Love is a game una novela (¿sin más?) de Oscar M. Prieto


Entrevista de Reyes Muñoz de la Sierra
Imagen de la cabecera: grafiti de Banksy que ilustra la cubierta de Love is a Game
Fotografía del autor: Rafa R. Palacio

Love is a game en un mundo ideal sería el libro del que todo el mundo estaría hablando. Bajo el disfraz de novela negra, Oscar M. Prieto su autor, profesor de Filosofía Política y actual coordinador de Relaciones Internacionales de la Rey Juan Carlos, presenta una profunda y amena reflexión en torno al pasado, el presente y el futuro del arte. Con una prosa ácida, inteligente y eficaz, sumerge al lector en un puzzle que no acaba con el punto y final. Banksy es la excusa, el amor es la causa y la reflexión es el medio. Insert coin.

There is always hope: Love is a game de Oscar M. Prieto en Amazon

Texto de Reyes Muñoz

Love is a game nos sitúa en un tiempo en el que llevar los órganos de un mandril es tendencia. Y por ello se celebran Ferias de arte y órganos. La de ese año es especial. Banksy está invitado y parece que se va a quitar la capucha. Por fin va a ocurrir lo que muchos pronosticaban y el gran grafitero será fagocitado por la industria del arte. Pero algo ocurre y el investigador Oscar Palmer se ve involucrado en la búsqueda de un asesino que todavía no ha matado. Lo dice el arte.

¿Quién querría acabar con Banksy? ¿Los que construyen muros? ¿Los que manejan el arte? ¿Los de los museos? ¿Otros artistas? ¿Una mujer? ¿Qué mujer? Y en esa búsqueda Oscar Palmer se deja guiar por el pintoresco Alfred Jarry que le lleva de la mano por peculiares paisajes inspirados en las exposiciones del Musac.

Muchos autores hablan de implicar al lector en el acto de lectura, al tiempo que lo arrastra por un camino único a un final abierto. Oscar M. Prieto no lo intenta y sin embargo lo consigue, porque la trama no se sostiene sin una intervención activa del que se sumerge en ella. Por este viaje a un final –en esta novela sí– cerrado, nos cruzamos con Pipilotti Rist o con Henri Michaux, y a través de su boca (y de sus obras) acabamos por descubrir que lo que tenemos entre manos no es una novela, sino una reflexión en torno al arte, como impulso humano, como alimento, como reivindicación, como broma, como corte de mangas o como mercado puro y duro.

Oscar M Prieto, escritor nacido en Benavides de Órbigo (León) en 1973, ha publicado cuatro novelas: Love is a Game, Las horas se ríen de mí, El tercer sacramento y Palabras de carne y hueso. Detrás de cada uno de los libros hay un imponente esqueleto filosófico que nos convierte en mejores lectores. Su trabajo tiene efectos secundarios y convierte en mediocre gran parte de la literatura emergente.

Love is a game sí que es experimental sin pretenderlo y sí que se inmiscuye en los límites de la libertad creativa sin convertir al destinatario en un muñequito de trapo. No hay arena movediza ni un interés maniqueo, sí que entendemos lo que dice, sí que sabemos dónde va a parar y no nos sentimos gilipollas.

Love is a game fue publicada en 2010, en papel, por InEditor y en este momento, tras conseguir los derechos de edición por internet, Oscar M. Prieto la pone en venta en Amazon por menos de dos euros. No hay interés pecuniario en esta nueva aventura y los beneficios serán donados a Médicos sin fronteras. Puedes comprar la novela aquí: https://www.amazon.es/LOVE-GAME-Oscar-M-Prieto-ebook/dp/B00HGW8C4Q

En una crítica de tu libro leí que es una novela fácil. Quizás fácil de leer sí, pero exige al lector, por lo menos, una conexión wifi para disfrutarla un poco como se merece… ¿Love is a game es un juego?

