. Ahora la responsabilidad de esta semblanza la ha tomado Ettore Scola.

La mirada se posa sobre y dentro de Roma en un mapa histórico y arqueológico fascinante. El Coliseo, El Foro Romano, El Panteón, plazas y fuentes… cultura e historia y, especialmente, mucha, mucha gente, Gente di Roma.
Giulio Carlo Argan, citado por el director Ettore Scola afirmó: «Roma es como un bol de cereales que se derrama en una mesa». Eso fue lo que le dijo, con un tono descorazonado, cuando era alcalde de la ciudad, porque la capital de Italia es bella, amorfa y feroz.

En Gente di Roma se recorren desde los barrios modernos hasta el casco histórico en un autobús que conduce una joven empleada de la empresa de transportes Cotral. En este trayecto hasta el pararse ante un semáforo en rojo es una aventura. Un paseo colmado de multitudes, calles, bailes en las plazas, demostraciones cerca de San Juan de Letrán. Es el estrépito de Roma, el silencio de sus noches, el murmullo de sus fuentes.
Lugares y gente normal, de todas las edades y clases sociales. Desde los parados hasta los miembros de la aristocracia: el camarero racista, el periodista inmigrante, el que oye voces en el cementerio, el anciano que está a punto de ser abandonado por su hijo en una residencia, la escasa memoria de un enfermo de Alzheimer, el joven que coge el autobús…

La Roma de la inmigración, la xenofobia ante cualquier inmigrante no europeo, la indiferencia que se enfrenta al bullicioso ímpetu del día al día, del característico romano, que puede tener una actitud amigable innata. Según Scola, el romano en lugar de establecer un diálogo con los extranjeros, lo que hace es «romanizarlos» hasta el punto que, a veces, el extranjero toma las mismas actitudes y características que su anfitrión.

Gente di Roma fue rodada en formato digital, pero después convertida a cine. Como explica su director, sobre el soporte inicial, simplemente es una herramienta para usarla en el proceso de escritura, pero no puede reemplazar ni a las idea ni a la inspiración. «Lo más importante es que no es un Dogma», afirma.

Según diversas críticas de diarios italianos, el resultado de este retrato puede que se asemeje más al punto de vista de Scola y su cine que a la misma ciudad, pero es exactamente un documental, aunque mezcle gente real con actores profesionales. La ciudad eterna, que envejece también, aparece ante el espectador con un toque de diversión y hasta una pizca de orgullo, con historias inventadas y reales. Si en la Roma de Federico Fellini éste eternizó algunas imágenes claras de la metamorfosis de la ciudad, en Gente di Roma Scola nos invita a un paseo que sigue una columna de espléndidas diferencias y contrastes. Es el agridulce tributo del director a una ciudad capaz de arropar a todos aquellos que han nacido en ella y a los que la han escogido como su hogar adoptivo, con una mezcla de calidez e indiferencia.

Roma sigue siendo un hueso duro de roer, está llena de trampas y peligros para aquellos que quieren presentarla. Sin embargo, a pesar de su feliz e impertinente dimensión, puede ser también una ciudad de tristeza y de reflexión. Lo único que espera el director, Ettore Scola, es que el público, cuando salga de la sala, se cuestione al menos uno de sus juicios o prejuicios con respecto a Roma. «Quizá incluso se enamoren de algo que ni siquiera sabían que existía».

Anterior CÓMO CLONAR A LA RUBIA PERFECTA. ENTREVISTA A MANUEL TOHARÍA
Siguiente 7 VÍRGENES