5+1= Orgullo


Texto de BiPaul
Imagen cabecera: Vector de multitud de personas creado por svstudioart – www.freepik.es

Numerosos sociólogos señalan que con el auge de la extrema derecha, se están dando pasos hacia atrás en la estructura social española. Cada día surgen noticias que lo demuestran. Sin embargo, en ExPERPENTO, después de dieciocho años pendientes de los movimientos culturales, vemos una gran diferencia basada en el supuesto de buenos y malos. Antes los malos eran los diferentes y actualmente, los malos son los que humillan y señalan a los diferentes. Aunque eso también podría cambiar.

En 2008, yo mismo hacía una reflexión en mi crítica sobre El cielo dividido. Me preguntaba a quién se dirigían las películas que aparecían etiquetadas como LGTBi. No tenía ni idea, pero la cuestión encerraba una evolución: Si bien veníamos de una época en la que las comunidades LGTBi buscaban referentes, entrábamos en otra en la que se imponía la normalización. Actualmente estamos inmersos en otro movimiento muy interesante. No hace tanto, hablábamos del colectivo LGTBi y hoy hablamos de colectivos LGTBi, en plural. Las siglas se difuminan en individualidades que quieren ser respetadas y reconocidas.

Todas las evoluciones en la sociedad encuentran su expresión en el cine, que a fin de cuentas, con poco más de 100 años, es un arte muy joven. Si echamos la vista atrás, nos encontramos que en los albores de Hollywood, los personajes homosexuales eran los malos de la cinta, la amenaza. Más tarde, aparecía la figura del “mariposón”, que hacía mucha risa y que casi siempre era humillado. Las lesbianas, —hasta no hace demasiado— se retrataban como unas tipas con rasgos psicopáticos. Debemos destacar que la primera película con un contenido abiertamente LGTBi fue Muchachas de uniforme de 1931. Esto me hace pensar que el lesbianismo siempre se ha visto como una amenaza menor que la homosexualidad. Muchachas de uniforme tuvo dos remakes, uno en 1958, con Romy Schneider, y otro en 2006, titulado Loving Annabel. En la memoria quedan películas excelentes: La gata sobre el tejado de zinc de 1958 o Rebelde sin causa de 1955. Ambas demostrarían que en ocasiones la censura actúa como un ingrediente para la genialidad. Y no quiero saltarme la última escena de Con faldas y a lo loco, que con su «Nadie es perfecto» marcaba la senda hacia el respeto.

En toda esta perorata, debemos destacar el papel cinematográfico de España, recordando siempre que el dictador murió en 1975. Hace unos días, Julia Serrano le decía a Alaska en Cine de Barrio que José Luis López Vazquez lo pasó muy mal en el rodaje de Mi querida señorita de 1970, porque temía que se rieran de su personaje, uno de los más interesantes de la historia del cine español. Pero el inciso se lo merece Almodóvar, que en 1980 lanzaba Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón, y marcó un antes y un después en la historia del cine universal. Después de eso, ¿qué más se podía decir? Y Almodóvar, más allá de su propio cine, lanzó carreras desacomplejadas. Y ahí tuvimos a Antonio Banderas en Philadelphia o Entrevista con el vampiro, o a Bardem nominado al Oscar por interpretar a Reinaldo Arenas en Antes que anochezca.

Como escribía Eduardo Durán, en su artículo sobre Lesgaicinemad de 2007, «las películas, fuera de contextos prejuiciosos o proclives y de que los protagonistas sean vaqueros que se besan o ratones que hablan, funcionan cuando emocionan, que es lo que busca la gente cuando paga una entrada». En ExPERPENTO, en estos dieciocho años de cambios, estamos orgullosos de decir que no hemos cambiado ni un ápice nuestra línea editorial. Aquí no hemos hablado de cine LGTBi, sino de cine emocionante… Y dentro de ese paraguas se refugian muchas películas en las que, como en la vida misma, «nadie es perfecto».

Orgullosa propuesta de cine 5+1

1.- «1985» de Yen Tan

Los primeros casos de VIH se registraron en 1981 y que actuó como una pandemia entre el colectivo homosexual. No hace demasiado, “marica”, “sidoso” y “pedófilo” eran insultos paralelos. y al VIH se la llegó a llamar «la peste gay». La película es un bello viaje en el tiempo a ese momento.

2.- «Madame» de Stéphane Riethauser

El documental en el que Stéphane Riethauser es un homenaje a su abuela Caroline y un recorrido por dos suelos. El del hombre que ha perdido a su abuela y el del joven que acepta su homosexualidad.

3.- «Giant Little Ones» de Keith Behrman

En la línea de Fucking Åmål Fucking Åmål (1998) o la argentina Glue (2006), esta es una historia de adolescentes y para adolescentes, preocupados –e incluso mortificados– por su manera de sentir, de investigar, de querer y de desear.

4.- «Génesis» de Philippe Lesage

Philippe Lesage nos traslada al momento de la vida en el que todo es nuevo a través de dos hermanastros: Guillaume (Theodore Pellerin) y Charlote (Noee Abita). Con ternura y naturalidad, muestra lo complejo de la vida interior de cada uno de nosotros y la forma de hacerla frente.

5.- «My beautiful Baghdad» de Samir

Tauriq es un exiliado iraquí que vive en Londres que se reúne con sus paisanos en un café. Él ejerce de pegamento en la comunidad, a través de la cual Samir explora los tabúes árabes: el ateísmo, el adulterio —en concreto, el de la mujer— y la homosexualidad.

 

+1 «Madre solo hay una» de Anna Muylaert

Hay muchas cosas que hacen que esta película sea especial, pero en este ranking le otorgamos el puesto +5 porque retrataba algo que aún está por explorar y lo hacía en 2016. Anna Muylaert lo explicaba mejor que nadie:

«Nos sitúa en un lugar en el que no hay etiquetas. Esta generación es fluida. La gente que leía el guion me preguntaba… ¿pero es gay? ¿Es transexual? Y yo no lo sé. Me interesaba trabajar sin esa pregunta. Tal vez sea transgénero, tal vez experimente o tal vez sea rebeldía… Los jóvenes lidian hoy con el masculino y el femenino de una forma distinta a como lo hacíamos en mi generación. Si dos chicas se besan, hoy no se asume que son lesbianas».

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