Mira, había terminado de escribir Las horas se ríen de mí, que fue un parto de cuatro años que me hizo sufrir. Era una novela muy intimista sobre el tiempo y acabé tan harto que cuando me planteé escribir Love is a game dije «ahora voy a divertirme». Y ese es el objetivo de la novela desde la primera palabra hasta la última y esa motivación influyó en los escenarios, en el estilo de la historia, en los personajes… Pero recuerdo que les iba pasando a tres o cuatro colegas capítulos y uno, cuando la terminó de leer, me dice: «eres un cabrón, creí que estabas haciendo algo sencillo».

Está claro que acabo traduciendo todo a lo que sé y pesa mucho mi formación filosófica. La filosofía es una herramienta muy poderosa, pero también es muy divertido usarla para cuestiones cotidianas. Para hablar de la vida, de Dios, de la libertad y de todo eso, no tiene gracia, pero si utilizas todo su instrumental para hablar, por ejemplo, de la puesta de huevos de las gallinas en abril, puede salir un resultado curioso.

«Creo que si el libro le descubre al lector otras realidades literarias, artísticas o musicales es un plus».

Si incluyeras unas cuantas referencias musicales, artísticas, literarias al principio de la novela… ¿se acabaría el juego con el lector?

Cuando escribo tengo muy presente la música que estoy escuchando, el último libro que me he leído, o algún cuadro que he visto. Hace un rato estaba con la nueva, con un pasaje de la biografía del protagonista que decía que detestaba los manuales de instrucciones. Son una trampa, te inducen a creer que puedes saber cómo funcionan las cosas. Tengo mucho respeto al lector y lo considero inteligente y me pueden decir «qué libro más complicado» y yo suelo decir «pues si lees lo que yo encuentro por ahí y vende un huevo»… Sinceramente, me parece más sencillo el mío. Creo que si el libro le descubre al lector otras realidades literarias, artísticas o musicales es un plus. De todas formas, sí que es cierto que quien tiene todas esas referencias soy yo.

Leí que detrás de toda la atmósfera de la novela está Blade Runner

Mira, tengo un problema. Me gusta dormirme con la tele puesta y hace muchos años a las tres o cuatro de la mañana cuando acababa la programación empezaban los programas de televenta y me pegaban sustos. Descubrí que Blade Runner tenía una musiquita y tono perfecto para dormir.

Para mí esta película es sublime, tanto en lo cinematográfico como en lo filosófico. Siempre que pienso cómo será el futuro me imagino el ambiente de Blade Runner, aunque tampoco me gustaría, no concibo un futuro sin sol. Pero bueno, a la hora de escribir Love is a game pensaba en Blade Runner por un lado y por otro, en las exposiciones que hacían en el Musac de León, en instalaciones que me llamaban la atención, porque me divertían o me asombraban por lo surrealista o por lo absurdo. Y también aparecen en la novela artistas que han expuesto en el Musac, como Pipilotti Rist.

«En el infierno de Dante están los malos, los envidiosos y demás pecadores… esto se cumple a la perfección en el mundo artístico, donde las relaciones son casi un infierno».

¿Y la Divina Comedia?

El paralelismo es total. El recorrido de Alfred Jarry y Oscar Palmer es una referencia evidente. Pero pensé que para hacer esto a estas alturas había que ser o muy pretencioso o buscar un toque de humor. Y por eso van en bicicleta. En el infierno de Dante están los malos, los envidiosos y demás pecadores… esto se cumple a la perfección en el mundo artístico, donde las relaciones son casi un infierno.

Has hablado de Alfred Jarry, de Pipilotti Rist… Son nombres reales que podemos buscar en la wikipedia. ¿Y los que no aparecen? ¿Son juegos? Porque yo me he dedicado a descolocar las letras de Min Ebisawa y Ernesto Vitaamen para ver si daba con alguien real…

Mira, desde la primera novela a los personajes les pongo los nombres de mis amigos. Es o un regalo o una amenaza. Les digo o te portas o te vas a cagar con el personaje que te voy a preparar. Pero sólo uso el nombre, no la personalidad. En esta novela, no sé por qué me dio por ponerles apellidos extranjeros, y fue divertidísimo ponerme a buscar apellidos polacos, finlandeses…

«A mí Borges y Michaux me han dado el coraje y la osadía para poder hacer lo que me da la gana».

