Jane Eyre se publicó por primera vez en 1847, y su autora, Charlotte Brontë, usó un pseudónimo para firmarlo (Currer Bell). En 1847 las escritoras (y las mujeres en general), no podían levantar la voz. Y además, el libro era la biografía de una mujer que salía adelante, a pesar de todo. Esto convierte a Charlotte Brontë en una de las precursoras del feminismo.
Estamos en plena época victoriana. En 1847 tampoco se había inventado el cine y la fotografía solo tenía 20 años. Por tanto, las personas comunes no tenían imágenes para rellenar los huecos que generaba la literatura, lo que hacía del ejercicio de describir una misión didáctica casi titánica.
Jane Eyre fue un best seller casi de forma inmediata. Introdujo valores en la sociedad de la época y lo hizo con una literatura extraordinaria. Como novela romántica, lo que nos encontramos es un compendio de desgracias, una sucesión de acontecimientos terrible. En primer lugar, la protagonista queda huérfana y es acogida por su tío, un buen hombre que muere al poco tiempo. La viuda, tía política de la niña, se dedicará a hacerle la vida imposible. Levanta la voz y es enviada a una especie de orfanato, donde el hambre y el frío son las herramientas para generar chicas «resistentes, pacientes y abnegadas».
Las enfermedades merman la comunidad, y cuando Eyre crece, anuncia su disposición a trabajar como institutriz particular. Y asÌ es como termina enamorada de un personaje bastante siniestro en una casa donde se escuchan alaridos terribles y pasan cosas extrañas.
Jane Eyre es un clásico. Lo que tienen en común este tipo de historias es que son fascinantes en cuanto a argumento, excelentes en su narrativa y rompedoras en lo que se refiere a estereotipos sociales. En este caso la autora es una mujer, por tanto entendemos que las piedras para llegar al Olimpo fueron más voluminosas y pesadas que las que encontraron sus contemporáneos masculinos, de alguno de los cuales, recibió un gran apoyo. Más tarde Virginia Woolf fue firme defensora de su papel en la historia, tan trascendental que no es difícil escuchar voces, sobre todo masculinas, acusando el carácter folletinesco de su literatura. Charlotte Brontë y su hermana Emily rompieron tópicos. Sus novelas son imprescindibles.
¿Qué tiene que ver Carmen Martín Gaite con Jane Eyre?
Carmen Martín Gaite traducía libros del francés, el inglés, el italiano y el portugués. Os podéis imaginar el cuidado que le ponía a la versión final al castellano. En 1999 hizo la traducción de Jane Eyre que ganó el III Premio de Traducción Ángel Crespo, otorgado por la Asociación Colegial de Escritores de Cataluña y el Gremio de Editores de Cataluña. Así que los hispanohablantes tenemos la fortuna de contar con un texto que posiblemente tenga una calidad literaria superior a la del original. Y ocurre lo mismo con Madame Bovary, de Gustave Flaubert; Cuentos de Perrault, de Charles Perault; Al faro, de Virginia Wolf; Cuentos de hadas victorianos, de John Riskin; Senectud, de Italo Svevo; El marinero, de Fernando Pessoa; Una pena en observación, de C. S. Lewis; El sistema periódico, de Primo Levi, y Cartas francesas a Merline, de Rainer Maria Rilke.