¿Y los reales?

Si antes te decía que me gustaría que la novela aportara al lector algo más que la propia novela, que le abriera ventanas a otras realidades que desconocía, para mí como escritor ha supuesto una gratificación. Hay personajes reales, como Alfred Jarry, que me tenía cautivado más por su biografía que por su Rey Ubú, que me he leído varias veces para ver si encontraba el sentido pero no se lo encuentro.

Es un personaje que era tal y como lo describo en la novela, con camisa de papel, zapatos amarillos, dos revólveres… también aparece Henri Michaux, que junto a Borges es uno de los autores que más admiro.

Conocer a Michaux tanto en su faceta poética, como en la ensayística e incluso como pintor me ha hecho descubrir un mundo. Estos autores te dicen todo lo que se puede hacer y eso es muy interesante, porque aparte de los talleres literarios que no sé si servirán para algo, no hay un título, no hay una manera para escribir y saber si lo estás haciendo bien o no. Hay lecturas que suponen una revolución interior, te dicen todo lo que se puede hacer con la palabra. A mí Borges y Michaux me han dado el coraje y la osadía para poder hacer lo que me da la gana.

¿Los artistas y los escritores se han olvidado de que pueden hacer lo que les dé la gana?

En realidad creo que ningún artista puede hacer lo que le dé la gana. Por ejemplo Rothko no dice doy dos brochazos y ya está. Para llegar a eso ha habido una evolución de siglos. Tienes la libertad de hacer algo distinto, pero siempre que tenga sentido.

El otro día escribía algo que tiene que ver con esto. Me venía a la mente la imagen de los rompecabezas de doce cuadraditos que se pueden mover a través de un espacio libre. ¿Cuál es la libertad que tenemos? La de ese cuadradito y no creo que fuera beneficioso tener mucha más, sería agotador.

El artista tiene el poder de hacer lo que le dé la gana en el sentido de llevar al máximo el movimiento de ese cuadradito. Es la diferencia entre libertad y libertinaje. La libertad es un ejercicio responsable. Hago esto, por esto, por esto, por esto y puedes añadir y porque me da la gana. Con el libertinaje, aunque se haga lo mismo, carece de esa reflexión.

Hace muchos años en Arco al entrar había un hombre que se sacaba sangre y te la vendía en un frasquito que decía «Sangre de artista». Tú sitúas el inicio de la novela en una Feria de Arte y Órganos. ¿Quién decide lo que es arte?

El tema central que subyace en la novela, aparte de la trama y eso, es una reflexión de un profano sobre el arte. Hoy en día no hay un criterio. En Madrid, en la acera del Thyssen solía haber gente vendiendo teléfonos rotos, sevillanas… Pensé, a este lado de la pared esto son trastos viejos, si la traspasa, es arte. Podemos creer que el arte depende del contexto. Pero mi conclusión definitiva, no sé si fundamental, es que para que una obra sea arte depende de la voluntad del artista. El artista tiene ese monopolio. Un niño puede dibujar mejor que Jacometti, pero no hace arte. Ese es el tema de la novela, y de ahí viene lo de las gárgolas, como una especie de confrontación entre lo clásico y lo moderno.

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«El arte es arte, sea reconocido o no, haya entrado en el contexto o no».

Vale, está la voluntad del artista, pero también hay que conquistar a algún Min Ebisawa…

El arte es arte, sea reconocido o no, haya entrado en el contexto o no. Por eso Banksy es el enemigo del establishment artístico. No necesita ni de marchantes, ni de críticos ni de museos. Por eso era el personaje ideal para convertirse en héroe. Tiene todos los enemigos del mundo. Banksy ha roto con lo establecido. ¿Qué pasará? Pues seguramente que el mercado fagotizará a Banksy, por eso, en la novela lo que digo es que su única salida es la muerte, como los héroes.

Pero Banksy, en el mundo real, es considerado por unos un vándalo, por otros un jeta que vive de lo que critica, y para otros un artista…

Es como un héroe clásico, comparte con ellos la intención de realizar trabajos por la humanidad, tenga jeta o no, con toda su obra sobre los muros palestinos y demás, señalando las injusticias en sus grafitis y las contradicciones de la sociedad capitalista. Como héroe moderno, comparte con ellos el anonimato, esconde su identidad con una capucha para llevar a cabo sus trabajos. Pero efectivamente, ya hace campañas para Puma, le compran obras Kate Moss y Brad Pitt…

En algún pasaje de la novela Oscar pregunta por los enemigos y le dicen que tiene muchos: los que levantan los muros, los de los museos, a los que deja en ridículo colgando sus obras, pero también sus propios seguidores. Si su obra va en contra del capitalismo, ahora parece que ha entrado en el juego. Por eso te decía que el mercado acabará fagotizándolo y a mí me parecería que esto sería estropear una leyenda. Lo mejor que podía hacer, sin desearle yo nada malo, es morirse o matarse.

¿Temiste que se quitara la capucha en la Berlinale o en los Oscar?

No, y además me hacía gracia que la novela estaba acabada desde hacía dos años y coincidía el lío de si iba a ir o no a los Oscar con el principio de la novela, que parece que va a desvelar su identidad en la Feria de Arte y Órganos. Vi la película y no muestra que tenga intención de ir a recoger nada. Él mismo incide en lo ridículo y absurdo que puede llegar a ser el arte actual. El que grababa con la cámara se está convirtiendo en artista y ahora está forrado. ¿Es artista ese hombre o lo ha creado el propio mercado?

¿Qué te gustaría que ocurriera con Love is a game?

Que la gente lo lea, lo disfrute y que en su cabeza se queden pequeñas minas cargadas que exploten cuando menos se lo esperen. Mucha gente me dice que hay que leerlo dos veces. La primera vas leyendo a ver qué pasa y te das cuenta de que en cada párrafo te dejas historias no desarrolladas.

Ahora estás con una nueva novela… ¿Una vez que uno empieza no para?

No, soy un perezoso. Me tiro un mes sin escribir y luego escribo dos meses y paro… Pero es cierto que escriba o no, desde que empecé Berlin Vintage voy por el mundo como si estuviera en un juego para niños de esos que tienen huecos para encajar piezas. Lo veo todo a través de los ojos de Berlin Vintage. Lo de escribir es distinto. Es verdad que entre el trabajo e irme de cañas no tengo mucho tiempo.

¿Se parece a Love is a game?

Si lees Las horas se ríen de mí, verás que no tiene nada que ver con Love is a Game. Se ve que la ha escrito el mismo y ya está. Berlin Vintage va a estar ambientada en Roma, Madrid, Malta, Sicilia, Buenos Aires, San Petersburgo y Berlín.

A mí me va a aportar el recorrido por todas esas ciudades y al lector también le tiene que dejar poso. Estoy ilusionado. Es la primera que escribo en primera persona, tiene una trama muy cerrada de principio a fin, el sustrato filosófico es sobre la personalidad y sobre lo que realmente significa ser uno mismo, que igual se reduce a que desde pequeñines nos van podando las potencialidades y nos quedan como una vara, alta y firme. ¿Hasta qué punto hemos ganado con eso? La sociedad nos convence de que solo podemos vivir la vida de una manera y si sale mal, has fracasado. Si los gatos tienen siete, ¿cuántas vidas no habría de tener el ser humano?

Más información en http://www.oscarmprieto.blogspot.com/

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